Artículos | Pedro Juan González C.

Pedro Juan González Carvajal
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Para Parag Khanna en su extraordinario libro “Conectografía”, estamos ante un nuevo conjunto de realidades, que desbordan todo lo previsible.

“En un principio, internet era un lugar al que acudíamos; ahora es un espacio en el que estamos, una norma universal tan omnipresente como disponer de un medio de intercambio (el dinero), un sistema de creencias (la religión), o un régimen político (el gobierno). La hiper conectividad es un nuevo entorno cultural para todas las conductas humanas. No obstante, el número de internautas supera al de ciudadanos de cualquier país y al de creyentes de cualquier religión”.

Muchos de nosotros fuimos instruidos en nuestro proceso educativo, respaldados en el modelo educativo francés e influenciados grandemente por la lógica Newtoniana causa-efecto, lo que condicionó nuestra forma de ver el mundo y la manera de interactuar con él, de modo que la mayoría de nuestras actuaciones dependía de que superáramos una actividad antes de comenzar a emprender otra, lo cual tenía su respaldo en un manejo del tiempo lineal, debido a la tecnología mecanicista de la época y a los ritmos establecidos y respetados socialmente.

Con el avance de la tecnología y la popularización del uso de ciertos medios de comunicación, prácticamente las barreras de tiempo y espacio fueron superadas y el ahora, “The Now”, es el vector que guía todas las actividades humanas, generando fronteras y abismos no solo territoriales, económicos y políticos, sino y por, sobre todo, conceptuales, entre los cuales se destaca la redefinición de la noción de distancia.

La relación causa-efecto es reemplazada por la simultaneidad y la multiplicidad de acontecimientos que configuran nuestro día a día y que transcurren libremente entre todas nuestras vidas y relaciones de manera espontánea, donde su velocidad y el entrecruce de medios, genera una realidad que muchas veces va más rápido que nuestra capacidad siquiera de percibirla, de reconocerla y mucho menos de entenderla.

La hibridación de las tecnologías con lo humano genera una nueva realidad y un nuevo papel del humano con relación a los otros humanos, modificando estructuralmente el concepto de sociedad, involucrando conceptos nuevos como los de red, los de nodo, los de comunidad, que ponen en evidencia y en contradicción conceptos como el de derecho a la información y el derecho a la intimidad que hoy están en franca contradicción.

Humano y profesional de hoy que no esté preparado y habilitado para manejar muchas situaciones al mismo tiempo, estará OUT de la órbita social y empresarial, con las consecuencias que ello implica, pues se tratará de un nuevo tipo de obsolescencia.

Pronto comenzaremos a evidenciar una crisis de las posturas deterministas en todos los órdenes, pues éstas fueron planteadas para un mundo que ya no es.

La globalización digital está reconfigurando el mundo, según sostiene Jaron Lanier, pionero de la realidad virtual.

De cara al porvenir: el territorio

¿Qué nos ganamos con tener cerca de 1.114.000 KM2 de territorio continental y casi 900.000 KM2 de mar (sin contar lo que vamos a perder con Nicaragua), si tenemos un Estado débil representado por gobiernos enclenques que no han sabido defender ni la soberanía Nacional en lo exterior, ni la presencia territorial en todas sus facetas en lo interior?

¿Qué puede esperar una sociedad cuyo mal llamado sistema educativo no aporta los elementos básicos para adquirir como pretendido ciudadano una adecuada conciencia geográfica e histórica, para responder al menos los interrogantes mínimos alrededor ¿De dónde vengo, dónde estoy y para dónde voy?

Desde la perspectiva de la geo semántica social, se entiende por territorio la unión de un sentido o significado con un lugar determinado, cuya definición es validada por una comunidad.

* Territorio como concepto geográfico:

El término territorio es muy usado en geografía, aunque pocas veces corresponde a su contenido conceptual con lo que suele ser necesario establecer el significado que le da cada autor contextualmente. Algunos autores han llegado a afirmar que el territorio es el objeto principal de la investigación geográfica frente a otros términos también muy usados dentro de la geografía como paisaje, región, espacio geográfico o lugar.

* Desde la tradición física:

El término territorio puede entenderse como un sinónimo de superficie terrestre, es decir, de relieve o en su sentido más amplio (como el que le otorgaba F. Von Richthofen) de la interfase entre litosfera, atmósfera e hidrosfera.

* Desde la tradición ecológica:

El término territorio puede entenderse como sinónimo de medio natural, con lo que suele hablarse de relaciones entre sociedad y territorio.

* Desde la tradición corológica – regional:

El término territorio se refiere a un sistema o complejo formado por todos los elementos físicos y humanos de un área o región.

* Desde la tradición espacial:

El territorio se entiende como un sistema espacial, es decir, como un conjunto de lugares interconectados por redes y flujos horizontales. También puede usarse como sinónimo de espacio absoluto sobre el que los distintos objetos y fenómenos se depositan.

* Desde la tradición paisajística:

El territorio o bien se entiende como sinónimo de paisaje natural o bien como sinónimo de paisaje cultural, de conjunto de construcciones, aprovechamientos y usos que una sociedad hace sobre el suelo.

* Desde la tradición social

El territorio se entiende como el sistema socio ecológico que reúne la sociedad y el medio que esta habita. El territorio se estudia tanto en sus relaciones verticales (entre sociedad y medio físico), como en sus características (organización económica, política, demográfica, espacio construido, medio físico en cuanto condiciona a la sociedad, etc.) como en sus relaciones horizontales (entre los diversos subterritorios que lo conforman).

¿Cómo se define el concepto de territorio?

Territorio se define como la porción de superficie (se refiere a la extensión de tierra) que pertenece a un país, región, provincia, etc. Todos los países cuentan con un territorio aéreo, uno terrestre y también uno marítimo cuando tiene costas.

Extensión de tierra que pertenece a un Estado, provincia u otro tipo de división política.

¿Qué es el territorio en ciencias sociales?

El territorio es un concepto teórico y metodológico que explica y describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico; es un referente empírico, pero también representa un concepto propio de la teoría.

¿Qué es territorio y cuáles son sus elementos?

Un espacio terrestre, que comprende tanto el suelo como el subsuelo (hasta el centro de la tierra, proporcionalmente), encerrado entre las fronteras nacionales, abarcando los lagos y ríos que existan en su interior, y también el suelo y subsuelo de las islas que formen parte del territorio.

También se asocia el concepto de territorio a la masa terrestre y marítima con sus respectivos subsuelos, la atmósfera y la ionósfera.

Ahora bien, la diversidad humana, animal y vegetal, genera sus propias condiciones particulares cuando interactúan con el territorio teniendo como eje la biota y el concepto de vida que luego se transformará para los humanos en principios de cultura y de civilidad, dando origen, de acuerdo con la variedad, a lo que hoy denominamos diversidad, multiculturalidad o simplemente variedad.

Estamos acostumbrados al observar un mapamundi o un planisferio, la división política del territorio continental, con diferentes colores y la masa oceánica y marítima en distintas tonalidades de azul.

¿Qué pasa si por ejemplo hacemos una abstracción y reflejamos como extensión de los países, sólo aquella porción del territorio que controla el Estado?

Los mapas actuales desaparecerían, el concepto de nación entraría en crisis y la validez del Estado debería repensarse.

El territorio - Pedro Juan González

Miremos por ejemplo el mapa de presencia de grupos armados en Colombia de acuerdo con el informe final de la Comisión de la Verdad.

De acuerdo con nuestra hipótesis, solamente los espacios blancos configurarían el territorio que debería aparecer en los mapamundis y planisferios, pues es sólo la porción en blanco, que es la minoritaria, la que es controlada por el Estado mediante su presencia permanente, no solo en lo militar, sino y, sobre todo, en lo socio político y económico.

De cara al porvenir: pésimo servicio postventa

Algunos miembros de mi generación recordarán la serie de “El negro del arbolito” desarrollada durante casi un año de manera semanal, dentro de nuestro gran programa de humor, Sábados Felices.

“El negro del arbolito” era un simple ciudadano que recurrió a la autoridad competente para solicitar permiso para sembrar un árbol en el patio de su casa.

Para no alargar el cuento, cada semana iba y hacia la fila correspondiente, pero le pedían un papel adicional, le modificaban el proceso, cambiaban al funcionario y había que volver a empezar de nuevo el trámite, todo esto reflejado en que en su primera visita el negro del arbolito llevó una pequeña matera con la plántula respectiva, y al cabo del tiempo tenía que ir cambiando de recipiente y de modo de transporte hasta que al final era un árbol trasteado en un camión.

Renunciando a la razón y a la lógica, y dejando a un lado los argumentos racionales, no veo la hora de que vendan a TIGO, para que el nuevo dueño se encargue de echar desde el vicepresidente de Servicios (si así se llama el cargo más alto alrededor del tema), pasando por todos los funcionarios propios y ajenos, integrantes del call center, encargados de recibir el escalamiento de los problemas y hasta los propios técnicos del servicio.

¡Qué desorden, qué mediocridad, qué chambonada, qué falta de respeto con el cliente!

Hace 4 meses estoy tratando de que me organicen un cambio de tecnología para el paquete de servicios de comunicaciones, para lo que finalmente lo único que hay que hacer es cambiar los decodificadores que están instalados en la actualidad.

En este período de tiempo se ha hablado con un poco más de 30 personas que inicialmente son atentas, pero que a medida que pasa el tiempo y uno tiene que recurrir a recordarles las citas asignadas previamente soportadas en códigos de servicio, –cumplidas algunas e incumplidas las otras, no por falta de presencia sino porque al pobre técnico de turno le asignan la visita, pero sin saber que pasa internamente, no hay concordancia entre la toma de los datos por parte del funcionario y lo que recibe como orden de trabajo el técnico–, pierden la paciencia, le pasan la pelota a otro, y últimamente en medio de su desespero e incompetencia, les ha dado por colgar el teléfono en medio de la llamada simulando problemas en la comunicación.

Si finalmente a uno lo comunican con “un superior”, pues hay que volver a contar el cuento desde el principio, lo cual para el caso lleva unos 40 minutos y en la mayoría de los casos se hacen los sorprendidos por lo que está pasando, se comprometen en que “ahora sí” se cogerá el toro por los cachos y reasignan órdenes de trabajo y citas que finalmente no llegan a sus subalternos como deben llegar.

Sinceramente no sé cuál es la plataforma que emplean para la toma de requerimientos y cómo internamente la información se deteriora afectando la intención del servicio y afectando al cliente. No sé si el problema radica en una mala plataforma, en funcionarios incompetentes o en ambas circunstancias.

Después de que a uno le asignan un horario de visita con un amplio rango de tiempo, como, por ejemplo, de 7:00 a. m. a 12 m., –como si uno estuviera disponible como las sinvergüenzas, esperando que llegue el cliente para atenderlo–, se recibe la llamada del técnico de turno que le dice a uno que va a prestar tal servicio, pero en ese momento, ¡oh sorpresa! tanto para el técnico como para uno como usuario del servicio, nos damos cuenta de que lo mandaron con una orden de trabajo para otra cosa.

En caso de que el técnico llegue a la residencia, aclarando que son amables y respetuosos, muchos de ellos preguntan cuáles han sido los últimos arreglos que se han realizado en las instalaciones y comienzan a hablar mal del compañero que los realizó, pues en su concepto, están mal hechos.

Ni hablemos del peluquín…. Este proceso comenzó en noviembre y ya terminó febrero y nada.

De pronto por un falso sentido de región o por aplicar el dicho que “más vale malo conocido que bueno por conocer”, no he procedido hasta el momento que escribo esta columna al cambio de proveedor, lo cual haré en este preciso momento.

Me imagino que TIGO está certificado en calidad y tiene varios reconocimientos por la calidad de sus procesos y sus servicios, lo cual para mi experiencia son inmerecidos y constituyen una falacia.

Ojalá el posible comprador potencial de TIGO, en caso de que se venda, haga una buena revisión de los procesos internos de la empresa que pretende comprar, para que no se vaya a llevar a engaños y frustraciones en el tema de la calidad de los servicios de mantenimiento y postventa.

De cara al porvenir: el papel puede con todo

Cumpliendo con el deber de elevar a la categoría de ley el programa de gobierno del candidato triunfador en las elecciones presidenciales, el presidente Petro acaba de presentar al Congreso el proyecto de ley del plan de desarrollo titulado “Colombia, potencia mundial de la vida”.

Cabe anotar que el nombre de “plan de desarrollo” es un poco pretencioso, pues este se agota al terminar el mandato, mientras un verdadero plan de desarrollo debe superar en el tiempo varios mandatos.

Para quienes hemos tenido la responsabilidad de liderar la elaboración de planes de desarrollo, está claro que la metodología a emplear para permitir la participación ciudadana puede convertirse en un insumo vital o en una evidente dejada de constancia.

De igual manera, una buena estructura interna permite que cualquier tópico “quepa” dentro de lo esbozado.

Para el actual gobierno, el ejercicio de participación se denominó como “Diálogos Regionales Vinculantes” y fue liderado por la Dirección Nacional de Planeación – DNP, quien recorrió el país promoviendo la participación ciudadana en el ejercicio de concretar la idea de país soñado.

Obviamente es importante colocarle al plan de desarrollo un nombre atractivo, convocante y aglutinante para que todos nos veamos reflejados en él. Sin embargo, el nombre seleccionado en esta oportunidad, –bello, por cierto– de “Colombia, Potencia Mundial de la Vida”, no refleja la realidad que los ciudadanos vivimos a lo largo y ancho del país, donde precisamente la vida, como valor supremo, es irrespetada y maltratada en todas sus expresiones y de manera continua.

Otra cosa es que nos estuviéramos refiriendo al enorme potencial que posee Colombia en biodiversidad, pero ese no es el caso, y si lo fuera, también sería contradictorio ante la amenaza creciente de extinción de especies y la pésima conservación de bosques y selvas, ríos y quebradas, mares y costas y el manejo deficitario de residuos sólidos, protección del aire y deterioro de las condiciones de vida sobre todo en las grandes ciudades.

Es claro que el Gobierno pretende hacer cosas precisamente para mejorar la situación de inseguridad que vivimos en todos los niveles, donde la insurgencia política, la delincuencia común, el desempleo, la falta de presencia estatal en el territorio, se convierten en caldos de cultivo para que la iniquidad, la desigualdad, la injusticia y la pobreza, sean el pan de cada día y la vulneración de los derechos elementales sea algo cotidiano.

No es si no escuchar o mirar un noticiero o leer un periódico o conversar con la gente para impregnarse de la sensación de inseguridad y de desprotección en la cual hemos caído.

Vulneración de los derechos de los niños, feminicidios, robos, estafas, desfalcos, asesinatos, masacres, actos de corrupción, inseguridad por el narcotráfico, disputas territoriales, asesinatos de líderes sociales, periodistas, policías, soldados, reinsertados, ciudadanos del común, robos, secuestros y chantajes, son parte de nuestro paisaje.

Como ciudadano, de corazón deseo que este plan de desarrollo logre coger el toro por los cachos y extermine algunas de las causas que ocasionan todos los fenómenos anteriormente mencionados.

Sin embargo, la acumulación histórica de problemas no resueltos y las acciones violentas de todos los días, hace muy difícil la tarea y hace también que ante propios y extraños el título del plan de desarrollo, “Colombia Potencia Mundial de la Vida” suene un poco rimbombante.

¡Amanecerá y veremos! 

De cara al porvenir: bufonadas

Acabamos de terminar el Campeonato Sudamericano de Fútbol Sub-20 con resultados que serán tema de otra conversación.

Llama la atención que el equipo colombiano haya dejado abierta la puerta con representantes y equipos del exterior para hacer negociaciones con algunos de nuestros buenos pichones de jugadores en pleno torneo, echando por la borda todo un proceso de entrenamiento y concentración, donde el pobre entrenador, a las carreras, tiene que suplir de manera improvisada la nómina principal de quienes eran titulares indiscutibles, con otros jugadores, dentro de su proyecto para encarar este campeonato.

¿Por qué esto no le sucede a ninguno de los otros equipos en contienda? ¿Un torneo de selecciones nacionales con diferentes categorías no merece ser respetado máxime que es conocida su realización con suficiente anticipación?

Lamentablemente viene a la mente la suspicacia y entonces se empieza a especular que tanto directivos como cuerpo técnico podrían llegar a tener algún beneficio económico con la negociación de turno, sacrificando los altos intereses de la nación.

¿Quién es el responsable? ¿Sabían que esta situación podría presentarse y aun así convocaron a estos muchachos a conciencia de que en algún momento del campeonato se podrían separar de la concentración?

No sabemos hacer valer ni la condición de organizadores ni de anfitriones para que se nos respete. Una evidencia más de que nuestra clase directiva en todos los órdenes y niveles deja mucho que desear.

Pasando a otro tema también tragicómico, se ha vuelto repetitivo el hecho de que algunos ministros del actual gobierno sean desafortunados (no quiero emplear otra expresión) para hacer propuestas, responder interrogantes o hacer presentaciones, lo cual ratifica el pensamiento de un muy querido profesor universitario quien sostiene que la única condición que se requiere para ser ministro es que lo nombren.

Este Gobierno requiere que los ministros sean buenos escuderos, pues estamos frente a una numerosa cantidad de reformas que necesitan no solamente conocimiento, si no, además, una gran capacidad de comunicación y una gran habilidad de negociación

Habiendo tanta gente preparada, es un costo y un desgaste innecesario en el que incurre un presidente al nombrar personas que en el ejercicio de sus funciones evidencian su desconocimiento de lo básico del tema bajo su responsabilidad, se vuelven ruidosas, generan conflicto y además acrecientan la incertidumbre.

El mundo mediático en el cual estamos inmersos requiere conocimiento, preparación, malicia y habilidades para poder dar declaraciones serias o al menos que no comprometan la credibilidad de las personas y menos aún de la Institución y el Gobierno que representa.

Todos los asuntos de gobierno tienen aspectos políticos, técnicos y económicos. En un mundo globalizado hay que andar con pies de plomo pues cualquier desliz en cualquiera de estos frentes, afecta la credibilidad y la seriedad ante el mundo entero.

NOTA: No estoy de acuerdo con la intromisión presidencial en el diseño del Metro de Bogotá. Está tratando el presidente de hacer desde su cargo actual, lo que no pudo como alcalde y son asuntos y momentos distintos.

Así mismo, extemporánea y farandulera la idea del alcalde de soterrar la línea A del Metro en la parte del centro de la ciudad. Más bien que cumpla con los compromisos financieros de la Alcaldía con el Metro y que promueva su expansión.

De cara al porvenir: divagaciones

Quiérase que no, a la sombra y de espaldas a la ley, existe un mundo distinto, enraizado desde el principio de los tiempos a la evolución de la sociedad humana, que ha estado ahí y que de manera subrepticia se ha venido expandiendo a lo largo y ancho del planeta, en un ejercicio que se podría considerar como pionero en términos de globalización. Hablamos de las organizaciones criminales.

Y es que organizaciones como la Yakuza del Japón, la Bratva de Rusia, la Cosa Nostra, la L‘Ndrangheta, la Sacra Corona Unita y la Camorra de Italia, Triadas de China, Mara Salvatrucha en Centro América y los carteles de la droga entre quienes se destaca hoy el Cartel de Sinaloa en México, por mencionar solo algunos visibles, han creado su propia realidad y han sabido sobrevivir a la persecución local y planetaria, por decenios y siglos.

¿Cómo han logrado mantenerse vigentes? Pues actuando de manera corporativa, impulsando, respetando y haciendo respetar sus códigos de gobierno, siendo flexibles con respecto a adaptarse para poder mantenerse en el mundo de los negocios rentables, casi siempre asociado al control de la oferta de los vicios como el juego, el licor, las drogas, el sexo, el contrabando y cualquier actividad económica que sea considerada como ilegal.

Es importante reconocer que el concepto ampliado de “familia” hace que estas organizaciones sean cerradas en cuanto a su dirección, respetando características humanas como la ascendencia generacional, la lealtad, la fuerza y la osadía.

La sociedad legal, no lo acepta, pero lo reconoce, y de alguna manera lo mitifica alrededor de actividades como el cine, donde un personaje reciente como John Wick, es motivo de cierto respeto reverencial, sin hablar de la explotación local de la vida y obra de un capo de la mafia como Pablo Escobar y lo que se generó alrededor de su persona, configurando un entorno particular.

La mitificación de lo incorrecto en términos de civilidad es un atentado contra la propia civilidad. Situaciones como la necesidad de conseguir dinero no fácil pero sí rápido, el consumismo extremo, el acceso a niveles de vida limitados anteriormente solo a los “multimillonarios legales”, el cortoplacismo y una inclinación hacia la vida hedonista, nos perfilan hoy, azuzados por los medios de comunicación, a una generación cuyos valores en caso de existir, no tienen nada que ver con aquellos a los cuales estábamos acostumbrados.

Resurgimiento de personajes asociados a modernos Robin Hood, pueden llegar a trastocar nuestras actuales nociones de legalidad y de corrección.

Pasando a otro tema, un dilecto amigo me hizo un extraordinario regalo: El libro “Conectografía – Mapear el futuro de la civilización mundial” de Parag Khanna.

El autor plantea la necesidad y la conveniencia de pasar a un nuevo nivel de observación y registro en términos geográficos, pasando de la presentación de los accidentes geográficos naturales y de la división política de los continentes en países, a una visión dinámica de los distintos tipos de infraestructuras que se han desarrollado en los últimos tiempos, desde los caminos, carreteras, vías ferroviarias, rutas marítimas, rutas aéreas, canales, ríos, oleoductos, gasoductos, corredores de transporte marítimo, hasta nodos de internet, aeropuertos, puertos, zonas económicas especiales (de la geografía política a la geografía funcional), colocando en el centro del análisis ya no a los países, sino a las ciudades y regiones que hacen parte de las cadenas de suministro, configuradas como zonas económicas especiales (ZEE).

Desaparecen las fronteras y pasamos de la globalización a la hiperglobalización, acompañada de fenómenos demográficos particulares, de una creciente urbanización, que hace que lo rural deba ser replanteado, y la aparición de megaciudades con todos los elementos positivos y negativos que esta situación provoca.

Esta nueva realidad, no asegura que los niveles de vida de los humanos vayan a mejorar, ni que las angustias que hoy tenemos con respecto a la pobreza, la iniquidad y la desigualdad vayan a ser resueltas.

Debemos estar preparados para desarrollar nuestra existencia ante un nuevo escenario, en medio de situaciones adversas como lo son el cambio climático, la crisis de todos los modelos políticos y de todos los modelos económicos, acompañados de una crisis generalizada de credibilidad en la institucionalidad que nos ha acompañado desde la Segunda Guerra Mundial.

De cara al porvenir: mundo raro

Serán los años que hacen ver la realidad con otra óptica o será la mismísima realidad la que cada vez presenta facetas más descabelladas. Puede ser tanto lo uno como lo otro, pero, la verdad, yo que me precio de tener mente abierta y que afirmo estar preparado para casi todo, observo situaciones generalizadas muy pero muy extrañas.

Dada mi vocación por la educación y mi extenso ejercicio docente, he tenido la fortuna de ser profesor de miles de estudiantes de varias generaciones y he sido testigo de los cambios que se presentan generación tras generación. En este aspecto he tratado de no incurrir en aquello que hoy llaman el “culto a la juventud” pero tampoco en la generalizada descalificación de las nuevas generaciones. Tienen virtudes y defectos como yo a su edad; son rebeldes e irreverentes como yo a su edad y, hasta aquí, nada que reprochar. Pero hay dos detalles notorios que se echan de menos en los jóvenes: no saben saludar ni dar las gracias y estas dos prácticas son mínimos básicos de convivencia. Para mí y los de mi generación, que fuimos educados bajo la regla de “sí señor, no señor, buenos días, buenas tardes, por favor, muchas gracias” es raro, muy raro, llegar a un lugar en el que los jóvenes y algunos no tan jóvenes no tengan la cortesía de un saludo. De la misma manera es raro, muy raro, que cuando un joven reciba algo –un regalo, un favor, un servicio–, no se digne a dar las gracias. Como decían nuestras madres: son unos merecidos.

De otro lado, desde niño he tenido mascotas. Tortugas, pájaros, algún hámster, pero, sobre todo, muchos –casi incontables– perros. Converso con ellos, duermo con ellos, les leo en voz alta mis escritos (y casi siempre ponen la misma cara de desasosiego que deben tener en este momento algunos amables lectores). Pero siempre he tenido claro que son mis mascotas, son animales y, para mí, esa es la gracia de la relación. En los últimos tiempos, por múltiples razones y en buena hora, se han generalizado los animales de compañía y esto ha impulsado toda una industria de las mascotas: almacenes de artículos para mascotas, alimentos variados, guarderías para mascotas, servicios veterinarios cada vez de mejor calidad, seguros para mascotas, paseadores de perros, chips para su localización y, quién lo creyera, hasta bozales, collares y cadenas. Además, cada vez se generalizan más los lugares pet friendly. Recordemos que hace algunos meses se definió el Congreso de la República como lugar pet friendly y ya vemos en su recinto, perros, gatos (además de los tradicionales lagartos y ratas) y hasta un congresista llegó en su caballo (a propósito, hace pocos días murió la bestia. El caballo, no el congresista).

Todo lo anterior está bien, pero se está llegando a un extremo de humanización de las mascotas que, desde mi punto de vista, va en perjuicio de la mascota y del humano. Hoy, se habla incluso de familias multiespecie. ¡Por favor! Si la gracia de las mascotas es precisamente que no son humanos. O no recordamos la frase de Lord Byron: “mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”.

Pero bueno, preparémonos porque se seguirán presentando más cosas raras y seremos testigos de grandes prodigios. Y aclaro, este artículo no fue escrito por ningún programa de inteligencia artificial, por lo tanto, los errores que encuentren en él son fruto de la maravillosa torpeza humana.

De cara al porvenir: ¿Y de la demografía qué?

Hace varios años el Noticiero CM& presenta todos los lunes una sección que ha denominado “Los Elefantes Blancos”, es decir un espacio donde se denuncian las obras inconclusas que, por corrupción y malas administraciones, se inician, pero no se concluyen en este bendito país.

Acueductos veredales, escuelas, colegios, hospitales, puentes, carreteras, sedes de entidades como el SENA en pleno Bogotá, establecimientos carcelarios, parques, escenarios deportivos, reconstrucciones ante catástrofes naturales, teleféricos, puntos de internet, entre otros variados tipos de infraestructuras, hacen parte del variopinto inventario de obras inconclusas documentadas y denunciadas por CM&.

Como simple ciudadano me parecería al menos de buen recibo que por parte de la Auditoría General de la Nación, –de quien no conozco ni el nombre de su actual cabeza, ni ninguna realización concreta de dicha institución–, y asumiendo que las funciones que debe cumplir se asocian al de su nombre, –cuya actividad es concreta en el sector privado–, y de la Contraloría General de la República, pues como mínimo le hagan seguimiento y den pronta respuesta a las denuncias que públicamente se hacen y ante las cuales ninguno de los dos organismos anteriores ha hecho nada.

Hay que anotar que brilla por su ausencia este tipo de respuesta.

Ante la creación del Ministerio de la igualdad, cuyo propósito es loable :”Buscar eliminar las desigualdades políticas, económicas y sociales”, pero cuyos verdaderos resultados son inciertos, pues no tiene capacidad de ejecución sino de promoción y fomento de la igualdad y me imagino que denunciar casos puntuales, me parece entonces pertinente crear el Ministerio de las Obras Inconclusas para garantizar que las obras que esperan ilusionadas las comunidades a lo largo y ancho de nuestro país, por decenios, por fin se hagan realidad.

Personalmente considero que a las cabezas de los órganos de control en cuyo período de actuación se incumplieron los contratos, así como a los contratistas, contratantes e interventores, se les debería quitar la Tarjeta Profesional e impedirles ser funcionarios públicos y contratar con el Estado mínimo por 50 años inapelables. ¿O es que vamos a seguir alcahueteando esta corruptela?

Yo cómplice por omisión si no quiero ser.

Pasando a otro tema, se anuncia por parte del Gobierno Nacional que se reemplazará el actual sistema de estratificación socioeconómica por otro tipo de indicadores.

Recordemos que la actual estratificación socioeconómica se dio al amparo de la Ley 142 del año 1994 y se refiere a la clasificación de los inmuebles residenciales que deben recibir servicios públicos. Se realiza principalmente para cobrar de manera diferencial (por estratos) los servicios públicos domiciliarios permitiendo asignar subsidios y cobrar contribuciones. Sin saberse por qué, esta estratificación reemplazó las tradicionales dimensiones vigentes hasta esa fecha: lumpen, clase baja, clase media y clase alta.

Hoy por hoy, la pobreza y la riqueza extremas generan nuevos horizontes en el recorrido del péndulo socioeconómico, donde la injusticia, la pobreza y la iniquidad, muestran realidades que nos deberían al menos hacer ruborizar como especie.

El coctel explosivo de crecimiento de la población y cambio climático, ofrecen un panorama asustador, para quienes decimos tener un poco de conciencia.

Hoy tenemos una clase sibarita pobre, una clase pobre resignada, una clase media pudiente, una clase media endeudada hasta el tuétano, una clase alta tacaña y una clase alta de bajo poder adquisitivo, esto sin nombrar los estratos 7,8 y 9 en adelante y las estrafalarias fortunas provenientes de la corrupción, el narcotráfico y otros delitos más sofisticados.

De cara al porvenir: elefantes blancos

Hace varios años el Noticiero CM& presenta todos los lunes una sección que ha denominado “Los Elefantes Blancos”, es decir un espacio donde se denuncian las obras inconclusas que, por corrupción y malas administraciones, se inician, pero no se concluyen en este bendito país.

Acueductos veredales, escuelas, colegios, hospitales, puentes, carreteras, sedes de entidades como el SENA en pleno Bogotá, establecimientos carcelarios, parques, escenarios deportivos, reconstrucciones ante catástrofes naturales, teleféricos, puntos de internet, entre otros variados tipos de infraestructuras, hacen parte del variopinto inventario de obras inconclusas documentadas y denunciadas por CM&.

Como simple ciudadano me parecería al menos de buen recibo que por parte de la Auditoría General de la Nación, –de quien no conozco ni el nombre de su actual cabeza, ni ninguna realización concreta de dicha institución–, y asumiendo que las funciones que debe cumplir se asocian al de su nombre, –cuya actividad es concreta en el sector privado–, y de la Contraloría General de la República, pues como mínimo le hagan seguimiento y den pronta respuesta a las denuncias que públicamente se hacen y ante las cuales ninguno de los dos organismos anteriores ha hecho nada.

Hay que anotar que brilla por su ausencia este tipo de respuesta.

Ante la creación del Ministerio de la igualdad, cuyo propósito es loable :”Buscar eliminar las desigualdades políticas, económicas y sociales”, pero cuyos verdaderos resultados son inciertos, pues no tiene capacidad de ejecución sino de promoción y fomento de la igualdad y me imagino que denunciar casos puntuales, me parece entonces pertinente crear el Ministerio de las Obras Inconclusas para garantizar que las obras que esperan ilusionadas las comunidades a lo largo y ancho de nuestro país, por decenios, por fin se hagan realidad.

Personalmente considero que a las cabezas de los órganos de control en cuyo período de actuación se incumplieron los contratos, así como a los contratistas, contratantes e interventores, se les debería quitar la Tarjeta Profesional e impedirles ser funcionarios públicos y contratar con el Estado mínimo por 50 años inapelables. ¿O es que vamos a seguir alcahueteando esta corruptela?

Yo cómplice por omisión si no quiero ser.

Pasando a otro tema, se anuncia por parte del Gobierno Nacional que se reemplazará el actual sistema de estratificación socioeconómica por otro tipo de indicadores.

Recordemos que la actual estratificación socioeconómica se dio al amparo de la Ley 142 del año 1994 y se refiere a la clasificación de los inmuebles residenciales que deben recibir servicios públicos. Se realiza principalmente para cobrar de manera diferencial (por estratos) los servicios públicos domiciliarios permitiendo asignar subsidios y cobrar contribuciones. Sin saberse por qué, esta estratificación reemplazó las tradicionales dimensiones vigentes hasta esa fecha: lumpen, clase baja, clase media y clase alta.

Hoy por hoy, la pobreza y la riqueza extremas generan nuevos horizontes en el recorrido del péndulo socioeconómico, donde la injusticia, la pobreza y la iniquidad, muestran realidades que nos deberían al menos hacer ruborizar como especie.

El coctel explosivo de crecimiento de la población y cambio climático, ofrecen un panorama asustador, para quienes decimos tener un poco de conciencia.

Hoy tenemos una clase sibarita pobre, una clase pobre resignada, una clase media pudiente, una clase media endeudada hasta el tuétano, una clase alta tacaña y una clase alta de bajo poder adquisitivo, esto sin nombrar los estratos 7,8 y 9 en adelante y las estrafalarias fortunas provenientes de la corrupción, el narcotráfico y otros delitos más sofisticados.

De cara al porvenir: "Sinsabor agridulce"

Al iniciar un nuevo año, pues es obvio que se generen expectativas y que, en el fondo de los corazones, la mayoría de los humanos queramos que todas las cosas cambien para mejor.

Mientras más años tengamos cargando en nuestras espaldas, pues el optimismo será más prudente, pues el orden de las cosas y las tendencias, no muestran horizontes halagüeños.

Este año, a nivel planetario, llega ensombrecido por el fantasma del Covid-19, que lamentablemente sigue ahí. La Guerra entre Rusia y Ucrania está lejos de resolverse, a no ser que las gestiones diplomáticas una vez finalizado el invierno, sean contundentes y le permitan a Rusia una salida digna. Cada vez está más cercana la posibilidad de que Taiwán sea invadida por China, poniendo en jaque a todo Occidente. El ambiente macroeconómico sigue en un vaivén entre la recesión, la recuperación, el crecimiento y la inflación, mientras la pobreza crece en el mundo. De manera colateral, Irán muestra sus avances con el armamento (drones) fabricado por ellos y empleado por Rusia contra Ucrania. Mención especial se requiere con respecto al cambio climático, con lo que estamos viviendo y con lo que podría venir.

A nivel local, pues el “Gobierno del cambio” como es obvio, quiere cambiar cosas, y si lo quiere hacer, debe comenzar por organizarse a su interior y ajustar las tuercas para mejorar la comunicación interna y externa del equipo de gobierno, ya que hasta el momento se ha generado demasiado ruido, se han sentado las bases de la incertidumbre y los buenos propósitos se ven desdibujados por simples errores de gerencia básica, proyectando cierta imagen de improvisación.

El reto es monumental: querer reformar todo al tiempo es bien complejo, pero para eso se hizo elegir y para eso fue electo el presidente Petro. Para enfrentar los problemas acumulados por casi 60 años y que los gobernantes anteriores esquivaron con prudencia y/o irresponsabilidad. Temas como la justicia, las pensiones, la educación, la salud, la transición energética, la paz total, la continuidad de los proyectos para poder desatrasar nuestra infraestructura de transporte multimodal, se pueden convertir en un pandemonium si las cosas no se hacen correctamente.

Se aplica el pensamiento de Maquiavelo que sostiene que “No hay nada más difícil de enfrentar, que tratar de cambiar el orden de las cosas, pues se tendrá como enemigos gratuitos a todos aquellos que han triunfado con las actuales condiciones y como defensores tibios a aquellos que no tienen nada que perder”.

Sabe el presidente Petro que si quiere que sus proyectos de ley avancen en el Congreso, lo debe hacer este año. Lo que no logre adelantar este año, ya no se hará. Además, el calendario electoral presenta un panorama incierto tanto en el ámbito departamental y municipal, tanto para el ejecutivo como para el legislativo, lo cual traerá los consuetudinarios ruidos de si se interviene o no en política y el manejo serio o no de la cacareada Ley de Garantías Electorales.

Mientras tanto, como en todos los gobiernos anteriores, siguen matando líderes sociales, policías y militares. Continúa la problemática con las comunidades indígenas. Sigue muy campante la figura del Para-Estado y de la Para-Economía de la droga y de la corrupción, mientras crece la percepción y la sensación de inseguridad generalizada.

Le corresponderá a este Gobierno recibir los fallos de la Corte Internacional de La Haya con respecto a la problemática con Nicaragua y mantener unas relaciones muy complejas con los vecinos, incluyendo a México.

Pero, sobre todo, al actual Gobierno le corresponde, si quiere tener un poco más de gobernabilidad, generar confianza con los ciudadanos y entre los ciudadanos y las instituciones. De no hacerse, a este Gobierno de izquierda le corresponderá enfrentar una protesta social en la que se tiene experiencia como promotor, pero no como contraparte.

Pero bueno, la suerte está echada.

Vendrá el sainete planteado por los calendarios, con festividades, celebraciones, eventos, y no faltarán las tragedias, los triunfos, las alegrías y los desazones que trae cada día. La noria de la existencia sigue su inercia.

Recordemos que nada le es más favorable a los extremismos de derecha que un mal gobierno de izquierda, así como no hay nada más beneficioso para los extremos de izquierda, que un mal gobierno de la derecha.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: retos de la educación en América Latina

La educación superior en el planeta vive, después de la pandemia, uno de los momentos más complejos de su historia. Y no es que los hábitos de los humanos, especialmente de los estudiantes actuales o potenciales haya cambiado, así como los de los docentes, sino que existe un replanteamiento con respecto a la justificación de invertir casi un lustro de vida para prepararse en algún área de conocimiento sin que ello asegure oportunidad laboral alguna, frente a otras alternativas válidas como obtener rápidas certificaciones en temas puntuales que permiten un rápido y rentable acceso al mercado, al menos de manera temporal y trabajando bajo la figura de proyectos.

Sin embargo, existen causas objetivas que dificultan el desarrollo apropiado de este nivel de educación por estas latitudes.

Sea lo primero, la indeterminación generalizada del tipo de ciudadano que estos países quieren formar y la falta de definición en términos económicos de cuál es o cuáles son los sectores estratégicos que apalancarán su actividad económica en medio de un mundo completamente globalizado. Si esto no está claro, hablar de investigación y de pertinencia será una quimera.

Lo segundo es la inexistencia de un reconocible sistema de educación que sepa articular los diferentes niveles educativos desde la formación básica, la formación secundaria y la educación superior. La educación superior sostiene que los insumos que recibe son estudiantes mal preparados desde la primaria y secundaria, mientras que los responsables de estos niveles sostienen lo contrario.

Lo tercero, la imposibilidad práctica de reconocer y tratar a la educación como un derecho fundamental que debe garantizar que todos los niños, los jóvenes y los adultos tengan las mismas posibilidades y el acceso real a una educción oportuna, pertinente y de calidad, lo cual lleva a que la iniquidad nazca desde las propias aulas escolares al no poder garantizar que, en cualquier parte de los territorios, la educación dada al estudiante por maestros idóneos sea de igual calidad. Reconociendo las diferencias estructurales, la educación rural y la urbana deben converger en objetivos comunes.

Lo cuarto, la discusión presentada como bizantina pero sesgada por un condicionante político con relación a la distinción que se hace entre la educación pública y la educación privada, sin haber podido superar el hecho que la educación es un servicio público prestado por distintos tipos de agentes, respaldado lo anterior por una legislación y una normatividad voluminosa y casi siempre anacrónica. Los discursos políticos se enfocan casi siempre en el aumento de la cobertura y el mejoramiento de la infraestructura.

Lo quinto, la dificultad para configurar autoridades educativas modernas que sepan manejar simultáneamente lo administrativo –profesores, infraestructura, logística y medios entre otros ingredientes– y lo pedagógico –el currículo, lo curricular, la evaluación, la capacitación de docentes, entre otros variados aspectos–. No necesariamente los administradores saben de educación, ni los educadores saben de administración.

Lo sexto y como resultado de lo reflexionado en algunos de los puntos anteriores, el manejo de estereotipos bien intencionado que exigen de la educación superior, de la docencia, la investigación y la extensión como las actividades fundamentales y estructurantes de todo el proceso, muchas veces sin tener en cuenta ni respetar las diferencias geográficas, biodiversas, socio económicas, multiculturales y políticas de los habitantes que se asientan en los distintos territorios.

Lo séptimo, la pérdida de reconocimiento y valoración social de la profesión de maestro socaba uno de los pilares con los cuales se ha construido la sociedad moderna, en compañía de los jueces, los policías y en algunos lugares, los sacerdotes. Lo anterior ha llevado a no tener el suficiente personal docente debidamente capacitado, la dificultad de contratar personal idóneo de tiempo completo, la necesidad de recurrir a profesores de cátedra, y muchas veces entender que la profesión de maestro se entiende como marginal y que, además, sirve de escampadero mientras se consigue una actividad laboral más estable.

Lo octavo, hay que reconocer que lo que estamos viviendo y de lo cual somos testigos y partícipes directos es un cambio de época o una época de cambio donde el vector direccional es el vertiginoso desarrollo de la tecnología en todas sus facetas.

Lo noveno, el mundo actual es un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, donde se hace necesario que sea desarrollada para el estudiante, a través de los procesos educativos, una verdadera conciencia geográfica e histórica.

Por último, en décimo lugar, hay que reconocer que vivimos en un entorno donde las comunicaciones nos atosigan de manera multidireccional y donde los medios nos inundan de contenidos permanentemente, generando sensaciones de la existencia de múltiples realidades, donde la intimidad, el derecho a la información, la reserva, la ética y la legalidad se encuentran ante unos descomunales desafíos.

En fin, la Universidad, así con mayúscula y en singular, desde Bolonia hasta nuestros días, es una institución milenaria y seguro seguirá existiendo, pero en su actual situación, debe replantearse para que su impacto siga siendo el que la sociedad requiere.

De cara al porvenir: ¿a qué nos vamos a dedicar?

Ahora que vamos a estrenar el desde siempre mal denominado Plan de Desarrollo para este Gobierno del cambio (que finalmente es el Programa de Gobierno ganador elevado a la categoría de ley y que expira al terminar el período de Gobierno), es importante invitar a una reflexión general acerca de lo que vamos a hacer con este rico, biodiverso, multicultural y exuberante país y responder tentativamente a la pregunta de ¿finalmente a qué nos vamos a dedicar?

Nos tenemos que focalizar para pretender ser productivos y competitivos. Ningún país es bueno para todo, o tiene los recursos necesarios para enfrentar todos los retos.

¿Agricultores? ¿Mineros? ¿Industriales? ¿Comerciantes? ¿Desarrolladores de conocimiento y tecnologías? ¿Futbolistas? ¿Artistas?

La guerra Rusia-Ucrania ha retrasado el propósito planetario de ir desmontando gradualmente el uso intensivo de los hidrocarburos, para lo cual ya había convenios firmados y fechas establecidas para la Comunidad Europea y algunos países de Asia y aún de América.

Si observamos nuestra balanza comercial, hoy somos carbón y petróleo dependientes, por lo que cualquier propuesta de cualquier gobierno por acelerar el tránsito a nuevas tecnologías de producción de energías limpias es loable, siempre y cuando tengamos con qué reemplazar el hueco que va a generar la no exportación de carbón y petróleo.

Esto debe ser comprendido en toda su amplitud y con todas sus implicaciones, pues sin presente, definitivamente no habrá futuro.

Debemos hacer una cruzada por analizar y evaluar tanto los factores comparativos con los cuales contamos, como los competitivos que podríamos desarrollar en nuestro país en el corto y en el mediano plazo para enfrentar esta situación.

No podemos tampoco desconocer que se han logrado ciertos avances en ciertos sectores, pero ante una población que sigue creciendo acompañada de problemas estructurales no enfrentados y obviamente no resueltos, pues la tarea que se nos viene es faraónica.

Desde hace poco más de medio siglo se hablaba de que Brasil sería el país del futuro, y ese futuro llegó, y Brasil logró avances, pero no lo que se esperaba. Eso mismo nos pasa cuando hablamos del campo colombiano, de nuestra agua, de nuestros océanos y mares, de nuestra posición geoestratégica privilegiada, y vemos como pasan y pasan gobiernos y presidentes de gremios y empresarios y gobernadores y alcaldes y congresistas y magistrados, entre otros variados funcionarios de alto rango y personajes del sector privado y social, y en Colombia no pasa nada. Seguimos con una inercia paquidérmica, con problemas por resolver como la iniquidad, la injusticia social, la pobreza, la corrupción, que ya hacen parte del paisaje y a quienes ya se les calcula un porcentaje anual de coimas y robos para poder hacer las cuentas de cuanto nos queda para funcionamiento del Estado e inversión social.

En la mayoría de los colegios y escuelas de primaria se anuncia con bombos y platillos que “aquí se forman los líderes del futuro”, y ya llegamos al futuro y los líderes, los verdaderamente líderes, no se ven por ninguna parte. “Algo huele mal en Dinamarca” diría Hamlet.

Me dirán dinosaurio, pero acepto gustoso el apelativo. Insisto en que si no definimos a qué nos vamos a dedicar, jamás tendremos plena conciencia de nuestros factores geopolíticos y geoeconómicos naturales y adquiridos, no sabremos establecer verdaderos factores diferenciales, precisar nuestro sector o sectores estratégicos, jamás podremos proponer un modelo económico ni qué decir de un modelo de desarrollo.

Para esto, obviamente, tenemos que conocer y reconocer nuestro país, nuestro territorio, para poder valorarlo, respetarlo y quererlo. Y esto solo se logra si desde el sistema educativo se construye una verdadera conciencia geográfica e histórica como base de una pretendida ciudadanía.

Si no sabemos a qué nos vamos a dedicar ¿a cuáles actividades se les asignarán recursos, se les promocionará y se les financiará?

Un ministerio como el de Ciencia, Tecnología e Innovación, ¿A cuál sector investigativo apoya? ¿A todos? Eso es como disparar con regadera y despilfarrar los pocos recursos que se tienen.

Lo mismo ocurre con los esfuerzos investigativos de las instituciones de educación superior. Si la base económica del país no está clara, los esfuerzos serán enormes para lograr impactos casi inexistentes.

De cara al porvenir: ¿futuro previsible?

Como decía Mafalda, “el futuro ya no es lo que era antes”, refiriéndose a que el ritmo muchas veces casi lineal de los acontecimientos, hacía que las cosas, en términos generales, fueran más o menos previsibles.

La vertiginosidad, la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad de los acontecimientos hoy en día implica que el futuro sea más difícil de otear, aun cuando existen circunstancias y personajes que hacen que existan sucesos más o menos previsibles.

Veamos, por ejemplo, lo que acaba de suceder con el anuncio del expresidente Trump que quiere volver a ser presidente de Norteamérica, lo cual es legítimo, pero también pone en evidencia ciertos antecedentes que podrían repetirse.

Es el caso del fomento de la extrema polarización política en la cual se encuentra sumida la sociedad estadounidense y el ánimo revanchista de un candidato republicano que insiste que le robaron las elecciones anteriores.

El posible candidato demócrata, el presidente actual, Biden, que se ve más envejecido de la cuenta, tratará de conservar el poder a pesar de ciertas variables que por ahora están al límite de favorabilidad. Hablamos de la tasa de empleo, del crecimiento económico, de la guerra comercial frontal con China y de la inestabilidad planetaria afectada por la guerra entre Rusia y Ucrania y las pruebas militares de lanzamiento de misiles por parte del Corea del Norte.

La primera imagen del presidente Biden en el Salón Oval el día de su posesión, mostraba varias carpetas con órdenes presidenciales a ser firmadas para derogar órdenes presidenciales de su antecesor. En caso de ganar Trump, no hay que ser brujos para saber que su primer acto de Gobierno será derogar a su vez, las órdenes presidenciales de Biden lo cual llevará a la repetición de la repetidera. Volverán los Estados Unidos a perder preeminencia con Europa y el Golfo Pérsico, el tema ambiental pasará a segundo plano, volverá a tomar aire la industria de los hidrocarburos, se debilitará la OTAN y quién sabe qué rumbo tomará la guerra entre Rusia y Ucrania, en caso de que no se haya resuelto a esa fecha.

La agenda actual ya no incluye por ahora la pandemia, pero sigue flotando en el aire la posibilidad de que las investigaciones que hoy se adelantan en contra de Trump tomen algún giro, en cualquier dirección, lo cual convulsionaría aún más a dicho país.

Mientras tanto el fantasma de una recesión mundial, con todos los impactos que este fenómeno conlleva, cada vez es más probable.

Los mercados financieros y bursátiles están en alerta, los gobiernos locales tratan de medio manejar inflaciones galopantes y tasas de interés elevadas de acuerdo con el recetario ortodoxo que se está aplicando y que llevará a pérdidas intensivas de puestos de trabajo y mayores exigencias asistencialistas a los gobiernos.

A lo anterior se suman los síntomas inequívocos de que algo anormal está pasando con el clima, lo que en el momento está causando enormes estragos invernales en muchas partes del planeta, y terribles sequías en otras.

Estamos en un momento del tiempo en el cual la incredulidad, el escepticismo, el cansancio, el agotamiento, la frustración, la intolerancia y el desasosiego se evidencian a lo largo y ancho del planeta.

Es el momento en el cual nuevos líderes deben aparecer y echarse el planeta al hombro. Lamentablemente no se ven, o tienen una dimensión muy local o regional, lo que no se compadece con un mundo completamente globalizado.

Es el momento en que los humanistas todos, los filósofos, los sociólogos, los sicólogos, entre otros profesionales variopintos, deben aportar para que el hombre, lo humano, la humanidad y el humanismo salgan adelante.

Ya como humanidad hemos vivido momentos difíciles en diferentes épocas. Del caos, pasamos a la civilización y de la civilización al deterioro, para volver a reiniciar el ciclo.

Miremos el futuro con un prudente optimismo.

De cara al porvenir: directivo bajo perfil

Es claro que cada época trae su propio afán y que a los humanos se nos reconoce de manera individual asociados a nuestras propias y particulares vivencias y circunstancias.

El perfil genérico de los directivos de hoy es bajo, ya porque el complejo mundo por enfrentar los avasalla, ya porque la nomenclatura de directivo se asocia en la realidad con la de administrador, los cual nos coloca en dos mundos diferentes.

El directivo planea, prospecta, se imagina y construye escenarios y permanentemente está proponiendo alternativas. El administrador maneja la rutina, lo operativo, y está a la espera de las instrucciones que su superior le encarga.

Al directivo se le exige claridad de objetivos, buenas relaciones con los colaboradores y públicos en general, excelente capacidad de comunicación, disciplina y seguimiento a los objetivos trazados, capacidad de riesgo y pasión por lo que hace.

En el hoy, el actuar administrativo está rodeado de procesos, de certificaciones, de numerosas reuniones, de búsqueda de consensos, de reglamentaciones, de innumerables interacciones no productivas, de mucho activismo y poca productividad.

El directivo actual debe ser un vendedor nato de ideas, de productos y de servicios. Debe tener la capacidad de plantear nuevos modelos de negocio y debe hacer que la organización a su cargo se oriente hacia los resultados, y para ello debe generar mecanismos permanentes de medición y de seguimiento y sobre todo servir de guía y de ejemplo.

El verdadero directivo debe ser proactivo, propositivo y casi que obsesivo con el planteamiento y difusión de los objetivos a alcanzar teniendo en cuenta los recursos disponibles y la temporalidad requerida para que la oportunidad y la pertinencia sean una realidad y no una quimera.

No es directivo quien espera instrucciones y de manera obediente realiza lo que le mandan. No es directivo quien no asume riesgos y responsabilidades individuales.

No es directivo quien no es reconocido por los otros como quien sabe orientar el barco. No es directivo quien cae en la desazón y en el desencanto cuando los resultados le son esquivos. No es directivo quien pierde la alegría y el compromiso ante los resultados adversos. No es directivo quien requiere tener a quien delegarle las responsabilidades para que la equivocación sea un hecho plural y no individual.

El directivo no busca justificaciones ni da explicaciones estúpidas. El directivo hace que las cosas sucedan. El directivo sabe dimensionar y colocar todo bajo sus justas proporciones. El directivo sabe priorizar y sopesar las circunstancias.

El directivo es lógico, racional, frío, calculador, pero también humano.

El directivo planea, planifica, hace seguimiento, controla cronogramas y presupuestos, trata de comprender el entorno y reconocer las variables que pueden afectar la operación pero que no son controlables por él.

El directivo debe propender por la identificación y construcción de factores diferenciales para su empresa, así como establecer con claridad quien es su competencia.

Debe mantener un contacto permanente con los públicos de interés y debe preservar la identidad, el clima y la cultura de la organización.

A este relacionamiento con los diferentes públicos debe dársele la importancia debida, pues aquello de “abrir puertas” es una de las funciones principales del directivo moderno.

Debe ser inflexible con los principios de la ética. Debe defender el respeto por la legalidad y la competencia leal. Debe resolver problemas y no aprender a coexistir con ellos.

Debe ser honesto y claro con sus colaboradores de modo que se construya permanentemente el espíritu de equipo de trabajo y no se contente con el de grupo de trabajo.

El buen directivo debe tomar decisiones permanentemente y debe ser consciente que si toma decisiones tocará intereses y que aquellos que se sientan afectados desfavorablemente, se convertirán en sus enemigos gratuitos, abiertos u ocultos.

El directivo entiende finalmente, muy a su pesar, que todos los ritmos son distintos.

Un buen directivo no pretende quedar bien con todo el mundo, ni pasar “de agache” ante los problemas, ni dilata lo que se tiene que hacer.

Al directivo le debe caber el planeta, el país, el departamento y la ciudad en su cabeza y debe ser capaz de distinguir y dimensionar el impacto de las interacciones normales y de las espontáneas que surgen de las distintas formas de relación, así como de las variables que pueden llegar a favorecer o dificultar su actuación.

Como dice el dicho, al Directivo debe pedírsele que mande… aunque mande mal.

El directivo debe ser el motor de la acción empresarial.

De cara al porvenir: primeros 100 días

Los medios de comunicación se encargan de inventar paulatinamente programas, eventos o circunstancias para poder justificar su existencia y cómo mantener entretenido al gran auditorio poco ilustrado.

Uno de estos últimos desarrollos es generar la expectativa de cómo va un nuevo gobierno durante sus primeros 100 días de ejercicio en el poder.

Nada fácil la tarea, pues 100 días es poco para todo lo que hay que hacer y mucho para lo que se debió haber preparado con anterioridad.

Los saludos al interior y al exterior del país, los nombramientos de los distintos funcionarios en los altos niveles, el establecimiento de relaciones con los distintos poderes públicos y con las fuerzas armadas y de policía, el establecer puentes con los representantes del sector privado y de los otros sectores, el establecimiento de la coalición de gobierno a nivel legislativo, la atención permanente a los medios de comunicación, la atención a situaciones cotidianas y de coyuntura, entre otros varios asuntos, hacen que el tiempo pase vertiginoso y pareciera que no alcanzara.

Como es apenas natural por la prevención que este nuevo Gobierno origina en casi la mitad de la población y la esperanza que motiva en la otra mitad, este no ha sido un arranque fácil.

Casi milagroso haber conseguido armar un grupo de coalición de Gobierno en el Congreso en los primeros 15 días, asunto que requiere un análisis más juicioso. Exitosa presentación de proyectos de ley estratégicos para el nuevo Gobierno y conseguir la aprobación de varios de ellos en estos primeros 100 días.

Excelente conformación representativa del equipo ministerial más inclusivo de la historia.

Acertado manejo de comunicación directa entre el presidente de la República y algunos de los expresidentes que aún están metidos y tienen injerencia en la vida pública.

Adecuada la definición de líneas claras con respecto a temas neurálgicos como las relaciones con Venezuela, el tema de las drogas, el proyecto de paz total y el entendimiento con Fedegán con respecto a la compra de tierras que despejó las dudas sobre la expropiación de tierras para este subsector económico, lo cual parecía imposible, entre otros.

Imperdonable improvisación y desacierto en varios nombramientos, tanto en el orden procedimental como con respecto a la idoneidad profesional y la experiencia de algunas de las personas.

Pésima coordinación de comunicaciones entre ministros y entre altos funcionarios del gobierno.

A los presidentes se les debería aconsejar que no emplearan herramientas tecnológicas como Twitter, pues no se aguantan las ganas de escribir bobadas que muchas veces, en vez de dar claridad, confunden.

Posturas justificables en términos ambientales, pero mal presentadas, y mal estudiadas, con respecto a la suspensión en el tiempo, del uso de hidrocarburos, sin tener en cuenta los impactos en el corto plazo.

Desorden e improvisación ante la apertura fronteriza con Venezuela.

Como coincide la instalación del nuevo Gobierno con el calendario de asambleas gremiales, cada presidente de gremio quiere llevar al presidente de la República o al ministro asociado a sus intereses como invitado principal para mostrar ante sus afiliados su nivel de influencia, poniendo entre los palos a los invitados que están apenas tratando de aterrizar en sus cargos.

Enfrentamientos estériles con Estados Unidos y Nicaragua, con quienes tenemos que seguir mínimo, coexistiendo, sobre todo con Nicaragua con quien tenemos cita en La Corte Internacional de la Haya por estos días.

Regular manejo de la incertidumbre económica que se presenta a nivel planetario. Muchas de las declaraciones internas, pareciera que atizaran el fuego.

El presidente no debe intervenir en el manejo de la capital Bogotá, D.E. Debe actuar como presidente y no como alcalde de la ciudad. Cada época trae su afán.

Mucho esfuerzo mediático, muchas declaraciones, lo cual muestra y demuestra ansiedad, pues así no se gobierna. Se gobierna es con realizaciones y no con anuncios.

Acertado manejo comunicacional de la emergencia invernal. Oportuno cambio de representantes y apoderados ante la Corte Internacional de La Haya para el tema con Nicaragua.

Exitoso trámite del proyecto de reforma tributaria cuyo contenido, sea cual sea y sea quien sea el Gobierno que lo presente, jamás será del agrado de las personas y de las instituciones.

Todavía se esperan estrategias contundentes contra la corrupción, la inseguridad, la generación de empleo, entre otros asuntos.

Por ser un asunto de interés estratégico nacional, espero una postura más contundente con respecto a Hidroituango.

También se espera, pues este Gobierno se ha autoproclamado como el “Gobierno del Cambio”, qué se va a hacer con la justicia, la salud, la educación, las pensiones, las relaciones internacionales y la productividad, la competitividad y la promoción del comercio exterior en el país, entre varios asuntos que llevan decenios esperando alguna intervención modernizadora por parte de un Gobierno con voluntad para sacar adelante las transformaciones necesarias.

De igual manera espero un manejo responsable y respetuoso de la carrera diplomática y no llenar de lagartos las embajadas, los consulados y los cargos medios pagando favores políticos.

Al menos se pueden considerar como simpáticas las primeras manifestaciones contra el gobierno en los primeros 100 días y ridícula la aparición fugaz y la desaparición del escenario político nacional del candidato que quedó de segundo.

De los 1.460 días que dura un gobierno en Colombia, pues ya van un poco más de 100 días. Demasiado pronto, pero dicen por ahí que ya desde el desayuno se sabe más o menos como van a ser el almuerzo y la comida.

Como ciudadano le deseo muy buena suerte al Gobierno actual. Si al Gobierno le va mal, a todos nos va mal.

Espero ingenuamente que, ante el primer escándalo de corrupción en este Gobierno, la respuesta sea ejemplarizante.

Personalmente estoy de acuerdo con muchos de los QUÉ, expectante con respecto a los posibles CÓMO y muy atento a los con QUIÉN, que es en donde fallamos tradicionalmente en todos los gobiernos.

De cara al porvenir: tiempos complejos

La educación superior en el planeta vive, después de la pandemia, uno de los momentos más complejos de su historia. Y no es que los hábitos de los humanos, especialmente de los estudiantes actuales o potenciales, haya cambiado, así como el de los docentes, sino que existe un replanteamiento con respecto a la justificación de invertir cinco años de vida para prepararse en algún área de conocimiento sin que ello asegure oportunidad laboral alguna, frente a otras alternativas lícitas como obtener rápidas certificaciones en temas puntuales que permiten un rápido y rentable acceso al mercado.

No todos tienen espíritu emprendedor y por ello buscan alternativas a través de certificaciones de “proveedores o fabricantes” como se los denomina ahora, sobre todo en las áreas de tecnología informática con todas sus aristas. Por no mencionar a reconocidos y exitosos empresarios en el ámbito mundial que se ufanan de haber obtenido el éxito, entre otras razones, por haber abandonado a tiempo la educación superior, en la cual se sentían limitados en sus aspiraciones.

Para nuestro caso colombiano, otro elemento que entra a jugar es la distinción que se hace con respecto a la universidad pública y la privada, en el entendido de que ambas prestan un servicio público regido por un maremágnum de legislaciones y normatividades a través de instituciones absolutamente pesadas como lo son el Ministerio de Educación Nacional y sus oficinas satélites.

Trámites para los trámites, plataformas no estables, procesos y procedimientos bien intencionados pero que en poco han contribuido a mejorar la calidad de la educación superior en el país y que dejan como simple enunciado aquello de lo de la “autonomía universitaria”. Por ejemplo, es dramática la manera como una institución tiene que paralizar sus procesos para atender visitas de pares académicos algunos muy profesionales y otros, cargados de subjetividades. Resulta problemático que se pretenda apalancar la calidad de las instituciones a través de un sistema de aseguramiento de dudosa calidad.

En números redondos, existen 300 instituciones de educación superior en Colombia, entre universidades e instituciones universitarias, de las cuales 50 están acreditadas en alta calidad. Para esta acreditación, que es válida y necesaria, se aplican iguales condiciones (estándares, aunque se le saque el cuerpo al uso de esta palabra), para todas las instituciones, lo cual no es del todo equitativo, ya que el aspecto económico para soportar las inversiones necesarias es un condicionante de carácter estructural, por no hablar del contexto social y hasta geográfico en el que desarrolle su actividad una institución.

Ahora bien, personalmente no acepto la denominación peyorativa de “instituciones o universidades de garaje”, pues todas, absolutamente todas son vigiladas por el Ministerio de Educación nacional, y en caso de desvíos, el propio Ministerio sería un complaciente cómplice. Además, todas las instituciones tuvieron un inicio y tienen un proceso evolutivo y algunas de las más importantes del país, nacieron en un “garaje”.

Para la clase política, el foco de la intervención en la educación superior sigue girando alrededor del tema de la cobertura. Esto no está mal del todo, pero debe entenderse que cobertura sin calidad es una simple dejada de constancia y que, en términos prácticos, la mayor cobertura se logrará de manera efectiva es a través de las otras 250 instituciones de carácter privado que despliegan su accionar en todo el territorio nacional.

La universidad pública, a la que debemos rodear y fortalecer, tiene demasiadas ataduras internas para ser ágil y poder comprometerse con temas de impacto y volumen, que impliquen aumento de cobertura.

Ahora bien, debe haber respeto y coherencia con respecto a roles, funciones y actuaciones. Partiendo del principio de buena fe, considero que ni el SENA ni las cajas de compensación tienen por qué ofrecer de manera directa programas de educación superior. Esto podría entenderse como una forma de competencia desleal y aún más, como en el caso del SENA, una desviación de su misión original desarrollada excelentemente a lo largo de décadas, como lo es la formación para el trabajo.

Hoy hay que ayudarle a las IES a salir del bache y eso requiere apoyo financiero. Existen estrategias de financiación, de matrícula cero, de subsidios (en parte forzadas por la pandemia y por el estallido social), que no han sido suficientes.

Es por eso por lo que la figura del Icetex debe mirar a todos los actores del proceso, incluyendo Instituciones, estudiantes y profesores.

Hay que mirar también de manera integral a lo que pretendidamente se la ha querido denominar sistema educativo, que cubre todos los niveles y perfeccione los intentos que se han realizado de articulación entre ellos.

Una buena educación primaria. Una buena educación secundaria que sirva de insumo para la educación superior, lo cual es defendido por los rectores de los colegios y criticada por las universidades.

Resulta por lo menos simpático ver cómo, ante la urgencia de buscar fuentes de ingreso alternativas a las matrículas, muchas universidades están montando hoy institutos técnicos para la oferta de programas de corta duración. Lo que antes se miraba por encima del hombro, hoy aparece como alternativa.

Y es que, para no utilizar la desgastada palabra “reinvención”, el sistema educativo, específicamente en la educación superior (o postsecundaria) debe repensarse: se habla de las carreras del futuro pero se siguen ofreciendo los mismos programas de siempre, con estructuras curriculares tradicionales, porque son los que generan matrículas hoy; se promueve el discurso de la movilidad y la internacionalización, pero es un martirio lograr la convalidación de un título obtenido en el exterior; se habla de flexibilidad curricular pero el sistema de aseguramiento de la calidad frena la posibilidad de que las instituciones tomen decisiones ágiles que les permita responder rápidamente a los requerimientos del entorno; se habla de desarrollar el pensamiento crítico en los estudiantes pero, con el argumento de la limitación en el número de créditos académicos, cada vez se recorta más la formación humanística y quien lo creyera, en esta formación humanística podría estar el diferencial de la formación universitaria respecto de la formación en otros niveles.

A propósito de los créditos académicos: después de más de 20 años de su instauración y de hablar sobre sus bondades pedagógicas, no ha pasado de ser un criterio numérico que se traduce de la aplicación de una fórmula para convertir horas en créditos.

En fin, la Universidad, así con mayúscula y en singular, desde Bolonia hasta nuestros días, es una institución milenaria y seguro seguirá existiendo, pero en su actual situación, debe replantearse para que su impacto siga siendo el que la sociedad requiere.

De cara al porvenir: desatinos

Y vuelve y juega. O mejor, vuelve y no juega. Ya son cinco años en los que Nacional no juega a nada, a pesar de dos títulos de copa y uno de liga, desde el final del exitoso ciclo Osorio – Rueda, de 2012 a 2017, con doce títulos, dos de ellos internacionales, dos clasificaciones a la final de la Copa Sudamericana, el desorden administrativo y deportivo se ha apoderado de la institución deportiva más grande de Colombia.

Y es que la cadena de desatinos ha sido larga. Desde la salida por la puerta de atrás del profesor Reinaldo Rueda, gestor de la segunda Copa Libertadores ganada por el club, hasta la ridícula gestión del 2022 con cuatro directores técnicos en un año, dos de ellos castigados por salir campeones.

Resulta por lo menos desconcertante que en un club que hace parte de una de las organizaciones empresariales más sólidas del país, que se caracterizan por la seriedad y el acierto en la toma de decisiones, se ajuste más de un lustro de tumbos y desaciertos.

Pero ¿qué pasa? ¿Será que Nacional ya no es importante para la organización? ¿Será que la pasantía diplomática del doctor Antonio José Ardila lo hizo desconectar del manejo del club y otros, entre ellos su hija, hicieron fiesta durante su ausencia?

Realmente no es consecuente con la gran historia verdolaga el desfile de directores técnicos desde la salida de Rueda. Juan Manuel Lillo, gran teórico y mal práctico; Jorge Almirón, quien lo mejor que tiene es el empresario que luego de sus fracasos en Colombia y Argentina, lo tiene dirigiendo en Europa; la primera etapa del Arriero Herrera con título de copa y su salida súbita para ser reemplazado por Paulo Autuori quien debutó y se despidió de la liga en un solo partido, y al año siguiente, en pocas semanas, eliminó el equipo de los Libertadores y de la Sudamericana. Luego, el mal regreso de Osorio con más pena que gloria, su salida, el paso fugaz e inaportante de Guimaraes, el encargo de Alejandro Restrepo con título en la Copa del 2021 y, ahora el traumático 2022, con la salida de Restrepo, el regreso de Herrera con título de Liga, su salida por el pésimo manejo de los directivos a lo sucedido con él y con Gio Moreno en una rueda de prensa, la interinidad de Pedro Sarmiento y, finalmente en un doloroso deja vu, el regreso de Autuori para mejorar su gesta del 2019, pues ya se demoró dos partidos para eliminar al equipo.

Es fácil hablar con el retrovisor y sobre hechos cumplidos, pero me consta que hinchas, periodistas y personas del fútbol sensatas advirtieron sobre el grave error que implicaba prescindir de manera tan inoportuna de Pedro Sarmiento quien tenía al equipo entre los ocho, y dejar los últimos partidos en manos de quien apenas llegaba. Error directivo y torpeza del DT a quien ya habían castrado y se dejó castrar de nuevo.

Pero finalmente el penal fallado por Duque y la eliminación son solo una anécdota que se borra con el título de junio y la clasificación a la Copa Libertadores del 2023. Lo realmente preocupante son los palos de ciego en contratación de jugadores, la mala confección de las nóminas de los últimos torneos en los que son evidentes las fallas y desequilibrios en líneas como el arco, bien cubierto por Mier pero con una alternativa poco confiable; los centrales, pues ya son varios años en los que cada semestre se venden los que surgen y no se reemplazan; los volantes, ya que ni amasando a Jarlan, Andrade y Guzmán y haciendo uno solo de los tres, se lograrían tener a alguien de la jerarquía de un Macnelly Torres o un Lobo Guerra y por supuesto el “nueve” pues ya Duque siente el peso de los años y aunque sigue haciendo goles tampoco es ya el goleador confiable que aparecía en los momentos decisivos.

Y si vamos más al fondo, es notoria la falta de claridad en todos los estamentos sobre cuál es el propósito de la institución: ¿coleccionar títulos nacionales, ligas, copas, superligas para adornar más las vitrinas? ¿Sacar jugadores de la cantera para venderlos sin dejarlos consolidar (Cuesta, Reyes, Mosquera, Cabal, etc.)? ¿Reenganchar veteranos que nos dieron glorias en otras épocas pero que ya no son los mismos? ¿Apuntarle a un proyecto ganador como el de 2012 a 2017, sosteniendo una idea, un técnico, unos jugadores para apuntarle a nuevos logros internacionales?

El cielo que se tocó cuando en 2016 Nacional fue considerado como el mejor equipo del mundo por la Federación Internacional de Fútbol y estadísticas (reconocimiento que se obtiene por datos objetivos como títulos y puntos) quedó muy lejos, luego de llegar a lo más alto el descenso fue vertiginoso, pero se pueden recuperar buenas prácticas probadamente exitosas para no dejar de ser el más grande de Colombia y uno de los más grandes del continente.

De cara al porvenir: flor de un día

Solo por verificar una hipótesis personal, le pregunté a unas cuantas personas el nombre de los dos candidatos que se enfrentaron en la segunda vuelta electoral   en Colombia y las respuestas me ratificaron lo que intuía: se les había olvidado el nombre del candidato que se enfrentó al actual presidente.

Y es que es claro que la aventura política del ingeniero Rodolfo Hernández estaba respaldada por el libre ejercicio democrático, más no por un proyecto serio, lo cual demuestra una vez más las debilidades del reconocido como “el menos malo de todos los sistemas”.

También quedó claro que la gente no votaba por él, sino contra el otro candidato, lo cual es válido, pero demuestra la pobre cultura política de los pretenciosamente denominados ciudadanos en Colombia.

El apoyo numéricamente importante a una persona respetable pero desconocida, deja mucho que desear con respecto a las dinámicas internas y a la poca credibilidad que hoy tienen los mal llamados partidos políticos.

Ahora bien, ese ilustre desconocido obtuvo 10.5 millones de votos respaldado en su consigna contra la corrupción, y se esperaba que al menos su independencia diera cabida a un nuevo tipo de oposición, lo cual, como era previsible no se dio ante la falta de estructura y de cuadros de su movimiento, pues una vez siendo perdedor, quedaba la opción de asumir o no la curul como senador a la cual tiene derecho legal y legítimo, pero que ante su impreparación e inexperiencia en el mundo parlamentario, pues terminó en que acaba de presentar su renuncia al senado para aspirar a un cargo público en su departamento, lo cual también es absolutamente válido y legítimo. Y es inevitable hacerse una pregunta hipotética: si siendo senador se vio desbordado por la realidad y se sintió “como Messi de arquero” ¿qué hubiera podido pasar de haber sido elegido presidente?

Poco participó mientras estuvo en el Congreso y poco le duró su relación con su fórmula vicepresidencial, ya que se distanció de ella por haber participado en algunos acuerdos políticos sin su consentimiento.

Flaco servicio a una democracia débil y cuestionada, bofetada limpia a los partidos y movimientos políticos, pero lamentablemente ese es el reflejo de la realidad política de nuestra exuberante, mal querida y mal manejada Colombia.

Quijotadas o irresponsabilidades como estas no se pueden volver costumbre en un país tan emproblemado como este.

Es de suponer que quienes se sintieron perdedores en las anteriores elecciones presidenciales y en las regionales que se realizarán de nuevo el año próximo, han comenzado ya y ya tienen claros los procedimientos para seleccionar sus candidatos de cara a la competencia electoral, afinando perfiles y teniendo un conocimiento claro de la situación que les correspondería enfrentar para poder presentar propuestas serias.

El no hacerlo, sería una invitación a que cayéramos en lo mismo, lo cual debilitaría aún más la credibilidad en los partidos y en la propia democracia.

Un ejercicio similar al mencionado al principio de este artículo podría hacerse localmente: ¿quiénes fueron los candidatos a la gobernación y a la alcaldía hace tres años? Y el resultado seguramente será el mismo: no los recordamos.

No es posible que en nuestra región no se pueda contar con candidatos que permitan asegurar que se tendrá un gobernador que por lo menos iguale el talante del actual y que en nuestra ciudad no se pueda contar con personas que superen el pobre perfil del actual alcalde y su equipo.

Y, si no se seleccionan buenos prospectos y resulta ganador algún candidato alternativo, ojalá luego no se pongan a buscar a través de movimientos de revocatoria del mandato revertir resultados ocasionados por malas campañas, ausencia de propuestas y malos candidatos.

¡Amanecerá y veremos!

NOTA: Como dice mi distinguido amigo el doctor Alberto Merlano, “No expectativas, satisfacción asegurada”.

De cara al porvenir: el derecho a renegar

En estas épocas de recetarios para la felicidad, de pseudofilósofos del bienestar, de obsesión por la actitud positiva, quiero hacer una reivindicación del derecho a renegar en la sexta acepción del diccionario de la RAE. Y es que es claro: las cosas no son como uno quisiera, hay días en que nos levantamos con el pie izquierdo, aunque hayamos pasado toda la noche invocando al yo cuántico, sea lo que sea eso, y hay ocasiones en las cuales lo único humano y razonable es ¡renegar!

Tengo que confesar que mis motivos para renegar son bastante superficiales y que, por fortuna, no tengo razones de fondo para hacerlo, pero como ciudadano debo ejercer mis derechos y, entonces, reniego por cosas como estas:

Que un youtuber o influencer facture ocho mil millones de pesos mensuales, suma que no se ganará en cien reencarnaciones un docente. “Lo mismo un burro que un gran profesor” diría Discépolo. ¡Qué horror!

Que un mediocre periodista deportivo se quiera hacer el célebre preguntándole al técnico en la rueda de prensa posterior al partido en el que se queda campeón, cuál es su sueldo. ¡Qué disparate!

Que los gobernantes utilicen el Twitter sin la menor conexión entre el cerebro y el dedo. ¡Utilicen el dedo para otra cosa!

Que los ministros de Hacienda sean tan inteligentes antes y después de ejercer el ministerio y tan malos cuando lo ejercen. ¡Qué tristeza!

Que el periódico más importante de la ciudad no entienda que con su campaña sistemática contra el actual alcalde le está haciendo un favor pues a ese personaje lo único que le interesa es darse visibilidad para su proyecto político personal. ¡Qué desazón!

Que muchos antioqueños se rasguen las vestiduras porque se quiere fraccionar a Antioquia creando nuevos departamentos con municipios a los que se les ha condenado al atraso con el desmedido centralismo de Medellín. ¡Qué ridiculez!

Que el inmaduro esquema de gobierno y oposición en Colombia se base en el principio de que, si mis correligionarios lo hacen, está bien, pero si lo hacen los contrarios está mal. ¡Qué infantilismo!

Que personas con ingresos y patrimonios normalitos estén estresados porque de pronto les expropian los ahorros. ¡Cuáles ahorros hombre!

Que en México estén maltratando y devolviendo turistas colombianos. ¡No voy a México, y no voy, y no voy!

Que las citas para renovar la visa americana se estén demorando más de tres años. ¡No importa, espero!

Que los directivos de Nacional sean los únicos seres vivos sobre el planeta que no se dan cuenta de la necesidad de defensas centrales cuando se inicia un campeonato. ¡Qué miopía!

De los “analistas” del fútbol que lo quieren convertir en una pseudociencia y que como después de viejos descubrieron las estadísticas están obsesionados con “la data” y ven partidos distintos a los que ve todo el mundo. ¡Qué tetas!

Que esos mismos “analistas” hagan malabares tratando de justificar que el mejor jugador del partido no fue el que hizo el gol que rompió el cero a cero en un partido cerrado. Un día de estos se van a caer de una de esas ramas en las que sostienen sus argumentos. ¡Qué retetas!

Que no se retiren los excomentaristas Carlos Antonio Vélez y Javier Hernández Bonet.! ¡Qué cansancio!

Que se destroce el idioma castellano a punta de neologismos y extranjerismos para que todo suene muy cool. “Qué snobismo

Y paro por hoy porque me da pereza seguir, ¿y qué?

De cara al porvenir: cultura y cortesía empresarial

El mundo empresarial cada vez es más dinámico, competido y competitivo.

El fragor de la batalla por el mercado, a partir de la lucha por la supervivencia, el desarrollo y las utilidades no debe convertirnos en unos salvajes, sino que debemos aprender o recuperar la posibilidad de competir con dignidad, decoro y elegancia.

Las nuevas generaciones tienen su propia y particular visión del mundo y de cómo relacionarse con el ambiente laboral, lo cual es respetable y obliga a las empresas a realizar serios ejercicios de carácter empático para poder entender, comprender, respetar y afinar las relaciones con sus colaboradores.

Las nuevas generaciones no tienen dentro de sus perspectivas, en términos generales, una intención de hacer carrera en una empresa. Buscan otras cosas, otros motivadores y, sobre todo, mejores ingresos y posibilidad de movilizarse. Es más, es posible que no deseen estar sujetos a un espacio físico, si no que puedan, gracias a la tecnología, cumplir con sus obligaciones a través de la virtualidad.

Uno de los ejercicios más frecuentes dentro de una empresa es el enganche y el desenganche de personal.

Una premisa por respetar es que se puede ser lo exigente que se quiera sin atentar contra la dignidad de las personas y no cambiar las reglas de juego estipuladas al momento de la vinculación.

Unas reglas mínimas de cortesía deberían permitirle a la empresa contratante el establecer un tiempo mínimo de espera para que el seleccionado, pueda hacer una entrega digna y responsable del cargo en la empresa en la cual está laborando, o situación diferente, de manera inmediata, si está desempleado.

Sin entrar a profundizar en la madurez de las empresas y de los jefes respectivos a su interior, debería ser deseable haber establecido lazos de confianza y respeto tales que el colaborador pueda informar con anticipación acerca de su intención de retirarse, lo cual podría dar un espacio de conversación y por qué no de renegociación de condiciones, de acuerdo con los intereses y capacidades de las partes.

Así mismo, cuando una empresa ha decido dar por terminada una relación laboral de manera unilateral, pues debe cumplir con lo establecido en el respectivo contrato laboral y obviamente cumpliendo todos los requisitos y obligaciones de ley.

Las entrevistas finales o de retiro en cualquiera de los casos sirven como retroalimentación a la empresa para auscultar causas o debilidades que le impidan retener a cierto tipo de personal.

Una vez dentro de la empresa, al nuevo funcionario hay que darle la oportunidad que conozca y reconozca su nuevo espacio laboral. Sin embargo, y usualmente por la premura y la urgencia, inmediatamente traspasa la puerta se le asigna su puesto de trabajo real o virtual y a producir desde ese momento, dejando muy mal parados los denominados “procesos de inducción”.

Empresas que condicionan el enganche de alguien para que inicie labores de un día para otro o en menos de una semana, casi que están coartando la decisión del candidato, quien, por el temor de perder la oportunidad, llega a la otra empresa donde trabaja a decir muy campante: “trabajo hasta hoy, o hasta mañana o hasta unos pocos días hacia adelante”, dejando a la empresa perjudicada pues hay que recibir el puesto de alguna manera.

Que quede claro también, que nadie es imprescindible en una empresa y así como la persona puede retirarse por su propia voluntad, puede ser despedido, se puede enfermar o puede morir… y el mundo sigue andando.

Hablar de un “código de convivencia” o de un “protocolo de respeto para la contratación de personas” entre empresas, puede sonar como adecuado y loable, pero recordemos que todos los códigos de buen gobierno en cualquiera de sus dimensiones y nomenclaturas son útiles mientras exista la voluntad de cumplirlos, si no, solo son escritos de buenas intenciones.

Como decían las abuelas, “hay que dejar las puertas abiertas en todas partes, pues uno no sabe las vueltas que da la vida”.

La cultura organizacional, el clima o ambiente laboral, el nivel de motivación de las personas son tareas arduas que se escriben cada día. Existen hoy, pero quién sabe si existirán mañana, pues ante cualquier circunstancia, es posible que varíen favorable o desfavorablemente.

Lamentablemente no hay sino una única oportunidad para una “primera impresión” y también es muy posible que la imagen final que se deja en una empresa sea no la de los años laborados, sino la manera como se sale de la empresa.

De todas maneras, es deseable que las buenas maneras y la buena educación sean una constante en términos de la relación entre los diferentes tipos de agentes empresariales.

De cara al porvenir: capitalizadores y usurpadores

Muchas veces, insisto, los colombianos confundimos los conceptos de desarrollar, de desatrasar y de reconstruir.

Hace centurias, los indígenas Sinúes tenían controladas las abundantes aguas de los ríos San Jorge y Sinú que han impactado históricamente al hoy llamado territorio de La Mojana.

Lamentablemente agricultores y ganaderos se han encargado a través del tiempo y ante la mirada impertérrita de las autoridades, de rellenar con tierra los canales denominados como Los Esteros de San Esteban, los Camellones del Río San Jorge y Caño Carate (Considerados por la Unesco como Patrimonios de la Humanidad) para habilitar tierras labrantías y potreros, lo cual ha dejado desprotegidos a los habitantes de la zona y hemos tenido que reconocer que este pedazo de la Patria se ha convertido en una zona de alto riesgo en épocas invernales, por lo cual debemos aplicar recursos del escaso presupuesto para tratar de manejar unos impactos que los aborígenes ya tenían resuelto.

Ni qué decir en Canal del Dique, iniciado por nuestros aborígenes y “ampliado” por los colonizadores españoles. No hemos podido o no hemos querido realizar un verdadero proyecto de repotenciación y mantenimiento de esta magna obra para que esta infraestructura continúe prestando sus servicios y no sea vista como una catástrofe potencial para sus vecinos ribereños.

Se anuncia con bombos y platillos la reconfiguración de una organización que se encargue del mercadeo de los productos agropecuarios de los pequeños productores campesinos, función que hace decenios cumplía el Idema, que lamentablemente se convirtió en un nido de ratas, y en vez de acabar con las ratas, al iluminado gobierno de entonces le dio por cerrar la empresa.

Todos no quejábamos del mal servicio del sistema de salud en cabeza de las EPS y de los atropellos que se cometían en la atención de pacientes, sobre todo los más vulnerables. Para no caer en ese berenjenal, se buscó el esguince de la medicina prepagada por parte de los más pudientes (evidenciando el descontento), y hoy que la nueva Ministra de Salud propone un sacudón al sistema, salen defensores y contradictores de oficio a defender lo antes criticado… mmm… ¡Inconsecuentes!

La educación superior es un servicio público desarrollado por agentes públicos y privados. En números redondos tenemos casi 300 instituciones de educación superior, de las cuales 50 son de élite y las otras 250 ubicadas a lo largo y ancho del país, todas con licencia de funcionamiento otorgada por el Ministerio de Educación Nacional, lo cual desdibuja la referencia despectiva de “universidades de garaje” ya que el Ministerio aprobó su creación, le ha dado registros y tiene toda la potestad de vigilancia permanente. Si se quiere aumentar cobertura y garantizar equidad en los territorios, es con esas 250 entidades con las cuales se debe contar, -pues tienen sedes, experiencia, flexibilidad, horarios especiales-, para las cuales debe haber un programa de apoyo en lo económico, una categorización por tamaños y capacidades en los temas de acreditación de calidad, un respeto real por la pomposamente denominada “autonomía universitaria”, lo cual es insignificante para lo que debería ser, y un cambio estructural de los procesos y procedimientos que desarrollan las diferentes instancias de autoridad educativa, para que conceptos como oportunidad y pertinencia no sean golpeados por las demoras tradicionales de estos entes administrativos.

Los sueños, las ideas, los diseños de las múltiples obras de infraestructura en todos los frentes que requiere el país, no nacen en medio de conversaciones entre amigos, sino a través de la historia, donde diferentes personajes e instituciones se han ocupado de los asuntos de su territorio en algún momento del tiempo.

Para el caso de Antioquia se destacan nombres como Mon y Velarde, José María Villa, Francisco Cisneros, Gonzalo Mejía, Diego Calle Restrepo, Guillermo Gaviria, Gilberto Echeverri y Andrés Uriel Gallego , entre otros tantos ilustres personajes, e Instituciones como la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, la Facultad de Minas, El Plan Estratégico de Antioquia -Planea- La Gobernación de Antioquia, el IDEA, La Alcaldía de Medellín, Empresas Públicas de Medellín y algunos otros entes territoriales y organizaciones privadas que han dejado plasmadas, registradas y almacenadas sus propuestas bajo la figura que se conoce como “Banco de proyectos” que está a cargo de las Unidades de Planeación y donde existen, a través del tiempo, infinidad de proyectos en diferentes etapas de desarrollo. Persona o entidad que proponga obras sin haber validado sus ideas con lo que albergan este “Banco de proyectos”, es un desordenado o es un corrupto inconsciente, pues esos proyectos tuvieron costo en su momento y además no tiene sentido inventar la rueda. Hay que ir, investigar, revisar, verificar y obviamente actualizar esos proyectos a las realidades del hoy, antes de tomar decisiones.

En Medellín, tenemos el ejemplo del Metro del cual, sin duda, nos sentimos orgullos. Sin embargo, no podemos olvidar su traumática construcción llena de demoras y sobrecostos entre otras razones por no respetar el diseño original y lógico que debería conducirlo por el borde del río en franja destinada para ese fin. A la hora de la verdad, como suele ocurrir, primaron los intereses de algunas personas a quienes les interesaba que entrara al centro de la ciudad para poder vender a alto valor sus predios. Ahora, aparentemente, se corregirá ese error con la construcción del tren del río que se hace indispensable para contrarrestar la inevitable saturación del Metro.

Y relacionado con el tema anterior, es inevitable mencionar el grave error histórico de haber permitido la extinción del sistema de ferrocarriles que ahora se procura recuperar. Los sistemas ferroviarios han sido motor de desarrollo en los países más avanzados del planeta y Colombia, que tuvo un buen sistema, lo dejó morir, de nuevo y en parte, por intereses de empresarios de otros medios de transporte a los que no les convenía esta competencia.

De cara al porvenir: precisiones en nomenclatura

Respaldados en textos especializados, traemos a colación las siguientes precisiones:

¿Qué es un CEO?

El chief executive officer (CEO) es el máximo ejecutivo de una organización, encargado de diseñar y aplicar estrategias para lograr los objetivos.

En la actualidad, las empresas necesitan líderes realmente preparados para encarar cualquier tipo de imprevisto que pueda surgir en el nuevo escenario global. En este panorama, el chief executive officer (CEO) o director ejecutivo desempeña una función esencial, ya que básicamente es el encargado de tomar las decisiones y dirigir una compañía para que consiga sus objetivos a través de distintas estrategias. Sus responsabilidades incluyen la toma de decisiones societarias, la gestión de las operaciones generales y los recursos de la empresa, y actúa como el principal punto de comunicación entre el directorio y las operaciones societarias. Se puede decir que es el estratega de la empresa. Se suele traducir como «gerente general» o «director general». La Fundéu aconseja utilizar «consejero delegado», «director general», «presidente ejecutivo» o «primer ejecutivo».

Aunque es un término generalmente utilizado en las grandes multinacionales anglosajonas, durante los últimos años se escucha cada vez con más asiduidad en Colombia. Pero, exactamente, ¿Qué es un CEO en una empresa? Quien ostenta este puesto es la máxima autoridad en la gestión y dirección administrativa en una entidad. Su misión es definir con gran precisión la visión, el propósito y la misión del organismo que encabeza, con el fin de orientar la actividad diaria que se realizará.

Un director ejecutivo debe destacar por su capacidad estratégica que le permita tomar decisiones a corto, pero, sobre todo, a medio y largo plazo, como son: futuras inversiones, posibles adquisiciones de otras empresas, diversificación de productos y todas las cuestiones internas organizativas.

¿Cuáles son las funciones del CEO?

El CEO no solo debe ser el jefe, debe ser un líder ejemplar que pueda inspirar confianza al tener una visión clara, con empatía y ejerciendo como un buen maestro. Además, sus funciones son:

1. Informar a la junta directiva de los objetivos, gestión y logros de la empresa.

2. Planificar las estrategias necesarias para que se cumplan los objetivos.

3. Motivar y asesorar a los empleados que tiene a su cargo.

4. Tomar decisiones organizativas para un periodo determinado.

5. Crear un buen equipo y manejarlo. Un buen CEO conoce sus propias limitaciones y sabe que no puede ejecutar todas sus funciones por sí solo. Por ello, es necesario que cree un equipo confiable en el que pueda delegar las diferentes labores que se llevarán a cabo en favor de la visión de la compañía.

6. Cuidar de los clientes. Para que una entidad logre una mayor cantidad de ganancias, es importante que mantenga a su clientela satisfecha gracias a un excelente servicio.

7. Usar el presupuesto empresarial para conseguir mayores beneficios.

8. Guiar a los directores que encabezan los diferentes departamentos de la compañía.

9. Crear la estructura organizativa de la corporación, tomando en cuenta a la competencia y los diferentes agentes externos para ganar nuevas cuotas de mercado.

10. Fijar los objetivos que marcarán el rumbo de la entidad.

¿Qué es un mánager o gerente?

1. Los mánager o gerentes son una figura vital para el éxito de una organización. Son mandos intermedios que se sitúan entre los puestos de alta dirección de una compañía y entre los trabajadores que están involucrados diariamente en las operaciones como vendedores, programadores y diseñadores.

2. Su función es asegurarse de que su departamento o dominio asignado (podría ser el mánager de una sucursal bancaria o de una tienda local) cumpla objetivos generales como contar con el personal y el aprovisionamiento adecuados, cumplir los estándares de calidad y servicio, aumentar las ventas y márgenes de ganancias, optimizar las operaciones y ayudar a la empresa u organización a cumplir los objetivos planteados.

3. Pero si hay algo que hace a la vez peculiar y crítica la figura de un mánager es que son mandos intermedios. Esto significa que el mánager o gerente actúa como un puente desde la alta dirección a los trabajadores a su cargo para traducir las estrategias y objetivos en planes operativos y pautas accionables que impulsen las cifras del negocio (son como los “traductores” para el equipo).

4. Los mánager además, han de reportar en dos direcciones;; hacia los altos ejecutivos por el desempeño y resultado de su departamento y ante los empleados de primera línea por su orientación, motivación y apoyo.

5. La estructura jerárquica de una empresa puede variar dependiendo del tamaño y el estilo de gestión de una organización, pero el desempeño de cada uno de estos roles dentro de la jerarquía puede determinar si una empresa puede llevar a cabo las tareas necesarias y obtener un beneficio consistente.

¿De qué se encarga y cuál es la función de un mánager o gerente?

Los mánager son conocidos por ser representados como hombres o mujeres orquesta porque tienen un abanico de funciones y responsabilidades muy amplias y varían mucho entre las diferentes organizaciones para las que trabajan. Aquí se resume de qué se encarga un mánager:

1. Master’s in digital project management

*Lidera el cambio digital

2. Enseña a los empleados habilidades para ayudarles a completar los proyectos.

* Los mánager o gerentes son responsables de que sus empleados cumplan sus objetivos. Los mánager o gerentes brindarán asistencia a los empleados y serán su punto de apoyo cuando estos encuentren dificultades. Es más, una de las actividades clave de los gerentes dedican la mayor parte de su tiempo a capacitar a nuevos empleados para ayudarlos a adaptarse a nuevos puestos en la organización.

O    Contratar a los empleados

  • Como líder de un equipo o departamento, los mánager o gerentes son los responsables de la contratación y serán quienes entrevisten a los solicitantes para ver si son los adecuados para el puesto trabajo.

O    Analizar y coordinar las revisiones de rendimiento

  • Como parte de líder de funcionamiento del equipo, los mánager evalúan el desempeño de cada empleado individualmente. Estas revisiones suelen hacerse anualmente, aunque con los equipos más juniors las revisiones se suelen hacer con una mayor frecuencia. Durante estas revisiones de rendimiento, los mánager suelen mentorizar a sus empleados para potenciar sus habilidades y corregir sus debilidades con el objetivo de mejorar exponencialmente su rendimiento interno en la organización. También suele discutirse sobre el futuro de los empleados y les ayudan a descubrir su orientación profesional.
  • Esta revisión es una gran oportunidad para establecer un vínculo con cada empleado, hacerles sentir cuán valiosos son dentro de la organización y así poder liderar el equipo a través del desarrollo.

O    Actuar como intermediarios entre la alta dirección y sus empleados

  • El mánager o gerente es responsable de comunicar los objetivos del equipo ejecutivo y anunciar las responsabilidades de cada empleado en su departamento. Además, ayudan a generar ideas para metas futuras, que benefician a los clientes y empleados de la organización. Los mánager deben permanecer vigilantes y proactivos para tener éxito en esta posición y ayudar a los empleados bajo su liderazgo a realizar las tareas de la organización.

O    Rastrea los resultados y gestiona el presupuesto de un departamento

  • Antes de que los gerentes puedan administrar las evaluaciones de desempeño, deben diseñar y rastrear métricas para monitorear el de cada empleado. Generalmente, las contribuciones de los empleados pueden estar vinculadas al éxito de la organización, pero ciertos puestos (como ventas) pueden ser más fáciles de cuantificar el desempeño individual. Además, los mánager deben ser cautelosos con el presupuesto de la organización porque deben controlar cómo se gastan los fondos y determinar si la inversión está relacionada con la vitalidad y expansión de la organización (recuerda el coste de oportunidad).

O    Toma decisiones para los problemas del departamento

  • Un mánager o gerente puede encontrar una situación en la que deba intervenir en una disputa entre dos o más empleados de su departamento. En estas situaciones, el gerente puede elegir administrar con el departamento o elegir recursos humanos para ayudarlo.

¿Qué es un Chairman?

El término en inglés chairman significa presidente del directorio y es el responsable de presidir las reuniones de directorio. El directorio es elegido por los accionistas de la empresa y está compuesto por directores internos (ejecutivos de la empresa) y directores externos (particulares no empleados en la empresa). El directorio establece las políticas de gestión y decide los asuntos societarios.

¿Cuál es la diferencia?

Mientras que el CEO dirige los aspectos operativos de la empresa, el directorio considera a la empresa en su conjunto. El directorio tiene la autoridad de revocar las decisiones del CEO, sin embargo, el presidente del directorio no tiene la autoridad de revocar al directorio. El presidente se considera un par de los otros miembros del directorio. En algunos casos, el CEO y el presidente del directorio pueden ser la misma persona, pero muchas empresas dividen estas funciones.

Otras funciones – CFO, COO

El término en inglés (CFO) chief financial officer se refiere al responsable de dirigir las operaciones financieras de la empresa. Sus funciones incluyen controlar el flujo de caja y la planificación financiera. En español se suele traducir por «director financiero» o «jefe de finanzas».

El chief operating officer (COO) lleva a cabo la administración diaria y las operaciones de la empresa. Por lo general, el COO informa al CEO y se considera el segundo a cargo. Es el responsable de implementar las estrategias del plan general de negocios y verificar que funcionen correctamente. Suele traducirse como «jefe de operaciones».

Estos ejemplos corresponden a contextos generales pero las funciones pueden variar de una empresa a la otra dependiendo del tamaño y la estructura. En algunas empresas, las funciones del gerente general (CEO) y del presidente del directorio (chairman) se combinan. Asimismo, el CEO puede actuar como CFO y COO, principalmente en emprendimientos y pequeñas empresas.

Es claro entonces que, en términos de nomenclatura, una cosa es dirigir, otra gerenciar y otra administrar. No por tener un título o cargo dentro de la organización, quiere decir que, por ciencia infusa, se logra llegar a ser una persona y un profesional adecuado para cada dimensión.

Hay que tener visión estratégica, capacidad de definir objetivos, disciplina y método para hacer seguimiento y exigencia para el cumplimiento de políticas, cronogramas y presupuestos.

De cara al porvenir: cada uno se entretiene como quiera

No puedo ocultar mi entretenimiento interior al observar las posturas de cada observador desde su propia tribuna e interés cuando reacciona ante ciertos acontecimientos, obviamente originados en decisiones, posturas y comportamientos de algunos personajes e instituciones.

Definitivamente el fervor hacia las personas nace por afinidad sanguínea, afinidad conceptual, afinidad de cosmovisiones, afinidad de interés, afinidad de contrincantes o contradictores, o simplemente por llevar la contraria.

¿Quién tendrá la razón? Pues como es apenas obvio, todos y nadie, teniendo preeminencia y visibilidad inmediata quienes están ejerciendo el poder en un momento espacio temporal y tienen mayores posibilidades de expresarse.

Que el presidente Belisario Betancur hace varios decenios pronunció un discurso poético en la ONU fue digno de admiración por algunos y de crítica de otros, por no tratar con firmeza los temas que le interesaban a Colombia, como el de la extradición y el narcotráfico en ese momento (y aún hoy).

Que el presidente Petro habla claro sobre el tema de las drogas en la ONU y compara su perjuicio para la salud humana con los efectos del uso intensivo del carbón y del petróleo (en los ámbitos de humanidad y de especie), es considerado como valiente y acertado por algunos e ignorante y hasta incitador al delito por otros.

La mojigatería, la subjetividad, el fariseísmo, la falsedad, el acomodo, el cinismo, la obsecuencia, el lambetazo, la ignorancia y la desinformación son adjetivos descalificativos en este caso y reflejan la imagen que proyectan algunos y algunas con sus estúpidos comentarios.

Hablando de los llamados partidos políticos y movimientos políticos existentes, la argumentación de que él promovió paros, pues yo promuevo paros, que a él le gusta el chocolate, pues a mí me gusta la vainilla, que él criticaba, ahora yo critico, que él opinaba, ahora yo opino, que él no apoyaba proyectos de ley, pues ahora yo no apoyo proyectos de ley… y así sucesivamente, evidencia con creces lo que es nuestra zarzuela tragicómica nacional, por la falta de educación política, por la falta de una verdadera ciudadanía y por no haber sabido ni haber tenido la voluntad de implementar un verdadero y pantalonudo sistema de gobierno – oposición para que todo el mundo piense lo que quiera, actúe como quiera y diga lo que quiera pero sin estar pegado a los beneficios de la “teta presupuestal”, lo cual evidencia incoherencia, falta de sindéresis, doble moral, falta de seriedad, irresponsabilidad y hasta inmadurez y mala educación.

Como dice el refrán, “nadie es monedita de oro para todo el mundo” y quien asume posturas y para peor, toma decisiones, pues entra en discusión con relación a cómo otros ven la vida de manera diferente o quienes ven afectados sus intereses abiertos u ocultos.

Como sostiene Maquiavelo“No hay nada más difícil de emprender que tratar de cambiar el orden de cosas, pues se tendrá como enemigos gratuitos a aquellos quienes se benefician con el orden actual, y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder”.

Por su parte para Rosseau “La revolución solo puede ser liderada por ingenuos, soñadores, poetas o tontos, ya que los listos son realistas, beneficiados directos del sistema actual y no tienen interés en cambiarlo”.

También Russeau sostiene que “No conozco mayor enemigo del hombre que el que es amigo de todo el mundo”.

De todas maneras, reconozcamos nuestra enorme capacidad de crear memes y chistes. Alguien dirá que esta capacidad de expresarnos es uno de los verdaderos atributos de nuestra multiculturalidad, lo cual puede que sea válido, ya que al menos actúa como un sedante (para no emplear la palabra o el sustantivo droga y así no lastimar tantos oídos vírgenes que han aparecido últimamente) para mantenernos alejados de la realidad, o el mantener una coexistencia semiconsciente o semiinconsciente con ella.

Sigamos sonriendo y riéndonos por un lado y encegueciéndonos y envenenándonos por el otro, lo cual en conjunción resultará en una monumental intolerancia e imbecilidad.

Cuando se llega a conclusiones con respecto a que muchos desajustes tienen su origen en el ámbito o en la dimensión cultural, el trabajo al cual nos enfrentamos es de extraordinarias proporciones y nos obliga a que sea un esfuerzo entre todos y no un reto a asumir de manera individual.

Lo más simple es decir que eso se cura o se remedia a partir de la educación, lo cual puede ser cierto, siempre y cuando, de manera preliminar, establezcamos como sociedad, de manera obligatoria las siguientes premisas: 1. Qué tipo de ciudadano queremos tener y 2. A qué nos vamos a dedicar en términos económicos como sociedad. Sin tener esto claro, hablar de una buena educación o de una educación apropiada y pertinente es una verdadera quimera.

Para que la respuesta sea contundente, recurramos de nuevo a Rousseau que sentencia: “Un buen padre vale por cien maestros”… ¿De cuál calidad son los padres que hoy educan a sus hijos?

De cara al porvenir: la guerra de turno

Hablar de que en este momento estamos presenciando una sola guerra, es no solo inexacto, sino irresponsable.

Se habla a través de la historia que luego de una peste, inevitablemente viene el hambre y luego a guerra. Lamentablemente en el estado actual de cosas, el orden de los factores es cambiante dependiendo la latitud donde nos ubiquemos y de las causas generadoras de los conflictos que analicemos.

Obviamente los titulares de los diferentes medios de comunicación se concentran en el episodio bélico más atractivo y que más rating produce, que es el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Personalmente estoy de acuerdo con la aseveración expresada recientemente por el papa Francisco en entrevista de principios de mayo a El Corriere della Sera para señalar al responsable de que se hayan precipitado los acontecimientos. Dice el Papa que “es posible que el origen de la invasión de Putin a Ucrania se deba a los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia” y es claro que Rusia reaccionó.

Pero no nos quedemos ahí. Es muy llamativo que una indiscutible potencia militar como Rusia no haya podido conquistar un país relativamente débil al cual las otras potencias han ayudado de manera tímida, y que un conflicto calculado para 3 meses ya vaya para 9 meses y que territorios en teoría conquistados por Rusia estén ahora siendo recuperados por Ucrania, a cuya dirigencia y población hay que reconocer su fortaleza de espíritu y su amor por la patria.

¿Qué es lo que pasa? Mi teoría es que países que tienen armamento militar atómico y armas de última tecnología no las pueden usar sino para maniobras de disuasión, pues a estas alturas del partido y asumiendo que tienen dirigentes medianamente inteligentes, responsables y sensatos, pues su uso efectivo estaría dando inicio a una hecatombe que no tendría reversa, razón por la cual por ahora –y afortunadamente– solo les permite emplear armamento convencional, lo cual les resta capacidades y ventajas competitivas efectivas contra enemigos en teoría más pequeños. Lo anterior lleva al uso intensivo de sanciones económicas por parte de los amigos del otro bando y de ayudas por parte quien apoya a la contraparte.

Norteamérica pierde la guerra con Vietnam y con Corea. Norteamérica y la Unión Soviética salen con el rabo entre las patas de Afganistán. Norteamérica arma el despelote y sale a hurtadillas de Irak, Siria y Libia en una estruendosa derrota de su denominada “guerra preventiva”, la Unión Soviética implosiona y se genera una diáspora alrededor del Pacto de Varsovia, cuyos países miembros, en su mayoría, poseen arsenales atómicos. Rusia trata de reconstituirse como potencia, pero ve amenazada su seguridad con el coqueteo de la OTAN a varios de sus vecinos, antes aliados a la fuerza.

Mientras tanto China crece, crece y crece en todos los sentidos y su presencia planetaria cada vez es más significativa. Apoya a Corea del Norte, quiere asegurar su propiedad sobre la antigua Formosa hoy más conocida como Taiwán, incrementa la construcción de islas artificiales alrededor de Japón, reconstruye la histórica “Ruta de la seda” empleando los más modernos ferrocarriles de alta velocidad, compra enormes extensiones de tierra en África, financia y construye proyectos de infraestructura en todas partes del planeta y tiene aproximaciones cada vez más cercanas y frecuentes con Rusia. Es quien mejor supo aprovechar las distracciones internas en Norteamérica, su desacomodo institucional y la incertidumbre y debilitamiento externo que ocasionó el gobierno de Trump.

China sabe que es potencia y que requiere comportarse y atender sus requerimientos y exigencias como potencia, pero sabe también de sus debilidades, entre las cuales se encuentran su excesiva población, el riesgo de una hambruna o de una peste como las tantas que han tenido y que pende sobre su cabeza como la Espada de Damocles –hoy más que nunca con el COVID-19–, el riesgo de sequias extremas debidas al cambio climático que hoy padecen al secarse el gran río Yangtsé, el más importante y extenso del país, el tercero del mundo, que atiende a casi un tercio de la población. Sabe también que tiene un vecino incómodo y desconcertante como la India y que su rica cultura y sus tradiciones, en un mundo signado por los desarrollos tecnológicos pueden ser o potencializadores o lastres para sus desarrollos.

Por ahora habrá que esperar a que los jugadores muevan sus fichas y a que los peones caigan como ha sucedido casi siempre a través de la historia.

De cara al porvenir: la objetividad

Nuestra cultura latina tropical, con sangre caliente y llena de emotividad, dificulta el que expresemos nuestras opiniones sin apasionamientos, que podamos comentar sin juzgar y que no nos convirtamos en defensores o acusadores de oficio de personas e instituciones.

Obviamente, partiendo de la hipótesis ingenua de que, para expresar nuestras opiniones, sabemos de qué estamos hablando, tenemos buenas fuentes de información, y obviamente, criterio para analizar y fijas posiciones.

La democracia nos permite, hasta el momento, que expresemos libremente nuestras opiniones favorables o desfavorables con respecto a las actuaciones de aquellos que son visibles en el mundo público, pasando por políticos, miembros de la farándula en cualquiera de sus expresiones y personajes cuyas decisiones y comportamientos de alguna manera impactan en mayor o menor medida nuestro paso por la realidad.

Es por lo menos simpático que, ante cualquier actuación de un personaje público, inmediatamente, en tiempo real, los acusadores de oficio salgan a denigrar del acontecimiento y de su ejecutor y los defensores de oficio salgan también en menos de lo que canta un gallo, a defender la postura de su defendido independientemente de la razonabilidad o de la existencia de argumentos reales y fundamentados.

Ni qué decir de la velocidad para construir memes y poner a circular chistes y opiniones sesgadas a favor o en contra del personaje y del acontecimiento de turno.

Esta inocultable capacidad de responder con alguna pizca de humor ante los acontecimientos que en Colombia se producen a borbotones, hace parte de nuestro llamado “humor criollo”, que deviene finalmente en “mamadera de gallo” y en la mayoría de los casos en el llamado “importaculismo”.

Otro atenuante a este comportamiento es la inocultable tendencia de algunos personajes que por acción o por omisión, “dan papaya” de manera continuada, y ahí sí, pues no hay nada que hacer.

Lo que sí es claro es que, como en el cuento del “pastorcito mentiroso”, estos opinadores fanáticos y a ratos hasta envenenados, finalmente van perdiendo toda credibilidad, y solo quedan siendo apoyados por otro reducido grupo de fanáticos, amigos o enemigos de aquellos que son objeto de sus ataques o defensas.

La crítica documentada y respetuosa es una manera civilizada de contribuir a la construcción de un entorno mejor.

Si a la desinformación le agregamos la mala educación y hasta la vulgaridad, pues entonces no estaremos hablando del ejercicio de la libre expresión sino de conversaciones o discusiones entre verduleras.

Otro aspecto a nivel de medios de comunicación sería la búsqueda incansable del bendito rating, por el cual muchas veces se negocian o trastocan valores y principios, haciendo caer en lo más bajo, el alto nivel del llamado “cuarto poder”.

Mientras el esquema funcional de gobierno-oposición en el ámbito político de una verdadera democracia no se implemente, las opiniones individuales no pasarán de ser disparos al aire.

De cara al porvenir: nuevos vientos

Recién ha pasado el primer mes del nuevo Gobierno y lo que no se puede negar es que se ha notado un cambio de dinámica.

Varios aciertos y algunos desaciertos han acompañado este período que ha marcado una línea clara de hacia dónde va el Gobierno autoproclamado como el del cambio, el mismo que entre otras curiosidades ha dado cátedra de inclusión, respeto y reconocimiento de nuestra multiculturalidad.

La experiencia como congresista le ha permitido al nuevo presidente saber que, en términos de calendario y fuerza política, proyectos de ley que no se tramiten durante el primer año de Gobierno, se puede aseverar que es muy remoto pensar en que luego se aprobarán.

Un gabinete ministerial, en un alto porcentaje con vasta experiencia, nombramientos abortados y algunos ministros un poco desubicados, dan muestra de que en términos de ejecutorias hay que dar un compás de espera.

Coincide por calendario que muchos de los congresos gremiales sectoriales y sub sectoriales se realizan durante estos meses, lo cual trae como novedad y capacidad de convocatoria que el nuevo presidente asista y de línea con respecto a los intereses propios de los asistentes, lo cual no pasa de ser un rito político – social, pues el nuevo presidente apenas está desempacando y organizando su equipo y lo que le corresponde hacer es tratar algunos datos y algunas propuestas de campaña y algunas ideas generales de futuro, salvo temas específicos y de impacto para todos como es el caso de la reforma tributaria.

Lamentablemente las transformaciones no se hacen de un día para otro y a pesar de los anuncios de paz total, el tema del orden público no mejora y los atentados contra miembros de la policía, las masacres, los asesinatos de líderes sociales, la inseguridad en las ciudades y las invasiones de predios no dan tregua. Se anuncia el reinicio de relaciones con Venezuela y se enuncian y promueven reformas y proyectos de ley alrededor de temas como la reforma rural integral, la participación política, el cese al fuego y de hostilidades, el replanteamiento de la estrategia contra las drogas, el acuerdo de víctimas, la implementación, verificación y refrendación de los acuerdos de paz y obviamente la reforma tributaria, lo que permite establecer y lo que vemos como vector direccionador es un completo compromiso con el cumplimiento del acuerdo de paz, lo cual generará obviamente, apoyos y animadversiones.

Lo que sí queda claro es lo poco que avanzó el anterior Gobierno en el cumplimiento de la implementación del acuerdo de paz, lo cual solamente la historia sabrá juzgar.

Cabe resaltar el apoyo internacional a la gran mayoría de las iniciativas planteadas, y a la inusitada cercanía y proximidad en estas primeras semanas con el Gobierno de los Estados Unidos.

El haber armado una coalición de Gobierno en dos semanas, el haber aprobado el Acuerdo de Escazú, el haber hecho nombrar un contralor del Partido de Gobierno, el haber nombrado un Consejo Nacional Electoral empleando las mayorías, entre otras maniobras típicas de la política colombiana, da por pensar que puede que el cambio se dé en otros escenarios y en otras temáticas, pero no entre la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo, como ha pasado en el último siglo, lamentablemente.

El cambio no debe ser mirado ni empleado como un simple slogan, ni tampoco es el anuncio del cambio por el cambio. El cambio es la superación de las costumbres y las prácticas políticas que nos han sumido en una corruptela generalizada acompañada de pobreza, injusticia, iniquidad y violencia generalizada.

Nueva oportunidad histórica ha tenido las diferentes fuerzas, partidos y movimientos políticos para repensarse y estructurar propuestas de futuro para el país y para ellos mismos como organizaciones.

En épocas recientes solamente el presidente Barco tuvo la grandeza, la osadía y la “fuerza testicular” suficientes para proponer un esquema real de Gobierno-Oposición verdaderamente democrática.

Durante este Gobierno esta posibilidad se desperdició por el apetito insaciable de estas fuerzas, partidos y movimientos políticos, y la necesidad de configurar un ambiente de gobernabilidad tranquilo por parte del actual Gobierno, que permita seguir consolidando nuestro presidencialismo consuetudinario.

Que después, entonces, no se quejen ni critiquen ni los unos ni los otros, pues no tendrán ninguna autoridad moral para hacerlo.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: bajezas humanas

A pesar de los grandes esfuerzos que se hacen en la mayoría de las organizaciones por mantener un clima laboral respetuoso y amable, desarrollando procesos que muchas veces llegan a ser puntos importantes dentro de los protocolos internos, también es muy común que las comunicaciones informales, el no respeto de los canales de comunicación formalmente establecidos, los chismes, “radio pasillo”, sigan teniendo plena vigencia cuando ya superamos la primera quinta parte de este siglo xxi.

La falta de carácter, la bajeza de personalidad, la inseguridad, la cobardía, la deslealtad, la falta de respeto por sí mismo y por los demás, las actitudes y las posturas rastreras, son típicas de seres insignificantes que se escudan tras el anonimato para, en teoría, denunciar, divulgar o expresar su inconformidad, no de manera abierta y transparente, sino de una manera retrechera y turbia.

En las organizaciones en general se abren espacios como los buzones de quejas, sugerencias y reclamos para facilitar que la gente se aproxime y de manera privada, empleando un mecanismo formal, exprese sus comentarios. En otras, las puertas de la comunicación y del intercambio de ideas están permanentemente abiertas y dispuestas a escuchar, en un ejercicio dinámico de mejoramiento continuo.

Otra cosa es aquel individuo que dirige comunicaciones a destinatarios específicos para entregar algún mensaje sin atreverse a dar la cara, tratando con sus supuestas denuncias, de informar acerca de un pretendido secreto a voces, de posturas sumisas que no encuentran espacios de expresión y lo que tratan en el fondo es desestabilizar y motivar la duda, sembrar la cizaña, usualmente tratando de asumir el papel de víctima y de vocero de otras personas que no le han otorgado dicha representación.

Recientes sofisticaciones tecnológicas ponen al servicio de este tipo de personas y en el mismo plano a las llamadas “fake news” y a los “memes” acomodados y con el objetivo de ridiculizar o atacar a personas e instituciones.

Al anónimo no se le debe dar importancia y mucho menos trascendencia, puesto que no existe, pero no deja de ser desmotivante y desconsoladora su ocurrencia o su uso en organizaciones que hacen ingentes esfuerzos por definir, rescatar y proteger, una forma deseable de comportamiento, una cultura organizacional.

Pero bueno, en el mundo estamos y hay de todo como en botica.

Una invitación sincera a construir lazos de confianza que faciliten la comunicación a todos los niveles, para garantizar la calidad del clima laboral y el mejoramiento de las dinámicas comunicacionales tanto internas como externas.

Pasando a otro tema, se habla de la crisis de valores y muchas veces la denuncia de su desaparición va por un lado y las acciones reales van por otra. Un asunto importante tiene que ver con el respeto al cumplimiento de la palabra empeñada, del acuerdo suscrito, del pacto firmado, del simple estrechón de manos como símbolo de que se ha llegado a una situación en la cual las partes están de acuerdo. El 09 de marzo de 1990, en Caloto, Cauca, fue firmado el Acuerdo de Paz con el M-19. Posteriormente sería refrendado en la Casa Presidencial por el entonces presidente Virgilio Barco y el comandante Carlos Pizarro Leongómez, quien fuera posteriormente vilmente asesinado.

Este acuerdo ha sido calificado por expertos nacionales e internacionales como un completo éxito y en él la sociedad colombiana representada legal y legítimamente por su Gobierno, abrió el espacio para la reincorporación plena a la vida civil de los integrantes de este movimiento, algunos de los cuales han ocupado altos cargos de elección popular con excelentes resultados.

Que este hecho de trascendental importancia histórica nacional, del cual las partes han sido respetuosas, no sea olvidado a la ligera y que en aras de la simple “buena educación” sepamos respetar la palabra empeñada y la firma registrada y tratemos con respeto a quienes han cumplido a cabalidad con dicho acuerdo.

De cara al porvenir: hitos de ciudad

Medellín ha sido una ciudad resistente, enjundiosa, testaruda y resiliente como dicen ahora. Hemos superado dificultades de todo tipo y nos debemos sentir orgullosos por ello. La historia no debe dejarse a un costado, sino que debe servir como plataforma para la realización y concreción de nuevos ideales y proyectos.

Es por ello por lo que quiero traer del recuerdo algunos hechos que en su tiempo fueron significativos y detonantes para la superación de las circunstancias adversas del momento.

Cuando el Metro, nuestro proyecto de infraestructura insignia en medio del narcoterrorismo que nos agobiaba, suspendió obras, el entonces Banco Industrial Colombiano -BIC- se echó al hombro la frustración, la desazón y el miedo generalizado y comenzó a realizar ejercicios divulgativos y pedagógicos alrededor de cómo sería la interacción del ciudadano común, el futuro usuario, con el Metro y nació lo que hoy se reconoce como “Cultura Metro”.

A esta iniciativa lo acompañó de cerca la Fundación “Amor por Medellín” y su pegajoso jingle musical, así como la coincidencia de la obtención de la primera Copa Libertadores para Colombia por parte del Atlético Nacional.

Paralelamente se comenzaron a desarrollar varias iniciativas de todo tipo y alcance. Se comenzó a jugar fútbol sin árbitros en los barrios para estimular la convivencia pacífica y se incrementó el número de espacios deportivos. Se impulsó el desarrollo de la Red de Escuelas de Música en los barrios para invitar a que en vez de un arma el joven accediera a un instrumento musical. Se inició la gesta de Inexmoda y Colombia Moda. Se incrementó la inversión en espacios públicos, y apareció la Red de Bibliotecas de Medellín y el aprovechamiento de infraestructuras existentes complementándolas con las denominadas UVAS –Unidades de Vida Articuladas–.

Se instaló “La Gorda” en el Parque de Berrío y se desarrolló el proyecto estrella alrededor del Museo Botero como homenaje al gran Maestro con su enorme impacto urbanístico alrededor de la Plaza Botero.

Lo anterior es solo una pequeña muestra de realizaciones, hechos que fueron posibles gracias a la iniciativa y al respaldo de los alcaldes, los concejales, las instituciones de todo tipo, los empresarios de cada momento y la participación ciudadana.

Es en medio de las dificultades que se conoce el valor, el carácter, la fortaleza, el compromiso y la voluntad de los líderes del momento.

Es por eso por lo que no podemos ser desagradecidos y no podemos olvidar ni dejar de reconocer los enormes aportes de los grandes hombres y mujeres de la época que no fueron inferiores a sus retos y supieron mantener la calma en medio de la zozobra y nunca soltaron el timón.

Una invitación a no cejar en el empeño de hacer de nuestra ciudad, de nuestro departamento y de nuestro país, un mejor vividero para las generaciones presentes y futuras.

Recordemos a Gustav Malher cuando dice: “La tradición es mantener vivo el fuego, no adorar las cenizas”.

De cara al porvenir: las plataformas tecnológicas y la calidad del servicio

El desarrollo tecnológico en los frentes de las telecomunicaciones, la computación, la amigabilidad del software, la movilidad y los costos relativamente razonables han permitido, entre otros tantos factores, el crecimiento geométrico y casi exponencial de ciertos servicios que se han masificado de una manera que no tiene antecedentes en temas como la salud, la telefonía móvil, la banca, los servicios públicos domiciliarios y el tele comercio.

Sin embargo, este crecimiento desbordado ha puesto a prueba, y de qué manera, la capacidad de responder a los usuarios en los normales servicios de atención para la post venta, lo cual viola todos los principios de calidad de servicio al cliente, por no hablar del irrespeto con el tiempo y la paciencia de quien requiere de un servicio.

Todos, sin excepción, hemos padecido el suplicio de intentar comunicarnos con el área de servicio al cliente de cualquiera de las entidades prestadoras de servicios a través de las plataformas disponibles, y todos hemos tenido que llenarnos de paciencia para soportar la musiquita enloquecedora que se usa para disimular y entretener los tiempos de espera, hasta que después de digitar varias claves dentro del menú de servicios nos ganamos la lotería y finalmente alguien nos responde. Ahora bien, la lotería pasa a Baloto cuando quien contesta tiene el conocimiento y la autonomía para resolver el asunto, pues si no es el caso, comienza el calvario de pasar de línea en línea de espera y de persona a persona, a sabiendas que finalmente no se compadece la delicada y ostentosa atención al momento de la venta con la tragedia que implica tener que recurrir a una plataforma que en teoría soporta la post venta y que tiene como personas de respaldo en la atención, a empleados de call centers que han sido medianamente capacitados y que no siempre tienen los ánimos, el compromiso y la voluntad no solo de contestar, sino de resolver los problemas.

Toda la carreta y el esfuerzo de establecer misiones y visiones (finalmente una misión y una visión no se le niega a nadie), respaldados en valores y principios organizacionales que han de establecer la cultura organizacional, quedan en manos de un outsourcing que poco o nada tienen que ver con dicho esfuerzo.

¿Quién está ocupándose del asunto de la insatisfacción generalizada y creciente de los usuarios y/o clientes de estas empresas de servicios?

¿Se dejará que estalle una bomba de insatisfacción? ¿Se aprovechan de la inexistencia de verdaderas ligas de consumidores que sepan organizarse y sean capaces de vetar empresas, productos y servicios? ¿Para qué sirven los rimbombantes defensores del cliente? ¿Para qué sirven las certificaciones de calidad?

Por cuestiones demográficas, por necesidad y por alguna relativa capacidad de compra, la demanda de estos servicios sigue en aumento, así como la insatisfacción.

Caso aparte merecen las entidades bancarias, quienes, a pesar de las robustas áreas de sistemas, de las fuertes inversiones en tecnología y de un despliegue publicitario desproporcionado, no logran estabilizar las plataformas que soportan la operación, permiten que el servicio se caiga con frecuencia, observan como se deteriora el tiempo de respuesta y a pesar de todo esto siguen cobrando por las transacciones que todos nosotros hacemos con nuestro dinero.

La razón de la sinrazón se da cuando hay que ir físicamente a un establecimiento a solicitar un ficho para adquirir el turno para ser atendido por algún asesor. Ahí sí todos pierden el año en la tecnología, la teoría de colas, la administración por procesos, la señalética y hasta la ergonomía en los amoblamientos.

Lamentablemente parece que todas estas nefastas experiencias van calando en nuestra cultura y en nuestro comportamiento y pareciera ser que comenzamos a aceptar como razonable y hasta disfrutar el hecho de tener que hacer filas y de invertir tiempo mientras esperamos la anhelada atención.

Tenemos que emprender una cruzada para conciliar la teoría del servicio al cliente con la forma como hoy se han implementado estrategias y estructuras para atender este asunto.

Por ahora, ¡Paciencia Dios mío!

De cara al porvenir: lo rural

En un país tan extenso como Colombia, cuya población en el más alto porcentaje se encuentra ubicada entre las cordilleras Oriental y Occidental, hablar del territorio rural es hablar de las 2/3 partes de los departamentos actuales, de casi el 80% del total del territorio nacional y de 1/4 de la población, o sea aproximadamente 12.5 millones de habitantes.

Lamentablemente la exclusión, la pobreza, la iniquidad y la falta de una verdadera presencia Estatal hace de estos vastos territorios, lugares considerados como periféricos por los poderes centrales y localidades donde quien manda es quien ocupa el territorio, dándose una gran variedad de ejemplos reales.

El no haber realizado una oportuna organización del territorio no solo en términos de densificación, de la propiedad y la tenencia de la tierra, así como de un adecuado aprovechamiento de las riquezas tanto minerales como agropecuarias, teniendo en cuenta un adecuado y pertinente uso y destino del suelo, aunado a la informalidad de la realidad catastral, donde se habla de solamente un 15% de los predios registrados de manera oficial y adecuada, hacen de este escenario un caldo de cultivo apropiado para las reclamaciones de los campesinos y las poblaciones indígenas, las injusticias, el desaprovechamiento de la riqueza y una sensación de no futuro para las nuevas generaciones, que solo ven en el desarrollo de los cultivos ilícitos, la principal alternativa realmente viable para redimir su trabajo y poder garantizar algún ingreso digno.

Hasta hace pocos años el salario mínimo legal vigente, tenía un valor superior para el trabajador urbano que, para el trabajador rural, lo cual es una muestra vulgar de iniquidad y de irrespeto por el principio constitucional de la igualdad.

Intentos tibios de mal llamadas reformas agrarias, institucionalidad focalizada y especializada inexistente, aparición, desaparición y de nuevo reaparición de instituciones como el Idema, La Caja Agraria y Caminos Vecinales entre otros, Legislaciones temporales para atender coyunturas, insuficiente acompañamiento técnico y financiero, sin hablar de la precariedad o inexistencia de las vías de comunicación y de las estrategias de comercialización, no permiten dar continuidad a las políticas públicas en caso de existir y hace que lo rural se maneje desde las poltronas de los ejecutivos de las organizaciones públicas y privadas ubicadas en las ciudades capitales, con una lógica exclusivamente urbana, lo cual es una oda al despropósito.

Hablar en Colombia sobre soberanía y seguridad alimentaria es una quimera. Estamos importando un poco más del 53% de los alimentos, teniendo además en cuenta la falta de capacidad logística de almacenamiento y distribución, lo cual lleva a un gran desperdicio de cosechas enteras.

De nada nos ha servido hasta el momento el tener un territorio que alberga todos los pisos térmicos durante todo el año, lo cual nos convertiría en una potencial despensa planetaria –como ya lo fuimos hace algunos años, pero cuyo reconocimiento fue retirado por la FAO–, así como una riqueza hídrica que nos convierte en potencia mundial y en reserva para la humanidad en este aspecto.

Estrategias con socios internacionales alrededor de la aparcería, las concesiones, los negocios en compañía, el aportar nosotros las tierras y comprometerse ellos en emplear la mano de obra local, traer la tecnología, desarrollar las infraestructuras de todo tipo necesarias, traer buenas prácticas y garantizar la comercialización de los productos, pagar impuestos, todo ello nos convertiría en una potencia planetaria.

Levantar las restricciones para universalizar el uso de semillas naturales y artificiales sin estar sometidos a monopolios internacionales, evitar el uso de insecticidas y/o abonos que afecten a los humanos y a los polinizadores.

Por ahora, desarrollemos por fin el siempre aplazado censo catastral rural, intensifiquemos el programa de restitución de tierras, reconstruyamos una figura semejante al anterior Idema, propongámonos como objetivo nacional ser autosuficientes en términos alimenticios, comprometernos a que ningún niño en Colombia muera por hambre o por desnutrición, desarrollemos una infraestructura vial alrededor de las vías terciarias que permitirán la integración con las nuevas generaciones de carreteras y hagamos que el Estado asegure su presencia en cada rincón del país.

Recordemos que los campesinos han sido quienes históricamente han puesto los muertos ante el conflicto armado, que han sido quienes han aportado los soldados para la Patria, que son quienes con su esfuerzo aseguran cierto nivel de aprovisionamiento para las ciudades y quienes cuidan y protegen nuestras selvas, nuestros bosques, nuestra flora y nuestra fauna, y sobre todo nuestra agua.

De manera respetuosa recomiendo la lectura del libro “El sentido común de la reforma agraria” de don Hernán Echavarría Olózoga, prominente y destacado empresario y experimentado, además, en las lides de lo público.

Sus apreciaciones sobre el concepto de la relación entre productividad de la tierra y el tema tributario dan luces sobre asuntos de los cuales hoy se habla, más respaldados en la desinformación y la ignorancia que en bases argumentativas de peso.

Son las posturas y opiniones de un empresario representante del capital que entiende con claridad meridiana la función de lo público.

De cara al porvenir: el futuro se nos vino encima

Parece mentiras, pero iniciamos un nuevo gobierno en Colombia.

Pasaron como una exhalación los gobiernos anteriores y nuestro país sigue sumido en la injusticia, la iniquidad y la pobreza, acompañado por una corrupción que nos corroe en orden creciente. Así mismo vivimos en medio de una enorme agitación que se siente y se percibe en todo el planeta y que es un llamado de atención a que nos preparemos para enfrentar situaciones que nos impactarán de manera global: una pandemia no superada, el cambio climático, una posible pandemia en crecimiento, la guerra de Ucrania que pudiera expandirse fácilmente, las tensiones Usa-China por Taiwán, los efectos económicos de la pandemia, donde la inflación está acompañada por un des aceleramiento económico generalizado, el inicio temprano de la carrera electoral en USA con un Trump “cargado de tigre” y un presidente en ejercicio acorralado por las circunstancias, entre otros varios factores y acontecimientos.

En Colombia la incertidumbre y las esperanzas que genera un nuevo estilo de gobierno son las condiciones generalizadas. Se habla de “cambio” y la sola palabreja asusta, pues como decía Maquiavelo, “Nada hay más difícil de emprender que tratar de cambiar el orden de cosas, pues se tendrá como enemigos acérrimos a quienes han triunfado con las condiciones actuales, y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder”.

El miedo a lo nuevo, el temor a propuestas distintas es apenas normal. Lo cierto es que lo que se viene es una prueba de fuego para nuestra estabilidad social, política y económica, pues estábamos mal acostumbrados a un leseferismo que nos ha sumido en la mediocridad. Hoy tenemos una sociedad mediocre y una economía y una democracia mediocres. ¿Es eso lo que nos gusta? ¿Eso es lo que queremos conservar? ¿Por qué el establecimiento no ha aprovechado los un poco más de 200 años que ha estado en el poder para hacer los ajustes que hoy se proponen y los cuales generan pánico? ¿Dónde están las propuestas de los casi inexistentes partidos políticos?

Varios políticos en diferentes fechas han expresado la siguiente afirmación: “O cambiamos o nos cambian”. Pues bien, los cambiaron, pero no del todo, sino más bien nominalmente, pues ante la avalancha de adhesiones que recibió el nuevo gobierno, considero que los vientos de cambio se quedarán en el camino y en “sus justas proporciones” como enunciaría un ilustre expresidente.

Se ha convertido en una frase de combate aquella que dice que: “No por hacer más de lo mismo vamos a obtener resultados distintos” y es hora de entenderla y aplicarla.

Se ha hablado desde antes de que tengo uso de razón, de las grandes reformas que requiere este país, y hasta el sol de hoy. Hemos sido muy buenos criticando y teorizando y no ejecutando, lo cual explica también nuestro actual estado de cosas.

Ahora bien, para que hablemos claro y no nos digamos mentiras y no nos imaginemos realidades artificiales, o metaversos criollos, sin que se resuelva el tema de la propiedad y la tenencia de la tierra, mientras no se asuma con seriedad y pragmatismo el manejo planetario del negocio del narcotráfico, mientras nuestra cultura criolla no respete la legalidad y la formalidad de las actividades y mientras no llevemos a cabo una cruzada hasta las últimas consecuencias contra la corrupción, pues lo único que podremos esperar es pañitos de agua tibia para tratar el cáncer que nos carcome.

Estaba dada la coyuntura histórica y conceptual para establecer un esquema real de gobierno – oposición, pero esto le queda grande a nuestros mediocres líderes y dirigentes actuales.

El temor de perder las cuotas burocráticas y el acceso al presupuesto nacional o a perder visibilidad personal en el concierto nacional, nos desnuda su verdadera dimensión, su verdadera talla, su verdadera altura.

Por ahora solo nos contentamos con sembrar el miedo y la zozobra que tantos resultados han dado hasta el presente y generar como rito ya habitual, el leer las desinformaciones provenientes de todos los extremos, distribuidas y divulgadas por las redes sociales y entretenernos con la cantidad asombrosa de memes que se generan por borbotones y que hacen que el humor, el cinismo, el importaculismo, las posturas ladinas, las posiciones egoístas, el respeto lastimero por algunos caudillos que van de salida en plena decadencia y la ignorancia disfrazada de asombro, hacen que todas las anteriores circunstancias sean el nefasto pan de cada día. ¡Qué cansancio!

Retomemos al gran filósofo Enrique Santos Discépolo y miremos nuestra realidad a la luz de su nunca adecuadamente bien ponderado y valorado tango “Cambalache”.

Solo los imbéciles le pueden desear mala suerte al conductor del vehículo donde viajan. Por mi parte le deseo éxitos al nuevo gobierno, y estaremos atentos para que los altos intereses nacionales estén por encima de cualquier consideración.

De cara al porvenir: y como pasan los años

El 9 de agosto se cumplen 35 años de la escaramuza con la Corbeta Caldas de Colombia en los límites marítimos con Venezuela por la parte alta de la Guajira, por Punta Gallinas, en territorio marítimo que Colombia considera propio, lo mismo que Venezuela.

A través de la historia se ha demostrado hasta la saciedad que las premisas de siempre y de nunca son incumplibles y que solo se requiere del deseo o de la voluntad de las partes en confrontación o en desacuerdo, para salir del pantanero y poder solucionar la situación. De igual manera, no es sino que a un solo individuo con relativo poder le dé por incumplir lo pactado, y ahí acaba con la batica de cuadros y los esfuerzos de generaciones enteras.

Ahora que entraremos en un nuevo clima de relaciones con la hermana República Bolivariana de Venezuela, no sobraría intentar poner por encima de los intereses de los respectivos gobiernos, los intereses de nuestras naciones. A eso se le llama grandeza.

Como primera medida, propendería por establecer la doble nacionalidad entre colombianos y venezolanos. Es el reconocimiento histórico que estamos ligados por nuestro origen, por los lazos humanos y la condición geográfica que nos aglutina.

He propuesto desde hace mucho tiempo, la conformación de una gran Zona Franca que se genera de manera espontánea, teniendo en cuenta y respetando las relaciones que se han dado a través de los decenios entre los habitantes de los departamentos del Norte de Santander por parte de Colombia y del Estado Táchira por parte de Venezuela.

Cuando uno cruza las fronteras, se encuentra con la misma cultura, la misma comida, el mismo vestuario, la misma música, los mismos negocios, hay compadres y comadres por todos lados y finalmente nos damos cuenta de que somos uno.

No solo es una muestra de confianza y de buena fe, sino de absoluto pragmatismo, ya que respeta los tejidos sociales y económicos que se han creado por generaciones y que de manera evidente beneficia a las partes.

Aquí no hay posibilidades de enredos ni de chanchullos. Lo que hay es una muestra de civilidad.

Tal como hicieron hace ya varios años algunos países del sur del continente, estos supieron unirse alrededor de la gran represa de Iguazú para saldar problemas limítrofes y generar recursos económicos a distribuir entre los firmantes.

El presidente Chávez propuso la construcción de un ferrocarril, un oleoducto y un gasoducto que comunicara el territorio venezolano con un nuevo puerto colombiano en el Pacífico que facilitara sus exportaciones al continente asiático. Es hora de desengavetar esta iniciativa.

De igual manera es claro que con respecto al Golfo de Coquivacoa hay una porción de territorio marítimo que es completamente nuestra y que por su parte, en el Golfo de Maracaibo para los venezolanos, hay una porción de territorio marítimo que es completamente venezolana, y que hay una intersección de territorio marítimo que debemos compartir.

Nosotros tenemos lo que Venezuela no tiene y Venezuela tiene lo que nosotros no tenemos. Este argumento debería ser suficiente para arraigar y consolidar las relaciones binacionales.

Ojalá de nuevo, no nos quede grande la grandeza.

De cara al porvenir: Allons enfants de la Patrie

Hace ya 233 años que se constituyó el hito de la Revolución Francesa, con la toma de La Bastilla y la caída de la monarquía absoluta.

Una sola coyuntura abrió el dique que contenía las fuerzas acumuladas por cerca de 400 años de Renacimiento, 300 años de Modernidad, 200 años de Racionalismo y de Enciclopedismo, todo asociado a la llamada época de La Ilustración.

Cayó una Monarquía y una época. El Rey, como debe hacerse en toda verdadera revolución, fue decapitado y aparece un nuevo escenario en el cual el Antiguo  Régimen no ha muerto del todo, y las nuevas posturas no han acabado de nacer –la criatura Republicana–, lo cual lleva a luchas intestinas, efervescencia de ideas, uso intensivo de la guillotina, presentación de propuesta novedosas y finalmente todo aquello por lo cual se lucha y se muere, colapsa ante la aparición de un nuevo monarca: el dictador militar, Napoleón y su propuesta imperial nacida en  medio del caos reinante.

La división de poderes, el papel de la educación, la emancipación del ciudadano, todo queda embodegado hasta que por allá en 1880 aparecen Proudhon y Saint Simon y recuperan las ideas y los ideales revolucionarios, las propuestas republicanas y aparece el llamado Liberalismo Utópico.

Pasamos de “Los Derechos del Hombre Francés” a los “Derechos Universales del Hombre”, sin que todavía los hayamos podido llevar a su plena vigencia.

La historia es un mero parpadeo y todo aquello por lo cual se lucha por siglos, tiene también vigencia temporal.

Hoy el llamado relato democrático está en crisis, los partidos políticos pierden identidad, el fantasma de los autoritarismos de todas las formas y pelambres son pan de cada día y el ideario alrededor de la igualdad, la legalidad y la fraternidad se ve contrastado y superado por las condiciones y circunstancias que signan a la realidad.

Las nociones de Gobierno, de Estado, de Nación se reacomodan, ceden espacios ante las nuevas realidades neo-corporativistas, la lógica de la secuencialidad es superada por la lógica de la simultaneidad y las fronteras y los territorios caen impávidos ante la globalización en todos sus frentes. Del ciudadano entre fronteras pasamos al ciudadano cosmopolita.

La figura republicana no está completamente desarrollada en todos los países y ya se ven síntomas de no oportunidad, de no pertinencia y de anacronismo para dar respuesta a las realidades y coyunturas actuales.

Las pugnas religiosas y políticas no se encuentran todavía completamente superadas, y, es más, se encuentran azuzadas por el incremento de la presencia y la influencia de los medios de comunicación y las tecnologías de la información. El crecimiento de la racionalidad y del acceso de la información pareciera ir en sentido contrario al crecimiento de la influencia mística.

La figura femenina de la Libertad creada por Delacroix, hoy está seriamente amenazada. La tecnología copa todos los espacios y los conceptos de intimidad, individualismo, autonomía y derecho a la información entran en contradicción y la privacidad es una quimera.

No aparecen relatos nuevos y lo más seguro es que entremos en un período de refritos conceptuales, con pequeñas variaciones para sobreponernos a las tentaciones que hoy ofrecen los populismos y de nuevo los totalitarismos de todas las especies.

De cara al porvenir: ¿humanos o curíes?

Después de un par de años en que pasamos sin un período formal de verano, por fin comienzan tímidamente a presentarse algunos días soleados, lo cual, de manera que llama la atención por lo rápido del acontecimiento, sirve para secar y desecar un poco la superficie que se encuentra absolutamente entrapada por la cantidad de agua que ha caído, superando todas las estadísticas y los estándares históricos.

Hemos enfrentado tragedias humanas, destrucción de la infraestructura vial, afectación de los cultivos y rompimiento de los ciclos tradicionales.

Pero si por acá llueve, en otros lugares las temperaturas son altísimas y sus consecuencias también brutales. Parece que el cambio climático comienza a mostrar sus dientes y se comienzan a atisbar negros atardeceres para los terrícolas de esta época.

Por otra parte, se habla de que para el año 2050 habremos llegado a la increíble y peligrosa cifra de 9.000 millones de habitantes que compartimos el mismo planeta, lleno de desigualdades, usufructuando sus recursos y depredando lo poco que queda por consumir.

En 1900, éramos 1.800 millones de personas y en 120 años nos hemos multiplicado por 4, lo cual no se compadece con las capacidades actuales para atender las demandas de todo tipo que tal mareada humana exige.

Ya lo anticipaba Aurelio Peccei y el Club de Roma en 1972 con su primer texto guía, “Los límites del crecimiento”. Argumentando bajo la perspectiva de la lógica Malthusiana, asevera que mientras la población crece en proporciones geométricas, los recursos, si acaso, crecen en términos aritméticos, lo cual lleva obligatoriamente a la desigualdad, la injusticia y la confrontación.

Pasando a otro asunto, no sale de su asombro y su perplejidad la sociedad japonesa ante el asesinato del exprimer ministro Shinzo Abe, asesinato que todos lamentamos. Da fe, la reacción de estupor y de indignación japonesa ante el magnicidio, de la sensibilidad, el respeto y el nivel de civilidad alcanzado, donde un hecho como estos no tiene explicación lógica ni cabida en la cotidianidad.

Me recuerda el asesinato del primer ministro sueco en ejercicio Olof Palme, el 28 de febrero de 1986.

Qué lejos estamos nosotros de comprender esta situación y de entender este tipo de reacción. La fuerza de los acontecimientos, la ineficacia en la aplicación de justicia, la impunidad generalizada, nos ha hecho perder la sensibilidad y a ver con los ojos de la violencia y de la indiferencia, los hechos que en otras partes son vistos como atrocidades. Matan niños, crecen los feminicidios, masacran a los líderes sociales, asesinan policías y soldados, pero caen también periodistas, sindicalistas, ambientalistas y personas del común, desbordando todas las estadísticas y haciéndonos aparecer ante el mundo como verdaderos salvajes.

Salvajes desnaturalizados ante un remedo de sociedad impávida donde las madres abandonan a sus hijos, donde los hijos asesinan a sus madres, donde los hermanos se matan entre ellos, donde se abusa de los niños, donde se ultraja a las mujeres, donde el dinero todo lo compra, donde la corrupción se ha adentrado hasta los tuétanos y donde los vestigios de humanidad se pierden entre las sombras y las realidades grotescas a las cuales lamentablemente nos hemos acostumbrado.

Pero lo más grave es que cada hecho aislado anunciado con bombos y platillos por unos medios de comunicación amarillistas y por funcionarios públicos vitrineros y pantalleros, rápidamente es reemplazado por otro hecho que causa el mismo asombro fariseo que acompañó a los hechos anteriores y que nos hace olvidar el historial que vamos dejando atrás.

Aquí no hay ni memoria, ni conciencia, ni decencia, ni perdón, ni olvido. Aquí no hay rastros mínimos de civilidad, de decoro, de dignidad, de arrepentimiento o de ganas efectivas y voluntad política y social para cambiar el estado de cosas.

Nos erguimos como hombres, adquirimos la dimensión humana, alcanzamos la noción de humanidad y hoy todo lo hemos tirado por la borda, haciendo del humanismo un simple concepto amparado por una lánguida retórica.

Para colmo, actuamos con el fariseísmo denunciado en los Evangelios. La doble moral, el todo vale, el sí, pero no, el incumplimiento de la palabra empeñada, el agotamiento de la credibilidad en casi todas las instituciones nos tiene parados sin rumbo, en un mundo donde la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad, y la ambigüedad se han convertido en una constante.

¡Qué pesar de nuestra exuberante, rica y tradicionalmente mal querida y mal administrada Colombia!

Lamentablemente, mientras llegan unas verdaderas generaciones de relevo, seguiremos yendo “viento en popa hacia la deriva”.

De cara al porvenir: red nacional de carreteras

De acuerdo con Wikipedia, Colombia posee una importante red de carreteras. Por cultura general, es bueno aproximarnos a esta realidad:

“La Red Nacional de Carreteras es la red vial de Colombia regulada por el Ministerio de Transporte colombiano mediante el Instituto Nacional de Vías (Invías) y sus direcciones territoriales (Decreto 1735 de agosto de 2001), y a veces delegadas a empresas privadas por concesión.

El sistema se compone por la Red Primaria (grandes autopistas, a cargo de la nación), Red Secundaria (a cargo de departamentos) y Red Terciaria (compuesta por carreteras terciarias o caminos inter veredales, a cargo de los municipios).

La Red de Carreteras colombiana al año 2015 es de 206.727 km2 de los cuales 19.306 km corresponde a la Red Primaria Nacional, 45.137 km corresponden a la Red Secundaria Nacional y 142.284 km corresponden a la Red Terciaria Nacional. Asimismo, cuenta con 5.097 puentes nacionales y 2.279 km en doble calzada, 10 viaductos y 40 túneles.

Según un informe de la Cámara Colombiana de Infraestructura, Colombia tiene 9 km de vías por cada kilómetro cuadrado de área.

La Red Nacional de Carreteras hace parte de la infraestructura de transporte encargada al Gobierno colombiano y cumple la función básica de integración de las mayores zonas de producción y de consumo.

La Red de Carreteras Nacionales se clasifica en:

Red Primaria: troncales, transversales, alternas, accesos, conexiones, circunvalares, circuitos y carreteras internacionales.

Red Secundaria: corresponde a las carreteras colombianas que conectan las cabeceras municipales con las carreteras nacionales de la Red Primaria. Estas carreteras mayormente se encuentran en afirmado y se encuentran a cargo de los departamentos, por lo que también se le conocen como rutas departamentales. Algunas de las rutas secundarias correspondían a tramos, ramales, y subramales de las carreteras nacionales establecidas en la Resolución No. 3700 de 1995 y que fueron suprimidas en la Resolución No. 0000339 del 26 de febrero de 1999. La Red Secundaria se considera el foco de desarrollo para los pequeños municipios.

La Red Terciaria: Son aquellas vías de acceso que unen las cabeceras municipales con sus veredas o unen veredas entre sí. Las carreteras consideradas como terciarias deben funcionar en afirmado. En caso de pavimentarse deberán cumplir con las condiciones geométricas estipuladas para las vías secundarias.

Las rutas nacionales: se identifican con una señal en forma de escudo heráldico suizo (redondeado con tres puntas en el borde superior y una punta en el borde inferior) el cual tiene dentro otro escudo más pequeño y ancho de borde negro y en el centro se encuentra los dos dígitos que señalan el número de la ruta.

Las troncales (dirección sur – norte) se identifican con un número impar y las transversales (dirección occidente – oriente) con un número par.

Las rutas tanto como los tramos, ramales, pasos y subramales pueden ser identificados mediante los postes de referencia al lado de la vía generalmente instalados cada kilómetro:

Las rutas se dividen en tramos. Estos no son mayores de 150 km, y su numeración se hará en forma continua del 01 en adelante, de sur a norte en las troncales y de occidente a oriente en las transversales. Los puntos de iniciación y terminación de cada tramo deben corresponder en lo posible a sitios o poblaciones de importancia. Los tramos se identifican con cuatro dígitos, los dos primeros corresponden al número de la ruta y los dos últimos al tramo considerado.

Tramos alternos son aquellas vías que se desprenden de una ruta y vuelven a ella. Tienen una longitud entre 20 y 150 km. Se identifican de manera similar a los tramos según el número del tramo que se desprendan y la letra A o B según estén ubicados a la derecha o a la izquierda de la ruta en el sentido creciente del abscisado.

Variantes y pasos son vías con menos de 20 km que se desprenden y vuelven a una ruta y que permiten acceder al casco urbano de alguna población. Se identifica con el dígito de la ruta, las dos letras que identifican el departamento donde está ubicada y una letra A, B, C, etc. Se ordenan de sur a norte en las troncales y de occidente a oriente en las transversales. Cuando la vía cumple la función de evitar los accesos a un casco urbano determinado se denomina variantes y su nomenclatura es similar a la de los pasos.

Ramales son vías que se desprenden de los tramos y tramos alternos, y cumplen la función de comunicar a municipios y sitios alejados con una ruta nacional. Se identifican con el dígito de la ruta, las dos letras que identifican el departamento donde está ubicado y termina con dos dígitos asignados en forma ascendente de sur a norte y de occidente a oriente iniciándose siempre la numeración en cada departamento y siguiendo el orden en que se derivan.

Subramales son vías que se desprenden de los ramales. Se identifican de forma similar a los ramales adicionando un dígito a la nomenclatura del ramal del cual se derivan en el orden ascendente del abscisado”.

Los últimos 3 gobiernos han impulsado de manera significativa el proceso de actualización de la infraestructura vial, lo cual debe ser reconocido y continuado por los nuevos gobernantes.

De cara al porvenir: repercusiones y acciones

Un análisis menos caliente de los recientes resultados electorales y acontecimientos políticos nos debe llevar a una profunda reflexión, a un mea culpa y a un acto de contrición sinceros por parte de aquellas instituciones y personas que de manera poco civilizada poco aportaron en las jornadas vividas.

Sea lo primero, reconocer que la presencia de los expresidentes, y lo digo de la manera más respetuosa, ha resultado anodina y sería conveniente que se dedicaran a disfrutar de un buen y digno retiro de los asuntos políticos.

Segundo, la necesidad de refundar a los llamados partidos tradicionales y tratar de convertir en verdaderos partidos políticos al cúmulo de movimientos de todos los pelambres que hoy existen y que enturbian y en poco contribuyen al bienestar del país.

¡Sin partidos políticos no hay democracia! Ojalá lo entendamos y actuemos en consecuencia.

Lo tercero, el fracaso del mal llamado sistema educativo colombiano para formar ciudadanos y crear ciudadanía. Está bien que la gente emplee como argumento el “derecho a opinar”, pero en este caso, con argumentos. Sino seguiremos siendo un rebaño de ovejas listo para que los lobos caudillistas sigan haciendo de las suyas respaldados por la ignorancia política reinante.

Lo cuarto, la necesidad del cumplimiento de unos principios profesionales mínimos, sin siquiera pensar en la existencia de códigos de ética, –pues un código de ética no se le niega a nadie–, no solo para los medios de comunicación, sino para quienes emplean los distintos tipos de canales de comunicación entre los cuales sobresalen por su propensión a ser empleados irresponsablemente, las redes digitales de todas las clases.

Lo quinto, tiene que ver con la creación y presentación de los programas de Gobierno que se han convertido en un requisito de forma, ya que quienes tienen experiencia los saben elaborar de modo que, a punta de generalidades, lugares comunes y esquemas de presentación apropiados, permiten que todo lo que se diga o todo lo que se interpele pueda ser “ubicado” fácilmente dentro del texto, que entre otras curiosidades casi nadie lee.

Lo sexto, hay que reconocer que se ha desgastado completamente el formato de los mal llamados “debates televisivos o presenciales”, que no son debates sino un espacio que, si es medianamente bien utilizado, sirve para vender una imagen personalista o para enunciar generalidades, o si no, como ha venido ocurriendo, para descalificar a los contendores de turno, no siempre de buenas maneras.

Lo séptimo sería llamar la atención para propender, o mejor exigir, el uso de un buen y respetuoso lenguaje y el manejo de las buenas maneras que deben emplearse para desarrollar el proceso de las campañas electorales. La campaña que recién termina pasará a la historia como una de las más grotescas, rastreras, vulgares y mal educadas por parte de los precandidatos, los candidatos, sus equipos de trabajo y sus seguidores.

Recordemos a Gustav Malher cuando dice: “La tradición es mantener el fuego vivo, no adorar las cenizas”.

¡Todo por Colombia, nada contra Colombia!

De cara al porvenir: a cicatrizar heridas y a trabajar

Por fin terminó la bien denominada contienda electoral y ya tenemos nuevo presidente… ¡Siquiera! Qué espectáculo tan bochornoso han tenido estas recientes campañas y jornadas electorales donde la mala educación, la falta de escrúpulos y la falta de propuestas serias fueron parte del común denominador de todos los precandidatos y de los dos candidatos que finalmente llegaron a la instancia final.

Es de suponer que, con estos resultados, donde no se ha apoyado a ningún candidato, sino que se ha jugado, por un lado, con el “contra-Petrismo” y por el otro lado con el “contra Rodolfismo”, este esquema haya llegado a su fin y que no nos tengamos que resignar con el ganador que hasta ayer era contrincante y que desde el día de la elección ha debido comenzar a trabajar en la cicatrización de las heridas que ha dejado este combate. Que trabaje como nuestro presidente, el presidente de todos los colombianos sin excepción. ¡Esa es la democracia!

A un lado –y ojalá hayamos aprendido la lección–, debe quedar la promoción de la polarización del país que no deja nada positivo ni nada por rescatar.

Quienes hayan sido agentes de polarización deben buscar otras opciones de activismo político por el bien de la Patria que tanto dicen querer y defender.

Ahora es que se deben precisar las propuestas concretas y las estrategias a llevar a cabo para sacarlas adelante dentro del marco del respeto por la institucionalidad y de la constitucionalidad vigentes.

Adiós a los lugares comunes y a los discursos políticamente correctos. Todos esperamos ansiosos los esquemas para recobrar la confianza general en las instituciones, para erradicar la pobreza, para lograr la equidad, para alcanzar la justicia social y para desarrollar por fin un Estado de Derecho donde los principios constitucionales de la participación y de la descentralización dejen de ser una quimera y se vuelvan por fin una realidad.

“Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza” dice el pensamiento popular. Ojalá la elección de cuerpos directivos en el nuevo Congreso y la necesidad del nuevo gobierno por construir una coalición que le dé algún espacio de gobernabilidad, no se conviertan en los escenarios que nos lleven de nuevo por los caminos tortuosos y vergonzosos ya recorridos donde la mermelada, la mantequilla, la grasa o cualquier otro tipo de pócima, ha sido el detonante preliminar de la corruptela que ha de acompañar, si este es el caso, al nuevo período de gobierno.

Ojalá los temas que deben manejarse como “asuntos de Estado”, respaldados en las respectivas “políticas de Estado”, demuestren la seriedad del nuevo Gobierno. La defensa y el ejercicio de la soberanía nacional, las relaciones con los países vecinos, la posición integral y coherente con respecto al tema del narcotráfico, las posturas que se asuman con respecto a los conflictos internacionales, las estrategias a respaldar y a implementar para enfrentar el cambio climático y la integración a la economía y al comercio mundial, serán los hitos que signarán en el tiempo el legado del nuevo gobierno y la calificación del nuevo gobernante como simple presidente o como estadista.

Ya estamos cerca a transitar por la primera cuarta parte de este siglo y se requiere de un buen timonel y de una buena tripulación para que las tormentas y los nubarrones que hoy están presentes o que nos acechan tanto a nivel planetario como en el ámbito regional y local, no den al traste con las ilusiones, las expectativas y las esperanzas del pueblo colombiano.

No hay espacio para más frustraciones ni dilaciones. ¡Se requieren resultados y pronto!

¡Buen viento y buena mar al nuevo gobierno!

De cara al porvenir: fuera de contexto

De vez en cuando a los humanos se nos “chispotean” opiniones o comentarios que definitivamente reflejan una descontextualización absoluta, o un sentido del humor muy refinado.

Decía recientemente mi muy admirado Pep Guardiola, de pronto adolorido por la eliminación a la final de la Champions, que “es más importante ganar la Premier Ligue que la Champions, porque la Liga Inglesa tenía muchos más partidos que la Champions”. Argumento peregrino e ingenuo que no se corresponde con la madurez que tradicionalmente ha mostrado el gran Pep.

A otro que se le fue la mano fue al presidente Duque, quien, en reciente viaje a Inglaterra, en una entrevista a la BBC de Londres le respondía al periodista, refiriéndose a las elecciones presidenciales en Colombia, que “…Déjeme decirle algo, si yo pudiera presentarme a la reelección, estoy seguro que estaría en la pelea y sería reelecto porque tenemos importantes resultados para mostrar”. Está claro señor presidente que su círculo de áulicos, lo tienen fuera de contexto, muy lejano a la realidad, lo que hace que su respuesta parezca sacada de los “Cuenta chistes” de Sábados Felices.

El siempre extravagante expresidente Trump, sostiene que “hay que armar a la población para poder controlar las masacres que se presentan cada vez con más frecuencia en los Estados Unidos”. Bueno, tiene razón quien asegura que cada cual tiene su propia lógica y su personal razón en su mundo particular.

Algunos otros argumentarán que para acabar con la pobreza hay que acabar con los ricos, y entonces nivelaremos por el rasero inferior y todos saldremos perdiendo.

Como sostiene Simón el Bobito, el bello personaje de Rafael Pombo ante la necesidad de eliminar un cúmulo de tierra que estaba estorbando en el camino: “Vio un montón de tierra que estorbaba el paso y unos preguntaban ¿Qué haremos aquí? Bobos dijo el niño resolviendo el caso; que abran un grande hoyo y la echen allí”.

Y qué decir de aquel que ante una situación particular no erradica sus causas, sino que se va por las ramas, o como dice el dicho “vende el sofá”.

Otro de los temas que llama la atención son los anuncios rimbombantes, que roban minutos en los noticieros y mojan páginas de los medios escritos y que después no resultan con nada.

Tal es el caso de los famosos “Ventiladores con sello paisa” que en medio de la crisis inicial de las unidades de cuidados intensivos -UCIS- ante el primer pico de la pandemia, se anunciaron como una alternativa real económicamente mucho más accesible, pues mientras un equipo convencional en su momento costaba alrededor de $ 100 millones, reproducir este diseño local, costaría unos $ 4 millones (El Colombiano, marzo 22 de 2020). Parece ser que el Invima tuvo algo que ver con la no factibilidad final, pero ahí es donde uno duda, de manera razonable, cual es la real cultura investigativa que tenemos en este bendito país.

Otro asunto que merece una atención especial es la de los llamados emprendimientos, la mayoría de las veces confundidos con las actividades de auto empleo o de auto subsistencia y el par de unicornios que hoy tenemos para mostrarle al mundo.

Llevamos casi todo lo corrido del este siglo hablando del tema y parece ser que la cosa no cuaja como debería cuajar.

Quisiera rescatar una bella frase de nuestro gran poeta Rafael Pombo cuando expresa: “Yo soy de Colombia entera y de un trozo de ella, jamás”.

De cara al porvenir: el camino de la vida

Bajo la perspectiva de mis 64 años largos de vida, es evidente que ese período de tiempo tan significativo para mí, pero tan insignificante para el universo, ha estado marcado por algunos acontecimientos, hitos y mojones que han dejado huella a través del tiempo.

Hablo solamente de acontecimientos no personales ni familiares, sino propios del entorno.

Miro hacia atrás y recuerdo como si fuera hoy la noticia radial de la muerte del Papa Juan XXIII, del asesinato del presidente Kennedy y de Martin Luther King. La visita del general Charles de Gaulle durante el gobierno del presidente Valencia. La muerte de “Sangrenegra”. Las protestas estudiantiles en Francia, los viajes espaciales y la llegada a la Luna, la muerte del Che Guevara, el festival de Woodstock, la visita del Papa Pablo VI en el gobierno de Carlos Lleras, el empate 4 a 4 con la Unión Soviética en el mundial del 62 y el mundial del 70 con el Brasil del ensueño.

Nuestro Festival de Ancón, las Bienales de Arte de Coltejer. Los crímenes cometidos por “Carevieja”, Pedro Nel Goéz Tavera y Posadita, y el secuestro y asesinato de Diego Echavarría Misas, que estremecieron la parroquia. La llegada de la televisión a color, los Juegos Panamericanos de Cali, las hazañas del boxeador Bernardo Caraballo, de Pambelé, de Rocky Valdés, de Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, de Álvaro Mejía y de Víctor Mora con sus triunfos en la maratón de San Silvestre, además de los Juegos Centroamericanos y del Caribe del año 1978.

El incendio del Edificio de Avianca, el traslado del Edificio de Cudecom, la demolición del Teatro Junín, la construcción del edificio Coltejer y las sucesivas ampliaciones del Estadio Atanasio Girardot.

El Frente Nacional, las elecciones enredadas que perdió el general Rojas Pinilla, la guerrilla, la guerra de Vietnam, los viajes de Nixon a Rusia y China, y luego su renuncia, las acciones mediáticas del M19, las matanzas de José Fedor Rey y/o Javier Londoño y la masacre de Tacueyó. La Guerra de las Esmeraldas. La toma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, la bonanza marimbera, las crisis financieras locales, el derrumbamiento del Grupo Grancolombiano y de don Félix Correa, la primera Copa Libertadores del Atlético Nacional, el asesinato de Andrés Escobar, las gestas ciclísticas de los “escarabajos”. El atentado contra el Papa Juan Pablo II. Algunos temblores de tierra que afectaron entre otras poblaciones a Manizales y a Popayán.

El asesinato de varios candidatos presidenciales, las bombas en El Espectador y el DAS, la derribada del avión de Avianca, las primeras extradiciones, la muerte de Pablo Escobar.

Los reinados de belleza de Cartagena, la Feria de las Flores y los alumbrados navideños, así como la visita a los monumentos en Semana Santa, las temporadas de zarzuela y de teatro, los primeros Festivales Internacionales del Tango, el surgimiento de la “nueva ola” con los grandes baladistas, el boom literario latinoamericano.

La inauguración de la fuente del Parque de Bolívar. El Renault 4, la construcción del Palacio de Exposiciones, la llegada del primer avión Jumbo al aeropuerto Olaya Herrera, la puesta en funcionamiento de la Avenida Oriental, la inauguración del Aeropuerto José María Córdoba y la inauguración del Metro de Medellín, de Teleantioquia, de los Cables, del Edificio Inteligente de EPM, del Museo de Antioquia y de la Plaza de Botero, y el Premio Nobel de Literatura para nuestro gran Gabo.

Para mis coetáneos y contemporáneos, es posible que estos sucesos sean también comunes y que de alguna manera vamos envejeciendo juntos a medida que nuestro entorno se va transformado y que quienes han sido, ya no son.

De cara al porvenir: dinámicas recurrentes

Como un perrito que trata de morderse la cola, la industria de la aviación comercial en Colombia de los últimos años presenta una serie de dinámicas recurrentes, nada originales y que siempre llevan a que el pez grande se come al chico pero que ese pez grande se mantiene en crisis permanente y es sujeto de períodos de aceptables, regulares y malos resultados.

Hagamos memoria con nombres propios: Avianca usa a su filial SAM para conformar con ACES la llamada Alianza Summa, que finalmente llevó a la desaparición tanto de SAM como de ACES.

Posteriormente Avianca absorbe a Helicol y se queda con Tampa Cargo, compra a Aerogal, a Aero Unión y a TACA, hasta que en estos días se habla de la fusión con la línea de bajo costo Viva Air, que también desaparecerá.

En este proceso se salvó de ser tragada Aerorepública para caer en manos de COPA.

En estos momentos está naciendo Ultra Air, que con absoluto convencimiento vivirá el proceso y el ciclo de las empresas anteriormente mencionadas.

A lo anterior se suma la nueva ecuación Avianca+Viva+Gol (de Brasil).

Lo anterior no es una crítica, sino una breve reseña.

Los inversionistas dentro de un mercado abierto hacen negocios y aquel que esté mejor preparado pues saldrá triunfante.

Las preguntas que quedan en el aire son ¿Y a todas estas el gobierno colombiano les ha dado y les seguirá dando la mano a estos actores? ¿Bajo estas estrategias y estos métodos de negocio, sí se crea valor o este valor es destruido sistemáticamente? ¿Sigue siendo vigente la visión nacionalista de que cada país debe tener su propia aerolínea?

Una visión semejante se presenta en el factor de las gaseosas, los jugos naturales, las cervezas y las tiendas o supermercados. Aparecen pequeñas empresas de gaseosas, jugos o cervezas, y a base de calidad y servicio se hacen visibles y pellizcan una pequeña porción del mercado, tratando no de crecer, sino de que el gigante del sector las tenga en el radar y finalmente las compre.

Situación semejante presentan las pequeñas cadenas de supermercado de ciudades intermedias o de los barrios de las grandes ciudades que crecen en número de puntos de venta hasta que logran ser reconocidas por los grandes almacenes de superficie, quienes finalmente las adquieren.

¿Emprendimientos? ¿“Cría” de negocios para luego venderlos?

El crecimiento de la participación en el mercado es uno de los principales indicadores para medir el estado de una empresa en términos de viabilidad y sostenibilidad. Para crecer en la participación del mercado existen varios caminos y uno de ellos es comprar a la competencia.

El grande sectorial aprovechará el gran esfuerzo inicial del gestor o los gestores empresariales que han hecho ingentes esfuerzos por darle inercia a la actividad empresarial y una vez creada esa dinámica, adquirirla.

Por ahora, nuestra economía crece a paso de tortuga, y algunos siguen considerando el desatrace con respecto a los efectos de la pandemia como crecimiento, lo cual es incorrecto e ingenuo.

De cara al porvenir: prudente optimismo

De cara a los acontecimientos que por estos días nos entretienen, tengamos en cuenta algunos aspectos que nos obligan a no tirar la toalla, a persistir, insistir y nunca desistir, pero manteniendo siempre un prudente optimismo.

Acaba de concluir la cumbre de Davos que volvió a ser presencial y los analistas muestran preocupación por una probable recesión económica mundial. No hemos terminado de dominar al COVID-19 y ya vamos por la cuarta de “N” dosis y están apareciendo nuevas variantes. Una de las principales ciudades chinas, Shanghái, continúa encerrada por cuarentena. Crece de nuevo el nivel de contagios a nivel mundial, aparecen nuevas variantes y para colmo, aparece la llamada “Viruela del Mono”. Continúan los tropiezos en los flujos logísticos de aprovisionamiento a nivel planetario y la guerra entre Rusia y Ucrania va para largo. Y sin que podamos pasarlo por alto, el cambio climático comienza a mostrar pequeños pero graves anticipos de lo que serán sus impactos y repercusiones a nivel mundial.

En lo local, hay un revolcón a nivel político, pues los poderes tradicionales han sufrido un descalabro electoral sin precedentes, ante lo cual tendrán que hacer un análisis de conciencia y sobre todo un gran propósito de enmienda que les permita no solamente ejercer una oposición adecuada, sino irse preparando como alternativa real para los comicios del 2026.

Los resultados de la primera vuelta son una bofetada enorme al establecimiento.

No se puede seguir pensando que temas como el mal gobierno, el deterioro de la imagen del expresidente Uribe, la corrupción, la impunidad y los permanentes escándalos se pueden seguir tapando con las manos, pues ante la evidencia de las urnas, pues no es así.

No podemos dejar a un lado ni la iniquidad, ni la pobreza, ni los impactos del narcotráfico, ni la crisis del campo, ni la informalidad de la economía, ni la problemática de la tenencia y la propiedad de la tierra, entre otros temas álgidos, que son todos asuntos estructurales, que deben ser enfrentados con creatividad, compromiso, continuidad y sobre todo con una verdadera voluntad política, así como comprometerse en serio, de una vez por todas, con el tema de la paz.

Ojalá se tuviera la claridad conceptual en términos políticos y la entereza moral y organizacional para enfrentar estos cuatro años que vienen bajo un verdadero esquema de gobierno-oposición, para comenzar a dar síntomas de que por el lado de los perdedores se está pensando en algo serio y diferente a lo tradicional.

Habrá que fortalecer a los partidos políticos y entender, por fin, que sin partidos políticos no hay democracia y que los llamados movimientos políticos son figuras temporales y de coyuntura.

Se ha criticado y se critica con enorme acidez a los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta, pero ¿se esperará de manera oportunista y descarada hacer parte de la burocracia del próximo gobierno?

¡Amanecerá y veremos!

Es el momento de poner los ojos sobre la sindéresis, la coherencia y la consecuencia de ganadores y de perdedores… Es lo malo de hacer campañas ofensivas y descalificadoras, pues finalmente, alguno tendrá que ganar y los perdedores querrán al menos sobrevivir en términos políticos.

Tengamos en cuenta que ninguno de los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta tiene mayorías en el Congreso de la República. Ojalá quien resulte electo como presidente de los colombianos y los Congresistas recientemente elegidos no nos salgan con más de lo mismo y que la mermelada, la mantequilla, la grasa, los ungüentos o la pomada no aparezcan de nuevo tratando de conseguir por parte del gobierno entrante, la gobernabilidad que se requiere para sacar adelante sus principales proyectos bajo el ejercicio democrático, contando con la coalición que le permita obtener las mayorías necesarias. ¡No más corruptela a la luz del día y ante los ojos de todos!

El sol seguirá saliendo, nacerán y morirán colombianos, tendremos que seguir trabajando, la Selección Colombiana de Fútbol sigue sin técnico y como dice la protagonista de la película “Lo que el viento se llevó”, Scarlett O’Hara en su última e histórica frase, “Mañana será otro día”.

De cara al porvenir: bellaquerías al día

La palabra bellaco ya poco se usa. Aclaro, la palabra, porque los bellacos siguen y seguirán existiendo y, posiblemente, van en aumento. Según el diccionario de la RAE, son sinónimos de bellaco, malo y ruin, y es ruin quien es vil, bajo y despreciable.

Dos sucesos recientes hicieron volver a mi mente esas palabras.  El primero de esos hechos fue el ocurrido en el Metro de Medellín con una mujer lactante que con toda naturalidad alimentaba a su bebé, sentada en uno de los vagones del tren (resaltemos, sí, que posiblemente alguien atento y educado le había cedido el puesto).

Ese hecho normal, natural y francamente hermoso, ocasionó una airada queja por parte de un ciudadano posiblemente recién llegado por un agujero de gusano directamente desde el siglo XII, por la “falta de respeto a los usuarios del sistema Metro”. Este ciudadano se fue lanza en ristre contra la madre lactante y contra el Metro por ejecutar la una y permitir la otra, semejante ofensa a la moral. “…lástima del Metro”, concluyó su enérgico trino. Pero, por fortuna, la sensatez es escasa, pero existe y hay quienes la practican y el Metro dio una elegante pero contundente respuesta: “Sí, una lástima…tu comentario”. Igualmente, tranquiliza y da esperanzas, la reacción generalizada de solidaridad de la ciudadanía para con la madre lactante y con el Metro de Medellín.

El otro hecho que refleja dramáticamente lo ruin, lo vil, lo bajo y lo despreciable que puede llegar a ser el ser humano, es el veto por parte de unos padres de familia de un prestigioso colegio de Medellín a unas niñas, por el hecho de ser las hijas del suspendido alcalde de Medellín. Si ese es el ejemplo que estos padres de familia dan a sus hijos son ellos los que deben ser proscritos del sistema educativo.

Es impresentable que se ataque a unas niñas y se les pretenda limitar su derecho a la educación por diferencias ideológicas con sus padres, aunque se sostenga que es una cuestión de principios. Terribles principios los que soportan semejante acto de exclusión, discriminación e intolerancia. Llama la atención que la carta por medio de la cual se hace el reclamo al colegio no aparezca firmada. Qué peligrosa mezcla: bellacos y taimados. Pero bueno, seguramente aparecerían firmas como Torquemada, Savonarola y algunos otros grandes defensores de los principios.

(Entre otras cosas, a veces nos preguntamos por qué existen tantos resentidos… a lo mejor hay explicaciones).

De nuevo, por fortuna, apareció la sensatez de la Señora Rectora (así, con mayúsculas) para rechazar con toda verticalidad la carta del grupo de padres de familia y les recordó que los principios de su colegio se basan en “valores como el respeto, la tolerancia y las actuaciones democráticas”.

Y, dejemos así. Podríamos tomar otros ejemplos de grandes bellaquerías nacionales y mundiales, pero con estos dos basta y sobra para reconocer que la bellaquería sigue al día.

De cara al porvenir: las cosas que pasan

Tomo el título de este artículo de la famosa, descriptiva y, para su época, subversiva canción de Piero. Y es que en Colombia pasan tantas y tantas cosas que no es fácil resistir la tentación de referirse, por lo menos, a algunas de ellas.

Lo primero que amerita comentario, es la situación que se vive en la alcaldía de Medellín y para abordar el tema es necesario devolverse en el tiempo hasta las elecciones en las cuales fue elegido el alcalde Quintero. Creo que ya hoy pocos dudan que Quintero ganó las elecciones, como se diría en la jerga futbolística, por “W”, es decir, por falta de contrincante. Luego, quienes perdieron las elecciones buscaron un mecanismo para sacar al alcalde de su cargo: la revocatoria del mandato, mecanismo ciertamente legítimo y constitucional, pero, en este caso, bastante forzado en cuanto a sus causales, pues la revocatoria no tiene cabida por el solo hecho de que a uno no le guste el funcionario a quien se pretende revocar. El proceso de revocatoria fue liderado por ciudadanos seguramente bien intencionados, pero absolutamente erráticos en su empeño, con más apasionamiento que acierto y, finalmente, pasó lo que pasó: la revocatoria se hundió.  (A propósito, amable lector, ¿pondría usted un proceso serio y delicado como una revocatoria de mandato en manos de alguien a quien le dicen El Guri?).

Fracasada la revocatoria, se investigó al alcalde por hacer lo que hacen todos quienes ejercen cargos públicos, desde el presidente hacia abajo: participar en política. Independientemente del análisis sobre la pertinencia o no de prohibir dicha participación en política, prohibición que no existe en otros países con democracias más sólidas que la nuestra, habría que reconocer que al alcalde Quintero se le fue la mano en la manera de participar a favor de un candidato. Pero también hay que reconocer que la medida de la suspensión es jurídicamente discutible y políticamente desastrosa para los interesados en retirar al alcalde de su cargo. Es más que previsible que en poco tiempo Quintero será reintegrado a su rol y regresará como víctima y como héroe repitiendo lo sucedido con Gustavo Petro en Bogotá. Le adelantaron la cuota inicial para una futura candidatura presidencial.

Comentario aparte merece la desatinada decisión del presidente, que solo calificaré como una muestra inmadurez, de nombrar alcalde encargado a alguien abiertamente opuesto al movimiento representado por Quintero. Por supuesto también es digna de comentario la actitud arrogante, desafiante y farandulera en la que llegó el alcalde encargado. No dejó de causar gracia cuando en alguna entrevista se refirió a Quintero como “mi antecesor”. Definitivamente el sentido del ridículo desapareció de la faz del planeta. Qué fácil habría sido manejar esta situación como se manejó, con tino y prudencia, lo ocurrido en el departamento de Antioquia con la suspensión del gobernador Gaviria.

Y, en esta época, es imposible no referirse a la campaña electoral. De nuevo unas elecciones en las que queda un gran vacío: ¿dónde están los estadistas? Si gana Petro, posiblemente también se podrá decir ganará por “W”. Si gana otro candidato, habrá que decir que se votó por él para que no ganara Petro. Qué ausencia de ideas, qué repetición de lugares comunes, qué debilidad programática. Qué actitud pendenciera y ofensiva frente a los contrincantes. ¿No habrá en Colombia personas con mejores perfiles, en todo sentido, que los máximos aspirantes a ocupar la presidencia?

En fin, por ahora permanezcamos aquí, en la puesta de un bar, viendo a Colombia, pasar y pasar…

De cara al porvenir: y el mundo sigue andando

Sea cual sea el resultado de la próxima contienda electoral por la Presidencia de la República, el sol seguirá saliendo oportunamente, el cambio climático nos irá matando de a poco, los poderes en lo global, lo nacional, lo regional y lo local seguirán en confrontación permanente y continuada, defendiendo sus intereses, la pandemia no se encuentra totalmente controlada y es posible la presencia de un rebrote global.

El nuevo presidente no tendrá mayorías en el Congreso, por lo cual, de nuevo, aparecerá la fórmula de la “mermelada” bajo cualquier otra rebuscada denominación, en la búsqueda de una pretendida gobernabilidad, lo cual, de nuevo, institucionalizará como ha sucedido en casi todos los gobiernos anteriores, la corruptela en el nuevo gobierno.

En Colombia los poderes económicos se acomodarán y/o reacomodarán de acuerdo con su conveniencia, lo mismo que los medios de comunicación.

Los políticos de siempre seguirán dando lora, eso sí, poniendo sus intereses personales por encima de los objetivos generales. Los escándalos seguirán siendo el pan de cada día y volveremos a ver en la pasarela nacional, a algunos que se fueron y que ya comienzan a regresar.

La corrupción seguirá con su ritmo galopante y este narco país seguirá evidenciando la existencia de múltiples poderes paraestatales, donde los territorios pobres seguirán siendo pobres, donde el crecimiento demográfico seguirá su crecimiento lento pero seguro y donde los problemas con los vecinos tienden a agravarse si no se toma el toro por los cachos y no se define una política de Estado para el manejo de las relaciones internacionales, asunto en el que estamos coyunturalmente en desventaja.

Las grandes reformas estructurales, dilatadas por decenios, no se harán o se harán de manera parcial, más para dejar constancia que para resolver los grandes problemas que hoy enfrentamos.

El campo continuará estando relegado y la discriminación hacia nuestros abnegados campesinos seguirá manteniéndolos alejados de muchos de los servicios y beneficios con los cuales se cuenta en las ciudades.

La gente buena seguirá existiendo, pero ante el deterioro económico, político y social, en términos de iniquidad y pobreza, la delincuencia mantendrá un entorno en un estado permanente de zozobra que nos afectará a todos por igual, en el entendido de que la riqueza se seguirá concentrando y el imperio del miedo se seguirá consolidando.

Las marchas o las expresiones de descontento no tendrán por qué dejar de suceder y al nuevo gobierno le corresponderá enfrentar todos los retos imaginados y por imaginar.

De cuando en cuando habrá un feminicidio, un escándalo por abuso contra los niños; los líderes sociales y los reinsertados seguirán cayendo, las minorías continuarán estando en riesgo y nuestra vida seguirá su curso, semejándose cada vez más a una noria que nos mantiene atados a un yugo esclavizante.

Seguiremos expectantes no solo por el ejercicio tan nuestro de la gabinetología para especular quiénes podrían ser nombrados ministros, pasando a un segundo plano mientras no se resuelva el tema del nuevo técnico de la Selección Colombiana de Fútbol, que entre otras cosas seguirá siendo manejada por ese pequeño círculo cerrado de personajes oscuros llenos de enredos y de intereses.

Afortunadamente para el nuevo presidente, sus primeros 100 días estarán relegados del interés del común, pues estaremos pendientes del Mundial de Fútbol a realizarse al finalizar el año y al cual obviamente no iremos.

Alguien con todo derecho dirá que la anterior enumeración de sucesos es muestra de un pesimismo o de un negativismo extremo, lo cual respeto, pero no comparto.

Quienes ya pasamos de los sesenta años, tenemos una visión clara de la dinámica de nuestro país y por eso, si acaso, mantenemos un “optimismo moderado”.

¡Qué más quisiera uno que poder percibir algún síntoma que demuestre que se está equivocado!

Recordemos a Marguerite Yourcenar cuando sentencia que “Tener razón demasiado pronto es lo mismo que equivocarse”.

De cara al porvenir: ¿qué vamos a hacer con nuestro carbón?

En el pódium de los principales productos que configuran nuestra base exportadora, aparece el carbón, y es gracias a este producto que hemos podido sobrevivir con menos sobresalto a los vaivenes del precio del petróleo en el ámbito internacional, en diferentes momentos del tiempo.

El carbón ha sido uno de los principales productos que han acompañado a la humanidad en el último milenio. Primero el carbón de leña que casi acaba con la floresta inglesa y luego el carbón mineral, como elemento de primer orden en los procesos de industrialización, al aparecer los motores y las máquinas a vapor.

La crisis ambiental que sufre el planeta hoy ha obligado de manera tardía a enfrentar con alguna voluntad política este fenómeno que podría llevar a la humanidad a su colapso.

El cambio climático como uno de los principales vectores de la crisis, lleva a enfrentarnos directamente con el uso o no de los combustibles fósiles, dentro de los cuales aparece obviamente el carbón.

Los recientes compromisos por tratar de hacer frente al cambio climático parten de declaraciones y compromisos por parte de los países industrializados para ir disminuyendo paulatinamente el uso de los combustibles fósiles, hablando de puntos de llegada a mediados del presente siglo y para el caso del carbón, se habla y se firman acuerdos para dejar de consumirlo en ciertas regiones del planeta al finalizar el presente decenio, es decir, al 2030.

Como “una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando”, la guerra entre Rusia y Ucrania ha dejado al descubierto la enorme dependencia de muchos de los países dizque poderosos del petróleo y sobre todo del gas ruso, lo que podría llevar a atrasar el cumplimiento de los compromisos pactados con respecto a dejar de usar el carbón en el corto plazo, lo cual evidenciaría, de nuevo, que el corto plazo se impone al largo plazo y que entonces las economías  están por encima de la sostenibilidad del planeta, lo cual muestra lo “cabeciduros y egoístas que somos”.

Para un país subdesarrollado como Colombia, lo anterior podría ser visto como una “buena noticia”, aun cuando el que pierda sea el planeta como un todo, sin olvidar que nosotros los colombianos, también hacemos parte y estamos en ese planeta agonizante.

Sin embargo, es importante que hagamos un detente y pensemos un momento: antes del inicio de la guerra entre Rusia y Croacia ya se conocía la decisión de la Comunidad Europea, de Israel, y aún de China, que son nuestros principales compradores de carbón, de disminuir el volumen de compras hasta llegar a un punto de no trabajar más con carbón.

La pregunta seria es: ¿y quiénes, en este momento, están estudiando en Colombia la manera cómo vamos a reemplazar para nosotros este importantísimo renglón de exportación? ¿El gobierno? ¿Los gremios económicos? ¿La academia?

Que yo sepa, ninguno, lo cual evidencia una vez más el pequeño país al cual pertenecemos y a la mentalidad indolente que nos domina.

Si fuéramos un país serio, que no lo somos, todos los recursos de investigación destinados por Minciencias deberían orientarse a buscar soluciones y alternativas a este problema y todas las instituciones de educación superior deberían estar preocupadas por este asunto de innegable importancia para la sostenibilidad del país.

Lamentablemente, esto no es así y lo más seguro es que ni siquiera tengamos conciencia de la dimensión del problema al cual estamos enfrentados.

¿Con cuáles productos, bienes o servicios vamos a reemplazar y a compensar los miles de millones de dólares que nos genera la exportación de carbón?

¿Cuál va a ser el impacto que sufrirán las comunidades que están asentadas en geografías carboníferas cuyo día a día gira alrededor del carbón?

¿Será que nos tendremos que comer nuestro carbón por falta de previsión?

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: posibles escenarios

Una de las principales herramientas que nos ofrece el ejercicio de la planeación, fuera de la tradicional y desgastada DOFA, es la llamada construcción de escenarios, donde finalmente lo único que se hace es responder a la pregunta: ¿Qué pasa sí?

En un país donde para las elecciones presidenciales de 1950 fue asesinado el candidato Jorge Eliécer Gaitán, y para las elecciones de 1990 fueron asesinados los candidatos Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, nada nos puede extrañar y lo único que queda es confiar en que esas épocas de bárbaras naciones no se repitan y que nos comportemos y respondamos con hechos de paz y de civilización.

En un período electoral signado por la irresponsabilidad e incompetencia del Registrador Nacional del Estado Civil, quien no renuncia a pesar de haber reconocido que se le embolataron 1 millón de votos en las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo, donde la Procuraduría no se pronuncia, donde el ejecutivo se hace el de la vista gorda y donde las “fuerzas vivas del país” pareciera que estuvieran muertas, es impensable imaginar que somos capaces de hacer repetir las pasadas elecciones, lo cual, por ingenuo que parezca, debería ser así. Por lo tanto, hemos dejado abierta puerta para que quienes resulten perdedores en la primera o en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, tengan todas las posibilidades, todos los argumentos  (y hasta la razón y el derecho) de considerar que el resultado será fraudulento, lo cual tendrá un costo enorme para esta pobre democracia colombiana, ya que quien resulte electo, quien quiera que sea,  mantendrá una sombra de duda sobre la transparencia de los resultados y asumirá el costo de la no legitimidad.

Se añade a esto la incapacidad o la falta de voluntad de la dirigencia de la clase política para evitar la enorme polarización que hoy sufre el país y que es azuzada hoy desde casi todos los sectores sociales, políticos y económicos del país, agravada por la utilización irresponsable de las redes sociales.

Otra situación que enrarece el ambiente es la bajeza con la que se ha atacado desde distintos frentes a algunos candidatos, lo cual puede generar resentimientos y por qué no, espíritu de revancha.

Para el presente análisis parto de la hipótesis de que Gutiérrez y Petro pasan a la segunda vuelta.

Escenario 1: gana Petro

Sub escenario 1: En este sub escenario, el candidato Gutiérrez no reconocerá la victoria de Petro, lo cual generará tensiones inmediatas en el Congreso y en las relaciones con el “establecimiento”.

Las reacciones de inversionistas y empresarios mostrarán inicialmente síntomas de temor y desconfianza.

Algún sector militar se podrá sentir tentado a realizar alguna escaramuza que pretenda impedir la posesión del ganador.

A Petro le corresponderá buscar negociaciones con el Congreso para alcanzar las mayorías que requiere para sacar adelante sus principales propuestas de gobierno, abriendo de nuevo el paso al uso de la mal llamada eufemísticamente “mermelada”, sabiendo que finalmente a eso se le denomina corrupción.

Sub escenario 2: Gutiérrez, en un acto de altura democrática aceptará el resultado, lo cual facilitará la transición de poder y generará algunas condiciones propicias en la búsqueda de la pretendida gobernabilidad.

Los empresarios e inversionistas estarán a la expectativa de las medidas que empiece a tomar el nuevo gobierno.

Existirán sectores militares con alto nivel de inconformismo.

Se abrirán condiciones para establecer coaliciones en el Congreso, lo cual nos llevará de todos modos al tema de “la mermelada, la mantequilla, o cualquier untura” con la que queramos disfrazar la corruptela.

Escenario 2: gana Gutiérrez

Obviamente Petro no reconocerá el resultado y es muy posible que se inicien una serie de movilizaciones de rechazo que entorpecerán las actividades cotidianas en el país, lo cual generará zozobra, incertidumbre, miedo y desconfianza.

Al gobierno saliente le corresponderá enfrentarlas en primera instancia, a través del uso de la fuerza, lo cual generará un gran desgaste y un mal ambiente para el día de la posesión.

Muchas voces pedirán la intervención de las fuerzas armadas y es posible que veamos interrumpida nuestra democracia.

Una vez posesionado, a Gutiérrez le corresponderá enfrentar una estrategia sistemática que busca no dejarlo gobernar, ante lo cual deberá tener listos planes de contingencia A, B y C.

Como vemos, el panorama no es muy halagüeño. Habrá que esperar a que en este tiempo faltante de campaña se calmen los espíritus, abunden las propuestas por parte de los candidatos, los medios de comunicación actúen con altura y con prudencia y que todos los colombianos entendamos que lo que está es juego es la estabilidad democrática del país.

Nota: es importante tener en cuenta la posible reacción de países como Nicaragua y Venezuela, con quienes hoy tenemos encontrones, y que nos podrían distraer, afectando nuestra soberanía y como dice el dicho, aprovechen para pescar en río revuelto.

Obvio que Norteamérica estará atento, si no es que para ese momento la situación de la guerra entre Rusia y Ucrania no le ha colmado toda su atención.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: de fallo en fallo

“Perder es ganar un poco” dijo hace algunos años el doctor Francisco Maturana y llovieron las burlas y las críticas. Ahora, los miembros del equipo de defensa de Colombia ante la Corte Internacional de La Haya y, para mayor vergüenza, el presidente de la República, celebran el fallo de dicho organismo como si se tratara de una decisión favorable para el país. Aunque en tiempos de posverdad nada debería sorprendernos, resulta lamentable que se pretenda distorsionar la realidad dando vueltas y vueltas a argumentos y razonamientos peregrinos. Da pena ajena ver al señor Carlos Gustavo Arrieta haciendo malabares para que los colombianos pensemos que su labor ante La Haya fue impecable y que se obtuvo un gran resultado.

Este doloroso asunto en que se perdieron 75.000 kilómetros cuadrados de aguas y podría perderse un significativo espacio de plataforma continental, ha estado plagado de desaciertos desde el principio y cuando en 2012 se profirió un fallo desfavorable para el país, como suele suceder, los responsables históricos pasaron de agache. Decisiones que debieron tomarse oportunamente cuando Nicaragua presentó su demanda en 1998, no se tomaron y quedamos sometidos a la decisión de un tribunal internacional, muy respetable, por cierto, para luego optar por la impresentable posición de no aplicar la sentencia, lo que en otras palabras se traduce en incumplirla. El nuevo y reciente fallo del mismo tribunal, aunque se quiera interpretar amañadamente en otro sentido evidencia las consecuencias del incumplimiento prohijado por nuestros gobernantes. Qué mal ejemplo incumplir fallos de tribunales legítimos a cuyas decisiones nos sometimos voluntariamente. ¿Qué diríamos si la sentencia del 2012 hubiera sido en nuestro favor y Nicaragua la estuviera incumpliendo?

Capítulo aparte merecen las declaraciones de uno de los candidatos más opcionados para ocupar la Presidencia de la República. No sé si por convicción, por desconocimiento o por el populismo propio de todas las campañas, el candidato Federico Gutiérrez manifestó que no negociará con Nicaragua –como lo recomienda el fallo– porque Colombia es una democracia y Nicaragua es una dictadura. Qué miopía y qué despropósito. Nicaragua podrá ser una dictadura, pero es un vecino y con los vecinos hay que coexistir y, si es del caso como en temas limítrofes, hay que negociar. Si esa es la visión de las relaciones internacionales del país para el nuevo cuatrienio, se confirma que todo es susceptible de empeorar.

De cara al porvenir: Colombia y Venezuela

Hijas del mismo proceso histórico, con un padre común, estas dos naciones son incuestionablemente hermanas por circunstancias particulares, condiciones que Colombia y Venezuela no han sabido asimilar, reconocer y potenciar. Si aprendemos a aprovechar esta estrecha vecindad que debe ser debidamente desarrollada, nos convertiría en un complemento reciproco útil para ambas sociedades, saliéndonos del marco forzoso donde la potencia continental nos ha colocado históricamente aplicando la estrategia romana de “Divide y vencerás”.

Con una extensión fronteriza de 2.219 km que va desde un punto en la Guajira hasta la piedra del Cocuy, con una punta de crecimiento por parte de Colombia a través de la Guajira, con un Punto Triple en un lugar de la Isla de San José en el Guainía donde coexisten las fronteras de Colombia, Venezuela y Brasil y el tener acceso a un golfo común, hace que Colombia y Venezuela deban resolver a la mayor brevedad la discusión que se tiene sobre la propiedad del Golfo de Coquivacoa para nosotros y del Golfo de Maracaibo para ellos, en el entendido que de acuerdo con el Derecho Internacional es claro que hay una porción de Golfo que es propiedad indiscutible de Colombia, que otra porción es propiedad indiscutible de Venezuela y que una porción debe ser compartida en alguna proporción por las dos naciones, que es lo que finalmente tenemos pendiente, así como definir la propiedad del Islote de los Monjes.

Este tipo de situaciones deben ser enfrentadas y resueltas sin temor, pues no pueden dejarse simplemente ahí, para que de pronto nacionalismos arrebatados por alguna de las partes impidan nuestro desarrollo y coexistencia armoniosa y pacífica.

Además, la convivencia entre vecinos es compleja en cualquier dimensión. Venezuela es y será vecina de Colombia y Colombia ha sido y será vecina de Venezuela.

De manera directa propongo que sea quien sea el nuevo presidente de Colombia, restablezca de inmediato las relaciones con Venezuela y que su primer viaje al exterior, una vez haya recorrido el territorio colombiano comenzando por San Andrés y Providencia, sea a Venezuela, donde en tono fraterno exprese abiertamente un argumento pragmático y real más o menos en estos términos: “Señor presidente Maduro, a usted no le gusta nuestra forma de Gobierno y a nosotros tampoco nos gusta la suya, pero esto no debe ser obstáculo para que mantengamos unas relaciones abiertas y transparentes basadas en el respeto y en el reconocimiento al principio de la autonomía de los pueblos. Usted señor presidente y yo, en unos años habremos desaparecido del planeta, pero nuestras grandes naciones, Venezuela y Colombia, continuarán su trasegar histórico, y nosotros debemos propiciar que ese recorrido lo hagan de la mano…”.

Una medida que demostraría la buena voluntad colombiana y la importancia que le da a las relaciones con el hermano País, sería nombrar al nuevo vicepresidente como embajador en Venezuela.

Es más, para el relanzamiento del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, sugiero que llevemos la propuesta de reconocer y legalizar como “zona franca espontánea” a Cúcuta y a San Antonio del Táchira. Es la misma gente, son las mismas costumbres –gastronomía, cultura, música, etc.–, tienen negocios comunes, se han emparentado, se desplazan abiertamente a lado y lado de la frontera atravesando el Puente Internacional. No hacerlo es un desconocimiento de la realidad y una miopía de características monumentales.

Otra acción para emprender de inmediato es rescatar la “Declaración de Punto Fijo”, firmada por el presidente Chávez y el presidente Uribe el 24 de noviembre de 2005, donde se acordaba por parte de los dos gobiernos la interconexión gasífera de la zona caribeña de ambas naciones y la construcción de un oleoducto que tuviera su origen en Venezuela y como destino los puertos colombianos en el Pacífico, para facilitar la exportación de petróleo a Asia.

Una responsabilidad conjunta es echarse al hombro la repotenciación de la Comunidad Andina de Naciones. Es una quimera en el corto plazo pensar o soñar en reconstituir a la Gran Colombia, pero es relativamente simple, buscar que el acuerdo de integración ya firmado hace decenios, comience por fin a dar frutos que beneficien a todos sus miembros.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: personajes

Lo que comienza mal, usualmente termina mal. El Registrador Nacional del Estado Civil, hablaba con tono amenazante y descalificador antes de las elecciones para Senado y Cámara, y ahora queda como un forro por la cantidad de problemas que se presentaron en el conteo de los votos y el alto nivel de desconfianza que se ha creado alrededor de su gestión y del importante procedimiento democrático que realiza la entidad a su cargo.

Ni qué decir de la Selección Colombiana de Fútbol y su fracaso anunciado. Lamentablemente la cúpula del fútbol colombiano, responsable directo de esta nueva frustración, supo realizar casi que al escondido su Asamblea General para hacerse reelegir por otros 4 años. Estos personajes que manejan el fútbol como cosa propia, están acabando con él y su atornillamiento en los cargos directivos semeja un comportamiento propio de sociedades oscuras.

Resulta imperdonable lo que viene sucediendo con el Inpec. Esto no es de ahora. Lleva muchísimo tiempo y ya sea por acción o por omisión, los altos funcionarios del gobierno son los responsables directos de lo que allí acontece.

Es un verdadero albur el resultado de la “gestión” de un presidente de Ecopetrol. Sin mover un dedo, su gestión puede ser calificada de brillante o de pésima, todo debido al comportamiento del precio internacional del petróleo, sobre el cual él no tiene ninguna posibilidad de intervención.

Se acabó este gobierno y finalmente Providencia no fue reconstruida como fue anunciado en su momento con bombos y platillos. Fuera del oso por el incumplimiento, les seguimos dando argumentos a nuestros hermanos raizales para que cada vez se desprendan más afectivamente de Colombia, que no solo los mantiene olvidados, sino que además no les cumple, en lo que parece una burla consuetudinaria.

Parece que el concepto de verano se embolató el último año. Llevamos un invierno continuado, con algunas intermitencias que los especialistas denominan como “veranillos” y cada vez el número de tragedias y de afectados aumenta. Un signo inequívoco de la magnitud del impacto invernal es que ya se comienza a hablar del riesgo que se tiene con el Canal del Dique y las catástrofes alrededor de La Mojana.

Muy complicada la dependencia que hoy se tiene y se pone en evidencia con respecto a países que hoy están en guerra para poder acceder a productos e insumos agroquímicos y combustibles fósiles.

La crisis de las EPS no para y cada mes están cerrando una. Hoy quedan 32 y hay 11 en riesgo Este es un ejemplo de la mala concepción y del mal funcionamiento de nuestro sistema de salud, a pesar de ciertos avances que son innegables.

La OCDE presenta una radiografía de la economía en Colombia y advierte de nuevo sobre la iniquidad pensional y del riesgo de llegar a un fenómeno de estanflación.

Mientras tanto se nombra al ministro de Hacienda como el mejor de Latinoamérica, lo cual, sin desconocer los atributos del ministro, está ligado al histórico estricto cumplimiento de Colombia a sus compromisos adquiridos con la banca multilateral.

Sigo insistiendo que el formato actual de los llamados “debates” con los precandidatos y luego con los candidatos a la presidencia, está mandado a recoger.

Habrá que esperar que en otras latitudes se inventen un formato nuevo para poder correr a copiarlo.

Nota final 1: reconoce el inepto y soberbio Registrador Nacional que en las pasadas elecciones no se contaron un millón de votos (El Colombiano, miércoles 13 de abril, páginas. 2-3), y no pasa nada. Obviamente a este personajillo no se le ocurre renunciar ni existe la voluntad política para sacarlo de su cargo. Sin embargo, yo como simple ciudadano y ante el reconocimiento pleno de que lo que voy a plantear es ingenuo, decretaría nulas las pasadas elecciones y las haría repetir. ¿Con cuál tranquilidad y confianza en la Registraduría vamos a participar todos, sin excepción, en las próximas elecciones?

Nota final 2: El próximo jueves, 21 de abril, la Corte Internacional de Justicia de La Haya dará a conocer su decisión sobre el litigio entre Colombia y Nicaragua por San Andrés en torno al no acatamiento del primer fallo, tal como lo decidió el gobierno Santos.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: dar línea

En un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, acompañado de una competencia intensa y global, es donde se puede evidenciar o no la existencia de una verdadera casta directiva, la solvencia, la experiencia y la experticia gerencial para enfrentar con éxito los retos que cada día nos trae.

El concepto Gerencia viene del latín “Gerare” que quiere decir, dirigir. Y dirigir es simplemente, marcar el rumbo, definir la ruta, establecer el camino que ha de seguirse para poder alcanzar los objetivos organizacionales básicos, cuales son: sobrevivir, desarrollarse y dar utilidades.

El ser gerente requiere no solo preparación, sino espíritu, compromiso, capacidad de aguante y capacidad de riesgo.

Un buen Gerente desarrolla habilidades que le permiten crear escenarios que le ayudan a prever acontecimientos.

Un buen Gerente es reconocido por sus superiores, sus pares y sus subalternos como alguien que es capaz de dimensionar adecuadamente la importancia de los eventos, de las acciones y de los problemas y sabe, además, anticipar sus efectos y posibles consecuencias.

Obviamente se requieren atributos como la claridad de objetivos, las buenas comunicaciones, la capacidad de hacer seguimiento y de servir de inspiración ante su equipo de trabajo, sin poder permitirse flaquezas, bajadas de guardia o desánimos, pues a él le compete el ser el ejemplo para seguir, el ser el líder a quien sus compañeros de trabajo o subalternos le han de creer y han de imitar. La lealtad, la paciencia y la persistencia, son otros atributos que deben acompañar al líder.

No por ocupar el cargo de presidente o de vicepresidente, de gerente o de subgerente, de rector o de vicerrector, de general o de coronel, de director o de subdirector, entre algunos ejemplos de nomenclatura, se quiere decir que se tiene la vocación y la capacidad para actuar y ejercer el cargo como verdaderamente se requiere, teniendo la capacidad de tener en la cabeza tanto lo macro, como lo micro, y en su debida proporción lo estratégico, lo táctico y lo operativo.

Nada más lamentable que un directivo o gerente que deba argumentar que “hay que obedecerle porque él es el que manda”. Quien tenga que apelar a esta afirmación es un imbécil y un incompetente.

Los subalternos saben medir las capacidades de su jefe temporal. Si toma o no las decisiones correctas y oportunas, si sabe expresar bien sus ideas, si tiene claros los objetivos, si tiene dimensionado el tamaño de los problemas y los enfrenta, si entiende las repercusiones de las variables que se desarrollan fuera de la organización y que pueden llegar a impactar la propia, en suma, debe tener credibilidad.

Los problemas son para resolverlos, no para coexistir con ellos. Es por ello necesario e imprescindible, una vez definida la ruta de acción, hacerles un seguimiento permanente a los cronogramas, los presupuestos y los responsables para poder ir sabiendo si las cosas se están haciendo con los resultados esperados o no. El seguimiento implica la conjugación del gerundio de modo que podamos ir construyendo el futuro. El seguimiento no puede ser solamente un ejercicio de revisar que pasó, sino de qué está pasando y de qué pasará.

Al subalterno hay que hablarle con la verdad. Los estilos gerenciales son muy distintos y hay directivos francos y directos y otros que les dan vueltas a las cosas, se van por las ramas, ya por delicadeza o ya por falta de carácter y de personalidad.

El Gerente debe ser consciente que la toma de decisiones, cualquiera sea su dimensión, toca intereses y generará adeptos o enemigos gratuitos. Es por eso que para ser Gerente se requiere talante, personalidad y carácter.

Las relaciones entre los grupos de trabajo deben ser claras y respetuosas, sin mentiritas piadosas y siempre poniendo por encima de todo la dignidad de las personas y los altos objetivos organizacionales, construyendo un ambiente de confianza.

Las actividades deben ser formalizadas, los cronogramas cumplidos y los presupuestos satisfechos. Los Grupos Primarios o la nomenclatura semejante que se emplee deben servir para que fluyan en todos los niveles de la organización, las políticas, los objetivos, las comunicaciones formales y las de coyuntura. Son espacios para garantizar que la organización al unísono sepa para donde va y siga el camino correcto, que la organización tiene su propio método y ritmo.

Como todos somos temporales en las empresas, todas estas reuniones deben estar soportadas por actas donde se refleje lo tratado y se haga seguimiento a lo que quedó pendiente en la reunión anterior y lo que quedará por desarrollar, con su respectivo cronograma y responsables para las próximas sesiones.

No sobra decirlo, pero las actuaciones gerenciales deben estar regidas por la corrección, la legalidad y el cumplimiento de los principios éticos ante cualquier situación y circunstancia. Esta postura, no tiene negociación posible.

De cara al porvenir: propuesta educativa

Ya que ninguno de los precandidatos presidenciales propone nada para ningún campo, me atrevo a colocar sobre la mesa algunos asuntos que deben ser enfrentados con respecto al tema de la educación en Colombia.

La educación se ha vuelto un tema recurrente, y para estar “in”, es necesario hablar de ella en el sentido de que es “un tema muy importante” para quedar bien con todo el mundo y con eso quedamos satisfechos.

Sería bueno, ante todo, dimensionar cuánto cuesta poner en operación el tema educativo como derecho fundamental, tal como lo manda la Constitución Política. Sin este dato, no sabremos el verdadero tamaño del problema a enfrentar y tomaremos el camino más fácil, que es lo que hemos venido haciendo, y es, irnos por las ramas.

Solo reconociendo el problema a resolver, será posible sugerir estrategias para resolverlo. Y solo si se reconoce que solamente la educación permite el desarrollo de una verdadera democracia, pues solo en ese momento la podremos valorar en su verdadera dimensión.

Una vez definido a qué se piensa dedicar Colombia en términos económicos, hay que convocar a una “comisión de pedagogos”, que no de “sabios”, ni de “empresarios”, ni de “gente importante en campos diferentes a la educación”, sino a pedagogos de altísimo nivel nacional e internacional para que nos ayuden a definir un modelo educativo y un modelo pedagógico de acuerdo con nuestras necesidades y nuestra realidad.

Debemos especificar claramente cómo vamos a hacer para poder cumplir los compromisos adquiridos y asociados a la educación previstos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- y en la OCDE.

Se debe modernizar el modelo de gestión escolar, para que no terminemos simplemente diligenciando cuadros y formatos.

Para no generar las expectativas que no son y poder hablar con una profundidad superior a un centímetro, se debe asegurar la incorporación de los alcances de la transformación digital en los currículos.

Con el fin de garantizar la presencia de maestros bien formados, es necesario replantear el funcionamiento y alcance de las Escuelas Normales y desarrollar un proyecto intensivo de calificación y cualificación de maestros.

Debemos garantizar que nuestras escuelas tengan una dotación mínima digna y apropiada y superemos lo evidenciado con la pandemia, que es que un gran número de establecimientos no cuentan siquiera con agua potable.

Debemos propiciar la democratización de la educación en todo el territorio nacional y garantizar que los currículos a desarrollar sean los mismos en el campo que en la ciudad.

Universalizar y garantizar el desarrollo de la media técnica para todos los bachilleres del país, de modo que salgan con la doble titulación.

Repotenciar el uso del radio como canal educativo, retomando el ejemplo exitoso de Radio Sutatenza.

Armonizar los esfuerzos que hacen los encargados de la educación secundaria para que, entre todos, se pongan de acuerdo con las entidades de educación superior, ya que estas aseveran, casi siempre con razón, que los bachilleres salen mal preparados, mientras los rectores de los colegios aseguran que sí salen bien preparados, lo cual lleva al ejercicio del teléfono roto.

Hacer un replanteamiento de fondo de los trabajos y las tesis de grado, orientando los esfuerzos a resolver problemas reales.

Aprovechar adecuadamente los tiempos asignados para trabajos sociales y alfabetización, de modo que sean un vehículo de solidaridad con los entornos.

Colocar nodos de la Universidad Digital en todos los Departamentos, para generar compromiso y espíritu de pertenencia.

Hay que reconocer que los Doctores (PH), no necesariamente deben servir para mejorar las estadísticas de las instituciones de educación superior para evidenciar que tienen agentes investigadores, sino que también deben ubicarse como docentes en la base de la pirámide de los niveles educativos, es decir, en la primaria y en el sector privado.

Resolver el conflicto que se está presentando con el SENA y las cajas de compensación familiar, quienes, desviando sus objetivos primeros, están incursionando en la educación superior generando una competencia innecesaria.

Pedirles a los maestros que una vez asociados, no solo se preocupen de sus intereses particulares, lo cual es legítimo, sino del sistema educativo en su conjunto.

NOTA: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. Krishnamurti.

De cara al porvenir: sucesos

Martin Wolf sostiene que “Los humanos hemos sido capaces de construir un mundo global, pero gobernado por tribus”.

Nada más serio, más cierto, ni más contundente. Parece mentira –y sé que parece ingenuo– que ni los países poderosos ni las organizaciones multilaterales de todo tipo, sociales, políticas, económicas, tecnológicas, financieras, militares, no hayan sido capaces o no hayan querido construir un mundo equitativo y justo, objetivos para los cuales, entre otras curiosidades, fueron fundadas, lo cual se demuestra en el incremento de la pobreza, la concentración desmedida de la riqueza y la iniquidad, la pobreza y la  injusticia rampantes a lo largo y ancho del planeta.

Paralelamente la anunciada mentalidad cosmopolita y el hablar de “la casa común” suena bonito, pero seguimos trabajando en medio de una institucionalidad anacrónica que no fue creada con esa perspectiva.

El ejemplo rampante y triste lo vimos y lo vivimos con la pandemia y el papel de la Organización Mundial de la Salud –OMS–, sometida al aporte de presupuesto por parte de los países ricos que tienen sus propias agendas.

Nos consolamos con la formulación y el anuncio rimbombante, primero, de los incumplidos “Objetivos del Milenio” y luego, con los “Objetivos de Desarrollo Sostenible”, que hoy nos sirven de guía, lo cual es innegable, pero que no hemos sido capaces de cumplir, por la falta de voluntad de los responsables, que son todos los Estados del mundo.

Hoy tenemos un poco más de dos docenas de conflictos militares en el planeta, aun cuando quien se lleva los titulares de prensa en estos momentos es el tema ucraniano.

No es fácil coexistir y tratar de vivir en relativa calma… ¡La paz es una quimera!

El concepto de víctimas, victimarios y salvadores son temas de discusión y los grandes poderes y los medios de comunicación como instrumentos del poder, califican y definen quien asume el papel de cada concepto, es decir, quién es el bueno y quién es el malo.

Es por eso necesario conocer la historia para medio poder contextualizar los acontecimientos y las decisiones asociadas, en el entendido de que todos tenemos intereses y algunos tienen la capacidad militar de tratar de alcanzarlos por la fuerza.

Resulta más que significativo y diciente el reconocer que en este gobierno, han sido liquidadas 13 EPS y que existen cerca de 20 que podrían ser liquidadas en 2022. Esto es una muestra inequívoca que algo no funciona como debe funcionar en el sistema de salud colombiano, sin dejar de reconocer que ha habido algunos avances.

Los recientes resultados electorales invitan a desarmar los espíritus, bajarle el tono a la emotividad, y guardar y propiciar el respeto debido entre contendores y entre seguidores.

Son de mal gusto la mayoría de los mensajes que circulan al respecto en las diferentes redes sociales. Hay personas que se ocultan detrás de estas herramientas tecnológicas para sembrar incertidumbre, permaneciendo en un cobarde anonimato.

Alguno de los candidatos será elegido como presidente, y si se cumplen los procedimientos legalmente establecidos, en términos democráticos, será nuestro presidente, el presidente de todos los colombianos, electo de manera legal y ojalá legítima.

No hay que generar heridas ni reabrir aquellas que algunos guardan como sus “muy queridos y antiguos odios”.

Exijamos propuestas serias y alcanzables y no toleremos posturas de corrupción.

Colombia se merece lo mejor, los colombianos tenemos el derecho a alcanzar el desarrollo y el bienestar en medio de un pleno ejercicio de los postulados democráticos.

NOTA: No sé cuál debería ser el procedimiento legal para establecer el cómo asegurar que personas con problemas judiciales, incluido su círculo más cercano, no puedan presentarse como candidatos a ningún tipo de elección popular, ni ser nombrados para ocupar cualquier cargo público.

No hacerlo es cohonestar con la corrupción.

De cara al porvenir: se perdió el rumbo

Tuvieron que pasar 27 años para que mi club del alma, el Atlético Nacional, ganara su segunda Copa Libertadores, penúltimo peldaño antes de ser Campeón Mundial de Clubes, que en el 2016 nos fue esquivo, siendo conejillos de indias del todavía hoy controvertido VAR.

En 1989 la desbandada de jugadores fue completa, lo cual impidió tratar de lograr el bicampeonato, oscurecido proceso y enturbiado además por el mal recordado señor Leoz, hoy fallecido.

Para 2016 la tragedia del Chapecoense impidió ganar la Copa Suramericana, único trofeo regional que nos falta por conquistar.

Pero como sucedió en 1989, también en 2016 la desbandada de jugadores fue grande, perdiendo el ritmo, la competitividad y la posibilidad de revalidar los títulos al año siguiente como lo han hecho los equipos verdaderamente grandes.

De lo que hemos sido testigos desde el 2017 es de un verdadero sainete, con llegadas y salidas de varios presidentes, gerentes deportivos, técnicos y jugadores.

Parece que la lejanía del dueño del Club, por motivos del ejercicio diplomático, ha dejado al garete a los encargados de tomar decisiones, la mayoría de las veces equivocadas.

También nos han acompañado algunas sombras ante decisiones, renuncias y retiros de directivos que dejan más interrogantes que respuestas.

Presidentes o muy expresivos o totalmente retraídos. Gerentes deportivos en cabeza de exbuenos jugadores del Club, pero sin experiencia administrativa. Técnicos con recorrido y renombre internacional a quienes los ha matado la falta de paciencia de todos los públicos, interesados por el Club, y jugadores, algunos pocos de jerarquía y la gran mayoría del montón, que al ser presentados como refuerzos no aportan ningún factor diferencial real, lo cual lo demuestra su posterior desempeño y los malos resultados alcanzados.

Han pasado últimamente sin pena ni gloria, entrenadores de renombre como Lillo, Almirón, Autuori, Osorio y Guimaraes. ¿Son malos técnicos? ¡No!

La contratación de jugadores ha sido equívoca y controvertida. Para los hinchas del equipo que hemos sido aprendices de Curti, de López Fretes, de Zubeldía, de Luis Cubillas, de Maturana, del Bolillo Gómez, de J.J. Peláez, de Merlo, de Luis Fernando Suárez, del Sachi Escobar, de Quintabani, de Juan Carlos Osorio, de Rueda y de otros con menos suerte, es fácil detectar las falencias, desbalances y las necesidades de la nómina: Al terminar el año 2021 todos sabíamos que requeríamos un arquero y un back centro y ojalá un verdadero 10 pues ni Jarlan, ni Andrade han dado la talla para echarse el equipo a sus espaldas.

Sucedió lo que tenía que suceder y hoy tenemos los problemas que los hinchas veíamos venir y los directivos no. Entonces ¿para qué los directivos?

Como dice adecuadamente Farid Díaz, “No es que los arqueros de Nacional sean malos. Lo que pasa es que necesitamos uno bueno”.

Y ese arquero bueno ya no va a ser Armani con su prometido e incumplido regreso. Miremos más bien por el lado de Ospina que con sus 33 años nos podría acompañar el resto del decenio.

Siendo respetuoso del libre desarrollo de la personalidad, está bien que los jugadores estén pendientes del corte y el color de su cabello y de los tatuajes hoy tan de moda, siempre y cuando se obtengan resultados deportivos. Como sucede con los vendedores a nivel empresarial, se les pasa y tolera casi todo si cumplen la cuota, si no, pues tienen que retirarse.

Como entramos de carambola a la Copa Libertadores, pues nos corresponde jugar unos partidos iniciales antes de pasar a la ronda de grupos, que es la instancia donde verdaderamente comienza el certamen.

El no llegar a la instancia de grupos, implica haber fracasado en los partidos iniciales para llegar a formar parte de los equipos que entrarán en la verdadera competencia.

Se improvisan técnicos y se anuncian procesos. Ya es sabido que no hay tiempo de procesos. Se requieren técnicos manejadores de grupo, efectivos y ganadores.

Lo que si tiene que ser un imperativo es tener una buena estrategia para formar jugadores desde las divisiones infantiles y juveniles para que se nutra al equipo profesional o para que sean vendidos muy jóvenes a equipos del exterior.

Da envidia ver como el Envigado, el Deportivo Cali, el Atlético Junior y el Millonarios de Gamero sacan jugadores a dos manos de sus respectivas canteras.

La estrategia de recuperar y repatriar jugadores o exjugadores de gran calidad, pero con muchos años encima, puede que dé resultado una que otra vez, pero no puede ser la única apuesta al buscar refuerzos y finalmente lo que se hace es deteriorar la imagen del ídolo.

Esperemos que la alta dirección acierte con el nombramiento de un buen técnico en propiedad y que la política y la estrategia para vincular jugadores sea seria, oportuna, pertinente y ganadora.

El Atlético Nacional, merece muchísimo más de lo que últimamente y hoy, estamos viendo.

De cara al porvenir: la guerra y la paz

Una vez alcanzada la independencia, hasta el momento presente, los colombianos conocemos y hemos padecido conflictos del orden interno, de larga duración y con centenas de miles de muertos a cuesta. No sabemos del conflicto externo, aun cuando hayamos participado de manera marginal en la Guerra de Corea en el decenio de los cincuenta.

Obviamente los muertos, la destrucción y las tragedias humanas no se fijan en nomenclaturas, sino que reflejan la realidad que se vive. Las balas cumplen la misma función sea cual sea el escenario en el cual se empleen.

Para las legiones romanas, “soltar los perros” significaba darle rienda suelta a la fuerza de estos animales para que atacaran con fiereza al enemigo, iniciando las batallas. Después de soltados o liberados los perros no había retroceso posible y la sangre y la fuerza tratarían de compensar y darle concreción a lo que no se había podido lograr con el uso de la razón.

Para Nicolás Spikman, la paz se define como “El período de tiempo entre dos guerras”, dando a entender que el estado normal de los humanos es la guerra, el conflicto.

Ante los sucesos recientes alrededor de Ucrania, teniendo como actores principales a Rusia y a la OTAN, uno podría fácilmente tomar partido, definiendo para cada uno la víctima, el victimario y el posible salvador, análisis que finalmente resulta subjetivo, pues la lógica del poder trata de comprender los intereses ocultos o explícitos de los involucrados, para lo cual no necesariamente se cuenta con la información veraz y adecuada.

Ninguna guerra es justificable, pero todas las guerras se pueden justificar y finalmente son justificadas por quienes resultan triunfadores y son quienes además determinan la verdad oficial aceptada o impuesta por la historia.

Ante la pregunta de ¿quién es el malo o quién tiene la razón? Las respuestas pueden ser múltiples, todas ellas parcializadas por la subjetividad y la influencia de los medios de comunicación alrededor de sus intereses particulares, pues debemos recordar que todos los medios de comunicación, sin ninguna excepción, defienden los intereses de sus dueños, lo cual es legítimo, pero no por ello quiere decir que hablen con la verdad o se soporten en el análisis y la razón con argumentos valederos.

Los muertos en Croacia son iguales a los muertos en Libia, en Irak, en Siria, en Afganistán y en los otros países donde los poderosos del planeta han intervenido para defender sus intereses particulares.

No importa que se hable de “guerra justa”, de “legítima defensa” o de “guerra preventiva”, el problema no es de lenguaje sino de irracionalidad y del uso desmedido o controlado de la fuerza.

Para más o menos entender los orígenes de cualquier conflicto nos debemos remontar a los orígenes históricos, a los sucesos y a los personajes que han determinado la evolución de los acontecimientos. No podemos obnubilarnos con los sucesos de coyuntura, que como “florero de Llorente” sirven para justificar el inicio de las prácticas de guerra.

Ante las tensiones que se viven en las relaciones entre los diferentes actores, cualquier situación por grave o inocua que sea puede ser empleada como justificación para iniciar una operación bélica.

Cuando el conflicto es entre países peones dentro del ajedrez geopolítico mundial, son los reyes o las reinas quienes definen lo que va a pasar en el tablero y finalmente el destino de los peones involucrados.

Pero cuando son los reyes quienes entran en conflicto, toman decisiones autónomas, sopesan diferentes escenarios e inician las tácticas y a las estrategias que incluyen, en la mayoría de los casos, acciones paralelas de manejos diplomáticos y de acciones militares en los distintos teatros de batalla.

Como siempre, los perdedores inmediatos y quienes más sufren los impactos de la lucha armada son los integrantes de la población civil, lo que remedio no tiene. Pensar en “humanizar la guerra”, después de haber “soltado los perros”, es ingenuo. Llegará un momento en que, por cansancio, por temor a resultados negativos a los intereses en conflicto o por pragmatismo, las partes se sentarán a conversar y a plantear salidas no bélicas al conflicto, como ha sido, es y será a través de la historia a lo largo y ancho del planeta.

La lógica del poder, las pasiones, las descuadernadas y anacrónicas ideologías actuales, la aparición de nuevos actores de poder, los antecedentes históricos, la soberbia de los gobernantes de turno, los conflictos al interior de los diferentes países pueden llegar a exacerbar los ánimos de la población y a alborotar los nacionalismos que permanecen agazapados, y están permanentemente a la espera de la oportunidad de desfogarse.

Esta situación radicaliza las posturas y le da fuerza emotiva a las decisiones que se comienzan a tomar a partir de la euforia o la locura colectiva que comienza a azuzar y presionar a sus líderes particulares.

Le preguntaban a Freud, ¿por qué si estaban en un escenario de relativa placidez en la Europa de comienzos de siglo pasado, se habían metido en un conflicto que conocemos como la Primera Guerra Mundial? y palabra más, palabra menos, con su tradicional agudeza respondió que los europeos estaban cansados de tanta tranquilidad y que necesitaban una guerra para entretenerse.

Las épocas han cambiado y la amenaza nuclear sirve como elemento de presión o como elemento de disuasión, ya que quienes intervienen en el conflicto y poseen arsenales nucleares, saben que, si los usan, pues finalmente no habrá vencedores ni vencidos, sino simplemente suicidas a escala planetaria.

De cara al porvenir: a falta de pan... circo

Como ya se mencionó en un artículo anterior, por obra y gracia de una carta de la FAO, Colombia superó sus problemas alimentarios, entonces, nuestros gobernantes ya no tienen que preocuparse por darles pan a los ciudadanos y pueden dedicar todo su esfuerzo a darles ¡circo!

En las últimas semanas el repertorio de los ridículos ha sido increíble.

Nuestra vicepresidente y canciller, Martha Lucía Ramírez, tuvo una actuación histórica al enfrentar al embajador de Rusia y hacerle airados reclamos por el apoyo que ese país brinda a Venezuela y le hizo una serie de exigencias frente a las cuales al enviado de Putin le quedó claro que el enemigo no es Estados Unidos, es Colombia. Si la canciller hubiera exigido a Rusia desistir de cualquier intento de invasión a Ucrania, seguro que Putin, temeroso, ya hubiera ordenado la retirada y los tanques volverían a Moscú con el cañón entre las llantas.

De nuevo se demostró que la infalibilidad del Papa es relativa y solo opera si actúa conforme a la conveniencia de alguna persona o grupo. De lo contrario aparecen personas más papistas que el Papa, como acaba de ocurrir con la visita de un candidato presidencial al Vaticano y su entrevista con Francisco. Por supuesto, si el visitante fuera un correligionario, se estaría alabando al Papa por su interés en el futuro político de nuestro país.

A finales del año anterior se presentó una situación vergonzosa y ridícula en el último partido que definía el ascenso a la primera división del fútbol colombiano, entre Llaneros y Unión Magdalena, con un notorio favorecimiento del primer equipo al Magdalena pues, literalmente, se dejaron hacer dos goles con los que ascendió el equipo de Santa Marta. Escándalo mundial, pronunciamiento enérgico del presidente de la República, orden directa al ministro del Deporte para llegar a las últimas consecuencias y, como siempre, y, por supuesto, no pasó nada. Ahí está Unión Magdalena en la A y ya el presidente ni se acordará de las órdenes que impartió.

La exprecandidata presidencial María Fernanda Cabal, en una conversación que fue grabada (no sobra reprochar este tipo de grabaciones) calificó al presidente Duque de “mamerto y güevón”. Hoy, muchos colombianos se sienten indignados pues no toleran que a su presidente se le califique como… mamerto.

De nuevo el presidente. Hace pocos días se hizo la presentación de una nueva normativa anticorrupción y con el tono enérgico con el que resalta sus importantes apreciaciones, sentenció: “ahora sí les llegó el tatequieto a los corruptos”.  Por Dios, creo que la señora Cabal tiene razón, solo un… mamerto diría eso, en un país en el que la corrupción nada tiene que ver con la cantidad de normas inútiles que se han expedido para combatirla. Mientras en la misma Casa de Nariño estallen casos de corrupción, se pueden expedir mil normas y no pasará nada.

Capítulo aparte merecería la actual campaña presidencial, pero, por ahora, bajemos la carpa y dejemos ese tema para otra función.

De cara al porvenir: nosotros los humanos

Nosotros los humanos, los reyes de la creación, somos una especie particular, con rasgos y comportamientos de alto nivel que fácilmente podemos acompañar con posturas irracionales y a veces rastreras.

Una especie como los otros seres vivos, compuesta por una mezcla particular de carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, fósforo y calcio, creamos y destruimos dioses, y no contentos con ello, llevamos la soberbia a su máxima expresión hasta considerarnos sus criaturas preferidas.

Descendientes de los neardenthales, los erectus, los rudolfonsis y los sapiens, nosotros, los sapiens sapiens, somos los únicos seres vivos que llevamos la depredación a su máxima expresión, muchas veces no sabiendo cuidar y respetar a los críos de los propios humanos, y mucho menos cuidando el entorno en el cual vivimos y del cual vivimos y que hoy estamos a punto de llevar al colapso.

Violentos por naturaleza, y la historia así lo demuestra, pues hemos vivido en medio de diferentes tipos de conflictos y de guerras, nos gusta competir por todo y después de triunfar, imponer nuestras condiciones por absurdas que puedan parecer.

Somos seres sociales, que nos gusta convivir y coexistir con otros y somos capaces de organizarnos con figuras que evolucionan como la familia, la tribu, la nación, y alrededor de condiciones como la raza, la religión, la humanidad, la naturaleza y el planeta.

Dominados por las furias interiores y exteriores, cuando somos conscientes de ellas y somos capaces de aplacarlas o de extirparlas, damos rastros innegables de civilización y de cordura.

Egoístas por naturaleza, creamos nuestros propios universos, llenos de situaciones comunes que consideramos exclusivas y que nos permiten sobrevivir de generación en generación. Nada más común y corriente que tener un hijo, pero nada más promocionado y disfrutado como gran suceso. Que el sexo, que el primer diente, que el primer paso, que la primera palabra, que el colegio, que la enfermedad, que el trasegar por la vida, cada uno lo maneja de manera íntima como si fuera cosa excepcional, reconociendo, a medias, que para todos los casos es más o menos lo mismo.

Cualquiera puede ser papá, cualquiera puede ser mamá, cualquiera puede ser hijo o hija y así todas las relaciones posibles. Una cosa son las funciones biológicas y fisiológicas comunes a cada especie y otra la forma como se comportan ante cada una. Se es madre biológica o se es madre formadora o criadora, y ojalá ambas funciones de manera concurrente.

Lo mismo sucede con todos los ciclos cronológicos hasta llegar a la muerte. Que el grado en cualquier área de conocimiento es lo máximo, que el primer trabajo y jefe son excepcionales, que la pareja elegida es única, y así sucesivamente, nos vamos yendo, considerándonos únicos e irrepetibles, lo cual puede ser relativamente cierto. Una cara tiene unos pocos componentes, y no existen dos caras iguales. Tenemos cientos de miles de neuronas, y esto posibilita el que todos pensemos y razonemos distinto.

Muchas de nuestras relaciones son impuestas: no escogemos al papá o a la mamá o a los hermanos. Pero sí tenemos la posibilidad de seleccionar a nuestra pareja o a nuestros amigos.

En medio de una época de cambios como la que estamos viviendo y de los diferentes tipos de turbulencias que esto suscita, es bueno rescatar a Bertolt Brecht cuando dice: “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.

“Conócete a ti mismo” y de ahí en adelante, pues vamos viendo, como sugeriría nuestro amigo Sócrates.

No quiero todavía darme por vencido y no quiero pensar que el proyecto humano es un proyecto fracasado.

De cara al porvenir: cambio de formato

Nosotros los humanos, los reyes de la creación, somos una especie particular, con rasgos y comportamientos de alto nivel que fácilmente podemos acompañar con posturas irracionales y a veces rastreras.

Una especie como los otros seres vivos, compuesta por una mezcla particular de carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, fósforo y calcio, creamos y destruimos dioses, y no contentos con ello, llevamos la soberbia a su máxima expresión hasta considerarnos sus criaturas preferidas.

Descendientes de los neardenthales, los erectus, los rudolfonsis y los sapiens, nosotros, los sapiens sapiens, somos los únicos seres vivos que llevamos la depredación a su máxima expresión, muchas veces no sabiendo cuidar y respetar a los críos de los propios humanos, y mucho menos cuidando el entorno en el cual vivimos y del cual vivimos y que hoy estamos a punto de llevar al colapso.

Violentos por naturaleza, y la historia así lo demuestra, pues hemos vivido en medio de diferentes tipos de conflictos y de guerras, nos gusta competir por todo y después de triunfar, imponer nuestras condiciones por absurdas que puedan parecer.

Somos seres sociales, que nos gusta convivir y coexistir con otros y somos capaces de organizarnos con figuras que evolucionan como la familia, la tribu, la nación, y alrededor de condiciones como la raza, la religión, la humanidad, la naturaleza y el planeta.

Dominados por las furias interiores y exteriores, cuando somos conscientes de ellas y somos capaces de aplacarlas o de extirparlas, damos rastros innegables de civilización y de cordura.

Egoístas por naturaleza, creamos nuestros propios universos, llenos de situaciones comunes que consideramos exclusivas y que nos permiten sobrevivir de generación en generación. Nada más común y corriente que tener un hijo, pero nada más promocionado y disfrutado como gran suceso. Que el sexo, que el primer diente, que el primer paso, que la primera palabra, que el colegio, que la enfermedad, que el trasegar por la vida, cada uno lo maneja de manera íntima como si fuera cosa excepcional, reconociendo, a medias, que para todos los casos es más o menos lo mismo.

Cualquiera puede ser papá, cualquiera puede ser mamá, cualquiera puede ser hijo o hija y así todas las relaciones posibles. Una cosa son las funciones biológicas y fisiológicas comunes a cada especie y otra la forma como se comportan ante cada una. Se es madre biológica o se es madre formadora o criadora, y ojalá ambas funciones de manera concurrente.

Lo mismo sucede con todos los ciclos cronológicos hasta llegar a la muerte. Que el grado en cualquier área de conocimiento es lo máximo, que el primer trabajo y jefe son excepcionales, que la pareja elegida es única, y así sucesivamente, nos vamos yendo, considerándonos únicos e irrepetibles, lo cual puede ser relativamente cierto. Una cara tiene unos pocos componentes, y no existen dos caras iguales. Tenemos cientos de miles de neuronas, y esto posibilita el que todos pensemos y razonemos distinto.

Muchas de nuestras relaciones son impuestas: no escogemos al papá o a la mamá o a los hermanos. Pero sí tenemos la posibilidad de seleccionar a nuestra pareja o a nuestros amigos.

En medio de una época de cambios como la que estamos viviendo y de los diferentes tipos de turbulencias que esto suscita, es bueno rescatar a Bertolt Brecht cuando dice: “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.

“Conócete a ti mismo” y de ahí en adelante, pues vamos viendo, como sugeriría nuestro amigo Sócrates.

No quiero todavía darme por vencido y no quiero pensar que el proyecto humano es un proyecto fracasado.

De cara al porvenir: ¿De qué nos sirve?

Para la Iglesia Católica, existen 7 pecados capitales, a saber: gula, avaricia, envidia, lujuria, pereza, soberbia e ira. Aun cuando es un buen inventario, considero que dentro de esta categoría debería incluirse un octavo pecado: la omisión, es decir, tener la capacidad y la posibilidad de hacer y no hacer nada.

Colombia, nuestro país, tradicionalmente mal querido y mal manejado, ha sido dotado por la providencia de una serie de atributos y recursos que ya los quisieran todos los demás países del mundo.

Sin embargo, difícilmente se conocen estos atributos y recursos, y obviamente, al no conocerlos, pues no se pueden ni valorar, ni querer, ni respetar, ni defender.

Veamos algunos ejemplos a modo de interrogantes:

¿Para qué nos sirve la extraordinaria y estratégica ubicación geográfica que tenemos?

¿Para qué nos sirve tener una presencia bioceánica con acceso a 3 mares?

¿Para qué nos sirve tener acceso a una órbita geoestacionaria?

¿Para qué nos sirve tener la posibilidad de interconectar los dos océanos?

¿Para qué nos sirve tener una de las mayores biodiversidades del mundo?

¿Para que nos sirve tener una de las más prolijas diversidades culturales del planeta?

¿Para qué nos sirve ser una de las principales potencias en recursos hídricos?

¿Para qué nos sirve poseer la única cordillera intertropical del planeta?

¿Para qué nos sirve tener disponibles todos los pisos térmicos durante todo el año?

¿Para qué nos sirve poseer gran variedad de recursos mineros?

¿Para qué nos sirve tener casi 900.000 Km2 de mar?

¿Para qué nos sirve tener uno de los 3 canales navegables –La Mona– que unen a América con Europa y África?

¿Para qué nos sirve cumplir con la propiedad definida por el Derecho Internacional como Teoría de la Defrontación y que nos genera copropiedad sobre La Antártida?

¿Para qué nos sirve la posesión de nódulos marinos o nódulos polimetálicos sobre el Pacífico?

¿Para qué nos sirve poseer lugares geográficos que generan los llamados Puntos Triples o lugares donde coinciden más de dos fronteras?

¿Para qué nos sirve cumplir con las condiciones para tener Puntas de Crecimiento, o sea, espacios de nuestro país que se adentran en la imagen territorial de otros países?

¿Para qué nos sirve poseer más de dos docenas de Patrimonios Mundiales de acuerdo con la Unesco?

¿Para qué nos sirve tener uno de los dos principales escenarios del planeta –La Guajira– con mayor radiación solar?

¿Para qué nos sirve tener la mayor extensión de páramos –fábricas de agua– del planeta?

¿Para qué nos sirve… ser colombianos?

NOTA: Hemos sido testigos mudos e impávidos de un gran prodigio: el actual gobierno, con haberle enviado una carta a la FAO, considera haber acabado con el hambre en Colombia… ¿Cuánto es qué falta?

De cara al porvenir: educación y equidad

Parece que todos estamos de acuerdo en que la educación es muy importante. Así mismo, estamos acondicionados para percibir la educación como algo necesario para salir adelante y triunfar en la vida.

Sin embargo, muchas veces al hablar sobre la educación, confundimos y trastocamos conceptos como el de formación, con el de instrucción, con el de capacitación, con el de preparación, entre otros tantos.

Las sociedades modernas se han dado cuenta de que, si no educan a su gente, la viabilidad del proyecto socio-político-económico particular corre riesgos y es por eso necesario atender con prontitud dicho compromiso.

Cuando se habla en términos prospectivos habría que tener en cuenta que, sin educar a la población, la noción de futuro es escasa y confusa, por lo que es necesario comprender que la educación, ya sea pública o privada o híbrida, debe tener accesibilidad y cobertura universal, pensando además que, si esto no se da, hablar de fortalecimiento de la democracia resulta siendo una quimera.

En un país como Colombia donde la brecha entre lo urbano y lo rural no se ha podido o no se ha querido superar y donde lamentablemente nuestro campesino es mirado con cierta distancia y cierto desdén, es imposible pensar en una integración completa del territorio si el proyecto educativo no sirve para desarrollar ejercicios de inclusión, de respeto por la multiculturalidad y de potenciación de los principios democráticos.

La ausencia vocacional, acompasada por la crisis de la formación de maestros y su pérdida de nivel y de reconocimiento a nivel social, dificultan enormemente la posibilidad de sacar adelante este alto objetivo nacional.

Maestros escasos, mal preparados y mal remunerados evidencian la inconsecuencia y la falta de claridad de nuestros gobernantes.

Además, hay que agregar que muchos de los maestros actuales, ejerciendo el legítimo derecho democrático de la asociación, defienden sus derechos, pero no se preocupan por la calidad integral del proceso educativo y muchas veces se oponen a él.

Sin definir el tipo de ciudadano que no solamente queremos, sino además que necesitamos, y si además no precisamos a qué nos vamos a dedicar en términos económicos, es obvio que estaremos desperdiciando tiempo y recursos, por lo demás escasos, y estaremos tratando de sacar adelante, objetivos y estrategias educativas activistas que no tienen un foco claro.

La única manera de potenciar y garantizar la movilidad social y un completo ejercicio en búsqueda del desarrollo humano integral es a través de la universalización y la democratización de los currículos y la formación de las bases docentes, orientando el esfuerzo a saber interactuar con las generalidades y las particularidades de nuestra gran diversidad étnica, cultural y territorial.

Un buen desarrollo de las actividades propias de la primera infancia, con una adecuada nutrición y un adecuado desarrollo de la educación primaria y de la educación secundaria, permite pensar en una educación superior inclusiva.  

Sin esta simple y básica articulación de esfuerzos, es impensable esperar una buena contribución de la educación al desarrollo integral del país.

Ahora bien, para que esto se dé, debemos darle un verdadero timonazo a los criterios como elaboramos nuestros presupuestos públicos: se debe primero dimensionar cuantos recursos económicos se requieren para poder cumplir con el mandato constitucional de la educación para todos como derecho fundamental y colocarlo como primer rubro a cubrir. Una vez garantizado el acceso de toda la población a todos los niveles educativos, con complementación entre lo público y lo privado, asignar los recursos restantes a áreas también fundamentales como la salud, la vivienda y la justicia, y así sucesivamente, hasta que se agoten los recursos.

¿Le parece ingenuo lo sugerido apreciado lector? Pues digamos que sí, con el convencimiento de que, si seguimos haciendo las mismas cosas, pues siempre obtendremos los mismos resultados, que, para el pueblo colombiano, en términos de educación, son desastrosos.

¡A grandes males, grandes remedios! ¡El cáncer no se cura con alcohol!

Una cosa es hablar de educación entre gente que no sabe de educación, otra cosa es hablar de educación como producto que genera réditos electorales y otra cosa es hablar de educación con conocimiento de causa, con altura, con realismo, siempre poniendo por delante los altos intereses nacionales.

La mayoría de los políticos, de los empresarios, de los profesionales, no saben y no tienen por qué saber de educación. De educación saben los pedagogos. Una cosa es que al público en general le guste y opine del tema, pero otra cosa es que sepa del mismo y tome decisiones acertadas.

Si queremos defender la democracia y garantizar su permanencia debemos tomar el toro por los cachos y hacer lo necesario para viabilizarla.

Si no hacemos algo estructuralmente distinto en el tema educativo, seguiremos sentenciados a ser un paisito subdesarrollado por “sécula seculorum” (in saecula saecolorum).

De cara al porvenir: somos un país subdesarrollado porque...

Aun cuando a muchas personas el término y el concepto de “país subdesarrollado” les parece anacrónico u ofensivo, para mí sigue teniendo plena vigencia. Otra alternativa generada gracias a un esguince gramatical sería hablar de “país en vía de desarrollo”, lo cual nos permitiría entonces hablar de “países incivilizados” o de “países en proceso de civilización”.

En un país como el nuestro, el del Sagrado Corazón, nos hemos acostumbrado a que muchas acciones y decisiones hagan parte del paisaje, lo cual nos hace indolentes, irresponsables y subdesarrollados.

Veamos algunos de los múltiples ejemplos que respaldan la aseveración anterior:

Somos subdesarrollados porque ante los atentados constantes contra la vida, la honra y la integridad de las personas, no reaccionamos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no respetamos ni valoramos en su verdadera dimensión a los jueces, a los maestros y a los policías y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque aceptamos que las arbitrariedades que cometen los diferentes actores, calificadas como “casos aislados” se vuelvan constantes y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque nos acostumbramos a ser parte del problema y no de la solución y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque nos seguimos descrestando con títulos, rangos y cargos en cabeza de mediocres y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque hacemos de lo ilegal una apología y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque el Estado recibe obras inconclusas y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque los contratistas entregan obras incompletas y/o de mala calidad y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque en este país no se cumple ningún presupuesto ni ningún cronograma y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque creemos que teniendo muchos órganos de control solucionamos la corrupción y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no consolidamos un verdadero sistema de justicia y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque el mal llamado sistema educativo promueve la iniquidad, entorpece la movilidad social y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque toleramos demoras inauditas en la ejecución de los distintos tipos de proyectos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque aprendimos a coexistir con las prácticas corruptas y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque pensamos en pequeñas dimensiones y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque seguimos sin definir objetivos nacionales y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no tenemos ni educación cívica ni educación política y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no exigimos la realización de las grandes reformas que se requieren en temas sensibles y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque seguimos creyendo en aquellos que han desfalcado al Estado y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque aceptamos que quienes han tenido muerte política sigan actuando abiertamente a través de terceros y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque somos proclives a generar autocompasión y a considerar que tenemos derecho a tratamientos especiales y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque privilegiamos el interés particular al interés general y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque respetamos la ley, pero no la cumplimos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque confundimos patriotismo con patrioterismo y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque consideramos que los problemas se resuelven si se tiene una norma o una ley de por medio y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no cuidamos como propio el espacio público y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque creemos que a punta de peajes tendremos unas estupendas carreteras y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque creemos que con decisiones como el pico y placa solucionamos los problemas de movilidad y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque somos cortoplacistas y no previsivos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque no resolvemos los problemas, sino que aplicamos paliativos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque nos contentamos y nos resignamos con los subcampeonatos y los virreinatos y no pasa nada.

Somos subdesarrollados porque casi siempre nos queda faltando el centavo para el peso y no pasa nada.

¡Somos subdesarrollados porque tenemos mentalidad de subdesarrollados!

NOTA: A algunos de los precandidatos para el Congreso o para la Presidencia, podría aplicárseles el dicho que dice: “No rebuzna por la configuración del pescuezo”.

De cara al porvenir: mucho por aprender

Personalmente soy un admirador del pueblo norteamericano. Como nación poderosa se comporta como tal, del mismo modo que lo han hecho infinidad de grupos sociales organizados a través de la historia. A algunos les producirá rabia, a mí me generan una envidia de la buena.

Si algo distingue rasgos de civilización, es la manera como se organizan las ciudades para sus habitantes y para quienes las visitan.

Para los habitantes, el instrumento de los Planes de Ordenamiento Territorial sigue siendo una muy buena herramienta, siempre y cuando se elabore con criterios adecuados y prospectivos, y que el Estado posea las herramientas, la voluntad y las condiciones para hacerlos cumplir.

En muchos países existen POTs nacionales, regionales y municipales. En Colombia, por el momento, la dimensión es solamente Municipal.

El sano equilibrio entre los espacios para la vivienda, para las actividades productivas, para los espacios públicos, para la recreación, para la movilidad y para las reservas de expansión, son elementos estructurantes de un buen POT.

Una ciudad organizada, debe estar bien señalizada, siguiendo criterios, métodos y estándares universalmente aceptados.

Usted en Norteamérica o en Europa, por hablar solo del Mundo Occidental, no se pierde, pues la señalización está elaborada para la gente del común, para el residente y para el turista.

Ubicada en lugares accesibles visualmente, bien pintadas e iluminadas, y obviamente con el adecuado mantenimiento, estas señales hacen parte del equipamiento urbano y deben ser consideradas como bien público.

En Colombia, y en nuestra querida Medellín, en este sentido, nos falta mucho pelo para el moño.

Comencemos por la ubicación y su mantenimiento. Una señal debe estar libre de obstáculos físicos que impida su completa visualización diurna y nocturna. En este sentido se requiere un plan periódico de limpieza, poda de ramas de árboles y garantía de alumbrado público, evitando la existencia de puntos ciegos en la infraestructura.

Su eficacia radica en que, sin pensar mucho, usted sepa qué camino coger.

Si usted amigo lector toma la Transversal Inferior subiendo por Las Palmas, se encontrará con una serie de intercambios viales que incluyen pasos a desnivel en el sentido norte-sur. Aquí comienza la deficiencia de la señalización empleada, ya que no es claro cómo continuar por el recorrido de la transversal, cómo tomar a las lomas hacia el oriente o hacia el occidente o cómo buscar los retornos pertinentes.

Una buena señalización casi que permite no tener que pensar, sino seguir instrucciones claras.

Con respecto al escenario geográfico, nosotros manejamos el criterio de distribución español con calles, carreras, cuadras y manzanas.

En algún momento del tiempo se nos ocurrió recurrir a la figura de las llamadas “circulares”, que, al coexistir con la disposición tradicional, genera una cierta confusión.

Se supone que en la parte superior de cada vértice de cada esquina debe estar señalado el número y / o el nombre de la calle o carrera respectiva, guardando un buen tamaño, un buen color y una buena iluminación.

Por ahora, nuestra señalización data de varios decenios y sería hora de pensar en un adecuado plan maestro de cara al futuro internacional que todos aspiramos para que de verdad nuestra ciudad sea considerada un destino cosmopolita.

Esta es una de las actividades que debemos aprender a manejar.

De cara al porvenir: el gran control remoto

A los miembros de mi generación nos ha correspondido el privilegio de ser testigos directos de los grandes avances tecnológicos que han sido aplicados para satisfacer los conceptos de bienestar y de comodidad que la sociedad de consumo exige de manera creciente.

Gracias a la existencia de las fuentes de electricidad en todos sus formatos y de las mismas baterías en todas sus versiones, la fuente de energía ha sido un recurso disponible y accesible para las empresas y las personas durante los dos últimos siglos.

Desde la incorporación del transistor en los radios, en los equipos de sonido, en los televisores y paulatinamente en el resto de los electrodomésticos, se comenzaba a intuir la aparición creciente del concepto de movilidad y del concepto de miniaturización, hablando solamente de la realidad doméstica.

El auge de la computación gracias a los chips y a los microprocesadores introdujo ventajas inimaginables hasta ese entonces en el mejoramiento de los procesos y en la automatización de estos.

Hoy por hoy, con la aparición de los celulares y los relojes inteligentes, con todas las potencialidades que vienen incorporadas, un nuevo universo se nos ha abierto y una nueva realidad paralela, o múltiples realidades paralelas, parece que se estuvieran construyendo.

Sin embargo, como todo lo humano, todo es susceptible de ser mejorado o de ser ajustado. No necesariamente todos los humanos poseemos las mismas condiciones económicas, culturales, o aún fisiológicas en el sentido de ser hábiles en el manejo de las nuevas tecnologías y en la solvencia para manejar la nueva llave hacia su posibilidad de uso: el control remoto y las denominadas APPs (abreviatura de la palabra inglesa applications).

Todas las tendencias nos muestran que, en un futuro no muy lejano, el hogar será administrado en términos de los recursos aportados desde la domótica y todos los dispositivos del hogar serán manejados a través del celular o del computador personal utilizando APPs que estarán disponibles y que habrá que bajar de la llamada nube.

Sin embargo, se les pasa por alto a nuestros expertos en mercadeo y ventas, que hay que distinguir entre los diferentes segmentos de población y en la realidad demográfica que parece se está imponiendo en el planeta, lo que es la inversión de la pirámide demográfica, que significa, sin eufemismos, que habrá más viejos que jóvenes.

El concepto de ergonomía hoy por hoy, ante las nuevas realidades poblacionales y demográficas, está en pañales.

Todos, quienes vamos llegando a la adultez, comenzamos a tener dificultades en la visión, en el movimiento y en el control de los dedos de nuestras manos para ubicarlos con precisión en botones o teclados. Una persona adulta va perdiendo sus habilidades y facultades para manipular teclas y teclados pequeños, por eso se le dificulta marcar el celular o escribir un mensaje.

Los adultos mayores necesitan y necesitaremos facilidades físicas ofrecidas desde la tecnología para poderla utilizar. Teléfonos y controles remotos con teclas grandes e iluminadas. Celulares del tamaño de nuestras manos con teclas espaciadas e iluminadas, pues ya la miniaturización no es un descreste sino un impedimento para este perfil poblacional. Es más, puede que se requiera de aparatos que cumplan con una sola función: hacer y recibir llamadas y no más.

No todos tendremos las habilidades, estando solos a los 80 años, de bajar APPs para que podamos comenzar a manejar la estufa, la lavadora, la secadora, el televisor, el microondas o la simple radio.

Del botón para prender o apagar el aparato, pasando por el control remoto para manejar el televisor, hasta llegar al celular como el gran concentrador de todos los controles remotos, ha pasado relativamente poco tiempo.

Sin embargo, tendremos que garantizar la igualdad en posibilidades de manejo para toda la población, porque entre otras curiosidades, es también un hecho demostrable, que los viejos que se quedan solos también tienen poder de compra, muchas veces superior al de los jóvenes.

Pareciera ser que este segmento o nicho de mercado, no le está interesando a los denominados “fabricantes”.

¿Y dónde están los estudiosos del mercado y los expertos en mercadeo?

Recordemos que la vejez es el destino que nos espera a todos biológicamente hablando.

De cara al porvenir: de Epa a opa

En un artículo anterior hice referencia a un personaje de la vida nacional, catalogado como una de las personas más influyentes del país: Epa Colombia. En este artículo dejo de lado a Epa (y la dejo de lado por el resto de vida) para ocuparme de un tema inevitable, como lo es la oferta pública de adquisición (opa) presentado por el Grupo Gilinski para adquirir la mayoría accionaria de Nutresa y un importante paquete de acciones de Sura.

Ya los expertos y los analistas han planteado sus conceptos sobre esta situación presentada en el mundo de los negocios Ya se ha recontado la historia del enroque que originó el llamado Sindicato Antioqueño el cual evolucionó para convertirse en el Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, y ya se han dado opiniones en pro y en contra de la posible negociación. En este artículo presentaré algunas ideas personales al respecto, con apoyo en lo que ya se ha dicho.

En primer lugar, es claro que resulta inútil e impertinente manifestarse en favor o en contra del negocio. Es un negocio entre particulares y lo que los demás mortales opinemos no tiene la más mínima trascendencia. Se invoca que Nutresa es patrimonio de Antioquia y de Colombia, y hasta de Latinoamérica, cosa que me permito poner en duda: Nutresa y las demás empresas del GEA son patrimonio de sus accionistas y cualquier afirmación diferente no pasa de ser un sentimentalismo más bien barato.

Se afirma que con el ingreso de nuevos accionistas se perderá lo que se ha logrado en materia de responsabilidad social, ambiental y gobierno corporativo, lo que no tiene ningún asidero pues en el mundo moderno los llamados factores ESG (Environmental, Social, and Governance), sea por moda, por conveniencia o por convicción, son un factor importante para cualquier inversionista.

Con objetividad y frialdad debe entenderse que el mundo actual es diferente al mundo de hace cuarenta años, cuando se diseñó y se puso en práctica la estrategia del enroque. En esos cuarenta años, empresas importantes creadas en nuestro medio y que considerábamos “patrimonio de los antioqueños” han sido adquiridas por inversionistas de otras latitudes y… nada ha pasado. Incluso podría afirmarse que los efectos han sido positivos: el Éxito, Familia, Cervunión, Coltabaco entre otras. Incluso en un ámbito que despierta pasiones como el fútbol, el Atlético Nacional fue adquirido hace ya algunas décadas por el Grupo Ardila Lulle y creo que ningún hincha dejó de serlo porque ya no era patrimonio de los antioqueños. De hecho, durante el periodo de pertenencia al Grupo Ardila, ha ganado más títulos y ha tenido más proyección y desarrollo que en su historia anterior.

En síntesis, no hay por qué tenerle miedo a las situaciones normales de los tiempos modernos en los que los capitales y las inversiones fluyen globalmente.

En lo personal, me es indiferente en propiedad de quién estén las empresas, siempre que cumplan con su misión y respeten a sus stakeholders. Como le escuché a alguien en días recientes: que vendan a Nutresa… ¡con tal de que no dañen el salchichón!

De cara al porvenir: los impajaritables

Cada época trae su afán, y cada generación crea sus propias expresiones para comunicarse y facilitar las relaciones. En un mundo signado por la tecnología, los mensajes de pocas palabras, la abreviación obligatoria y los memes, el léxico cotidiano también adquiere y promueve nuevas palabras que son utilizadas hasta el cansancio, haciendo que el lenguaje pareciera un inventario precario de expresiones.

No me gustan ni el “parce”, ni el “parcero” y me impacienta el “o sea”. Personas sin distingo de edades ni de actividad, manosean y aporrean el lenguaje y muchas veces, como estribillo, toman una palabra y la emplean con inusitada frecuencia, ya sea espontáneamente o a la fuerza, en cualquier contexto.

¿Qué harían muchos personajes, sobre todo del mundo público, sin la palabra “articulación”? ¿Cómo engranarían sus ideas y sus acciones?

¿Quién en el mundo académico y empresarial no se ha sentido tentado a emplear la palabra “disrupción”, aún sin tener muy claro su significado? Una sociedad que mira con recelo el cambio como proceso difícilmente entenderá lo que implica esta expresión.

La pandemia nos contagió de virus y de temores, pero también nos trajo como secuela la palabreja “reinvención”, expresión sin la cual pareciera que, si no la empleamos, hubiéramos sobrevivido en vano.

Ni que decir de la palabra “resiliencia”. Todos nos hemos convertido en mártires y héroes de oficio. Personas, grupos, ciudades y países, por no hablar de continentes y planeta, nos hemos convertido en seres resilientes, capaces de volver a comenzar, como Sísifo, de manera permanente.

¿Y qué tal la palabreja “polarización”? Estamos haciendo eco de las posturas extremas y populistas que están de moda a lo largo y ancho del planeta y hemos recuperado esta expresión, que hoy por hoy es de las más usadas.

Finalmente, en este breve recorrido, llegamos al prefijo “post”. Hay que hablar de “post acuerdos de paz”, y cómo no, de “post violencia”; hay que mencionar la “post pandemia”, ya se escucha hablar de “post Otoniel” y no sobra quien se exprese alrededor de la “post verdad”… Lástima que ninguno de estos post se refiera a procesos debidamente concluidos.

Finalmente, lo importante es que nos entendamos y gracias a este compartir de expresiones, pues nos facilitemos la vida juntos.

Ojalá al menos hablemos claro, que los dialectos urbanos o segmentados no nos conviertan en guetos sociales y por qué no, que la sindéresis y la consecuencia nos permitan promover el hecho de ser coherentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que actuamos.

De cara al porvenir: no ha faltado el sirirí

El sirirí es un ave caracterizada por su mal humor y su territorialidad, pero en nuestra cultura se le relaciona con la insistencia excesiva o, en otras palabras, por ser atormentador y cansón.

En este artículo no se hará referencia a la fauna política, repleta de estas aves, sino a nuestro deporte bandera, el ciclismo, en el que hemos estado desde hace casi cuatro décadas en la élite mundial ganando, incluso, las tres grandes vueltas, pero en el que se hubieran podido tener más triunfos si, a lo largo del tiempo, no hubiera existido un sirirí.

En los años sesenta nuestro máximo ídolo ciclístico y mejor deportista del siglo XX, Cochise, intentó varias veces obtener el título mundial en su especialidad de pista, los cuatro mil metros persecución individual y… allí encontramos al primer sirirí: el suizo Xaver Kurmann. Por fortuna en 1971 en una carrera memorable Cochise obtuvo un merecido triunfo frente al también suizo Josef Fuchs.

En los años ochenta del siglo pasado llegó el primer desembarco masivo de ciclistas colombianos a Europa. Sin mucha técnica, sin ningún sentido de la estrategia, pero con mucho coraje y condiciones innatas, empezaron a disputar carreras del circuito aficionado, como el Tour del Avenir. Llegaron Alfonso Flórez y Patrocinio Jiménez, entre otros, y encontraron su sirirí. El soviético Serguéi Sujoruchenkov, más conocido como Suko, privó a los escarabajos de muchos triunfos en etapas de montaña y de títulos en vueltas. Sin embargo, el inolvidable Alfonso Flórez Ortiz, el Petit Diable, en el año 1980 logró un apoteósico triunfo en el Tour del Avenir venciendo al sirirí.

Y llega la era del profesionalismo y se asume el reto de correr contra los monstruos del ciclismo mundial. Era la época gloriosa de Bernard Hinault y allí llegaron Herrera, Parra, Pacho Rodríguez y otros grandes corredores, a terciar en las grandes vueltas y cuando se retira Hinault aparece un sirirí: Laurent Fignon. Y cuando no está Fignon y parece que, por fin, se podrá coronar una gran vuelta, aparece el vaquero Greg Lemond de Estados Unidos, un país al que en el espectro ciclístico no se le tenía en cuenta para nada, y ganó tres veces el tour de Francia. Pero, bueno, aún en esta época un colombiano, Lucho Herrera, ganó por primera vez la vuelta a España.

Pasó el tiempo, hubo cierto bajón en la participación en grandes vueltas, solo algunos ciclistas colombianos, entre ellos Santiago Botero, se destacaron y hay un lapso dominado por una figura excluyente, un monstruo con pies de barro: Lance Armstrong con sus siete tours. Y llega una nueva camada colombiana encabezada por Nairo Quintana. En su primer Tour de Francia es segundo en la general, ganador de la camiseta blanca y de la emblemática camiseta de la montaña y parecía que inevitablemente vendría una cadena de triunfos en grandes vueltas y en parte lo logró con un Giro de Italia y una Vuelta a España, pero en el Tour de Francia… apareció un nuevo sirirí: Christopher Froom y allí fueron otro segundo lugar y uno tercero para Nairo y un segundo lugar para Rigo Urán.

Cuando coincide la decaída de Froom por una grave lesión con la aparición del nuevo fenómeno, el joven Egan Bernal, quien gana el primer Tour de Francia para Colombia y un Giro de Italia, aparecen de la nada y de un país sin mayores antecedentes ciclísticos dos nuevos sirirís: los eslovenos  Primoz Roglic, ya veterano, y sobre todo Tadej Pogacar quien a sus veintitrés años se presenta como el sirirí al que tendrá que enfrentar Egan Bernal y los ciclistas colombianos en general si quieren volver a ganar una gran vuelta y, en especial, el Tour de Francia.

Pero también podemos verlo desde la otra orilla y, con seguridad, Egan, Nairo, Rigo, López, Higuita y otros más de los que en Colombia se producen de manera silvestre, seguirán siendo los sirirís para los corredores europeos y obtendrán nuevos triunfos en las grandes vueltas.

¡Que viva el ciclismo!

De cara al porvenir: inconsistencias

En el país del sí pero no, que es nuestra querida Colombia, ya no causan ni admiración ni espanto las situaciones que se presentan de manera permanente y que se alejan cada vez más de la lógica elemental o de la sindéresis fundamental con la cual un conglomerado humano que se dice civilizado debe actuar y comportarse.

Algunos de nuestros variopintos ejemplos recientes cubren varias realidades:

La primera, en un país que se dice por fin que está preocupado por la deforestación, se reconoce que 1.200.000 personas todavía tienen que emplear leña para suplir sus necesidades energéticas básicas, lo cual a todas luces es un exabrupto (El Colombiano, lunes 25 de octubre de 2021).

Pareciera que, con unos pocos billones de pesos, de los muchos billones que se pierden por corrupción, podríamos llevar energía eléctrica a todos los municipios que hoy no la tienen, con su impacto positivo para corregimientos y veredas que es donde se establece la verdadera Colombia rural.

Otra situación absurda es la discusión pública entre la autoridad del registro civil y la autoridad de información del país. Registrador nacional y director del DANE, entran en una discusión pública insulsa, pero preocupante, por una diferencia de casi 5 millones de habitantes en Colombia, lo cual afecta negativamente la credibilidad del censo electoral ante la proximidad de unas elecciones signadas por la polarización y la desconfianza.

Abunda el número de precandidatos a la Presidencia de la República, pero hay escasez enorme de propuestas, de posturas y mucho menos de compromisos. La mediocridad es enorme y la presentación de programas inteligentes y viables brilla por su ausencia.

El delicadísimo tema de Hidroituango se está volviendo más cansón que una telenovela mexicana de las malas. De importancia estratégica para el país, puede llevarse por delante la reputación y la estabilidad financiera del Municipio de Medellín, de Empresas Públicas de Medellín y de la Gobernación de Antioquia. No cicatrizadas aun completamente las heridas que dejó en la relación Nación – Antioquia la construcción y esquema de financiación del Metro de Medellín, ahora caemos en esta nueva y lamentable situación. Después los paisas bobos o soberbios nos quejamos porque dizque el resto de Colombia no nos quiere o nos tiene envidia. (¿Envidia de qué?).

Ni qué hablar del panorama judicial donde expresidentes, exgobernadores, exalcaldes, exparlamentarios, exfuncionarios públicos y funcionarios de todos los niveles en ejercicio están a la espera de resolver sus situaciones jurídicas.

Está bien que una investigación no se le niega a nadie, pero esta situación que se volvió parte del paisaje, raya en lo absurdo. Lo costoso es el deterioro de la imagen de las distintas instancias judiciales, que, gracias a los tejemanejes de los respectivos acusadores y defensores, entran en verdaderas contradicciones y confrontaciones, que no benefician a nadie, pero sí le hacen perder credibilidad a nuestra resquebrajada administración de justicia.

Las escenas y las situaciones observadas en las transmisiones de las sesiones del Congreso Nacional dan en muchos casos, ganas de llorar. ¿Cómo debo votar? Le pregunta un honorable representante a la Cámara a la presidenta de la Cámara de Representantes en plena votación y a viva voz…. Y la presidenta le dice qué hacer y cómo votar. ¡Qué vergüenza! ¡Qué dolor de patria!

Las denuncias de la existencia de obras inconclusas denominadas como “Elefantes blancos” a lo largo y ancho del país, denunciados por el contralor general en sus múltiples viajes y por el noticiero CM&, todos los lunes, no pueden quedarse ahí. ¿Quién asume las investigaciones? ¿Cómo asegurar su culminación? ¿Ya están investigando y castigando a los responsables? ¿Las investigaciones si llegan a algún lado? ¡Amanecerá y veremos!

No cabe de la dicha el Gobierno Nacional por la captura del líder del denominado Clan del Golfo y eso está bien. Para quienes no tienen memoria, o no tienen por qué tenerla, lo mismo sucedió con Pablo Escobar, los Rodríguez, el Mono Jojoy, Reyes y otros tantos y finalmente… ¡no pasa nada!

Pan y circo era la máxima romana cuando el César veía que el pueblo presentaba algún descontento por alguna causa. En Colombia los subsidios hacen las veces de pan, y payasos para el circo, pues abundan. Lástima que nos hayan tocado payasos tan malos.

De cara al porvenir: la Democracia Económica

La realidad nos evidencia que el relato democrático está en crisis y que en la actualidad hay otro tipo de crisis dada por la inexistencia de propuestas de relatos nuevos o alternativos.

Lo cierto es que desde hace unos 15 años se ha evidenciado un descontento generalizado y creciente por parte de la población a lo largo y ancho del planeta, y los Estados y los Gobiernos no atinan a pasar de implementar estrategias de represión o de entregar subsidios.

Antes de pensar en un fortalecimiento de la democracia, se debe garantizar la existencia y desarrollo de una Democracia Económica, pues de lo contrario, cualquier propuesta será un refrito que puede ocasionar expectativas positivas en el corto plazo, pero que desencadenará en una gran frustración, con quien sabe cuál tipo de consecuencias.

Los gobernantes irresponsables y mediocres tratarán de pasar de agache o de pasarle el problema a sus sucesores. Los verdaderos estadistas entienden que lo que está en juego es el modelo democrático en su conjunto, golpeado y agredido por las tradicionales, insuficientes y fracasadas posturas populistas y autoritarias.

Se dice que la Democracia Económica es un movimiento filosófico y político que sugiere la transferencia del poder de decisiones desde una minoría de accionistas (stockholders en inglés) o empresarios hacia la mayoría de partes interesadas (stakeholders en inglés), dando mayor importancia a la sociedad frente a los mercados y un sistema político de democracia directa, lo que se suele denominar en su conjunto como democracia inclusiva.

Mientras no haya una propuesta definitiva de cómo lograrlo, todas las propuestas de instauración y los ejemplos concretos se basan en un conjunto central de asunciones fundamentales.

El término fue popularizado por el economista estadounidense J. W. Smith, quien formó el Instituto por la Democracia Económica. Sin embargo, sus ideas se basan en otras anteriores, tales como las de C.H. Douglas, Karl Polanyi, Henry George e incluso las de Adam Smith y Karl Marx. Otros teóricos modernos de la Democracia Económica incluyen a David Schweickart y Richard C. Cook. Además, una variedad de autores y posiciones que se pueden en general definir como partidarios de la economía sostenible mantienen visiones congruentes con la propuesta.

Los proponentes de la teoría están de acuerdo en que las condiciones actuales de inestabilidad o inseguridad económica (ver precarización) tienden a dificultar, o incluso a impedir, a la sociedad en general de obtener los ingresos suficientes para consumir la producción total de esa sociedad. El creciente control monopólico por parte ya sea de las empresas o el Estado sobre los bienes comunes típicamente produce una situación de “escasez artificial”, resultando en un desequilibrio socioeconómico que restringe el acceso de la mayoría a oportunidades económicas y disminuye el poder adquisitivo de los ingresos en general, lo que conduce a una situación de inestabilidad política y económica.

Asumiendo que los derechos políticos o constitucionales no pueden ser ejercidos plenamente sin derecho a la propiedad, las propuestas de la Democracia Económica sugieren una variedad de modelos para resolver los problemas de esa inestabilidad o inseguridad y la deficiencia de la demanda efectiva. En general, se promueve el acceso a los bienes comunes que hayan sido privatizados o estén controlados por el Estado. Otras propuestas secundarias abarcan la promoción de cooperativas, comercio justo, renta básica universal o crédito social, y la promoción del desarrollo a través de iniciativas a nivel local o regional.

Lo que no puede ser considerado es que la Democracia Económica sea una postura disfrazada de comunismo en cualquiera de sus facetas. No es así.

La iniquidad, la desigualdad, la injustica, la pobreza y el envejecimiento de la población planetaria siguen en ascenso, en medio de una desproporcionada concentración de riqueza y de los malos presagios que trae el cambio climático.

¿Nos haremos los desatendidos? ¿Reconoceremos el fracaso de la menos mala de las formas de gobierno hasta ahora intentadas? ¿Nos interesa el futuro del planeta y de la especie? ¿Somos conscientes de los enormes estragos que se avecinan por cuenta del llamado cambio climático impulsado por nuestro consumismo ciego?

Pues va siendo hora de que los humanos saquemos lo mejor de nuestra condición como especie y que los postulados políticamente correctos, bonitos y vendedores de las ideologías religiosas, económicas, sociales y políticas, salgan a flote y nos permitan generar nuevas reflexiones, nuevas miradas y nuevos relatos para que podamos y sepamos aprovechar la transformación digital que tenemos entre manos y que no podemos desperdiciar ni dilapidar, pues es el único factor diferente que  tenemos con respecto a sucesos acaecidos en momentos históricos anteriores y que desembocaron en verdaderas revoluciones.

Que en la llamada era del conocimiento la solidaridad, la generosidad y el pragmatismo nos acompañen.

De cara al porvenir: crisis mal solucionadas

En el país del Sagrado Corazón, como en todos los países del mundo, periódicamente se presentan crisis y desbarajustes del orden de cosas, con la diferencia que en la mayoría de los países las crisis se enfrentan y se resuelven, mientras que aquí se reconocen parcialmente, se hace un gran despliegue mediático y se manejan temporalmente, pero no se resuelven.

Veamos simplemente algunos ejemplos en diferentes momentos de nuestra historia, con diferentes actores y temáticas:

Al inicio de los años setenta, la crisis de empleo motivó al presidente Misael Pastrana a generar unos incentivos para el impulso del sector construcción con el fin de promover el uso intensivo de mano de obra no calificada, y adicionalmente se creó la figura del UPAC (Unidad de Poder Adquisitivo Constante), con un inicial buen suceso y luego, con enormes efectos inflacionarios y de descompensación de la amortiguación de la deuda por parte de los compradores de vivienda.

Este sistema reemplazó al tradicional esquema de financiación por parte del desaparecido Banco Central Hipotecario, relevado en su momento por las corporaciones de ahorro y vivienda hoy también desaparecidas.

A la fecha, ninguno de los sistemas creados sobrevive, se sigue construyendo vivienda, pero sigue creciendo su déficit.

A inicios de los ochenta, hubo una crisis financiera cuyo detonante fue la cesación de pagos por parte de Financiera Furatena, lo cual desencadenó una cascada de empresas en crisis debido a la proliferación de captación y colocación ilegal.

Aparece en 1985 la figura de FOGAFIN (Fondo de Garantías de Instituciones Financieras) para que sirviera de instrumento de rescate de algunas de las instituciones emproblemadas y se pudiera proteger parte del ahorro de los colombianos. Estrategias anunciadas inicialmente como temporales, como la contribución del 2 por mil que luego pasó al 3 por mil y hoy se consolidó como el 4 por mil, dieron algunos frutos, sin que hasta el momento los colombianos que con nuestros impuestos ayudamos a fondear al FOGAFIN, tengamos algún tipo de rédito por parte de las entidades beneficiadas y rescatadas, cumpliendo con el axioma que dice que “se privatizan las utilidades y se socializan las pérdidas”.

A inicios de los años noventa aparece la llamada Apertura Económica, con un buen espíritu, con una buena intención, pero con muy poca planeación, lo cual llevó a la aceleración de un proceso de desindustrialización que aún hoy continúa con sus nefastos resultados.

Nos abrimos al mundo y perdimos nuestra capacidad de transformación y de producción, desequilibrando de un todo y por todo, hasta el día de hoy, nuestra pobre balanza comercial.

Con la muerte de Pablo Escobar se nos garantizaba la desaparición del narco terrorismo, de la inseguridad y del negocio de las drogas, pero pasó todo lo contrario, pues quiérase que no, él era el único capaz de unir y manejar a los malosos. Aparecen pequeños emprendedores del negocio ilegal, se crean redes urbanas de criminalidad aún hoy no superadas y sigue creciendo el negocio de la droga.

Más recientemente, hace 5 años, se firmó el Acuerdo de Paz con las FARC, y hoy el proceso se salva por el respaldo internacional, más que por el propósito interno de consolidarlo y sacarlo adelante. ¡Qué frustración! ¡Qué cansancio! Vamos viento en popa hacia la deriva y estamos siendo testigos impasibles y cómplices del regreso al pasado.

Queda claro que uno le puede dar comida a la gente, pero no ganas de comer.

De cara al porvenir: a todo señor...

A medida que se recompone el camino y ya que el gobernador Aníbal Gaviria Correa podrá resolver su situación jurídica en libertad, es imposible pasar por alto la presencia serena, ejecutiva, comprometida y leal del señor gobernador encargado Luis Fernando Suárez Vélez.

Durante 10 meses supo manejar con gran altura la ausencia del gobernador titular, enfrentando con acierto los temas coyunturales y siendo diligente en el cumplimiento de lo establecido en el plan de desarrollo Unidos por la Vida.

Como dice el poeta, “Hay luz en la poterna y guardián en la heredad”. Gracias señor gobernador Suárez Vélez. Antioquia tiene en usted un gran patrimonio cívico, político y moral.

Pasando a otro asunto, impresionante la dimensión de la reciente caída del servicio de Facebook y asociadas, lo cual demuestra a la saciedad que todo lo humano es susceptible de tener problemas e inconvenientes, y que se debe mantener abierta y vigente la posibilidad de alternativas y esquemas de respaldo.

La precampaña electoral en Colombia muestra desde ahora que nada cambiará y que todo seguirá lo mismo, lamentablemente para la viabilidad y sostenibilidad de este sufrido país.

El circo está en plena función: los grandes temas no se abordan, se repiten los encuentros faranduleros llenos de lugares comunes, hoy pelean y se hablan duro y mañana se abrazan como si nada. No hay propuestas concretas para nada y todos están enloquecidos pidiendo o negociando avales y organizando o negociando las listas al Congreso, de cuyo resultado depende que las maquinarias de los distintos sectores queden aceitadas o no para intervenir en la campaña por la presidencia.

¿Qué opinan sobre el tema de Nicaragua? ¿Qué dicen con respecto a Venezuela? ¿Cómo miran la situación con Panamá, con Ecuador, con Perú y con Brasil, nuestros otros vecinos continentales?

¿Entienden la temporalidad del alza de los precios internacionales del petróleo? ¿Van a apoyar con decisión el acuerdo ambiental de Escazú? ¿Tienen alguna estrategia para mejorar las relaciones con los Demócratas y el gobierno del presidente Biden? ¿Son conscientes de la problemática migratoria que vive Colombia? ¿Alguna idea de qué hacer con las criptomonedas? ¿Le imprimirán una mayor dinámica a lo acordado con el ingreso a la OCDE? ¿Qué van a proponer para enfrentar las consecuencias del cambio climático? ¿Cómo van a detener la deforestación intensiva y la minería ilegal? ¿Seguirán impávidos ante el crecimiento de las llamadas disidencias de las FARC? ¿Tienen voluntad de diálogo con el ELN? ¿Cuál es la propuesta concreta de cada precandidato para evitar que se siga exterminando a líderes sociales, líderes campesinos, reinsertados de las FARC, entre otros segmentos poblacionales de víctimas? ¿Tienen algún criterio por el cambio de paradigma entre la seguridad y la defensa nacionales? ¿Cuál es el planteamiento concreto de cada uno para acabar con la corrupción?

En esto comienza la especulación sobre las hipotéticas fórmulas vicepresidenciales, sin que todavía sepamos muy claramente que poner a hacer a un vicepresidente. Me imagino el criterio de selección para hacerlo atractivo, distinto, exótico y hasta llamativo para atraer a la masa de indecisos.

Pronto se alborotarán los discursos alrededor de que la igualdad de las mujeres, que la inclusión, que la equidad de género, que la diversidad, que la multiculturalidad, que todos sí, que todos no, y no pasará absolutamente nada.

¿Cuál es la posición concreta de sí o no con respecto a la eutanasia, al aborto y a la pena de muerte?

¿Qué piensan hacer con los maestros? ¿Qué piensan hacer con los jueces? ¿Van a respetar la carrera diplomática al momento de nombrar embajadores y personal de alto nivel en el servicio exterior?

¿Respetarán y desarrollarán lo acordado en el Acuerdo de paz? ¿Respetarán a la JEP?

¿Implementarían la figura de Gobierno-Oposición?

Si los precandidatos no se atreven a enfrentar estos temas, pues definitivamente no habrá por quién votar y seguirá siendo más importante el futuro de nuestra Selección Colombiana de Fútbol.

De cara al porvenir: nuestros pódiums

La alegría y el orgullo patrio que se siente al ver a uno de nuestros compatriotas o a alguna institución pública, privada o social recibiendo reconocimientos internacionales por sus logros o realizaciones, definitivamente es una de las experiencias más gratificantes que existen.

A los miembros de mi generación se nos puso la carne de gallina y se nos encharcaron los ojos con los triunfos de Cochise Rodríguez, Pambelé, Bellingrot, Víctor Mora, Isabel Urrutia, Mariana Pajón, Caterine Ibargüen y una pléyade de deportistas que, a nivel Panamericano, Olímpico o Mundial, realizaron grandes hazañas y que para nosotros no eran comunes.

Qué decir de nuestro Premio Nobel de Literatura, del doctor Hakim, de Juanes, de Shakira, de Carlos Vives, de Rafael Puyana (QEPD), de Andrés Posada, de Martha Senn, de Ciro Guerra, de Nairo Quintana, de Egan Bernal, entre otros tantos, que sobre todo, en el presente siglo, han dejado muy en alto el nombre de Colombia y que nos han venido acostumbrando a que sí somos capaces de llegar al pódium.

Lo anterior es ejemplificante y sirve de modelo para que los niños se sientan orgullosos de Colombia y de sus conciudadanos.

Sin embargo, también tenemos un pódium nefasto, sobre todo en aquellos asuntos que tienen que ver con actuaciones ilegales de algunos compatriotas y de la violación de derechos humanos.

El último de estos mal llamados “reconocimientos” nos lo da la ONU cuando denuncia que Colombia es el país en el que más personas defensoras de los Derechos Humanos han sido asesinadas en lo que va del año 2021.

De manera semejante, estamos en el pódium de los países que más defensores del medio ambiente han sido asesinados, así como en lo que tiene que ver con violaciones de menores, feminicidios y asesinatos de sindicalistas, indígenas, periodistas, líderes sociales, jueces y personal de las fuerzas militares y de policía sin que se haya reconocido un estado de guerra interna.

De igual manera, somos uno de los países más corruptos y tenemos una de las justicias más ineficientes.

La mala imagen que unos pocos le proyectan al mundo como ciudadanos colombianos, es costosísima.

Es cierto que son unos pocos, pero no es aceptable la excusa esgrimida tradicionalmente, de que son casos aislados, por la manera recurrente y sistemática de su actuación, que deja por el suelo el concepto de familia como piedra angular hasta hace poco de nuestra sociedad; desprestigia y pone en evidencia las falencias del proceso formativo y de la educación impartida, y lamentablemente, pone contra las cuerdas a un Estado que es incapaz de proteger la vida, honra y bienes de sus ciudadanos y muestra impotencia para aplicar debida justicia.

Ahora bien, cuando los transgresores de la ley son miembros del Estado desde cualquiera de sus instituciones, la cosa pasa de castaño a oscuro.

También aportamos el segundo río más contaminado del mundo, que es el Río Bogotá.

Necesitamos llenar los espacios de noticias positivas. Tenemos científicos, intelectuales, deportistas, instituciones que todos los días hacen milagros con los pocos recursos que tenemos como país en desarrollo, a los que hay que levantarles un monumento por su persistencia y tenacidad.

Debemos dejar a un lado la cultura necrófaga que nos imponen los medios de comunicación con la exaltación diaria del delito y las permanentes apologías de criminales que se han convertido en verdaderos personajes de la televisión y del cine.

Ahora bien, retomando el pensamiento de Michel Foucault, uno de los últimos grandes filósofos de Occidente, otra cosa es que los dueños del poder se beneficien del estado de cosas, para imponer la lógica del miedo y hacer ver como necesaria la existencia de un Estado policivo.

Recordemos alguno de sus pensamientos más agudos:

“La delincuencia tiene una cierta utilidad económica-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente:

Cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuantos más crímenes haya más miedo tendrá la población y cuanto más miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial.

La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué, en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día”.

¿No les parece semejante a lo que hoy sucede con la inseguridad propiciada por la delincuencia común en Bogotá y las soluciones propuestas?

De cara al porvenir: los ríos

Cuando hablamos de la historia de la humanidad y comenzamos a comprender el proceso de transformación de los hábitos y las costumbres, y pasamos del hombre nómada recolector, al hombre sedentario cultivador y domesticador de animales, estamos evidenciando, entre otros, el proceso de la configuración de los pueblos y las ciudades, inicialmente, al lado de los cauces de los ríos, para garantizar el acceso al agua, a la pesca, a la movilidad y al transporte de productos.

No es por eso gratuito que muchas de las grandes ciudades del hoy se hayan desarrollado al lado de un río importante o en las líneas de costa.

Ejemplos reales los tenemos en Europa con el Sena y el Mosa en Francia, el Rin y el Danubio en Alemania, el Volga, el Pechora y el Dniéper en Rusia, el Tajo, el Guadalquivir, el Ebro, el Loira y el Duero en España, el Támesis en Inglaterra, el Vístula en Polonia, el Ródano en Suiza, el Oder en Checoslovaquia y Polonia, el Tíber, el Arno y el Po en Italia, y el Elba en varios países de Europa, entre otros varios.

En Asia, el Ganges en la India, el Yangtsé, el Amur, el Mekong, el Amarillo y el Brahmaputra en China, el Éufrates en Turquía, Siria e Irán, y el Nilo en Egipto, entre otros tantos.

América no es la excepción: tenemos el Amazonas, el Xingú y el Tocantins en el Brasil, el Misisipi, el Potomac, el Bravo, el Yukón, el Colorado, el Missouri en Los Estados Unidos, La Plata en Argentina, el Paraná en Brasil, Paraguay y Argentina, el Orinoco en Venezuela, y el Magdalena en Colombia, entre muchos otros.

Pero no siempre su influencia ha sido positiva, pues las inundaciones, la sedimentación, las invasiones o el deterioro por ser destino de los desechos de todo tipo producidos por los humanos, muchas veces se han vuelto en contra de los propios humanos.

Estas arterias fluviales representan la vida y el desarrollo. Es por ello que los países deben comprender su importancia y establecer políticas públicas que los consideren como “entes sujetos a tratamiento especial”.

Para un país como Colombia, con parte de su territorio agreste, los ríos se convierten en vías de comunicación naturales, para lo cual, por razones históricas, deberíamos emprender la formulación e implementación de objetivos nacionales como el de la redensificación, para poder sacar provecho de estas ventajas estructurales.

Recordemos que los conquistadores y los colonizadores españoles escogieron los terrenos altos para fundar los primeros poblados, buscando un clima más favorable y semejante a sus condiciones en España.

La fundación de pueblos en las costas aparece como obvia, favoreciendo aquellos lugares con bahías naturales o bahías factibles de construir.

Ante el cambio climático, se hace necesaria la protección de los nacimientos y los cauces de los ríos, así como el establecimiento de diques apropiados para tratar de controlar los desbordamientos en épocas invernales.

La construcción de represas y embalses deben tener sus apropiados esquemas de mitigación del impacto que este tipo de obras producen aguas abajo, con relación al volumen del cauce, la fuerza de la corriente, la población acuícola y la población humana.

Muchos cuerpos de agua se asocian a su relación con ríos, convirtiéndose en verdaderos santuarios de flora y fauna.

La naturaleza nos prodiga sus dones y nosotros, en términos de comportamiento civilizado, y con espíritu consciente de supervivencia, debemos aprender a ser gratos y cuidadosos con sus regalos.

De cara al porvenir: obras por emprender

Un país lleno de necesidades y de sueños incumplidos, debería darse a la tarea de comenzar de manera sistemática a inventariar y emprender aquellas obras que, por siglos o decenios, estamos a la espera de usufructuar.

Estas obras, se deben hacer por encima de cualquier interés de cualquiera de los múltiples precandidatos que hoy tenemos y deberían ser una carta común de navegación.

Es poco razonable y presentable que no exista una vía de al menos doble calzada continua entre las dos principales ciudades del país: Bogotá y Medellín. No tiene presentación que periódicamente colapse el Puerto de Barranquilla por no contar con un programa permanente de dragado. Hay que esperar a cada invierno fuerte y rezar para que no se rompa el Canal del Dique y volvamos a decir que es necesaria la construcción del Canal de la Mojana para evitar las permanentes y advertidas inundaciones en Sucre.

Qué pena con nuestros hermanos de San Andrés y Providencia, tan manoseados por todos los gobiernos, sin excepción, ya que a estas alturas del partido no cuentan con su apropiada planta de generación eléctrica, ni con su adecuada planta desalinizadora, ni con la ayuda efectiva prometida para su reconstrucción por la afectación del último huracán que pasó por allí.

Qué desfachatez que los gobiernos locales toleren construcciones piratas o invasiones en zonas de alto riesgo.

Qué despropósito que Colombia no tenga una estrategia real para el manejo de las basuras y los residuos de todo tipo.

Es imperdonable que exista una sola escuela pública que no tenga acceso al agua potable y a los servicios básicos.

Debería ser motivo de sanción permanente para el presidente, el gobernador y el alcalde de turno al que se le muera un solo niño por hambre o por desnutrición.

Debe implementarse un plan maestro de conectividad rural alrededor de las veredas y los corregimientos que componen nuestra división político-administrativa rural.

Debe reconstruirse una figura como la del Instituto de Mercadeo Agropecuario, Idema, para garantizar la logística, los precios de sustentación y la posibilidad de que nuestros campesinos tengan una alternativa real y sostenible de producción agropecuaria diferente a la siembra de coca.

Se debe emprender una estrategia continuada para el control de la erosión costera.

Se debe cumplir estrictamente con los planes de mitigación ambiental para las explotaciones mineras formales.

Hay que dar el empujón que sea para reconstruir nuestra red férrea.

Hay que construir al menos un puerto en el Pacífico.

Debe construirse la red de oleoductos y gasoductos necesarias para evitar la circulación de carro tanques y disminuir la probabilidad de desabastecimiento de las principales ciudades por motivos de catástrofes naturales o temas de orden público.

Hay que implementar un plan adecuado de construcción de puertos secos.

No echar al olvido la posibilidad de construir el Canal Atrato Truandó, emplear la órbita geoestacionaria, y desarrollar los puntos triples (lugares donde coinciden más de 2 fronteras) y las puntas de crecimiento (Territorio propio que se introduce en territorio de otro país).

Se debe apuntalar el desarrollo de las ciudades fronterizas.

Sacar del ostracismo a Tumaco, Ciudad Bolívar, Aguablanca, Buenaventura, a los barrios más pobres de cada ciudad capital, al Departamento del Chocó y a todos los departamentos denominados anteriormente como Territorios Nacionales.

Acabar con el mito de la inaccesibilidad por parte del Estado al Catatumbo, a Sumapaz, a ciertos territorios del Arauca, del Bajo Cauca Antioqueño, del corredor Nariño-Cauca-Putumayo y del corredor Meta-Caquetá, entre otros.

Hay que hacer que nuestro territorio continental y marítimo no le quede grande al Estado, como lo denuncia el decir de que “en Colombia hay más territorio que Estado”.

De cara al porvenir: deterioro creciente

Dice la sentencia que lo importante no es llegar, si no mantenerse.

Hubo un momento del tiempo, hace pocos decenios, que Medellín deslumbraba por su orden, su planeación, su limpieza, su desarrollo estético y su belleza como ciudad.

Cada época trae su afán, y en el hoy, los miembros de mi generación, al comparar los distintos momentos de tiempo, tenemos que llegar a la triste conclusión que el deterioro de la ciudad ha sido constante, sin dejar de reconocer los avances en otros campos. Coincido plenamente con mi siempre querido y respetado doctor Juan Gómez Martínez en su columna del jueves 26 de agosto en El Colombiano, donde advierte que “Perdimos los títulos” y con mi muy admirado Memo Ángel en su columna del sábado 28 de agosto “Sobre la violación al espacio público”, donde evidencia los permanentes atropellos al espacio público, lo cual afecta la calidad de vida de todos.

Menciona el doctor Juan a nuestra añorada Tacita de Plata, a la Ciudad de la Eterna Primavera, a la Ciudad de las Flores, a la Ciudad Industrial de Colombia… ¿Lo recuerdan?

Se pregunta con tristeza e indignación dónde quedó esa ciudad a la cual llegaba un turista “… y se encontraba una ciudad organizada, sin huecos en las calles, sin basuras tiradas sobre la grama de las vías, con un tráfico organizado, con guardas de tránsito trabajando para el orden de los vehículos, con los mejores servicios domiciliarios, gracias a las Empresas Públicas de Medellín. Todo eso se acabó. Ya no existe el carro tapahuecos que se encargaba de mantener una ciudad sin huecos en el asfalto de las vías, ya se encuentran las basuras tiradas en las zonas verdes de las esquinas……”. A eso hay que agregarle la mala y deficiente señalización, muros llenos de letreros, jardines sin mantenimiento en algunas glorietas, luminarias que no se encienden en las noches (y que no son casos aislados), y el caso de las fuentes abandonadas, que tradicionalmente han sido nuestro lado flaco, etcétera.

Resalta Memo Ángel la necesidad de recuperar un espacio público en su verdadera dimensión para todos los ciudadanos y no solo para el beneficio de unos pocos, ya por necesidad, ya por actividades económicas y comerciales. Indigentes, vendedores ambulantes, basuras, deterioro de la infraestructura, negocios que sacan sus productos a las aceras, parqueaderos temporales desorganizados, vendedores que gritan a todo pulmón, malos olores, basuras por doquier, calificando todo esto como lo que es “¡El pandemónium!”.

El manejo de las basuras parecía más efectivo cuando Empresas Varias de Medellín era una empresa independiente. No es sino circular por la Carrera 65 entre el Aeropuerto Olaya Herrera y la Calle 30 para evidenciar un verdadero muladar. Ya ni los horarios de recolección se cumplen.

En temas de servicio de telecomunicaciones y atención post venta, debemos reconocer que hemos venido perdiendo calidad en la oportunidad y calidad del servicio de prevención y de mantenimiento.

Nuestro simbólico Metro ha sido incapaz de colocar techos en las escaleras de acceso a las diferentes estaciones, dicen ellos por razones de seguridad, lo cual raya en el irrespeto y la ineptitud, prestándole un flaco servicio a sus miles de clientes.

Para colmo de males, en los últimos años se agudizan y coinciden tres aspectos que van a desvalorizar del todo las propiedades particulares y a la ciudad como conjunto: la movilidad, la mala calidad del aire y la inseguridad.

En cuanto a movilidad, pues simplemente los carros no caben por número y las vías no dan abasto por sus especificaciones básicas. Es imposible colocar ciclovías en calles de dos carriles sin afectar el flujo vehicular, ni forzar a las vías tradicionales para emplear uno de los carriles para el Metroplús, pero parece que las modas pesan sobre la razón. Para colmo de males, las autoridades se hacen los de la vista gorda cuando ante problemas ocasionados por malos diseños de proyectos de manera integral, como por ejemplo, un bello Puente como el de la 4 Sur en el extremo hacia el Poblado, es de nascencia, un solo trancón y hacia Guayabal al llegar a la 2 Sur, los tacos tradicionales se agudizan pues se acepta irresponsablemente que los carros parqueen a lado y lado de la estrecha calle, limitando el poco espacio que queda para el paso de los carros que lo tienen que hacer en paciente y desesperante fila india. ¿Y dónde están las autoridades? ¿Dónde está la señalización de “Prohibido parquear”?

Y lo que faltaba: denuncia El Colombiano en su edición del viernes 27 de agosto que, por distintas razones, “Semáforos: 1 de cada 3 se ha dañado”. Ahí sí, ¡apague y vámonos!

Ahora bien, se anuncian medidas simbólicas e inocuas como volver a implementar el pico y placa. El remedio está, parcialmente, en soluciones de altura o subterráneas.

Con respecto a la mala calidad del aire, ahí sí tenemos un verdadero problema, pues nos estamos dando cuenta de que, geográficamente hablando, nuestro Valle de Aburrá se asemeja más a un cañón que a un valle, lo cual encierra el aire sucio, y no existen corrientes de aire lo suficientemente fuertes para sacarlos de este espacio. Muchos humanos, muchos carros, lenta decisión para erradicar el uso de combustibles fósiles e implementar soluciones con energías limpias, decisión que hoy depende del gobierno central.

Y al llegar al tema de la inseguridad, pues debemos reconocer que, ante la inexistencia de un modelo económico claro, pues el rebusque, la informalidad, la inmigración no planificada, el crecimiento demográfico y la ilegalidad, son un caldo de cultivo apropiado para el deterioro generalizado y la apremiante necesidad de sobrevivir. Hablar de educación sin verdaderas opciones de futuro es un contrasentido. Y pretender resolver el tema de la inseguridad solo con medidas represivas es ingenuo.

NOTA: Para acabar de rematar, la Oficina de Pasaportes, que antes era ejemplo de orden, eficiencia, puntualidad y oportunidad, hoy está colapsada. (El Colombiano, agosto 31 de 2021).

De cara al porvenir: programa poco ortodoxo

¿Qué tal si nos ponemos serios de una vez por todas y establecemos una agenda ambiental para Colombia que sirva de guía de obligatorio cumplimiento para que el casi medio centenar de precandidatos organicen sus programas de gobierno con un foco claro y puedan presentar estrategias viables para cada caso?

El informe de la ONU sobre el cambio climático no da espera. El que siga creyendo que eso es una invención de un grupo de humanos, allá él. Yo me considero un hijo de la razón y de la ilustración, y por eso creo y respeto a la ciencia.

Que la ONU se atreva a decir que ya hay efectos irreversibles, debe ponernos en verdaderas alarmas. Esa expresión nunca se había expresado abiertamente por un organismo de la importancia de la ONU. Digamos, para el caso de los que no entienden o no quieren entender, que “si el río suena, piedras lleva”.

Como esto requiere acción inmediata, pues debemos proponernos llegar a emisiones cero en un período de tiempo corto. ¿20 años? ¡Quién sabe si el planeta nos da espera!

¡Pilas! Esto ya es una cuestión de supervivencia

Propongo que, una vez reconocido el territorio, cuidemos y crezcamos las áreas correspondientes a:

  1. Páramos: 7 páramos que equivalen al 56% del área mundial de páramos.
  2. Bosques: 63.777.519 hectáreas.
  3. Selvas: incluidas en el dato anterior.
  4. Áreas protegidas: 122 nacionales, 228 regionales y 933 locales.
  5. Parques nacionales naturales: -PNN-. 43.
  6. Santuarios de fauna y flora: 12.
  7. Áreas naturales únicas: 1. (Los Estoraques).
  8. Áreas de reserva forestal -ARF-: 2.155.591 hectáreas en Serranía de San Lucas, Carare-Opón y Serranía Motilones.
  9. Áreas de manejos especiales.
  10. Áreas de protección ecológica: 59 con 14.268.224 hectáreas.
  11. Reservas nacionales naturales -RNN-: 2.
  12. Vía parque: 1 (Salamanca).

Que tengamos además un estrategia seria y continuada para el manejo y protección de:

  1. Mares: Atlántico, Pacífico, Caribe y Antillas.
  2. Líneas costeras: 2.900 km de costas.
  3. Corales.
  4. Vertientes hidrográficas: Caribe, Pacífico, Amazonas, Orinoquía y Catatumbo.
  5. Nacimiento de ríos.
  6. Cauces de ríos: Más de 50.
  7. Canal del Dique.
  8. Canal de la Mojana (por construir).
  9. Distritos de riego.
  10. Lagos: 1.800 cuerpos de agua.
  11. Lagunas: incluidas en el dato anterior.
  12. Aguas subterráneas.
  13. Nevados: Ruiz, Tolima, Santa Isabel, Quindío y Cisne.

De igual manera se requieren programas especiales para el manejo de aguas servidas, el manejo de los residuos sólidos y el manejo de la erosión del territorio y de las costas, teniendo en cuenta además la calidad del aire, del suelo, del mar y del agua, y la contaminación electromagnética, radiactiva, térmica, genética, visual, lumínica, acústica, difusa, puntual, química y biológica.

¿Qué tal si además protegemos como se corresponde y aprovechamos los patrimonios de la humanidad que la Unesco ha declarado para el caso colombiano?

Estos son los patrimonios de la humanidad que hoy aporta Colombia, teniendo en cuenta que las fuentes oficiales no se ponen de acuerdo con respecto al número exacto.

  1. San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Reserva mundial de la biósfera.
  2. Complejo Lagunar Ciénaga Grande de Santa Marta. Reserva mundial de la biósfera.
  3. Laguna de la Cocha. Humedal de importancia mundial.
  4. Andes Tropicales. Ecorregión terrestre prioritaria.
  5. Chocó-Darién. Ecorregión terrestre prioritaria.
  6. Ensenada de Utría. Patrimonio ecológico de la humanidad.
  7. Parque de San Agustín. Patrimonio histórico de la humanidad.
  8. Serranía del Chiribiquete. Patrimonio ecológico de la humanidad.
  9. Camellones del Caño Carate y Esteros de San Esteban. Patrimonio histórico de la humanidad.
  10. Camellones del Río San Jorge. Patrimonio histórico de la humanidad.
  11. Parque Nacional de los Katios. Patrimonio ecológico de la humanidad.
  12. Hipogeos de San Andrés de Pisimbalá. Patrimonio histórico de la humanidad.
  13. Tumbas de Tierradentro. Patrimonio histórico de la humanidad.
  14. Mompox. Patrimonio histórico de la humanidad.
  15. Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta. Patrimonio histórico de la humanidad.
  16. Sierra Nevada de Santa Marta. Ecorregión terrestre prioritaria.
  17. Cartagena de Indias. Patrimonio histórico de la humanidad.
  18. Carnaval de Barranquilla. Patrimonio oral intangible de la humanidad.
  19. San Basilio de Palenque. Obra maestra del patrimonio oral intangible de la humanidad.
  20. Isla de Malpelo. Patrimonio natural de la humanidad.
  21. Semana Santa de Popayán. Patrimonio cultural y religioso de la humanidad.
  22. Carnaval de Blancos y Negros. Patrimonio oral intangible de la humanidad.
  23. Paisaje Cultural Cafetero. Patrimonio de la humanidad.
  24. Sistema Normativo de los Wayuu aplicado por el Palabrero. Patrimonio oral e intangible de la humanidad.
  25. Música de marimba y cantos tradicionales del Pacífico Sur de Colombia. Patrimonio oral e intangible de la Humanidad.
  26. El saber tradicional de los chamanes Jaguares del Yurupari en la Amazonía. Patrimonio oral e intangible de la humanidad.
  27. El vallenato. Patrimonio cultural de la humanidad.
  28. El canto de la vaquería. Patrimonio cultural de la humanidad.

Deben reconocer apreciados lectores, que para la mayoría de ustedes este listado es un verdadero descubrimiento, lo cual evidencia una vez más la mala calidad de nuestro pretenciosamente llamado sistema educativo.

Lo que no se conoce no se puede respetar, ni querer, ni valorar. Hay países que con un solo patrimonio construyen y configuran su PIB alrededor de una apropiada, dinámica y seria actividad turística.

Sin conciencia geográfica e histórica, qué lejos estamos de poder llamarnos sociedad política y mucho menos nación.

A la protección y cuidado de la naturaleza y los recursos naturales, se le debe acompañar con acciones de carácter demográfico, de redensificación territorial, económico, industrial, tecnológico, político, de movilidad, entre otros tantos que miraremos en un futuro cercano.

Nota: en el hoy, una buena educación debe generar conciencia colectiva. Las redes sociales deben servir para divulgar conocimiento. Debemos abrir espacios para escuchar a nuestros científicos en las distintas áreas del saber y saber que nos pueden proponer. Y todos debemos entender que, para ser verdaderamente libres, debemos educar.

De cara al porvenir: el fútbol, ¿un supra Estado?

En diferentes ámbitos de la vida diaria existen una serie de normas absurdas y arbitrarias que se convierten en parte del paisaje y se asumen como normales, hasta cuando tales normas nos impactan negativamente. En esta oportunidad es el Atlético Nacional, ya que algunos de sus jugadores y sus hinchas quienes padecemos en carne propia tal situación.

A lo largo de la historia la organización que rige el fútbol en el planeta, la FIFA, ha generado un marco normativo propio con el que pretendieron blindarse frente a las normas de los diferentes países afiliados. Por ejemplo, durante muchos años se burlaron de las normas laborales y generaron una nueva modalidad de esclavismo. En Colombia es emblemático el caso de Nelson Gallego a quien el dueño de un equipo, el señor Gabriel Camargo Salamanca, bloqueó para el deporte: no lo dejaba jugar en el Tolima ni permitía su transferencia a otro club, truncando así la carrera de un buen jugador. Frente a esto, no existían caminos legales a los que se pudiera acudir.

Por fortuna, en Europa, en un caso similar, la justicia ordinaria, a través del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, profirió en el año de 1995 una célebre sentencia en favor del futbolista belga Jean-Marc Bosman; reconoció la libertad deportiva de este jugador y, como consecuencia, obligó al cambio de las normas de la UEFA y de la FIFA. Es importante tener en cuenta que frente a la decisión de la justicia ordinaria ninguna federación y ningún club fueron desafiliados de la FIFA y, a las autoridades futboleras, no les quedó más camino que acatar la decisión.

En estos momentos Atlético Nacional recorre un tortuoso camino que, finalmente, lo más seguro es que se resuelva con dinero, pero hay un grupo de futbolistas a quienes no se les está permitiendo desempeñar su oficio, se les impide hacer lo que saben hacer. Aunque se les pague su quincena, se les está cercenando su derecho al ejercicio de una profesión.

Y es allí donde aparecen las normas arbitrarias. Si Atlético Nacional firmó un contrato con Cortuluá y se dejó incluir una cláusula leonina, pues que asuma las consecuencias y que ataque la validez de dicha cláusula o que pague. Así como en el juego del fútbol los errores se pagan con goles, en el mundo de los negocios los errores se pagan con plata. Pero otra cosa es que unos futbolistas debidamente contratados no puedan ser inscritos y por lo tanto no puedan ejercer su profesión de manera digna. Allí es donde aparece la arbitrariedad al vincular a terceros en el problema entre dos instituciones. Es injusto que se señale a Fernando Uribe como culpable de lo que pasa, él no tiene nada que ver, pero Dorlan Pabón, Felipe Aguilar y sus compañeros bloqueados, tampoco tienen nada que ver.

Se dirá que esas son las normas internas de la Federación Colombiana de Fútbol y de la Dimayor, y que todos los clubes que las aprobaron deben acatarlas. Eso suena bien, pero no es verdad: la normativa interna de una institución puede ir más allá de la ley, pero nunca en contra de ella y, mucho menos, en contra de normas constitucionales.

Esas normas internas arbitrarias que han sido tradicionales en el mundo del fútbol, prohijadas por la FIFA, han tenido un trasfondo perverso: generar una pretendida inmunidad, pero no la han logrado: Blatter y Platiní fueron condenados penalmente, como lo fue en nuestro medio el señor Luis Bedoya y, quién sabe, el señor Ramón Jesurum puede correr la misma suerte pues está sub judice por el ilegítimo manejo de la boletería para el mundial de Rusia, en otras palabras por ser un vulgar revendedor de boletas.

Hasta ahora todos los fallos en las acciones judiciales intentadas por los jugadores y por Nacional han sido adversos, pero aún quedan por resolver apelaciones y eventuales revisiones ante la Corte Constitucional. Qué bueno que la rama judicial colombiana marcara un hito, como lo hizo el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 1995, para promover el cambio de normas arbitrarias en el mundo del fútbol.

Por ahora, una propuesta: si definitivamente las decisiones son negativas, Nacional podría darse la pela durante un semestre, afrontando lo que resta del campeonato con juveniles y, con su nómina básica, incluidos los refuerzos contratados, emprender una gran gira internacional para mostrar a sus jugadores internacionalmente y, de paso, conseguir los recursos para pagar al Cortuluá. Ah, y, además, no prestar jugadores a la selección Colombia. Qué pena con el profesor Rueda, pero, a veces, toca.

NOTA: Afortunadamente esta situación, ya fue superada.

De cara al porvenir: Pedro Pascasio Martínez

Cuando en Colombia el tema de la corrupción nos abruma, es bueno rescatar del olvido de la historia a un humilde soldado que dio muestras de buen comportamiento en pleno campo de batalla, cuando el líder del bando enemigo trató de sobornarlo para que no lo apresara y lo dejara escapar, acción que, de manera honesta, no realizó.

Pedro Pascasio Martínez Rojas nació en Belén, el 20 de octubre de 1807, y murió allí mismo, el 24 de marzo de 1880. Fue un soldado preadolescente neogranadino que participó en la Campaña Libertadora de la Nueva Granada cuando tenía 11 años. Estuvo en las decisivas batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá, en la cual, luego de la derrota de las tropas realistas, junto a otro soldado conocido como el Negrito José, dio captura al comandante del ejército enemigo, José María Barreiro.

En la noche del 7 de agosto de 1819, luego de la derrota de las tropas españolas en la batalla de Boyacá, el comandante del ejército español José María Barreiro se ocultó junto a otro oficial bajo unas rocas en inmediaciones al río Teatinos. En este lugar fue descubierto por Martínez y su compañero de misión, el Negrito José. El Negrito José sacó de acción al compañero de Barreiro. El oficial sorprendido por la actitud de los niños les ofreció una bolsa con monedas de oro para que lo dejaran huir, pero Pedro Pascasio lo rechazó diciendo: “Ni todo el dinero del mundo podrá comprar la libertad de una nación” y lo llevaron prisionero ante el libertador Simón Bolívar.

Por esta captura fue compensado con la suma de cien pesos y ascendido a sargento por Bolívar. Tras culminar la Guerra de Independencia, fue retirado del ejército y permaneció en Belén a espera de su pensión, que nunca recibió; desempeñó los oficios de leñador y carguero hasta su muerte. En 1880, el Congreso de Colombia por medio de la ley 93 reconoció su hazaña y le asignó una pensión de un peso, la cual recibió en una sola oportunidad.

El tema de la corrupción no es solo un tema de Colombia, sino de todo el planeta.

Sin embargo, lo que nos ocupa es Colombia, y ahí tenemos que ser claros: el proceso de formación que hoy le estamos dando a los niños, a los jóvenes y a los adultos, muy sencillamente no está funcionando.

Y es un problema que nos atañe y nos vincula a todos, desde los padres de familia, la familia, el entorno barrial, el entorno académico, el entorno empresarial y el entorno de lo público.

A grandes males, grandes remedios. Sin entrar a justificar, debemos generar condiciones de vida dignas a las personas en términos de equidad democrática, para que todos tengamos las mismas posibilidades y entonces no estemos propiciando la exclusión, en todas sus formas, y la intolerancia.

En el corto plazo, hay que definir una estrategia correctiva y preventiva: ¿Cárcel?, ¿pena de muerte?, ¿extinción de dominio de todos los bienes?, ¿cadena perpetua?, ¿trabajos forzados por 50 años?, ¿otros?, ¿cuáles?

Todo lo anterior acompañado de una campaña publicitaria y comunicacional invitando a respetar el recurso público y los recursos privados, y a que no seamos delincuentes ni cómplices pasivos o activos.

En el mediano plazo una estrategia de prevención con penalización para todos los vinculados y un reforzamiento de la capacidad efectiva de operación de los órganos de control económicos, legales y políticos.

Establecer un control y seguimiento exhaustivo a todos los contratos estatales de todos los niveles.

Solicitar a los gremios económicos sectoriales y subsectoriales, a las universidades y a las asociaciones profesionales que se vinculen a la campaña nacional contra la corrupción haciendo seguimiento de sus afiliados y egresados, y expulsando y vetando a quien sea declarado culpable, retirándoles además la tarjeta profesional y prohibiéndoles trabajar y contratar con el Estado el resto de la vida.

Al funcionario público, cerrándole las puertas de por vida para trabajar y contratar con el Estado.

En el largo plazo, un proceso educativo-formativo que reivindique el buen comportamiento ciudadano, la honestidad y el respeto por la legalidad y los principios éticos a todos los niveles.

Generar una especie de concurso nacional para que quien como contratista entregue las obras y servicios cumpliendo o bajando el presupuesto asignado y el cronograma establecido, con los máximos de calidad posibles, sea reconocido y exaltado como ejemplo a seguir.

Es una tarea de todos. No nos puede quedar grande la grandeza. Tenemos que comportarnos como seres civilizados. ¿Será mucho pedir?

De cara al porvenir: administrando el país

Para aquellos que quieren ser presidente de Colombia en el próximo período y de verdad quieren hacer algo, sugiero algunas acciones, de manera respetuosa.

Sea lo primero, que todos los candidatos acepten que hay algunos temas que son comunes y requieren solución inmediata: no interesa que los enuncien, pues todos sabemos cuáles son, sino que presenten propuestas concretas para enfrentarlos. Las cacareadas reformas tributaria, de la salud, de la educación, de la justicia, de las pensiones, de la propiedad y tenencia de la tierra, del cambio climático, de la reforestación, de la explotación minera, entre otras, que no dan más espera.

Los debates, si los hay, deben ser para escuchar las propuestas de solución integrales para cada uno de estos temas.

Hacer un pacto de caballeros para que congresista que cometa delito y sea declarado culpable, no será reemplazado, y se pierde la curul, para castigar también a quien dio el aval.

Tener como punto de partida un axioma gerencial: “No por hacer más de lo mismo se van a obtener resultados distintos”.

Sea lo primero, partir del principio de la legalidad por encima de cualquier consideración. Lo que esté por fuera de la ley no tiene cabida ni interés alguno.

Al estructurar las listas de los partidos que avalarán a los candidatos, exigirles a los candidatos al Congreso, que una vez definidas las líneas programáticas que serán soporte al programa de gobierno, cada aspirante deba aportar para conseguir el aval, un proyecto de ley debidamente elaborado para que el 20 de julio de 2022, cuando se instale el Congreso de la República, el Gobierno entrante radique los 100 proyectos de Ley que aspira a potenciar en los primeros años de su mandato: eso es comenzar a gobernar desde el primer día y no botar el primer año de gobierno dizque conociendo y entendiendo qué dejó el Gobierno anterior.

Importante no desgastarse poniendo retrovisor: si no le gusta lo que encontró, pues entonces ¿para qué se propuso ser presidente? Además, comenzó mal, pues eso implica que no estudió la realidad que le correspondería enfrentar y que las llamadas “comisiones de empalme” resultan siendo un fracaso.

Formalizar la economía informal y crecer el segmento poblacional de la clase media.

Promover el ahorro. Preparar una verdadera reforma tributaria.

Evitar el ejercicio del gobierno como un “gobierno mediático y farandulero”: Aquí se gobierna es trabajando y no haciendo ruedas de prensa por parte de cada entidad de manera permanente.

Reconstruir el andamiaje diplomático de la República, manejándolo como “Asunto y política de Estado”.

Garantizar la soberanía alimentaria y energética.

Garantizar plena independencia del Banco de la República.

Garantizar un equilibrio de poderes verdaderamente democrático. No se deben alinear al gobierno de turno ni la Contraloría General de la Nación, ni la Fiscalía, ni la Procuraduría, ni la Defensoría del Pueblo.

Darle el nivel que merecen a la Auditoría General de la Nación y a la figura de la Contaduría General de la Nación y ponerlas a funcionar de manera efectiva.

Cambiar de estrategia para el manejo de los bienes provenientes de la Extinción de Dominio.

¿Por qué no pensar finalmente en un verdadero modelo de desarrollo?

Definir una estrategia integral para el campo y la realidad rural.

Siendo coherentes con los Acuerdos de Paz, plantear la posibilidad de aplicar el concepto de Defensa Nacional, en el cual, las Fuerzas Militares se adscriben al Ministerio de Defensa y la Policía Nacional al Ministerio del Interior.

Aun cuando sea ingenuo, plantear una agenda de trabajo seria con los Estados Unidos sin que se afecte el concepto de autonomía y de soberanía nacional.

NOTA: las imágenes de un Edificio alto que compite con el Castillo de San Felipe en Cartagena y la pintura de una sección de sus murallas históricas, le dejan a uno “un sinsabor agridulce” y ciertas ganas de matar y comer del muerto. ¡No hay derecho!

¡Y nosotros criticando la barbarie cultural de los talibanes!

De cara al porvenir: propuestas decentes

Cuando todavía no se ha bajado formalmente la bandera para el inicio de la campaña electoral por la Presidencia de la República para el período 2022-2026, lo único que se tiene en abundancia son precandidatos, la mayoría de ellos insulsos y algunos que todavía no muestran los dientes, pero ahí están, agazapados, haciendo sus cálculos, sus sumas y sus restas, a ver si existe alguna probabilidad de éxito con su por ahora, íntima y oculta aspiración.

De igual manera, el escenario planteado es hacer campaña en medio de una pandemia no superada, una crisis económica creciente, unos impactos en el orden socio económico, alarmantes, un proceso de paz sin tomar el vuelo deseado y una presencia y postura internacional muy débil.

Pronto comenzaremos a oír a la mayoría de los ilustrados precandidatos pontificar sobre lo divino y lo humano: que “la educación es lo más importante”; que en su gobierno la “salud será para todos”; que “las pensiones son sagradas”; que habrá vivienda para “cada colombiano”; que solo sobre su cadáver habrá “más reformas tributarias”; que no sabremos dónde “acomodar tanto emprendedor con sus emprendimientos exitosos”; que habrá “pleno empleo para los jóvenes”, entre otros variopintos enunciados, y que de Suiza, Suecia, Dinamarca, Finlandia y otros países, vendrán a mirar con sus propios ojos, cual es el origen del llamado “Milagro Colombiano”. ¡Pura paja!

A mí que no me vengan a enunciar como propias, originales y generosas propuestas, lo que son obligaciones constitucionales por cumplir alrededor de los Derechos Fundamentales, que a algunos no les gusta, pero que hoy están vigentes con la Constitución que nos rige. El que se crea incapaz de cumplir con los preceptos constitucionales, entonces que no se postule, por incompetente, y el que a conciencia sepa que no los puede cumplir, pues que no se presente, pues será un mentiroso.

Teniendo claros los siguientes conceptos, uno esperaría que los candidatos se comprometieran a mejorar los siguientes resultados, propios de la radiografía con estándares mundiales que ofrece Colombia, teniendo como fecha de corte el 2019 para no caer en las imprecisiones que ha dejado la pandemia y en la afectación directa a estas mediciones.

El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

Colombia tuvo un coeficiente GINI en 2019 de 0.526. Se espera que el nuevo presidente baje ese valor, por ejemplo, al 0.45 en sus cuatro años de gobierno, buscando establecer principios de igualdad.

Si un país tiene el máximo en todo, su Índice de Desarrollo Humano –IDH- será de 1, mientras que, si tiene los valores mínimos, su IDH será de cero. Por tanto, el IDH siempre se encontrará entre 0 y 1. Cuánto más alto mejor.

El IDH de Colombia en 2019 fue de 0.767, lo que obliga al presidente electo a subir su valor para alcanzar un mayor nivel de desarrollo en las condiciones en las cuales viven los colombianos. ¿Qué tal subir a un 0.85 en su período de gobierno?

La línea de pobreza está en el 27.9%. ¿Qué tal bajarla al 14% en 10 años?

La línea de pobreza extrema está en el 7%. ¿Qué tal bajarla al 4.5% en 10 años?

El ingreso per cápita de Colombia en 2019 fue de US 6.428.68, lo cual obliga a plantear estrategias para incrementar la generación de riqueza y obtener un per cápita de US 9.000 en los 4 años al frente del gobierno.

El PIB (producto interno bruto) de Colombia en 2019 fue de US 323.6 miles de millones, lo cual obliga a pensar en elevarlos a unos US 450 miles de millones en 4 años.

¿Qué tal cuadruplicar los excedentes de nuestra débil balanza comercial?

Hoy el país tiene 1.122 Municipios, donde casi el 90% pertenecen a la categoría 6, es decir, cerca de 1.000 Municipios. ¿Por qué no generar una estrategia integral para qué en horizontes de tiempo razonables, se programe una recategorización factible? Por ejemplo, que en los próximos cuatro años 50 municipios pasen de categoría 6 a categoría 5 y así sucesivamente.

Pasando a otro aspecto, en términos de infraestructura tenemos que pensar en grande para pronto salir de los proyectos de reconstrucción y de desatraso, y comenzar a construir proyectos para el desarrollo. Colombia cuenta con una red de carreteras de 206.102 km, de los cuales el 6.9%, es decir, 16.983 km corresponden a la red primaria, el 21%, es decir 44.400 km, corresponden a la red secundaria y 142.284 km, el 69.46%, a la red terciaria. ¿Qué tal pasar de 206.102 KMS a 400.000 KMS en sus 4 años de gobierno?

La red ferroviaria de Colombia tiene una longitud total de 3.304 km. De ellos un total de 150 km con ancho estándar de 1.435 mm que conectan las minas de carbón del Cerrejón al puerto marítimo de Puerto Bolívar, en la Bahía Portete, y 3.154 km de vía estrecha, de 914 mm, de los cuales 2.611 km aún están en uso. ¿Qué tal pasar de 3.304 km a 6.000 km en los próximos 4 años?

Colombia cuenta 10 zonas portuarias, ocho de ellas en la Costa Caribe: La Guajira, Santa Marta, Ciénaga, Barranquilla, Cartagena, Golfo de Morrosquillo, Urabá y San Andrés; y dos en el Pacífico: Buenaventura y Tumaco. ¿Qué tal ampliar la zona portuaria en el Pacífico con la construcción de al menos 2 puertos de alto nivel en los próximos 4 años y mejorar las zonas portuarias del Caribe?

¿Por qué no hacer un inventario real de todas las obras inconclusas a lo largo y ancho del país y hacer un programa especial para concluirlas durante el período de gobierno en cabeza de un ministro ad-hoc?

¿Por qué no hacer un inventario de las “deudas históricas” que se tienen con cada departamento y con cada municipio y hacer un programa especial para concretarlas en cabeza de un ministro ad-hoc?

¿Qué tal formalizar un plan de choque frontal para superar los problemas de las regiones más conflictivas y en riesgo del país como lo son San Andrés, el Chocó, Tumaco, Buenaventura, Sumapaz, Siloé, Aguablanca, Ciudad Bolívar, entre otros tantos?

Personalmente espero seriedad por parte de los precandidatos y luego de los candidatos, presentando propuestas factibles y medibles.

Así mismo, que nuestros medios de comunicación tan poco originales y siempre copiando lo que se hace en los medios norteamericanos, cambien de formato para poder conocer en profundidad lo que piensa y a lo que se compromete cada candidato.

Eso de los grandes foros, donde todos hablan y no dicen nada, está mandado a recoger. (Ya comenzamos mal. Es lo que precisamente acaba de suceder en el Congreso anual de la Asociación Nacional de Industriales -ANDI- donde se invita a un grupo de precandidatos para que expongan sus ideas de cómo superar la crisis. Solo buenas intenciones y babosadas encubiertas con ciertos rasgos retóricos, llenos de lugares comunes y de posturas políticamente correctas.

NOTA: finalmente no supimos aprovechar la crisis a la que nos arrastró la pandemia, con la gente sensibilizada, para elaborar y sacar adelante una verdadera reforma tributaria, omisión que pagaremos muy caro.

De cara al porvenir: compañeros de viaje

Para algunos miembros de mi generación, ha sido una verdadera fortuna haber podido interactuar en algún momento del tiempo con ilustres visitantes que, como asesores extranjeros, vinieron a compartir sus experiencias y a orientar nuestros esfuerzos.

Algunos de ellos, pues la lista sería muy extensa, son: Jean Paul Sallenave, a principios de los ochenta, quien nos hablaba sobre planeación estratégica. Peter Drucker a mediados de los noventa nos ilustraba sobre temas de competitividad y con el Estudio Monitor de Competitividad, nos ayudaba a tener una hoja de ruta. A comienzos del siglo, Sergio Boisier nos entregaba su experiencia en torno al desarrollo territorial, mientras que el profesor Gioacchino Garófoli hacía énfasis sobre la relevancia del desarrollo desde lo local. Muhammad Yunus nos explicaba la importancia de la confianza y la manera de estructurar un banco para los pobres. El profesor Ricardo Hausmann nos puyaba para que pensáramos en serio en los temas del desarrollo, entendiendo los parámetros y las restricciones que ofrecía en su momento el mundo de la globalización económica.

De igual manera, varias experiencias exitosas de países amigos han servido como ejes de aprendizaje y de encuentro para incorporar buenas prácticas. Algunos tuvimos la fortuna de visitar a Mondragón en Cataluña, España y evidenciar las ventajas del cooperativismo productivo y el impulso dado a los parques tecnológicos. El entender cómo alrededor de un gran proyecto cultural ‒El Museo de Guggenheim‒, Bilbao en España pudo potenciar su transformación. El poder visitar las regiones italianas donde se desarrollaron los exitosos distritos industriales, homólogos europeos de los clusters norteamericanos, enriquecieron el concepto de trabajar juntos y poder así buscar economías de escala. Santiago de Chile y sus exitosas experiencias de movilidad urbana, implementadas con planeación y firmeza. Alemania y su modelo de Educación Dual, Universidad-Empresa, que tantos logros ha alcanzado. Curitiba en Brasil, como ejemplo viviente de que sí se puede lograr un desarrollo armonioso sin dejar un impacto grave en la naturaleza. Florencia, Italia y sus iniciativas para el fomento del comercio internacional. Silicon Valley en los Estados Unidos y la posibilidad de observar de primera mano la ebullición de la creatividad y del desarrollo tecnológico.

Los anteriores son algunos ejemplos que han servido de inspiración y también de reflexión.

En el hoy, una ciudad como Medellín tiene firmados varios convenios de hermanamiento con distintas ciudades a lo largo y ancho del planeta. Lamentablemente no ha existido una política pública que le dé continuidad y forma de ejecución a lo pactado, sin que exista una hoja de ruta y menos una entidad o varias entidades responsables para impulsar y hacer seguimiento de las acciones, eventos o proyectos conjuntos que hagan valer la pena la firma de convenios que muchas veces se quedan en el simple papel.

Tenemos mucho que aprender y también tenemos mucho que compartir como acciones y prácticas exitosas de ciudad. También tenemos que aprender a sacarle mayor provecho a los ejercicios de las relaciones Internacionales y de las relaciones interinstitucionales, en condiciones de gana-gana y de adecuada reciprocidad.

NOTA: reflexiona nuestro gran William Ospina alrededor de lo que sucede en el planeta con el cambio climático y dice: “Ya no producimos más cultura, más civilización: solo basura, velocidad, congestión, más angustia y desastres”.

De cara al porvenir: el metaverso

Para algunos miembros de mi generación, ha sido una verdadera fortuna haber podido interactuar en algún momento del tiempo con ilustres visitantes que, como asesores extranjeros, vinieron a compartir sus experiencias y a orientar nuestros esfuerzos.

Algunos de ellos, pues la lista sería muy extensa, son: Jean Paul Sallenave, a principios de los ochenta, quien nos hablaba sobre planeación estratégica. Peter Drucker a mediados de los noventa nos ilustraba sobre temas de competitividad y con el Estudio Monitor de Competitividad, nos ayudaba a tener una hoja de ruta. A comienzos del siglo, Sergio Boisier nos entregaba su experiencia en torno al desarrollo territorial, mientras que el profesor Gioacchino Garófoli hacía énfasis sobre la relevancia del desarrollo desde lo local. Muhammad Yunus nos explicaba la importancia de la confianza y la manera de estructurar un banco para los pobres. El profesor Ricardo Hausmann nos puyaba para que pensáramos en serio en los temas del desarrollo, entendiendo los parámetros y las restricciones que ofrecía en su momento el mundo de la globalización económica.

De igual manera, varias experiencias exitosas de países amigos han servido como ejes de aprendizaje y de encuentro para incorporar buenas prácticas. Algunos tuvimos la fortuna de visitar a Mondragón en Cataluña, España y evidenciar las ventajas del cooperativismo productivo y el impulso dado a los parques tecnológicos. El entender cómo alrededor de un gran proyecto cultural ‒El Museo de Guggenheim‒, Bilbao en España pudo potenciar su transformación. El poder visitar las regiones italianas donde se desarrollaron los exitosos distritos industriales, homólogos europeos de los clusters norteamericanos, enriquecieron el concepto de trabajar juntos y poder así buscar economías de escala. Santiago de Chile y sus exitosas experiencias de movilidad urbana, implementadas con planeación y firmeza. Alemania y su modelo de Educación Dual, Universidad-Empresa, que tantos logros ha alcanzado. Curitiba en Brasil, como ejemplo viviente de que sí se puede lograr un desarrollo armonioso sin dejar un impacto grave en la naturaleza. Florencia, Italia y sus iniciativas para el fomento del comercio internacional. Silicon Valley en los Estados Unidos y la posibilidad de observar de primera mano la ebullición de la creatividad y del desarrollo tecnológico.

Los anteriores son algunos ejemplos que han servido de inspiración y también de reflexión.

En el hoy, una ciudad como Medellín tiene firmados varios convenios de hermanamiento con distintas ciudades a lo largo y ancho del planeta. Lamentablemente no ha existido una política pública que le dé continuidad y forma de ejecución a lo pactado, sin que exista una hoja de ruta y menos una entidad o varias entidades responsables para impulsar y hacer seguimiento de las acciones, eventos o proyectos conjuntos que hagan valer la pena la firma de convenios que muchas veces se quedan en el simple papel.

Tenemos mucho que aprender y también tenemos mucho que compartir como acciones y prácticas exitosas de ciudad. También tenemos que aprender a sacarle mayor provecho a los ejercicios de las relaciones Internacionales y de las relaciones interinstitucionales, en condiciones de gana-gana y de adecuada reciprocidad.

NOTA: reflexiona nuestro gran William Ospina alrededor de lo que sucede en el planeta con el cambio climático y dice: “Ya no producimos más cultura, más civilización: solo basura, velocidad, congestión, más angustia y desastres”.

De cara al porvenir: para abajo ruedan las piedras

Esta época impactada por la pandemia, a la cual no debe ni puede llamarse por ahora post pandémica, ‒puesto que todavía no la hemos superado‒, ha servido para que los líderes de las diferentes organizaciones puedan evidenciar su real valía, su entereza y su capacidad para enfrentar grandes retos.

Es el momento del ejercicio de la verdadera gerencia por parte de verdaderos gerentes, de asumir riegos, de tener prudencia, de ser proactivo, de ser motivador, retador e inspirador. Se pondrán en evidencia los gerentes mediocres, aquellos que saben pasar de agache, que están llenos de lugares comunes y que ponen el consenso ‒que es un medio y no un fin‒ por encima de los resultados inmediatos que hoy se requieren.

Esta posibilidad es una real exigencia, pues lo que hoy se encuentra en riesgo es la factibilidad, la viabilidad, la sostenibilidad y la sustentabilidad de todas las organizaciones planetarias, en el entendido de que, en términos económicos, cuando alguien pierde, alguien puede estar ganando y viceversa.

Y es que hoy el principal objetivo a lograr por las organizaciones es la supervivencia que garantice la continuidad de la operación, el cumplimiento de los compromisos, la preservación de los puestos de trabajo, la atención a las demandas de los públicos objetivos ‒stakeholders‒ y el impacto positivo en el entorno para servir como detonantes de cadenas de reacción positivas.

La cabeza de la organización debe hacer un gran esfuerzo por mantener la cabeza fría, lo cual no es fácil, pues las decisiones deben tomarse basados en la urgencia para atender la coyuntura ‒que no da espera‒ ya que están supeditadas a decisiones de instancias superiores, a decisiones que se toman en caliente sobre otras decisiones, a la dinámica, los ritmos y el compromiso de los miembros del equipo de trabajo, que no siempre son lo que se requiere, ya por su parsimonia, ya por su incapacidad para atender varios frentes al tiempo, ya por su desorden, ya por su incompetencia, ya por su temor o ya por su falta de comprensión y dimensionamiento de lo que está en juego. Estamos evidenciando, al menos en Colombia, la lentitud con la cual se toman decisiones, se elaboran procesos, se desarrollan proyectos y se obtienen resultados, tanto en las organizaciones privadas, como en las públicas, como en las sociales.

Pasar de la teoría a la práctica, de la idea al resultado, es una verdadera epopeya.

Hay que entender que estamos en un momento del tiempo similar al de un período de guerra. Quien no lo entienda así, quien no lo enfrente así, se convertirá en un lastre y en un estorbo para la dinámica organizacional requerida para pretender salir adelante.

Hay que hacer en menos tiempo lo que antes daba espera. Hay que revisar y ajustar los presupuestos, hay que ajustar y cumplir con los cronogramas, hay que evaluar y revaluar el portafolio de productos y servicios, hay que escuchar las sugerencias de los funcionarios en caso de que sean propositivos, hay que liberar las cargas fijas y tratar de convertirlas en variables, hay que mantener o crecer los márgenes de contribución gracias a ejercicios que permitan mejorar la eficiencia y la eficacia de los procesos, hay que sacarle mayor provecho a los activos y capacidades instaladas y ante todo, ser flexibles, proactivos, creativos, innovadores, ágiles y fluidos en el implementación, es decir, hay que hacer que las cosas sucedan.

Además, es necesario saber si lo que se tiene es un negocio cuyos ingresos dependen de eventos de alta probabilidad y bajo impacto ‒bajos márgenes‒, lo cual lleva necesariamente a la exigencia de los volúmenes, o si dependen de eventos de poca probabilidad y alto impacto, ‒negocios grandes‒, lo cual nos lleva a la búsqueda de altos márgenes.

Mención aparte merece la necesidad de mantener unido y motivado al equipo o grupo de trabajo. Todos tenemos intereses particulares, presiones individuales, familiares, empresariales, académicas, compromisos económicos y proyectos en remojo y además tenemos que atender y rendir en todos los frentes. Es así de duro, pero esa es la realidad que nos ha correspondido vivir.

La forma histórica de hacer las cosas, la reverencia a lo tradicional, ante esta coyuntura, podrían convertirse en la soga que apriete nuestro cuello y nos ahogue.

Es el momento no solamente de controlar gastos, sino, paralelamente, de generar más ingresos.

Uno no puede quitarle el oxígeno a la organización recortando gastos y costos de manera indefinida: si no hay cuidado con esto, podemos terminar anulando a la organización.

También es el momento de los sacrificios, de realizar contribuciones haciendo labores marginales, redistribuyendo cargas, de buscar economías de escala, de hacer realidad las integraciones horizontales y verticales en caso de que sean aplicables a la organización en particular, de no duplicar esfuerzos, de hacer las cosas bien desde la primera vez, que no haya que repetir mucho, que no congestionemos con reuniones permanentes, que dejemos trabajar a la gente.

No es el momento de remilgos, ni de debilidades, ni de contemplaciones, ¡Es hora de actuar!

¡Buena suerte y buena mar!

Nota: como es tradicional, el nombre propuesto para la nueva mal llamada reforma tributaria, “Proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible”, es bien intencionado y es engañoso, pues trata de desvirtuar el verdadero sentido del proyecto de ley: asegurar un recaudo adicional para solventar la caja del Gobierno.

De cara al porvenir: noticias

En un planeta con siete mil y pico de habitantes, y un país con cerca a los 50 millones de habitantes, no es de extrañar que todos los días sucedan cosas, hechos, acontecimientos, que finalmente se vuelven titulares de prensa y de noticieros y que rápidamente son reemplazados por otros acontecimientos, en un tropel vertiginoso y continuado de ires y venires históricos, azuzados por unos medios de comunicación ávidos de lo que en la jerga periodística se llaman “chivas” o noticias frescas y ojalá exclusivas.

Veamos algunos ejemplos:

Recientemente vemos como el mar se incendiaba ante una fuga de hidrocarburos en una plataforma marítima en el Golfo de México.

Estados Unidos anuncia con bajo perfil, –ya que sale con el rabo entre las patas– que se retira de Afganistán, después de haber armado el despelote universal.

La revolución está de revolución –se corrompe la sal– y en Cuba hay protestas callejeras por el mal estado de las cosas, sin que se tenga mucha información al respecto.

El empresario Richard Branson inaugura, a nivel de prueba, el turismo espacial.

El Gobierno de Biden estudia la posibilidad de hacer emisión monetaria.

Reaparece el expresidente Donald Trump, abriendo espacios para su posible nueva candidatura, antes de que de pronto sea condenado por defraudar al fisco.

Lamentablemente se quebranta la salud del Papa Francisco y debe ser intervenido quirúrgicamente.

Colombia recibe el informe de la Comisión Internacional de Derechos Humanos con respecto al manejo de las recientes protestas y como era obvio, llama la atención sobre lo que todos vimos, pero, además, como es obvio, se tiene una reacción, como mínimo pueril e inmadura, por parte del Gobierno, negando lo innegable y quedando mal de nuevo, ante el concierto internacional por el manejo torpe de los asuntos internacionales.

Para que no digan que no tenemos presencia internacional, ahora resulta que hay un grupo de colombianos presuntamente implicados en el asesinato del presidente de Haití, dentro de los cuales hay algunos exmilitares. ¡Qué pena!

De manera inesperada, el Gobierno Departamental anuncia que le quiere vender a EPM su participación en Hidroituango, tratando de allanar caminos entre las dos entidades, ante los líos jurídicos que hoy se tienen, lo cual es válido, bajo el entendido de que una cosa es lo que piensa el potencial vendedor y otros los intereses del potencial comprador.

Personalmente considero que el Departamento debe defender y cuidar esta inversión, que es la única que le garantiza ingresos futuros, teniendo en cuenta una estructura fiscal anacrónica heredada desde la colonia y que es la que hoy tienen los Departamentos en Colombia.

Se anuncia que dentro de unos 2 meses se entregará la primera vía perteneciente a la generación 4G que unirá a Medellín con Buenaventura y reducirá el tiempo de viaje de un camión de 15 a 10 horas. ¡Enhorabuena! Es una obra que varias generaciones hemos estado esperando. Lamentablemente en términos logísticos, 10 horas sigue siendo demasiado tiempo para pensar en ser competitivos. Además, estas grandes obras de infraestructura vial deben estar acompañadas de manera paralela de grandes obras de infraestructuras férreas que permitan la continuidad en el flujo de personas y mercancías.

Pronto alcanzaremos la cifra récord de casi medio centenar de precandidatos presidenciales sin que nadie por ahora, y como será más adelante, haga ningún tipo de propuesta para enfrentar las situaciones estructurales y de coyuntura que hoy vive el país. ¡Bendita democracia!

Y para rematar, nuestra amada Selección Colombiana de fútbol vuelve a quedar de Primera Princesa.

¡Amanecerá y veremos!

De cara al porvenir: el enemigo externo

En su lúcido libro sobre aprendizaje organizacional, “La quinta disciplina”, Peter Sengue precisó como una de las barreras para ese aprendizaje, lo que denominó “el enemigo externo”. Se refiere a la práctica generalizada de echar la culpa de los errores a los demás y no reconocer nunca los propios errores. Esto, como él lo afirma, imposibilita la corrección de los errores, así como el cuestionamiento de las premisas en las que se fundamentan las propias acciones, lo cual impide, el aprendizaje.

Es usual en nuestro medio empresarial atribuir la culpa de los malos resultados a ese enemigo externo: hicimos todo lo posible, pero…, el clima…, el dólar…, el petróleo…, el virus…, etcétera. En el mundo deportivo, perdemos los partidos por culpa del árbitro, lo cual casi nunca es cierto, excepto si el árbitro es Pitana. Y en la faceta política no podría ocurrir nada diferente.

Desde la expedición de la Constitución de 1886, por definir un hito importante, en Colombia se ha presentado la siguiente pendulación en el ejercicio del poder ejecutivo: de 1886 a 1930 hubo una hegemonía conservadora; de 1930 a 1946, una hegemonía liberal; de 1946 a 1953 regresaron los conservadores; de 1953 a 1958 hubo gobierno militar; de 1958 a 1974 se presentó la alternancia pactada en el Frente Nacional; de 1974 a 1982, dos gobiernos liberales; en 1982, gobierno conservador; de 1986 a 1998, dos gobiernos liberales; de 1998 a 2002, gobierno conservador y de ahí en adelante, ante la dilución de los partidos tradicionales, habría que decir que han existido tres períodos Uribistas y dos Santistas.

En otras palabras: desde 1886 a la fecha (136 años), nos han gobernado los mismos con las mismas, con algunas diferencias, sobre todo, en materia de estilo. Pero como no puede faltar el enemigo externo, ahora resulta que todos los males de nuestro país son culpa de la izquierda, sector político que jamás ha ejercido el gobierno en el orden nacional.

Es posible que de haber gobernado la izquierda las cosas fueran peores, pero eso, que solo representa una hipótesis imposible de demostrar, no puede hacernos perder de vista que todo lo bueno, lo malo o lo feo que pueda pasar en nuestra sociedad es atribuible solo a quienes nos han gobernado o, mejor, desgobernado.

La situación de movilización social vivida desde 2019, interrumpida por la pandemia y retomada con toda la fuerza desde hace algunos meses, representa el cansancio generalizado con la clase política que ha ejercido el poder en Colombia sin el más mínimo interés en el bien general y, entonces, frente a la posibilidad de que ese cansancio se refleje en las urnas, salen las voces agoreras a gritar: “Ojo con el 2022”. Pues bien, el grito no debería ser ese, sino: “Ojo con lo que hemos hecho con el país, ojo con la desesperanza que hemos sembrado en la juventud, ojo con la corrupción generalizada que fomentamos…ojo con la viabilidad de Colombia”.

NOTA: A mí personalmente me parece que somos poco serios con nuestra relación con Cuba. Cuando los necesitamos, les buscamos el lado y cuando no, los acusamos de todo.

De cara al porvenir: guerra anunciada

Si tuviéramos buenos gobernantes, que no los tenemos, y si tuviéramos al menos un solo estadista, que tampoco lo tenemos, es claro que hay que reconocer que los paros, las movilizaciones, las marchas y los bloqueos a las carreteras no se van a acabar en el tiempo, y que, ante el orden de cosas y el incumplimiento por incapacidad de las obligaciones constitucionales por parte del Estado, pues tenemos que prepararnos para cuando cada cierto tiempo, sucedan acciones y eventos semejantes.

Partimos del respeto por el derecho a la protesta y el rechazo a los actos violentos de todo tipo.

Los bloqueos afectan la libre movilidad, el suministro de comida y el acceso a combustibles en algunas ciudades.

Tenemos tres enormes “talones de Aquiles” con respecto a los bloqueos. La mayor parte del transporte está concentrado por carretera, no contamos con la logística para almacenar alimentos en adecuada cantidad y calidad, y a estas alturas del partido, todavía tenemos que transportar combustibles a través de carrotanques.

Si en este país de incompetentes, ineptos y mediocres alguien al menos planificara, pues tenemos tres grandes objetivos por desarrollar en el corto plazo, independiente del gobernante de turno, para mitigar el impacto de los bloqueos.

Ponerle plazo final a la construcción y reconstrucción de nuestra red férrea nacional para tener una alternativa real, inmediata y poco costosa al transporte por carretera, lo cual permite un transporte masivo de mercancías, materias primas y comida, entre ciudades, y entre puertos y ciudades. También tener claras estrategias para poner a funcionar de manera inmediata, puentes aéreos para movilización de alimentos y productos de urgencia.

Qué pena tener que mirar al pasado, pero tenemos que volver a crear una entidad semejante al antiguo Instituto de Mercadeo Agropecuario -Idema-, no solo para justificar la existencia del actualmente débil Ministerio de Agricultura, sino para que, por fin, entremos en conciencia de trabajar por la autonomía y la soberanía alimentaria y podamos garantizarle a nuestros campesinos, herramientas concretas y prácticas de comercialización y de precios de sustentación, como requisito  estructurante para poder hablar con seriedad y con alguna posibilidad de éxito, de sustitución de cultivos ilícitos.

Aumentar la red de oleoductos y gasoductos que deben llegar como mínimo a todas las ciudades capitales y a los puertos especializados, para no depender de la posibilidad de que los carrotanques se puedan desplazar.

¿Será mucho pedir? ¿Hay que ser posgraduado para poder pensar en estas soluciones inmediatas? ¿Por qué los representantes de todos los sectores de la institucionalidad no hacen propuestas pragmáticas para solucionar problemas?

En medio de la Gran Depresión, atendiendo las recomendaciones de Keynes y para poder jalonar la economía y generar rápidamente puestos de trabajo, los Estados Unidos aceleraron el proyecto de construcción de la red interestatal de carreteras, teniendo la previsión de que donde la topografía lo permitiera, se generaran trayectos de 3 o más kilómetros en línea recta para, simultáneamente a la vía carreteable, se tuviera una red de pistas de aterrizaje de emergencia, por lo que pudiera pasar.

Eso solo lo piensa una sociedad previsiva. Ahora que Colombia ha tratado por fin de desatrasar la construcción y modernización de nuestra malla vial, gracias a las llamadas Autopistas de la Prosperidad, ¿Creen ustedes que hayamos tenido la mentalidad previsiva de aprovechar conscientemente los trayectos en línea recta para tener también algunas pistas de aterrizaje de emergencia o para uso militar? La respuesta contundente es NO. Por eso hemos sido, somos y seguiremos siendo por un largo tiempo, un país subdesarrollado.

Los colombianos no necesitamos empleos temporales para paliar la coyuntura. Necesitamos empleos dignos y estables.

Los colombianos no necesitamos programas asistenciales para que nos regalen dos semestres de matrícula. Necesitamos que la educación en todos los niveles tenga opciones de gratuidad.

Los colombianos no necesitamos sistemas de salud ineficientes y excluyentes. Necesitamos un sistema de salud preventivo y correctivo básico y equitativo.

Algunos teóricos de la economía a nivel planetario hablan de una renta básica universal. Como nosotros estamos acostumbrados es al manejo politiquero de los subsidios (con honrosas excepciones), pues no alcanzamos a dimensionar la magnitud de esta propuesta, que hace sentido.

Los colombianos necesitamos gobernantes que nos expliquen de modo Coquito, que, para poder pensar en las anteriores soluciones, pues tenemos que pagar impuestos para poder lograrlo. Y que para eso hay que pensar en refundar nuestro sistema tributario. Y para que lo anterior sea posible, pues hay que extirpar el flagelo de la corrupción.

No estoy hablando de cosas imposibles. Miremos la organización de los Estados Nórdicos. ¡Sí se puede! Pero hay que cambiar nuestro chip que hace que justifiquemos vivir al borde de la legalidad-ilegalidad y pensar en un proyecto de transformación cultural, antes que, de transformación digital, teniendo como instrumento un adecuado sistema educativo.

De no hacerlo, pues preparémonos o resignémonos para vivir el resto de nuestros días y los días de las generaciones futuras, en un país mediocre, subdesarrollado, pobre, inequitativo y corrupto.

¿Muy halagüeña esta radiografía del porvenir? ¿Cierto que no? ¡Pues trabajemos para que eso no sea así y reconozcamos y aceptemos que no por hacer más de lo mismo, podremos esperar resultados distintos!

NOTA: en medio de la actual coyuntura, socio-económico-política y pandémica, el Congreso Nacional ha evidenciado una vez más, su falta de altura. ¡Qué lástima, pero eso es lo que hay!

De cara al porvenir: reforma estructural

Decía Maquiavelo que “No hay nada más difícil de impulsar que intentar cambiar el orden de las cosas, pues se tendrá como enemigos gratuitos a todos aquellos que obtienen beneficios de las situaciones actuales y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder”.

Ahora que se iniciarán en forma las campañas electorales, y ante el entorno caldeado que tenemos, agravado por los efectos de la pandemia, no es nada extraño que pronto comencemos a escuchar a algunos candidatos diciendo, más no argumentando, que el país requiere de verdaderas reformas estructurales, o que hay que refundar el Estado, sin que realmente tengan muy claro a qué se están refiriendo.

“El término «reformas estructurales» fue acuñado en la década de los ochenta por los organismos financieros internacionales para referirse al conjunto de políticas económicas orientadas a abrir la economía, facilitar el funcionamiento de los mercados y reducir la injerencia del Estado en las actividades productivas”.

Según el diccionario“Estructural, por su parte, se vincula a una estructura (la manera en la que se organizan los componentes de un todo, la base que sustenta una construcción)”.

De acuerdo con lo anterior, para poder plantear las reformas estructurales que el país requiere, no es suficiente con elaborar el listado de problemas que tenemos que resolver: educación, salud, justicia, vivienda, infraestructura, déficit fiscal, pensiones, seguridad, deslegitimación del Estado, pobreza, iniquidad, corrupción, falta de competitividad, entre otros varios asuntos, todos ellos, graves.

Para poder enfrentar el tema de la reestructuración del Estado, primero tenemos que aprender a hacer las preguntas correctas y entender el recorrido histórico que hemos trasegado y que nos ha llevado a la situación actual, con una plena inconciencia geográfica e histórica y con un concepto de civilidad y otro de ciudadanía, que son simples quimeras.

Veamos, por ejemplo, redondeando las cifras: para un país como Colombia con cerca de 50 millones de habitantes, con una extensión territorial continental de casi 1.100.000 Kms2, con presencia insular, con una extensión marítima de aproximadamente 900.000 Kms2 (sin tener en cuenta la porción que está en riesgo con Nicaragua), con 2.900 Kms de costas, con fronteras continentales con 5 países y fronteras marítimas con 9 países ¿qué es lo que  verdaderamente se necesita conocer y hacer para administrarlo de manera correcta y eficiente?

Algunas respuestas por desarrollar serían:

  1. ¿Cuál sería nuestro acuerdo básico como sociedad?
  2. ¿Cuáles serían los objetivos superiores u objetivos nacionales que queremos alcanzar como sociedad?
  3. ¿Queremos conscientemente configurarnos y constituirnos como nación?
  4. ¿Cuál es la estrategia para convivir y coexistir en medio de nuestra enorme multiculturalidad?
  5. ¿Cómo vamos a densificar o redensificar el territorio?
  6. ¿La división y estructura político – administrativa seguirá siendo centralizada o nos la jugamos con la federalización alrededor de una república unitaria?
  7. ¿Para qué sirven nuestras 6 regiones naturales?
  8. ¿Necesitamos 32 departamentos o 100 o 15?
  9. ¿Necesitamos casi 1.150 municipios, o necesitamos 5.000 o 100?
  10. ¿Necesitamos un congreso bicameral con cerca de 400 miembros? ¿O necesitamos uno bicameral o uno unicameral con 100 o con 34 miembros?
  11. ¿Necesitamos 16 ministerios o necesitamos 50 o 7?
  12. ¿Qué vamos a hacer con el berenjenal de leyes, ordenanzas, acuerdos y normas de todo tipo que hoy tenemos en todos los niveles de la administración pública?
  13. ¿Cuál es la postura vertical a plantear ante la corrupción?
  14. ¿Cuál es la postura vertical a plantear ante el tema de las drogas?
  15. ¿Qué consideramos como ejercicio de la soberanía nacional?
  16. ¿Podremos dimensionar y plantear un objetivo nacional de soberanía alimentaria?
  17. ¿Podremos dimensionar y plantear un objetivo nacional de soberanía energética?
  18. ¿Estamos en condiciones de inventariar, expedir y desarrollar las políticas públicas que se requieren para un desarrollo armónico de los territorios y la sociedad en su conjunto?
  19. ¿Estamos en condiciones de reconocer y sacarle provecho a las ventajas geopolíticas naturales que poseemos?
  20. ¿Cuál es la propuesta para presentar una verdadera reforma tributaria y fiscal?
  21. Otras pertinentes.

Algunas de la Políticas Públicas básicas requeridas, para definir o desarrollar, si es que ya existen, son:

  1. De relaciones internacionales.
  2. De fronteras.
  3. De puertos marítimos.
  4. De puertos fluviales.
  5. De zonas francas.
  6. De desarrollo económico.
  7. De ordenamiento territorial.
  8. De desarrollo urbano.
  9. De movilidad.
  10. De desarrollo rural.
  11. De desarrollo industrial.
  12. De desarrollo minero.
  13. De desarrollo agrícola.
  14. De mares.
  15. De costas.
  16. De recursos hídricos.
  17. De fuentes de agua.
  18. De ríos.
  19. De manejo de residuos.
  20. De manejo del patrimonio cultural e histórico.
  21. De arte y cultura.
  22. Del deporte.
  23. Del manejo de la biota.
  24. De tratados comerciales.
  25. De turismo.
  26. De soberanía energética.
  27. De soberanía alimentaria.
  28. De territorios olvidados.
  29. De la Colombia insular.
  30. De nevados, selvas y bosques.
  31. De la demografía.
  32. De la densificación territorial.
  33. Del manejo de bienes de extinción de dominio.
  34. De la investigación aplicada.
  35. De especies en vía de extinción.
  36. Del ejercicio de la soberanía nacional.
  37. De la educación sexual.
  38. De trabajo digno.
  39. De aguas servidas.
  40. De lucha contra el narcotráfico.
  41. De lucha contra el contrabando.
  42. De lucha contra el lavado de activos.
  43. De fortalecimiento tributario.
  44. De explotación minera.
  45. De reciclaje.
  46. De recreación.
  47. De tiempo libre.
  48. De fortalecimiento regional.
  49. De fortalecimiento de corregimientos y veredas.
  50. De puentes y vías.
  51. De inversión extranjera.
  52. De medios de transporte.
  53. De lucha contra la evasión de impuestos.
  54. De reforestación.
  55. Del agua.
  56. De transformación digital.
  57. De inclusión y no discriminación.
  58. De equidad de género.
  59. De acceso universal a la salud.
  60. De acceso universal a la educación.
  61. Otras pertinentes.

Algunas de las principales ventajas geopolíticas que posee Colombia y que deberían aprovecharse como palanca, son:

  1. Colombia es el geocentro de la Gran Cuenca Oceánica Mundial.
  2. Colombia es el país bisagra de los Grupos de Integración.
  3. Colombia es vértice de la Cuenca Latina del Gran Caribe.
  4. Colombia es vértice de la Gran Cuenca Ecológica Mundial.
  5. Colombia es vértice de la Cuenca Solar del Gran Caribe.
  6. Colombia es vértice de la mayor Cuenca de Energía Primaria del Mundo.
  7. Colombia posee la única Cordillera Intertropical del Mundo.
  8. Colombia es país Esquina de la Cuenca del Gran Caribe.
  9. Colombia es Cuenca con vastas extensiones de aguas jurisdiccionales (Mar Económico) en los Litorales Caribe y Pacífico.
  10. Colombia posee enorme riqueza en biodiversidad.

Las circunstancias actuales y nuestra vinculación a la OCDE nos muestran algunas mejores prácticas que pudieran o deberían servir de guía en nuestro esfuerzo por alcanzar un estado de cosas semejantes:

  1. Se han establecido como repúblicas unitarias con organización federal.
  2. Han desarrollado autonomía fiscal.
  3. Se han reconocido como nación.
  4. Han definido objetivos nacionales.
  5. Han desarrollado planes de largo plazo.
  6. Han definido sectores económicos estratégicos.
  7. Tienen planes de ordenamiento territorial nacionales y sub nacionales.
  8. Han consolidado su mercado interno.
  9. Han alcanzado soberanía alimentaria.
  10. Han conseguido autosuficiencia energética.
  11. Y han logrado un alto nivel de respeto por jueces, maestros, policías, ancianos.
  12. Han logrado alto nivel de respeto por los animales.
  13. Han construido en términos militares una capacidad de defensa – ataque similar a la de sus vecinos.
  14. Promueven el ahorro interno.
  15. Promueven la sociedad anónima.
  16. Poseen una bolsa de valores y un mercado bursátil sólidos.
  17. Han definido un acuerdo sobre lo fundamental.
  18. Se respeta la independencia de los poderes públicos.
  19. Tienen un Estado sólido.
  20. Se respeta la libertad de prensa.
  21. Existe participación ciudadana.
  22. Existen partidos políticos fuertes.

Lo anterior es simplemente una propuesta de esquema básico que puede servir de guía para construir una propuesta pertinente, si lo que queremos es realmente buscar un replanteamiento estructural de nuestra débil, injusta e inequitativa sociedad. Lo demás son voces grandilocuentes llenas de lugares comunes, enunciados políticamente correctos asociados a burdos cálculos electorales, propuestas vacías y desconocimiento o falta de compromiso de enfrentar lo que verdaderamente se debe impulsar para intentar construir una sociedad justa, equitativa, solidaria y previsiva.

Cualquier propósito de esta envergadura deberá contar no solamente con un buen candidato, sino con un sólido ideario filosófico – político, un programa sólido e innovador y un partido o movimiento político fresco, comprometido, creativo y pulcro.

De cara al porvenir: conceptos o modas

Los últimos 25 años del siglo anterior fueron fecundos en la aparición de nuevas y novedosas teorías administrativas. Veamos, por ejemplo: en los años sesenta, aparecen los grandes departamentos de planeación, las teorías X y Y, los laboratorios vivenciales, los grupos primarios, el desarrollo organizacional. En los años setenta, el marketing, el merchandising, la administración por objetivos, el presupuesto base cero, el portafolio de inversiones. En los años ochenta, la administración de costos, la planeación estratégica, el posicionamiento, la guerra del mercadeo, la cultura empresarial, el clima organizacional. En los años noventa, la gerencia de servicios, los círculos de calidad y participación, la calidad total, la reingeniería, el benchmarking, la administración por procesos.

Iniciado el nuevo milenio y el nuevo siglo, el outsourcing, el valor agregado, la cadena de valor, los proyectos, los clúster, las agencias de desarrollo, la integración vertical, la integración horizontal, las economías de escala, la investigación, la investigación y el desarrollo, la innovación, la productividad y la competitividad, ocupaban las mentes y los recursos de los gerentes y de las empresas.

Avanzada la quinta parte de este siglo, los temas que hoy nos convocan, tienen que ver con la robotización, la visión holística, el modelo circular (Zeitgeist), la calidad total (Kaizen), la Teoría Z (Capital Humano), el Balanced Score Card (BSC), las Unidades Estratégicas de Negocio, el Pensamiento Estratégico, la virtualidad, el Cloud Computing (Nube), las estrategias WEB, el mercadeo electrónico, el diseño asistido por computador, el Big Data, la movilidad, la conectividad, la Nube, el Internet de las Cosas, los emprendimientos, el factor diferencial, la disrupción, los modelos de negocio, los mapas conceptuales, las redes sociales, la Planificación de Recursos Estratégicos (ERP), la reinvención y la Transformación Digital, entre otros tantos.

No nos podemos quejar entonces de que no han aparecido herramientas para tratar de impulsar el logro de los objetivos básicos de cualquier organización: sobrevivir, desarrollarse y dar utilidades.

Sin embargo, el entorno sobre el cual se debe actuar en un mundo globalizado, muestra situaciones de volatilidad, de incertidumbre, de complejidad y de ambigüedad, sobre las cuales no había antecedentes, sin contar por ejemplo, la aparición de una pandemia de orden planetario.

Lo anterior se puede evidenciar cuando aparecen concepciones económicas diversas como la economía circular, la economía colaborativa, la economía verde, y movimientos como la economía naranja, la economía social, la economía solidaria, la economía del bien común, las economías transformadoras, las economías feministas, las economías ecológicas, las economías positivas.

Debemos recordar que la palabra gerente viene del latín “gerare” que quiere decir, “marcar el rumbo o la dirección”. En este orden de ideas el gerente debe aplicarse en definir la dirección a seguir, plantear y divulgar los objetivos a alcanzar y hacer seguimiento de las distintas estrategias y acciones encaminadas al logro de los mismos.

El trabajo debe incorporar principios de orden, de disciplina, de compromiso y de seguimiento y de buena comunicación. En un país como el nuestro, donde la excepción es que se cumplan los cronogramas y los presupuestos asociados a los proyectos a desarrollar, es difícil encontrar la verdadera utilidad de toda esta batería de herramientas gerenciales, pues es solo a partir del logro de los resultados y los objetivos que se puede medir una gestión en términos de eficacia y de eficiencia, obviamente teniendo en cuenta la oportunidad. Solo así podremos saber efectivamente, si hemos aportado o destruido valor en la empresa y si generamos o no rentabilidad económica, ambiental y social.

En un mundo altamente competido, es necesario que los principios de la legalidad y de la ética sean cumplidos con rigurosidad, si no queremos que el desarrollo de las actividades organizacionales, se den en medio de una batalla campal. La factibilidad, la viabilidad, la sostenibilidad, la continuidad, la sustentabilidad y el desarrollo sostenible, deben ser los principios que rijan nuestros esfuerzos dentro de las organizaciones.

El impacto ambiental, social, político y económico debe ser previsto, evaluado y contrastado de manera permanente, de modo que exista correlación y sindéresis entre lo que se planea, lo que se dice y lo que se hace.

El respeto por la dignidad de las personas, de todos los seres vivos y de nuestro planeta, así como el respeto por la ley, deben ser premisas no negociables. 

Nota: como Colombia se mantiene en contravía de la historia, se anuncia por parte de la Agencia Nacional de Minería, que se acaba de firmar con la Drummond, la integración de dos de sus contratos de mediana minería conocidos como Rincón Hondo y Similoa, en uno solo de gran minería denominado El Corozo.

Bajo cierta perspectiva, es un avance en términos de dimensionamiento del negocio.

Lástima que coincida en el tiempo con la reciente firma del Pacto del Ambiente donde los países europeos se comprometen a dejar de usar carbón para el año 2030.

Recordemos finalmente que ningún país del mundo se ha desarrollado vendiendo recursos naturales (excepción única del petróleo).

De cara al porvenir: ahí estamos pintados

Uno de los principales problemas genético-culturales que tenemos los colombianos es la dificultad para asociarnos, para trabajar juntos, para evitar protagonismos e individualismos, para generar masas críticas y mayor visibilidad, y como mínimo, para poder acceder a economías de escala.

Nosotros aplicamos uno de los postulados romanos de la guerra que es el de “Divide y vencerás”, de manera equivocada, ya que, en vez de pensar en aplicárselo al enemigo, nos lo aplicamos a nosotros mismos, en un torpe intento inconsciente (¿o consciente?) de suicidio.

Veamos por ejemplo a nivel sectorial un ejemplo dramático: El sector turístico, que potencialmente puede llegar a ser nuestra “joya de la corona”, tiene un poco más de dos docenas de organizaciones gremiales sub sectoriales, lo cual atiende a algunas lógicas no necesariamente productivas y eficientes que atentan contra su real capacidad de desarrollo.

Bajo otra perspectiva, varios son los esfuerzos por resaltar los aspectos positivos del país ante propios y extraños, donde cada institución coloca su propia impronta, partiendo de la buena fe, pero malgastando energías y recursos que obviamente no generan el impacto deseado y necesario que se podría alcanzar si se sumaran esfuerzos.

Presento a continuación un listado incompleto de promotores y campañas vigentes al día de hoy:

  1. Quebradona con “Unidos por nuestros jóvenes”.
  2. “#Nosunecolombia con ¡No más violencia-Unámonos para construir sin destruir!”
  3. Paola Andrea Olguín (Senadora) con “Nuestra Señora de Fátima hoy te rogamos intercedas por Colombia”.
  4. Visión Colombia 2022 con “Crear una visión de país basada en el Estado de Derecho, la democracia, las libertades personales y de mercado”.
  5. Mejorasí con “El grupo de ciudadanos MejorAsí, comprometidos con las libertades, el Estado de Derecho, los valores y los principios fundamentales de la democracia en Colombia, las instituciones, la separación de poderes, las iniciativas individuales, la libre empresa, la libertad de expresión, la dignidad humana y otras”.
  6. Libertank con “#Connuestraempresa”.
  7. Periódico El Tiempo con “Apuesta por Colombia / con los pies en el presente rechacemos la violencia y apostémosle al futuro”.
  8. Procolombia con “#Elpaismasacogedor”.
  9. “#CompraLoNuestroPorColombia”.
  10. Mincomercio con “#CompromisoPorColombia”.
  11. Innpulsa con “Fortalecemos a los emprendedores y empresarios de Colombia” y con “#NaciónEmprendedora”.
  12. Claro con “Colombia puedes todo”.
  13. ICA Colombia con “#JuntosPorEl Campo”.
  14. “Hagamos lo que diga el corazón: apoyemos lo nuestro”: Busca transmitir optimismo, promover la recuperación y lograr que todos los colombianos superen la crisis por la pandemia.
  15. Procolombia con “#OrigenColombiano“.
  16. Colombia productiva con “Productividad – calidad – valor agregado”.
  17. Bancolombia con “ColombiaNosNecesitaATodos”. 18. Fiducoldex con “#ColombiaUnida”.
  18. Presidencia de Colombia con “#ColombiaSomosTodos”.
  19. Colombia.Co con “Colombia siente el ritmo”.
  20. Renault con “Ensamblado en Colombia”.
  21. FNG con “Unidos por Colombia”. 23. Marca País con “Orgullosos De Nuestra Bandera #ViveTuBandera”
  22. Cámara de Comercio de Bogotá con “#EstaEmpresaEsdeTodos”.
  23. Campaña nacional “#LosBuenosSomosmás”.
  24. Ejército Nacional con “#ColombiaEsMiVerdad”.
  25. Campaña nacional “#DeEstaTambiénSalimos”.
  26. Policía Nacional con “#ColombiaUnaRazón”.
  27. Policía Nacional con “YoProtejoMiPaís”.
  28. Ejército Nacional con “#AColombiaLaProtejemos”.
  29. Juntos Por Colombia con “JuntosPorColombiaDigna”.
  30. Ministerio del Deporte con “#ColombiaTierraDeAtletas”.
  31. Ministerio del Deporte con “TalentosColombia”.
  32. Gobierno Nacional “#ElFuturoEsDeTodos”.
  33. Ministerio de Vivienda con “#ConstruyendoExcelencia”.
  34. Quebradona con “#Juntos ConstruimosFuturo”.

38.Campaña Nacional con “#NaciónEmprendedora”.

Debe reconocerse el esfuerzo y el entusiasmo de los diferentes tipos de promotores, sin que quede muy claro el público objetivo al cual van dirigidas las distintas campañas.

Una cosa es el público extranjero con respecto a inversionistas, compradores y turistas, otro el público interno, ya sea empresarial, educado o pueblo raso, y otro, los anuncios publicitarios del gobierno de turno.

De todas maneras, a falta de propósitos superiores o de verdaderos objetivos nacionales, pues cualquier esfuerzo mediático por tratar de construir algún tipo de identidad y una amalgamación de intereses básicos, es del todo rescatable.

Rescatar y divulgar nuestros recursos naturales, nuestra exuberante geografía, nuestra multi culturalidad, compensa parcialmente la falta de definición de sectores estratégicos, de factores diferenciales y del valor agregado que podemos incorporar a nuestras riquezas.

Un dato que da mucho para pensar es que según Confecámaras existen en Colombia 1.850.000 empresas debidamente registradas y de ellas solo 380 tienen más de 45 años de existencia.

Recordemos que ningún país del mundo se ha desarrollado vendiendo materias primas.

De cara al porvenir: la política y el Twitter

Entrando en los inicios de las campañas electorales para Congreso y Presidencia del próximo año, y aún con restricciones por el covid-19, es muy posible que veamos un crecimiento notorio del empleo de redes sociales y herramientas de comunicación como Twitter y WhatsApp, entre otras varias, con todo el trasfondo de información o de desinformación que se ha evidenciado, por ejemplo, en los Estados Unidos y en menor dimensión, acá mismo.

Lo anterior, no solo por el tema de la pandemia y los diferentes tipos de encierro, lo cual afectará la manera tradicional de hacer campañas, desde la plaza hasta los debates televisivos, pasando por concentraciones y reuniones cerradas, sino, además, por el evidente crecimiento en volumen de usuarios e influencia de estas herramientas tecnológicas en los medios de comunicación.

Una reflexión profunda llevaría a reconocer que la política es razón y mediación y que la comunicación sin comunidad no es comunicación.

La política ventila ideologías, ideas, diagnósticos, críticas, propuestas y alternativas hacia los grupos de humanos que tienen intereses o se ven afectados por las decisiones que se toman con o sin su participación, estableciendo la relación representante-representados. La comunicación establece interrelaciones entre emisores y receptores, siendo tradicionalmente mayor el número de receptores, lo cual se asocia a la creación o existencia de grupos, sociedades o comunidades de humanos con los cuales se tiene una conversación, un diálogo o un discurso. Siendo así, la comunicación sin comunidad no es verdadera comunicación, entendiendo que la tecnología ha permitido establecer o simular el establecimiento de comunicaciones uno a uno, simulando individualización, enviando mensajes a direcciones personalizadas o grupales a través de correos o mensajerías masivas, pero sin preocuparse de la existencia o no de grupos organizados, de sociedades, o de comunidades.

El concepto ético entra a jugar un papel preponderante, pues la capacidad de arrastre de los mensajes en las redes es simplemente asombrosa. Decía Maquiavelo qué, para manejar a los humanos, se debería recurrir a la manipulación de las emociones, siendo las principales el miedo, el odio y la esperanza, como hemos visto, entre otras curiosidades, cuando algunos caudillos de todo el planeta y a nivel local, han manejado, manejan y quieren seguir manejando a sus pueblos una vez llegan al poder o están en el proyecto de reconquistarlo.

Las llamadas fake news, las noticias falsas, sirven y se emplean para generar desconcierto, generar zozobra, buscar reacciones primarias y manipular las reacciones calientes de los influenciados por los influencers políticos.

Las comunicaciones vía redes, despersonalizan la relación entre el oferente político y el cliente político, tanto es así que muchas veces no es el candidato, sino los empleados de los calls centers quienes, siguiendo adecuadamente los guiones preparados previamente por los asesores de los candidatos o por ellos mismos, envían en momentos del tiempo previamente calculados mensajes que se pueden convertir en virales (por su expansión y divulgación rápida), generando lo que hoy se conoce como tendencias.

Entregar un mensaje que viaja por la red a la velocidad de la luz a miles de miles de personas, puede generar un nivel de conciencia o inconciencia temporal que ayuda a crear o a destruir una idea, un acontecimiento o una persona.

Los tiempos cambian, las costumbres se modifican, la tecnología evoluciona e impacta exponencialmente, mientras en el mundo crece la iniquidad, la pobreza y la injusticia.

¿Para qué entonces nos ha servido finalmente la tecnología?

Nota final: la geopolítica del cambio climático y la orientación necesaria hacia las economías limpias ‒si no nos queremos extinguir‒, de acabar con el uso de los hidrocarburos y potenciar el consumo de energías renovables, hará que países como Colombia, cuyo uno de sus principales productos de exportación es el carbón, replantee prontamente las estrategias actuales para saber con cuáles renglones de exportación lo vamos a reemplazar.

De cara al porvenir: la educación en Colombia

Definida la educación constitucionalmente como un servicio público, no se debería hablar de educación pública y educación privada, sino, más bien, de Instituciones de educación superior gubernamentales y no gubernamentales.

En ese orden de ideas, cuando se habla de programas como el de “valor matrícula cero”, se debería incluir a todas las Instituciones, sobre todo a aquellas que tienen matrículas por estratos socioeconómicos, de acuerdo con el principio de igualdad y atendiendo a criterios de acceso, cobertura y permanencia en la educación superior.

Lo mismo aplicaría para la educación básica y la secundaria.

Ahora bien, lo importante es afrontar de manera rigurosa la necesidad de administrar la educación colombiana en todos los niveles, desde el pretetero hasta los post doctorados, pues ante los pésimos resultados obtenidos, observados y comprobados de las Pruebas del Estado y de las Pruebas Pisa, en los últimos años, en el lamentable mal comportamiento cívico y en la ausencia generalizada de cultura ciudadana evidenciada durante la pandemia, y el bajo nivel de productividad y competitividad de la gran mayoría de las empresas colombianas, pues hay que reconocer que lo que estamos haciendo no está dando en el clavo y que a partir de esta realidad, tenemos que refundar nuestro pretenciosamente llamado sistema educativo.

El centro de la educación es el maestro. Pongámonos de acuerdo en eso, para poder sentar unas buenas bases conceptuales. A partir de ahí debemos integrar en el plano axiológico el tipo de ciudadano colombiano que queremos tener y en el campo de la práctica, una vez definido a qué es que se va a dedicar Colombia, en términos de definir los sectores estratégicos que nos han de servir de palanca para poder competir en un mundo globalizado; de las condiciones para ser ciudadanos del mundo y de la responsabilidad que tenemos sobre el planeta, pues ahí sí podremos hablar de contenidos, modelos pedagógicos, modalidades, docencia, estrategias pedagógicas, currículos y demás temas relacionados, y de los tipos y características de las infraestructuras requeridas, de los métodos y medios didácticos necesarios y de la estrategia de implementación de los diferentes niveles académicos a partir de una fundamentación básica que genere una adecuada conciencia geográfica e histórica tanto para los docentes como para los estudiantes.

El asunto fundamental, y no negociable, es el compromiso de entregar igual calidad de educación a cualquier niño, joven o adulto en cualquier parte del país. Sin asegurar este punto de partida, cualquier cosa que se haga es ante todo antidemocrática, una dejada de constancia que lo único que genera son profundas heridas a una sociedad excluida y excluyente desde lo básico y, en segundo lugar, irresponsable e inocua en términos de asegurar que la educación sea la encargada de fortalecer la construcción de una sociedad y de la sociedad política que en algún momento del tiempo ha de convertirse en Nación.

Sea lo primero lograr la valoración del maestro a nivel social en su verdadera dimensión, asociada a una proporcional y digna remuneración ligada a una actualización permanente.

Sea lo segundo entender y diferenciar que en un presunto Ministerio de Educación deben existir dos áreas independientes e interrelacionadas: El área pedagógica y el área administrativa. La una responsable de cómo entregar, compartir y crear el conocimiento y la otra encargada de la logística para asegurar que los diferentes tipos de infraestructuras existan, se mantengan y estén disponibles para todos los usuarios de manera permanente, a partir de dinámicas que permitan obrar, reaccionar y proaccionar con la agilidad, la oportunidad y la pertinencia que exigen los incesantes cambios tecnológicos, sociales, políticos y ambientales que ofrece un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.

De otro modo, estaremos preparando estudiantes en áreas que no existirán cuando se gradúen, lo cual generará las frustraciones propias al desempleo y a la falta de oportunidades con las cuales se enfrentarán.

Sea lo tercero lograr una integración entre la teoría y la práctica, que va desde el rescate de las artes y los oficios hasta la integración entre la escuela, el colegio y las universidades con las empresas, pasando por el desarrollo de capacidades para resolver problemas conceptuales y materiales en el mundo real.

El oficio de maestro no puede ser tomado como un escampadero para un profesional desempleado. Debemos formar a los futuros maestros y debemos refundar y/o fortalecer las escuelas normales donde se formen los profesores para todos los niveles del ciclo educativo.

Debemos también aprender a capitalizar la experiencia de los trabajadores y profesionales mayores y entender los cambios profundos que ha tenido la sociedad debido a la intensiva incorporación de tecnologías de todo tipo en la cotidianidad del humano.

De no enfrentar esta realidad, tendremos ejércitos de trabajadores y profesionales desechados por la sociedad, y destruiremos la gran riqueza que representa la experiencia que aportan los mayores y los jubilados.

Finalmente, seamos respetuosos. Si queremos hacer un planteamiento nuevo alrededor de la educación, dejemos que lo hagan los que saben: los pedagogos. Muy queridos los empresarios y políticos importantes, los bien o mal llamados sabios, los escritores y los profesionales de cualquier disciplina, que obviamente podrán aportar en su momento, una vez los especialistas de la educación definan el qué y el cómo.

Retomando un pensamiento de Daniel Samper Ospina, tenemos: “Aquí cualquier larva se declara mariposa”.

De cara al porvenir: faltones

Qué gran pesar me da mi amado país, mi adorada Colombia, tan mal querida y tan mal administrada.

En Colombia tenemos una propiedad biológica-anatómica extrañísima, y es que al marrano lo castran una vez y las gónadas le vuelven a aparecer para poder ser de nuevo capado. Aquí no aplica el dicho de que “al marrano no lo capan dos veces”.

Por allá, a principios del decenio de los ochenta, Alfonso Senior, zar del fútbol en la Colombia de esa época, logró la sede del Mundial de Fútbol de 1986 para nuestro país, que fue luego declinada por el presidente Betancur con el argumento peregrino de que Colombia era un país muy pobre y que esa platica la necesitábamos para construir los hospitales, las escuelas y las carreteras que se requerían con urgencia. Como consecuencia de lo anterior, quedamos como el más pálido de los traseros en el concierto internacional por mamones e incumplidos y lo peor, esta es la hora que al menos yo, en casi 35 años, no he logrado ver las obras anunciadas y empleadas como argumento para justificar tremenda equivocación. ¡Nos quedó grande la grandeza!

Hace unos días el actual Gobierno propició que la Conmebol nos quitara la sede de la Copa América, certamen que nos habíamos comprometido a organizar con Argentina. El argumento fue la Pandemia, y obviamente los asuntos de orden público que el Gobierno no ha podido solucionar.

Un Gobierno que autorizó en medio de un pico pandémico la realización del llamado “Día sin IVA” por presión gremial y que no ha sido capaz de contener el descontento social y ha hecho que la gente salga a reclamar a las calles en medio de otro pico pandémico, no tiene autoridad moral de emplear semejantes argumentos. ¡Nos quedó de nuevo, grande la grandeza!

Pero además es consuetudinario el incumplimiento de los distintos gobiernos a los pactos y acuerdos firmados en el interior, lo cual le resta cualquier nivel de credibilidad a lo finalmente firmado, acordado de cualquier manera, con tal de que cesen los paros y los bloqueos. Recuerden lo sucedido con los acuerdos firmados en el 2017 y el 2019, y obviamente con el Acuerdo de Paz. Todos incumplidos. ¡Nos queda grande la grandeza!

Desde la entrega de las armas de la Guerrilla Liberal de los Llanos al entonces presidente Rojas Pinilla, pasando por los miembros de la Unión Patriótica, hasta los reinsertados de las FARC, todos los gobiernos han sido incapaces de garantizar y proteger sus vidas y evitar su exterminio sistemático. ¡Qué horror! ¡Qué despropósito! ¡Qué vergüenza! ¡Nos queda grande la grandeza!

La mejor forma de educar es con el ejemplo y en este país, es notoria su ausencia por parte del Estado y de los gobiernos de turno.

Los miembros de mi generación y algunos de generaciones anteriores reclamábamos que los jóvenes no se interesaban por los asuntos políticos y que ni siquiera hacían uso del derecho democrático de expresarse vía voto. Ahora que están votando y participando, están dejando ver que lo hacen sin tener en cuenta las preferencias de otros, sino expresando su propia posición con respecto al estado de cosas y al tipo de país que les estamos entregando.

Nosotros tampoco tenemos autoridad moral para descalificar las posturas, preferencias y expresiones de los jóvenes.

De cara al porvenir: cumplir la Constitución

En medio de los acontecimientos bochornosos y continuados que se han vivido con respecto al Paro Nacional, que entre otras cosas se ha tomado más tiempo del esperado, me dio por rescatar el pliego de peticiones acordado con el Gobierno Nacional en noviembre de 2019, cuyo resumen comparto con ustedes:

1. Retirar el proyecto de reforma tributaria de trámite en el Congreso.

2. Derogar el decreto que creó el Holding Financiero, la empresa que aglutina 18 entidades financieras.

3. Derogar la circular de Mintrabajo sobre cuándo las empresas pueden terminar los contratos laborales de personas en condiciones de debilidad.

4. Disolver el Esmad y depurar la Policía Nacional.

5. Que el Gobierno no presente la reforma pensional.

6. Que el Gobierno tumbe 4 artículos del Plan Nacional de Desarrollo.

7. Que el Gobierno no privatice ni enajene bienes del Estado.

8. Que el Gobierno cumpla los acuerdos firmados por el Gobierno Santos y el actual con estudiantes, organizaciones indígenas, trabajadores estatales, Fecode y los sectores campesinos y agrarios.

9. Que el Gobierno tramite con Dignidad Agropecuaria “los temas relacionados con las necesidades de los productores agropecuarios, entre estos la revisión de los tratados de libre comercio y todo lo relacionado con la producción de este sector”.

10. Que el Gobierno aborde con “Defendamos la paz” el “Proceso de cumplimiento e implementación de los acuerdos de paz”.

11. Tramitar de inmediato en el Congreso los proyectos de ley que aterrizan la consulta anticorrupción.

12. Derogar el impuesto o “tarifazo nacional” para financiar Electricaribe”.

13. Definir las políticas ambientales y la protección de páramos con “los representantes de las organizaciones ambientales que se acuerden”.

Como puede observarse, la similitud entre los reclamos pasados y presentes es asombrosa, lo cual da fe del incumplimiento tradicional a que nos tienen acostumbrados los distintos gobiernos cuando se trata de hacer cumplir lo pactado y firmado, lo cual es vergonzoso.

Aparecen redentores de oficio que llaman al diálogo nacional, a las mesas de diálogo, a las comisiones técnicas, a los diálogos regionales, al gran pacto por Colombia y cualquier otra cantidad de nombres y nomenclaturas para tratar de soliviar la avalancha que se ha venido encima.

Que hay que sentarse a negociar y no está muy claro con quién y sobre qué, no se sabe quiénes representan a quiénes y si todos estamos representados, en teoría, por el gobierno de turno.

Se cede en dos o cuatro cosas, los bloqueos continúan y todo es una escaramuza para medir fuerzas y capacidad de aguante, mientras la mayoría de la población padece las consecuencias.

Los expresidentes hablan y algunos vociferan, se rescatan del olvido los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Acuerdos de Paz que, con garantes Internacionales y todo, no han adquirido la dinámica necesaria para su implementación, lo que hace que se pierda credibilidad de la eficacia real de estos acompañamientos, lo cual es una vergüenza internacional para Colombia. (El Gobierno no respeta los Acuerdos de Paz avalados por prestantes organismos internacionales y quiere que esos mismos organismos avalen sus conversaciones con los promotores del paro). ¡Que viva la teoría del embudo!

Si tuviéramos una verdadera cultura ciudadana, la solución simple está en cumplir estrictamente los mandatos de la Constitución Política de Colombia sin más vueltas ni regodeos. Y si el gobierno de turno no es capaz, pues que se haga a un lado y deje de estorbar.

Es claro que hay que dimensionar el tamaño y las fuentes de los recursos necesarios para poder garantizar el cumplimiento de los derechos fundamentales establecidos constitucionalmente, pero para eso se eligen los gobiernos. ¿O no?

Cuando determinemos el presupuesto nacional, comencemos por garantizar los recursos necesarios para la educación, la salud y la infraestructura como asuntos de primer nivel y distribuir el resto entre los otros aspectos necesarios. Qué le vamos a hacer. Eso nos pasa por ser un país mal administrado y corroído por la corrupción.

Mientras tanto, como los perritos locos, sigamos tratando de morder nuestra propia cola.

De cara al porvenir: el futuro siempre llega

Era el final del año 2019 y en varios países suramericanos había manifestaciones y marchas contra el estado de cosas. Uno de los países que más padeció este sacudón fue Chile, y Colombia obviamente no fue la excepción.

Los promotores del paro y el Gobierno, como casi siempre ha ocurrido, se sentaron en una “mesa de diálogo” y se firmaron varios acuerdos. Pregunto por simple curiosidad si alguno de ustedes se acuerda de lo pactado. Como la respuesta generalizada es que no, pues tampoco serán conscientes que nada de lo acordado se ha evacuado de manera completa y que la mayoría de los puntos ni se han tocado.

Como casi siempre ha sucedido, aquí jugamos a que el tiempo disipe las tormentas y adormezca las memorias, máxime cuando de por medio se atravesó una pandemia que trastocó todo tipo de prioridades. Pero una cosa es el nuevo afán, y otra muy distinta es que a la gente se le hubiera olvidado que había marchado, protestado y firmado un acuerdo y que, a la hora de las evaluaciones, muy poco se había avanzado, como ha sucedido paralelamente con el Acuerdo de Paz.

Gobiernos que pasan de agache, que incumplen acuerdos y no respetan la palabra empeñada, son parte del paisaje tradicional colombiano, situación que evidencia la fragilidad de nuestro pretencioso Estado.

En el sector privado también existen ejecutivos expertos en no hacer nada, en no comprometerse con nada, en no tomar posición, en estar enfocados y asociados a todos los lugares comunes y a no resolver los problemas que le dan origen a haber sido vinculados.

Aparece un simple detonante como lo ha sido una extemporánea, fallida, rimbombantemente bautizada y mal llamada reforma tributaria, y las aguas vuelven a buscar el cauce dejado atrás temporalmente, agravado por la pobreza y la iniquidad crecientes, digamos que por causa de la pandemia.

Nada justifica los desmanes. Nada justifica los incumplimientos. Ahora bien, habría que reflexionar bajo la teoría de la construcción de escenarios, que hubiera pasado con la reforma tributaria si la gente no sale a protestar. Personalmente, considero que ya la habrían aprobado. Perdió el Congreso colombiano una oportunidad única de manifestar un interés real por los problemas del ciudadano del común, habiéndose manifestado con firmeza y al unísono en contra de la reforma y abriendo un abanico de posibilidades alternas, pero no lo hizo. Solo se manifestaron abiertamente en contra el Partido Liberal y Cambio Radical en cabeza de sus máximos dirigentes, el expresidente Gaviria y el doctor Vargas Lleras.

Corresponde a estos dos partidos políticos ser consecuentes y no apoyar ninguna propuesta alternativa de reforma tributaria en el corto plazo, pues ambos se expresaron en contra del momento en el cual se estaba presentando, el cual, es a todas luces inoportuno, y cuyo estado de cosas en el corto y el mediano plazo, no van a cambiar.

Otro gran interrogante, y otra gran frustración, en términos de desarrollo nacional, es la triste realidad que viven los tres importantes departamentos del Sur Occidente del país, ante la imposibilidad de movilizar comida y combustibles.

Es cíclico que cada que hay un fuerte invierno o hay protestas, las carreteras de esta región quedan bloqueadas, lo que afecta naturalmente el transporte de alimentos, pero, y he aquí el gran interrogante, ¿no se le ha ocurrido al Ministerio de Minas y Energía, o a Ecopetrol, o al organismo gubernamental que le competa, construir un oleoducto que permita garantizar el suministro de combustibles y de igual manera descongestionar las vías repletas de carrotanques ante acontecimientos históricos  ya previsibles?

Mis alumnos son testigos de una sentencia que les he compartido en clase a través de los años y que dice que, en Colombia, se aplica aquello de “Para que hacer las cosas fáciles, si las podemos hacer difíciles”.

Ahora bien y ante la ineptitud demostrada por algunos miembros de nuestra clase dirigente, recordemos a Ángel Marcel cuando dice, parodiando el refrán de que “Aunque la mona se vista de seda ¡Mona se queda!”: “Aunque la gente de pieles se vista, gente se queda”.

De cara al porvenir: estulticia o soberbia

El pasado domingo 2 de mayo, en las horas de la noche, el presidente anunció la decisión ‒extemporánea, por cierto‒, de retirar el proyecto de la mal denominada Reforma Tributaria que había radicado en el Congreso y que había abortado antes de dicha diligencia.

Convoca a un gran diálogo nacional y en su primera intervención anuncia que va a hablar con todos, pero llama inicialmente a los partidos políticos más cercanos, a los gremios económicos, a quienes de alguna manera pueden darle la mano, dejando a un lado, de manera preliminar, a los miembros del Comité Nacional del Paro, que son los contradictores con quienes hay que dialogar.

Pero la equivocación o la omisión no es solo del Gobierno, sino, además, de los medios de comunicación que entrevistan en primera instancia solo a los integrantes de un sector del posible diálogo. No es sino mirar los noticieros más importantes de la televisión y escuchar quienes fueron los primeros entrevistados. Recordemos que para dialogar se necesitan dos.

En mi concepto, ahí hay un error garrafal de procedimiento en términos de la teoría de la negociación, o una actitud de soberbia y exclusión rampante, como ha sido característica de nuestra clase dirigente.

Como el tema de la Reforma Tributaria era el florero de Llorente para retomar lo que había quedado en suspenso antes de la pandemia, el lunes se convocó a una movilización de los transportadores y obviamente, el país quedó bloqueado con las consecuencias nefastas que todos conocemos. Y lamentablemente, las protestas van a continuar, a no ser que el covid-19 finalmente resulte ganador.

La imagen de miles de pollitos tirados en las calles por falta de comida y miles de litros de leche arrojados por las alcantarillas es más que lamentable, triste y desesperanzador.

En la noche del lunes, entrevistan a varios dirigentes gremiales y todos al unísono le piden ayuda al gobierno, como ha sido históricamente, con las excepciones apenas normales de cualquier actividad humana. En vez de actuar como plañideras de oficio, por ejemplo, el gremio de los avicultores debería presentar un plan para llevar cuidos y concentrados a través de helicópteros privados, oficiales o militares a los galpones donde se requiera, en vez de presentarse como víctimas. ¿Será ilógico e improcedente? No lo creo.

Ahora bien, si el diálogo propuesto es para salir de la coyuntura actual y no para alcanzar un gran consenso para enfrentar las grandes reformas que el país está en mora de emprender, pues solo tendremos, como siempre, un circo mediático que apagará las llamas unos días hasta que vuelva a encenderse ante cualquier chispa que aparezca. Como mínimo hay que tratar, por fin, de sacar adelante una reforma al sistema tributario de manera estructural y no llamar al diálogo para recoger 10 o 20 billones de pesos que se requieren, pero solo sirven para aliviar un problema de caja temporal.

Reitero mi desacuerdo con la idea de vender activos productivos como Ecopetrol e ISA. Eso no lo hace un gobierno serio, sino un gobierno facilista, poco creativo y mal defensor de los altos intereses nacionales. Ante las emergencias, uno no debe enloquecerse y vender el fogón y la nevera.

Ahí está el tema de la corrupción: enfrentémoslo de manera contundente entre todos y ahí están los recursos que necesitamos.

Hagamos que RITA (La Red Interinstitucional de Transparencia y Anticorrupción), acompañada de la SAE (Sociedad de Activos Especiales), que se encarga de la administración de los bienes incautados, sean consideradas como las entidades más importantes del Estado ante la coyuntura que enfrentamos, y cuyas cabezas deberían ser las personas de más altas calidades humanas y profesionales a las cuales todos les pudiéramos reconocer agradecimiento y admiración por su eficiencia, compromiso y pulcritud, si es que las tenemos. Paralelamente hay que refundar nuestros mal llamados órganos de control, a quienes la corrupción los desbordó y se les salió de las manos hace rato, así como emprender la tan cacareada, anunciada y esperada reforma a la justicia.

NOTA: No hay que devanarse los sesos, ni inventar la rueda para pensar en las estrategias que se deben emprender para alcanzar la pretendida reactivación económica. Hay que leer y entender a Keynes y a Adenauer, quienes fueron los encargados, los artífices de sacar al mundo de la Gran Depresión de los años 30 y la reconstrucción alemana post Segunda Guerra Mundial. Sí hay mejores ejemplos con resultados concretos y contundentes, por favor me los comparten.

De cara al porvenir: bloques de búsqueda

En 1989 se estableció en Colombia una estrategia particular para atacar al Cartel de Medellín y posteriormente para capturar a Pablo Escobar, después de que este se fugara de la cárcel de máxima seguridad en Envigado.

Esta estrategia consistió en la conformación de un Equipo Élite de la Policía y el Ejército Nacional dedicada única y exclusivamente al logro de estos objetivos. A este Equipo Élite, a partir de 1992, se le denominó Bloque de Búsqueda, cuyos resultados operacionales se asocian al logro de los objetivos para los cuales fue creado.

A mediados del decenio pasado, se configuró la Operación Agamenón para enfrentar y desmantelar al denominado Clan del Golfo y a partir del 2020 se estableció la exitosa figura de Bloque de Búsqueda para dar con sus cabecillas.

Se ha demostrado que, con la necesaria voluntad política, con los recursos económicos y tecnológicos adecuados, y con perseverancia, estas estrategias han dado los resultados esperados.

La eficacia de esta estrategia radica en la definición de un objetivo, la definición de una estrategia, el aporte de los recursos necesarios y la voluntad de las partes para sacarla adelante.

Ante el cáncer creciente y la voracidad de la corrupción, ha faltado la voluntad política y la presión ciudadana para enfrentarla y erradicarla de una vez por todas.

Habrá que tomar medidas extremas y establecer condiciones de excepción para combatirla. Si hay que hablar de pena de muerte, pues hay que hablarlo. Si tenemos que configurar un Bloque de Búsqueda para ubicar, perseguir y castigar a los corruptos, pues hay que hacerlo. El ejemplo de Singapur es singular y extremo: en menos de 50 años salieron de la pobreza extrema y dieron el salto al mundo desarrollado y en ese período lograron no solo erradicar la corrupción, sino, además, crear una cultura de no corrupción entre la sociedad.

La voluntad de poder integra no solo el compromiso, sino la capacidad de actuar de manera efectiva. En Colombia nos ha faltado conciencia de la dimensión y las implicaciones del problema, la voluntad política de la sociedad y los gobernantes de turno y el compromiso de actuación para el logro del resultado esperado.

El no enfrentar este flagelo nos condena al subdesarrollo y nos convierte a todos en cómplices, activos o pasivos.

La erradicación de la corrupción debe convertirse para Colombia, en un objetivo nacional de primer orden. Esta lucha debe ser frontal y debe contar con la colaboración de todos los ciudadanos de bien y que caiga quien tenga que caer, y que pague el que tenga que pagar.

No podemos seguir siendo estrangulados y asfixiados como sociedad y como país por unos ladrones que hoy se pavonean burlándose de todos nosotros y de nuestro casi inexistente aparato de justicia.

Debemos fortalecer a nuestra justicia y debemos despolitizarla para que sean los más preparados, los más idóneos y los más probos quienes la organicen, la administren y la ejerzan.

¡Sin justicia no hay sociedad! Todos debemos aprender a querer y a respetar a la institución y a sus miembros y reivindicar el ejercicio sagrado y la función fundamental del señor juez. Y digo señor juez y no simplemente juez, pues este servidor es instrumento de la justicia y debe ser reconocido como pilar fundamental de la sociedad y baluarte de los principios democráticos.

Qué pereza una nueva campaña presidencial esta vez llena de precandidatos hablando babosadas y esquivando de manera irresponsable, miedosa y miope, el enfrentar los problemas que son. Propongo con toda la fuerza del espíritu que el tema central de la campaña sea la estrategia que cada uno de los aspirantes propone contra la corrupción, no en el sentido retórico de cómo se refieren al asunto, sino, de su compromiso abierto y a viva voz para acabar con este flagelo. Lo demás, a mí, personalmente, no me interesa.

Nota: es lamentable que se sepa con anterioridad que hay un altísimo porcentaje de certeza que habrá un rebrote después del día del paro, otro después del día del trabajo y otro después del día la madre, por la indisciplina social y la falta de respeto y solidaridad de los miembros de la sociedad. Como diría Echandía, “¡País de cafres!”.

De cara al porvenir: ping pong

Se estrenó el entonces presidente Trump con una serie de “órdenes ejecutivas”, instrumento que empleó permanentemente, durante su mandato, para buscar agilidad y prontitud en la instrumentación de los temas de su interés, la mayoría de los cuales estaban en contravía de lo dispuesto por el Gobierno de su antecesor Barak Obama. Por su parte el presidente Biden, al llegar a su escritorio después de su posesión, tenía listas 17 “órdenes ejecutivas” para ser firmadas, la mayoría de las cuales iban en contra de lo establecido por su antecesor.

Recordemos que una “orden ejecutiva” es un instrumento del cual goza el presidente de los Estados Unidos dentro de su período de gobierno, pero cuya vigencia expira con la terminación del mismo.

Estamos siendo testigos impasibles, de un juego irresponsable de ping pong, guiado por el retrovisor desde la óptica de los recientes mandatarios, perdiendo la continuidad que se exige para programas de carácter social y que reflejan un interés más de carácter partidista que de carácter nacional.

¿Si eso es en la primera potencia del mundo, qué podremos esperar de los remedos de democracias entre las cuales se encuentra Colombia?

Es a todas luces lamentable que la madurez y la experiencia de gobiernos democráticos, tan difíciles de construir, desaparezca ante el imperio de la voluntad del gobernante de turno y tire al vacío procesos, acciones e impactos que, de alguna manera, responden a las expectativas de porciones significativas de ciudadanos.

En un país como el nuestro, temas como el de las relaciones internacionales, la postura con respecto a las estrategias de Estados Unidos asociadas a la fracasada lucha contra las drogas, los modelos económicos sugeridos bajo imposición por la banca multilateral, el uso o no del fracking, el empleo o no de la figura de la extradición, entre otros varios, son manejados con criterio gobiernista y no de Estado.

¿En dónde quedan los principios del interés nacional? ¿Qué queda del concepto de políticas públicas? ¿Se dejan a un lado los objetivos nacionales?

Cada vez más, ciertas figuras presidenciales se asemejan a la de pequeños reyezuelos, rodeados de áulicos, enceguecidos por el poder temporal que poseen.

Ahora bien, esta realidad que se gesta desde el poder ejecutivo vive su propia realidad en el poder legislativo, donde, ante las mayorías parlamentarias, ‒evidenciando la existencia de partidos políticos fuertes‒, hacen que las minorías vivan su propio drama.

Expectante, el poder judicial, quien termina siendo la esperanza última de la democracia, trata de guardar el equilibrio y de preservar las normas constitucionales, a pesar de las presiones que sufre permanentemente desde el ejecutivo y el legislativo.

Vivimos épocas tormentosas para la democracia, agravadas por las situaciones que desnuda la pandemia de covid-19 a lo largo y ancho del planeta.

Iniquidad, pobreza, corrupción, falta de gobernabilidad, son algunos de los factores que hoy atentan contra la continuidad del modelo democrático, como ya lo habían anticipado y avizorado desde hace tiempo, pensadores como Jean Francoise Revel, Norberto Bobbio y Karl Popper.

 

A pesar del desconcierto y la incertidumbre generalizada, de la complejidad y la volatilidad de los acontecimientos y de la irresponsabilidad de algunos, aún estamos a tiempo de maniobrar el timón y salvar y fortalecer el modelo democrático, el menos malo de los modelos conocidos.