Artículos | Luis Alfonso García Carmona

Luis Alfonso García Carmona
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La historia, fuente inagotable de enseñanzas

No termina de parecer insólita la presencia de dos emperadores en el continente americano, en Brasil y México, poco tiempo después de que el colonialismo había sido prácticamente desterrado de estos territorios.

En 1864 Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria, hermano del emperador austríaco Francisco José I, y su esposa Carlota de Bélgica, llegaron a México para asumir las riendas del II Imperio Mexicano. ¿Cómo se llegó a esta coyuntura?

Desde su independencia, apenas cuarenta años atrás, México había tenido cincuenta gobiernos, la mayor parte de carácter militar. A la anarquía reinante había que sumar la profunda polarización originada por las Leyes de Reforma y la Guerra Civil entre los partidarios de la causa liberal liderados por Benito Juárez y los sectores conservadores.

Mientras tanto, la política francesa, que veía como una amenaza el creciente poderío de los Estados Unidos en América, había respaldado la independencia de Texas y terciado luego a favor de México en su guerra de independencia contra su vecino del norte.

Aprovechando la suspensión de pagos de la deuda externa decretada por Benito Juárez, el Convenio de Londres, con participación de Francia, Reino Unido y España, aprobó la intervención en el país mexicano. “A juicio de Napoleón, solo una monarquía podía reconstruir la nación mexicana y forjar la unidad necesaria para impedir más pérdidas de territorio en beneficio de Estados Unidos” (Rady Martin, Los Habsburgo, Penguin Random House, 2022, pag. 338).

Un grupo de notables conservadores ofreció el cargo de emperador al Archiduque, en ese entonces exiliado voluntariamente en su Castillo de Miramare, en las afueras de Trieste.

Maximiliano condicionó su aceptación a la aprobación de un referéndum y a la consecución de ayudas financieras y militares, las cuales fueron ofrecidas por su hermano Francisco José, Napoleón III y Bélgica.

¿Cómo era en realidad Maximiliano? Desde niño, junto con su hermano Francisco José, había sido preparado con rigor en disciplinas como filosofía, historia, religión, equitación e idiomas. Llegó a dominar 10 idiomas, incluyendo el náhuatl. Pero su principal afición era el naturalismo y, más tarde, los viajes marítimos.

Asumió en 1857 el Virreinato del reino de Lombardía-Véneto, tarea que desempeñó con un espíritu liberal y conciliador y con la realización de fructíferos cambios como una equitativa distribución de los impuestos, establecimiento de médicos cantonales, profundización de los canales de Venecia, obras de saneamiento, irrigación y control de la malaria, adelantos urbanísticos y reorganización de la Biblioteca Ambrosiana. Su talante indulgente y sus proyectos de bienestar social no fueron bien vistos por el Emperador, y el descontento popular aumentó ante las medidas de acoso militar adoptadas para garantizar la unidad del imperio, lo cual precipitó su dimisión.

Tuvo que renunciar a todos sus derechos en la sucesión de la corona de Austria y de los reinos bajo su influencia, como condición impuesta por su hermano Francisco José. Se jugó, entonces, el todo por el todo, y, se propuso gobernar a México conforme a la misión histórica para la que se había preparado, adoptando el lema de “Equidad y justicia”.

Inició el desarrollo económico y social de los territorios mexicanos; restringió los horarios de trabajo, y estableció pausas para el almuerzo; canceló las más gravosas deudas que pesaban sobre los campesinos; desmontó las tiendas donde obligatoriamente los trabajadores debían hacer sus compras; se preocupó por las condiciones de vida de los indígenas sometidos a infames condiciones en las haciendas; defendió algunas ideas liberales como la reforma agraria, la libertad religiosa y la extensión del voto, fruto de su espíritu conciliador; promovió la identidad nacional impulsando las manifestaciones autóctonas; impuso la traducción al náhuatl de leyes y normas imperiales que afectasen a los indígenas; financió el Museo de Historia, Natural, Arqueología e Historia; contrató la construcción del ferrocarril La Soledad- Cerro del Chiquihuite; reorganizó la Academia de Artes de San Carlos; remodeló el Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec; construyó el Paseo de la Emperatriz (hoy de la Reforma) y rediseñó la capital dotándola con parques, fuentes y alumbrado de gas; implantó los nombramientos y ascensos por méritos sin tener en cuenta la filiación política; ordenó la enseñanza elemental obligatoria para todos; se abolió el trabajo de los menores y la servidumbre por deudas; se protegieron los derechos de acceso al agua para la población indígena y las tierras comunales; dividió al país en cincuenta provincias, cada una gobernada por un prefecto; creó tribunales administrativos para sustituir el ineficaz sistema judicial; y, elaboró el Código Civil de 1865,en el cual desconoció los derechos opresivos de los terratenientes y del clero católico sobre las propiedades e introdujo el matrimonio civil y la tolerancia religiosa.

No obstante, su anegada y benéfica tarea, ésta nunca contó con el apoyo del sector liberal. Terminada la Guerra de Secesión, los rebeldes recibieron el apoyo incondicional de los Estados Unidos, al que se sumó la deserción de las tropas francesas que fueron abandonando el país, ejemplo que luego fue imitado por su hermano Francisco José y por el reino de Bélgica. Sin el apoyo internacional y con el avance de las fuerzas rebeldes, finalmente los leales a Maximiliano fueron derrotados, y éste apresado y ejecutado en la ciudad de Querétaro en la fatal fecha de 19 de junio de 1867.

Podemos inferir de este trozo de la historia:

1.- Independientemente del sistema político (democracia, monarquía, autocracia), el buen gobierno lo hacen las personas, siempre y cuando cuenten con los medios necesarios para cumplir su labor. Ninguno de los 50 gobiernos que precedieron a Maximiliano puede presentar una obra más contundente y benéfica para el pueblo mexicano que la del II Imperio. Después de su caída, un siglo y medio después, bajo un sistema partidista, este enorme país se debate en medio de la violencia, el tráfico de estupefacientes, y la miseria, que obliga al trabajador mexicano a dejar sus raíces para buscar nuevos horizontes con su rico vecino del norte.

2.- La verdad histórica suele ser deformada por quienes llegan a detentar el poder, bien sea por la vía de las armas, de las urnas o del fraude electoral. Así, quienes como Maximiliano ofrendaron su vida y defendieron la identidad nacional, la justicia, los derechos del pueblo, son tratados como criminales y traidores y castigados con el cadalso y el olvido.

3.- Parece que el destino de América Latina, desde los albores de nuestra independencia hasta nuestros días está signado por el triunfo de la mentira sobre la verdad, de la mediocridad sobre la buena administración pública, de la violencia sobre la razón, de los apetitos políticos sobre las necesidades reales de los ciudadanos y de la maldad sobre los principios humanitarios consignados en el Evangelio.

¿Muerte o transición a otra vida?

En general, los seres humanos evitamos, consciente o inconscientemente, reflexionar sobre el tema de la muerte. Y ello es explicable por tres razones fundamentales: a) tenemos temor a lo desconocido; b) asociamos la muerte al dolor que acarrea una enfermedad o un trauma letal; c) la separación física de los seres queridos y del entorno que nos brinda alguna tranquilidad nos atemoriza.

No obstante lo anterior, valdría la pena cuestionarnos sobre el verdadero significado de lo que conocemos como “muerte”.

Para las civilizaciones antiguas más desarrolladas la muerte física del cuerpo no significa la desaparición de la persona humana en su esencia. Los antiguos egipcios denominaron como “Libro de la salida al día” o “Libro de la emergencia a la luz” al Libro de los muertos, que es una recopilación de textos funerarios escritos a partir del III milenio a. C.

Consideraron que la esencia de la identidad continúa después de la muerte y elaboraron complejos procedimientos para garantizar un normal tránsito a la vida en el más allá.

Similares conceptos se recogen en las culturas hindú, tibetana, china y en las de otras latitudes que sería prolijo enumerar.

En el mundo moderno, convertido en una aldea global gracias a las comunicaciones virtuales, se conocen centenares de miles de “experiencias cercanas a la muerte”, es decir manifestaciones de lo ocurrido a personas que han presentado síntomas de muerte clínica y luego han regresado a la normalidad.

Curiosamente, del análisis de esa multitud de vivencias se deducen unos cuantos factores comunes, tales como el tránsito por un túnel con una luz intensa al final; el encuentro con seres queridos fallecidos anteriormente; la sensación de paz, amor y alegría; y, el rápido repaso de su experiencia en la tierra. Nada de ello es explicable por el método científico y, en consecuencia, la ciencia se ha limitado a calificar tales eventos como simples alucinaciones.

Pero también los científicos, a partir de las conclusiones de Einstein y otros destacados investigadores, han construido toda una teoría a partir de la física cuántica que explica que el universo está compuesto de energía y que esta comprende tanto la materia como el espíritu. Cuando la materia se extingue, la energía espiritual permanece en otra dimensión diferente a la terrenal.

Tres experiencias personales avalan lo que aquí queremos compartir:

En la televisión colombiana, hace muchos años presencié un programa en el que se entrevistaron varias personas que dieron fe de sus experiencias después de haber muerto clínicamente. Una de ellas era una dama, hija del conocido político huilense Felio Andrade Manrique.

Gracias a mis lecturas de la obra del psicólogo Brian Weiss puse en práctica un ejercicio de regresión que me trasportó a la Edad Media.

Asistí a una sesión colectiva de sanación a través de procedimientos de regresión practicados por el experto antioqueño Aurelio Mejía, con asombrosos resultados no explicables desde la perspectiva científica.

En momentos de desesperanza e incertidumbre como los que atravesamos, reflexionar sobre estas realidades contribuye a reconocer que más allá de esta vida temporal nos espera una eternidad donde podemos hallar la paz, el amor y el encuentro con el Supremo Hacedor que todo lo puede.

lugarmed@une.net.co

¿Quién habla de victorias?, sobrevivir lo es todo

Lo que se conoce como la dinastía de los Habsburgo ha sido, ni más ni menos, que la primera empresa global de la historia, con una enorme influencia en Europa durante quinientos años, entre los siglos XV y XX.

Pero sus orígenes están plagados de continuas luchas y algunas derrotas, superadas gracias a la perseverancia de varias generaciones y a su indeclinable propósito: convertirse en los titulares del Sacro Imperio Romano Germánico.

El antepasado más remoto de esta familia fue un tal Kanzelin que murió hacia el año 990. Uno de sus hijos, Radbot, y su esposa Ida, eran dueños de la aldea de Muri, cerca de la fortaleza de Attenburg y de la ciudad de Brugg, en el cantón suizo de Argovia. Fundaron allí una abadía que luego llegó a acumular tierras en más de cuarenta localidades, que los descendientes asumieron como suyas, ya que habían asumido el rol de protectores de la abadía.

El hijo de Radbot, Werner, acudió a la falsificación de unas constituciones que atribuían a un pariente suyo, el obispo Werner de Estrasburgo, la fundación de la abadía y la concesión a perpetuidad del cargo de Vogt (protector) a un miembro de su familia. Enrique V, titular del Sacro Imperio Romano Germánico, introdujo la salvedad de que los protectores no podían interferir en el funcionamiento del monasterio, lo que significó la pérdida de los derechos de los herederos de Werner.

Radbot construyó una fortaleza a la que bautizó Habsburgo (Castillo del Azor), nombre que acabó identificando a la familia.

En la mitad del siglo XIII los Habsburgo se trasladaron a Lenzburg y ejercieron dominio en la meseta de Argovia. Atrajeron a otros terratenientes que les servían como vasallos y llegaron a tener hasta treinta castillos.

Apoyaron al emperador Lotario III, frente a sus rivales, los Staufen, y obtuvieron posesiones en la Alta Alsacia. Posteriormente, pasaron a aliarse con los Staufen y financiaron la campaña de Federico II para hacerse con el poder, de lo cual derivaron nuevas ganancias territoriales. Se estilaba desde entonces la traición como método para obtener réditos patrimoniales.

Hábilmente, establecieron vínculos matrimoniales con nobles familias de Suiza y del sudoeste de Alemania. Cuando esos linajes se fueron extinguiendo, los Habsburgo reclamaron viejos derechos sobre las posesiones de las casas de Lenzburg, Pfulledndorf y Homburg, que vinieron aparejadas con el título de conde. Por la misma vía, extinguidos los linajes de Kiburgo y Zahringen, sus extensos patrimonios pasaron a manos de los Habsburgo.

A mediados del siglo XIII, sus posesiones se extendían desde el este de Francia hasta la frontera occidental de Austria, incluyendo parte del norte de Suiza. Generación tras generación, desde Rodolfo el Viejo hasta su nieto el conde Rodolfo, los Habsburgo lograron sobrevivir hasta que el destino les deparara una oportunidad para conquistar el Sacro Imperio. Fueron unos sobrevivientes. Como escribió el poeta austríaco Rainer Maria Rilke (1875-1926): “¿Quién habla de victorias? Sobrevivir lo es todo”[1].

[1] RADY, Martin, Los Habsburgo, Penguin Random House, 2020, pag. 43

De tumbo en tumbo la candidatura del comunismo

La difusión de los espeluznantes videos que develaron la sucia estrategia de la campaña “petrista” ha marcado un punto de inflexión en la carrera por el poder.

Mientras el ingeniero Hernández continúa imperturbable su proverbial tarea de hablarle en forma sencilla pero directa al pueblo colombiano, por las toldas del exguerrillero campea el desconcierto. Uno de sus cerebros, el senador Roy Barreras calificó al hermano de Petro de ser un “g…” por haber ido a La Picota a negociar con delincuentes, y manifestó su disgusto por tener que ir a una emisora a explicar lo inexplicable.

Con la colaboración de influenciadores prepagos tratan de desviar la atención del electorado con cualquier tema, pero cada vez crece más la ola de indignación por los vergonzosos métodos utilizados contra sus oponentes y las execrables actuaciones de lo que ahora llaman el Pacto de La Picota.

Al bombazo que significó la aparición de los “petrovideos” se suman las infames amenazas de la hija de Petro y de los estudiantes de la U. Pedagógica, la Nacional y la Distrital que, junto con los vándalos de la Primera Línea de Bogotá, Cali y Bucaramanga, están aterrorizando al país con la destrucción de las ciudades y con violentos disturbios más sangrientos que los promovidos por Petro, el incendiario, el pasado año. Lo único que han logrado con tan tenebroso reto es alentar la unión de los ciudadanos honestos y trabajadores, que constituyen la mayoría de este país, para salir a defender pacíficamente con su voto el derecho a vivir en paz y a trabajar por su bienestar y el de sus familias.

Como si lo anterior fuera poco, se descubre ahora en Popayán el asesinato del líder indígena Jesús Antonio Montaño, quien pocos días antes de su muerte denunció a Petro como aliado de las FARC y de otras organizaciones criminales que están obligando a las comunidades indígenas a votar por Petro. ¿Aceptaremos los colombianos tanta ignominia por parte de quien se cree por encima de la ley? ¿Es de esta manera como pretende ganar las elecciones el candidato del Foro de Sao Paulo, de las FARC, del ELN y de los dictadores Maduro, Ortega y Díaz-Canel?

Simultáneamente se conoce en Medellín el video de unos párvulos de 3 a 4 años coreando en el aula escolar el nombre de Petro bajo la dirección de sus maestros. Mientras los padres y madres confían en que están recibiendo la enseñanza de valores y principios que los conviertan en buenos ciudadanos, aprenden a adular a un asesino, violador, secuestrador y terrorista. ¿Es este el país que queremos para nuestros hijos? No podemos consentir que hasta la inocencia de los niños se convierta en instrumento electoral.

Toda la verdad está saliendo a la luz. Los escándalos de los pactos secretos con criminales, las andanzas de Piedad Córdoba en el trasteo de dólares, las falsas promesas para captar incautos, la rastrera campaña de desprestigio a los oponentes y toda la farsa de la extrema izquierda, evidencian que la campaña del exguerrillero va de tumbo en tumbo hasta su derrota final.

Está en nuestras manos evitar la llegada de criminales de esta laya al poder. ¡Por Colombia, todos podemos hacer más!

El escándalo del “petrogate” desmoronó la estrategia del exguerrillero

De la manera más cínica ha adelantado su campaña el candidato de la extrema izquierda, con la certeza que siempre lo ha acompañado de que es un “intocable” que puede burlar la Ley a su antojo.

Que le es lícito calumniar a sus contrincantes a sabiendas de que sus amigotes en el aparato judicial y en los medios saldrán en su apoyo.

Que puede pactar alianzas con terroristas, narcotraficantes, corruptos y extraditables y luego disfrazarlas con el eufemismo del “perdón social”.

Que le está permitido pasarse por la faja las normas electorales, como lo ha hecho desde el comienzo de la campaña.

Que puede recibir ofertas de dinero de empresas financieras que buscan beneficios en su gobierno o acordar con otros empresarios que paguen directamente gastos de la campaña para no tener que declararlos ante el CNE.

Que puede contratar impunemente criminales nacionales o extranjeros como estrategas políticos.

Que puede reunirse, a espaldas de los demás partidos, con funcionarios de la Registraduría y proveedores del software que procesará los escrutinios.

Que puede seguir utilizando toda clase de tretas para seguir ocultando su largo prontuario criminal y el de sus aliados.

En fin, sin haber sido elegido ya se cree con el omnímodo poder para hacer lo que le venga en gana, llevándose de calle todos los principios de la moral y la ética, y pasando por encima de los derechos de los ciudadanos.

¡Pero he aquí que le estalla una demoledora bomba en el centro mismo de sus criminales maquinaciones!

Llegó a conocimiento de la revista Semana una serie de videos donde se desenmascara la sucia estrategia utilizada para perseguir a sus oponentes. Se confirmaron las acusaciones que circulaban sobre los verdaderos e inconfesables métodos empleados para la toma del poder, por cualquier medio, lícito o ilícito.

Se vinieron al piso los argumentos con los que pretendían enlodar al candidato independiente Rodolfo Hernández. Los asesores de Petro no atinan a justificar lo injustificable. Trataron de descalificar el origen de la evidencia, se echaron la culpa unos a otros, y están como locos inventando bulos en sus borreguiles bodegas.

Nos viene a la memoria la renuncia de Nixon cuando el descubrimiento del “Watergate”, o el cuento del “hacker” utilizado por Santos para ganar en segunda vuelta a Zuluaga.

No tendrá tiempo ni argumentos este candidato, apodado Andrés o “el Cacas” dentro de la militancia del M19, para recuperarse de este tremendo misil que le acaba de explotar en sus narices.

Las gentes buenas de Colombia, que forman una mayoría aplastante, han perdido toda credibilidad en el engañoso discurso de odio del candidato del Foro de Sao Paulo. Ya nadie cree en un cambio liderado por esta banda criminal del Pacto Histórico. Ni mucho menos en sus demenciales propuestas de acabar con el petróleo y con las represas hidroeléctricas, robarse los fondos de pensiones, emitir billetes para crear una monstruosa inflación y aumentar los impuestos para gastar a manos llenas con sus amigos.

También fracasó su intento de dividir el voto del antipetrismo, promocionando el voto en blanco. Se descubrió su verdadera intención de perjudicar a Rodolfo Hernández.

Es el comienzo del fin en la ya larga carrera petrista de embustes, traiciones, crímenes de lesa humanidad, atentados contra la honra de los demás y de impunes violaciones al ordenamiento legal y a la ética en la política.

Estamos a las puertas de salvar a Colombia. Solo falta cumplir el domingo con el deber de votar. ¡Por Colombia, todos podemos hacer más!

¿La criminalidad al poder?

Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos. (Abraham Lincoln)

La publicación de comprometedores videos en los que se destapa, por boca de los principales estrategas y asesores de la campaña “petrista”, la inmoralidad y el maléfico cinismo que emplean para llegar al poder nos ha dejado estupefactos.

No se puede caer más bajo ni actuar de manera más vil y rastrera contra la honra y el prestigio de los demás. La capacidad de Petro y sus cómplices para mentir y saltarse las normas legales y las de la decencia no tiene parangón en la historia política de Colombia.

Como advirtió uno de los asesores de esta banda criminal denominada “Pacto Histórico”, si esto llega al conocimiento público estamos perdidos. ¿Con cuál autoridad moral seguirán atacando a su rival, el ingeniero Rodolfo Hernández? ¿Cómo van a ocultar ante la opinión pública su monstruoso plan de tomarse el poder mediante la combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales, como lo aprendieron en la cartilla marxista-leninista?

No tardó el rey de la mentira, el exguerrillero Petro, en atribuir el descubrimiento de su asquerosa estrategia a una infiltración en su campaña, cuando la verdad es que el origen de este monumental escándalo es el arrepentimiento de uno de sus militantes que se sintió imposibilitado moralmente para persistir en tan ignominiosa conducta.

Ya lo dijo el Evangelio: “Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 15-20)

El aprendizaje del candidato de esta cuadrilla delincuencial estuvo signado desde muy joven por el crimen: secuestros, violaciones, asesinatos, magnicidios como el del Palacio de Justicia, actos terroristas. Entendió que para eludir la acción de la Justicia todo vale: Inclusive robarse el expediente del proceso donde fue condenado para poder aspirar al Senado, a la alcaldía de Bogotá y ahora a la Presidencia en contra de un claro mandato legal que impide elegir a quien haya sido condenado. Recordemos que el propósito de la quema del Palacio de Justicia no era otro que el de desaparecer los expedientes que conducirían a la extradición de Pablo Escobar y otros capos de la mafia.

Me resisto a pensar que todavía existan en Colombia millones de compatriotas que crean en el absurdo sartal de mentiras que ha empleado este falso profeta con piel de oveja para conquistar su voto. ¿Será que puede más el odio de clases o el castigo a quienes se han atrevido a desafiar a la guerrilla y a quienes lograron reducir el área sembrada de cocaína?

La abominable estrategia del comunismo, descubierta en los videos que circulan por todos los medios, nos indica a las claras que el objetivo no es otro que llegar al poder y convertir a nuestra querida patria en otro “paraíso bolivariano” como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Para alcanzarlo están dispuestos a pasar por encima de todo y de todos. ¿Vamos a permitirlo los colombianos?

Cualquiera que sea el motivo que algunos tengan para abstenerse de votar o para votar en blanco a sabiendas de que dicho voto no tiene ningún efecto legal, me permito señalar que por encima de cualquier razón está la supervivencia de Colombia y el bienestar de los colombianos y de sus hijos. Todas las demás razones deben ceder ante el fin supremo de salvar a Colombia.

Dejemos de creer en los falsos profetas. Basta con mirar su oscuro pasado, sus despreciables aliados y su ignominiosa forma de hacer política.

En este momento en que el país sólo pide tu voto para no convertirse en un estado-prisión bajo el látigo comunista, como el que padecen hace 60 años nuestros hermanos cubanos, no te quedes en casa sin votar. Te convertirías en cómplice de esta irreparable tragedia que no tiene marcha atrás.

Aunque los secuaces del exguerrillero impulsen el voto en blanco, ya sabemos que ellos masivamente votarán por su candidato y lo que pretenden es restar votos a su contrincante. No caigamos en esa infantil treta. Votemos en contra de Petro y su banda de malhechores. El ingeniero Hernández es un hombre probo, bien intencionado, no contaminado por la vieja política y está acompañado de Marelen Castillo, una mujer de origen humilde, pero con una excelente preparación y una vida dedicada a la cátedra universitaria.

La decisión es muy fácil: Votemos masivamente por Colombia y el futuro de nuestros hijos; no entreguemos el país a quienes pretenden destruirlo. 

Salida inesperada del túnel

Los resultados de la primera vuelta presidencial produjeron, de manera sorpresiva, una salida al oscuro panorama que se cernía sobre Colombia ante un eventual triunfo de la izquierda radical en la primera vuelta.

Petro no alcanzó el triunfo en la primera vuelta, como lo había anunciado, y ahora deberá enfrentar en la segunda vuelta la cerrada unión del anticomunismo que podría llegar a más de 11.000.000 de votos, muy por encima de las reales posibilidades del petrismo.

Hay que resaltar que el motor de este revolcón político lo constituyó la desconcertante votación obtenida por el ingeniero Rodolfo Hernández, quien, a la cabeza de un movimiento independiente, pasó a la segunda vuelta con casi 6.000.000 de votos, eliminando las posibilidades de Fico Gutiérrez, posicionado en las encuestas como el más opcionado para disputar el triunfo al candidato izquierdista.

Todavía se preguntan en las campañas de Fico y de Petro cómo logró Rodolfo desbarajustar sus planes. A mi entender, supo interpretar el sentimiento nacional de un pueblo fatigado con la corrupción de la obsoleta clase política y abandonado por un macrocefálico aparato estatal cuyos recursos, destinados a alimentar la burocracia, no llegan a satisfacer las ancestrales necesidades de los menos favorecidos.

Un día después de las elecciones, ya contaba Rodolfo con el apoyo del electorado de Federico Gutiérrez que, sumado al suyo, supera ampliamente las posibilidades del candidato de la ultraizquierda. Consciente este de su inminente derrota se ha apresurado a tildar a Hernández de ser un instrumento del uribismo, manida táctica en la cual ya nadie cree. Se quedó sin banderas y ya no tendrá tiempo para improvisar.

Mientras tanto, la gente en Colombia, en forma espontánea y masiva, se está alineando con este ingeniero que ha demostrado tener carácter, independencia y un lenguaje sencillo y directo que cala profundamente en el alma de los colombianos.

No puedo dejar de comparar a nuestro país con Singapur, ese pequeño país que se debatía en medio de la violencia, la droga, la miseria, la falta de educación y el subdesarrollo hasta la llegada al poder de Lee Kuan Yew. Con fórmulas sencillas como las que ofrece Rodolfo convirtió a Singapur en una de las potencias del sudeste asiático, con uno de los niveles de vida más altos de la tierra. Educación bilingüe y orientada al desarrollo, libre mercado, atracción de inversionistas, lucha implacable contra la corrupción y mano dura contra el crimen y la droga.

Si en lugar del salto al vacío que ofrece el neo-comunismo de Petro, acompañamos al ingeniero y empresario Rodolfo Hernández con nuestro voto el próximo 19 de junio, Colombia tendrá la oportunidad de convertirse en la potencia que queremos y, mediante un manejo juicioso del Estado, ofrecer a cada colombiano una alternativa para mejorar sus condiciones de vida.

La Divina Providencia nos ha proporcionado una salida al oscuro túnel en el que nos encontrábamos. No dejemos pasar esta oportunidad. Votemos masivamente por nuestro Lee Kuan Yew, el empresario Rodolfo Hernández.

Demasiado tarde...

A sólo 10 días de la primera vuelta electoral para elegir presidente, no se percibe en la opinión de los colombianos una clara conciencia de lo que en esa fecha se juega el país.

Para una gran parte de los compatriotas, aunque sea doloroso reconocerlo, el tema de las elecciones no es de su agrado o los tiene sin cuidado. Prefieren que otros sean los que resuelvan por ellos, ignorando que cuando llegue el desastre no tendrán a quién acudir.

Desde hace varias décadas entregamos la educación de nuestros niños y jóvenes a la izquierda radical. No sólo en las universidades sino también a través de los maestros del sindicato comunista de Fecode. Ahora tenemos adictos al “marxismo cultural” en todos los estamentos y un semillero de vándalos para las protestas callejeras.

El establecimiento, por su parte, parece que está reaccionando a última hora apoyando la alternativa que representa la defensa de la democracia, las libertades individuales y el derecho a la propiedad privada, frente a la propuesta que abriría el camino a un narco-estado totalitario y comunista. Es una tardía respuesta, después de su connivencia con la entrega del país a las FARC a través del infame acuerdo de La Habana y del acompañamiento brindado al expresidente Santos en el desmoronamiento del país.

Mientras los candidatos y dirigentes políticos batallan por acceder al poder ejecutivo, ya desde hace años las decisiones son adoptadas por una sesgada “dictadura de la toga” que continuamente invade la órbita de las otras ramas del poder. Gran parte del Congreso quedará en las manos de una coalición de fuerzas de izquierda, lograda por el monumental fraude perpetrado el pasado 13 de mayo, y complementada con las curules que le fueron obsequiadas a cambio de nada en el funesto pacto Santos-Timochenko.

La falta de una acción contundente para erradicar el narcotráfico ha permitido que los cultivos ilícitos se cuadrupliquen a partir del pacto del farc-santismo, y que el poder de los “capos” gane terreno en casi todo el territorio nacional, hasta el extremo de que la fuerza pública sea secuestrada impunemente por un grupo de sembradores de coca.

Para mayor vergüenza, las elecciones se cumplirán en medio del peor escándalo electoral de toda nuestra historia, en el que se evidenció un gigantesco fraude, el desconocimiento de los derechos electorales, y la indiferencia del alto gobierno, las Cortes y los organismos de control que decidieron no repetir el conteo de votos, ni revisar la irregular adjudicación del manejo electoral a firmas cuestionadas, ni separar de sus cargos a los responsables.

La esperanza es lo último que se pierde, reza el refrán. Pero cuando se han subvertido todos los principios morales, éticos y jurídicos para instalar la combinación de todas las formas de lucha como práctica común, todo parece perdido. La toma del poder viene determinada por el podrido aparato electoral, la insensatez de nuestros gobernantes , la inoperancia de la justicia y de los órganos de control, el poder corruptor de las inmensas fortunas del narcotráfico, el terrorismo que impone su ley en muchas zonas del país, la complicidad de venales orientadores de opinión, la confabulación del “mamertismo” internacional dirigido por el Foro de Sao Paulo, y el discurso populista que reciben las ingenuas masas como bálsamo para sus ancestrales carencias.

Preparémonos desde ahora para lo peor. No hicimos a tiempo la tarea. Ya es demasiado tarde.

Populismo y fraude contra la democracia colombiana

No nos cansaremos de repetir que en las próximas elecciones presidenciales Colombia se juega su destino, no sólo por un período de 4 años, sino por el resto de su existencia.

No se trata, como algunos quieren hacerlo ver para engañar incautos, de una pelea entre los amigos y los enemigos del expresidente Uribe, sino de una confrontación entre los dos grandes sistemas que compiten por el poder a nivel global, a saber:

La democracia que garantiza el respeto a la dignidad humana y a sus libertades, la protección de la vida y de la familia tradicional, el derecho a la propiedad privada y la libertad de empresa, de un lado, y del otro, el totalitarismo marxista que persigue la sumisión del individuo y la familia al Estado, el despojo de los bienes privados (ahora lo llaman “democratización”), la pauperización de la sociedad para controlar a la población a través de subsidios de hambre y la instalación a perpetuidad de una camarilla de fanáticos, como ha ocurrido en Cuba o Venezuela.

Basta con repasar las propuestas del guerrillero que funge como candidato de la izquierda para concluir que están encaminadas a la destrucción del aparato productivo, al engaño del electorado con discursos populistas que ocultan venenosas intenciones y a convertir a los colombianos en nuevos esclavos del socialismo del siglo XXI.

Para asegurar su llegada al poder no tienen los “camaradas” el menor escrúpulo pues llevan en su ADN la consigna de que todos los medios son lícitos para implantar su llamada “revolución”. Han perfeccionado la máxima de Stalin de que “quien escruta, elige”, creando anticipadamente una percepción triunfalista mediante mítines transportados de pueblo en pueblo, encuestas sesgadas a favor de su candidato, periodistas u opinadores contratados para difundir lo que conviene a sus intereses.

No les basta con las viejas prácticas de comprar votos, pues descubrieron que es preferible utilizar la inmensa fortuna del narcotráfico en los centros de recaudo y contabilización de votos, mecanismo que demostró ser eficacísimo en las pasadas elecciones parlamentarias. De la noche a la mañana les aparecieron 500.000 votos de la nada; acepta la Registraduría que han detectado irregularidades en más de 22.000 mesas; miles de ciudadanos se han quejado pues desaparecieron sus votos o no les entregaron tarjetones si querían votar por movimiento diferente al del Pacto Histórico.

Ha llegado a tal extremo este monumental fraude que los entes de control se abstienen de intervenir para devolver la credibilidad al sistema electoral o para separar al inepto (por decir lo menos) funcionario responsable de los comicios.  Hasta el presidente de la República se ha lavado las manos con la excusa de que son “protuberantes” errores pero que no ameritan el reconteo de los votos.

Avanza, pues, a pasos agigantados la amenaza marxista sobre nuestra amada patria, sustentada en un vulgar discurso populista y un fraude monumental inédito en nuestra historia política.

¡Cómo se añora no haber contado con una derecha valiente dispuesta a jugársela para detener el zarpazo del marxismo y comenzar de una vez por todas la tarea de la reconstrucción nacional que el país requiere!

Y, ¿quién defiende nuestra soberanía nacional?

Olvidamos los colombianos los grandes temas que afectan al país para dedicarnos a las estériles discusiones puntuales sobre los personajes, sus intrascendentes discusiones, o, simplemente, para dar rienda suelta a nuestros pasionales odios o afectos en materia política.

Hablemos, por ejemplo, de la soberanía nacional. El concepto de soberanía es, desde la época de Jean Bodin, el poder absoluto y perpetuo de una república; y soberano es quien tiene el poder de decisión, de dar leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sí a la ley divina o natural.

Nuestra carta política lo consagró en su artículo 3º. “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece”.

Es, ni más ni menos, que el fundamento de la existencia de Colombia como país independiente y, como tal, debemos preservarlo por encima de otras consideraciones.

Sin embargo, no ha sido así en la última década, lo cual, ha contribuido en forma determinante en la crisis política que ahora nos golpea.

El pueblo, depositario por mandato de la Constitución del poder soberano, rechazó en el plebiscito de 2016 la negociación adelantada por el presidente Santos y la guerrilla de las FARC. No obstante lo anterior, una mayoría del Congreso se abrogó la facultad de ratificar el acuerdo que el pueblo soberano había rechazado y una Corte Constitucional prevaricadora avaló semejante engendro jurídico, con la complicidad de la izquierda nacional e internacional.

Luego, mediante un procedimiento no contemplado en nuestra normatividad, el fast track, se incorporaron normas espurias a nuestra carta política, como la que dio origen a la llamada Justicia Especial para la Paz (JEP). Nuevamente se violentó nuestra soberanía al permitir que un grupo de extranjeros (curiosamente de ideología marxista-leninista) designaran los magistrados de este exótico tribunal y que expertos juristas extranjeros intervengan en sus procesos (Art. 7º. A. L. 01 de 2017). Desde la época colonial los colombianos no habíamos sido juzgados por extranjeros.

Un Estado soberano no permite la injerencia de otros países o de organizaciones internaciones en sus asuntos internos.

Después de la sesgada actuación de los comisionados de Naciones Unidas permitiendo toda clase de engaños al Estado colombiano en la desmovilización de guerrilleros y en la entrega de armamento, esta organización se ha dedicado a exigir estricto cumplimiento de los acuerdos a una de las partes (el Gobierno) obviando el incumplimiento de la otra (la guerrilla). Como premio, el presidente Duque le prorrogó los contratos de asesoría a los delegados de esa “cueva de mamertos” en que se ha convertido la ONU. De otro lado, la CIDH de la OEA se convierte en altoparlante de los movimientos subversivos declarando que ha habido violación de derechos humanos por parte de la fuerza pública en la toma guerrillera de las ciudades colombianas, sin mencionar para nada los crímenes de lesa humanidad cometidos por los vándalos alentados por los movimientos de izquierda.

Sobra mencionar, porque es de todos conocida, la abierta intervención de la dictadura cubana impulsando la subversión en nuestro territorio desde hace varias décadas. No hace mucho asiló a los autores del genocidio cometido contra alumnos de la Escuela de Policía y se niega sistemáticamente a extraditarlos pasando por encima de la debilidad de nuestro gobierno en materia de defensa de la soberanía.

Para rematar, nos informan de un acuerdo celebrado por el presidente Duque con la Corte Penal Internacional, según el cual el Gobierno se compromete a blindar hacia el futuro a la JEP, a cambio de que la CPI cierre unos procesos iniciados contra nuestro país. Se hipoteca nuestra capacidad de dictar nuevas normas para modificar esa fábrica de impunidad, entregando de paso nuestra soberanía a este organismo.

Ya es hora de contar con un Gobierno con el carácter requerido para defender nuestra soberanía, cuya conquista representó muchas vidas y mucha sangre derramada. Al parecer, no es un tema que interese a nuestros gobernantes ni a los candidatos a la Presidencia. Entonces, ¿quién podrá defendernos?

Lo que Cicerón diría de Pinturita

Inspirado en “Primera Catilinaria” escrita por Marco Tulio Cicerón (63 A. C.).

¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia, “Pinturita?

Cicerón

¿Cuándo nos veremos libres de tus malévolos intentos por destruir nuestra ciudad?

¿A qué extremos te arrojará tu desenfrenada codicia?

¿No te arredran ni el respeto por los valores y las tradiciones de nuestro pueblo, ni el rechazo de las gentes honradas por tus desvergonzadas prácticas al frente de la Alcaldía, ni la ruina en que estás dejando a EPM, patrimonio de los antioqueños?

¿No comprendes que tus mentiras están descubiertas y ya has caído hasta en la calumnia e injuria?

¿No ves tu conjura en contra de Medellín y del pueblo antioqueño fracasada por conocerla ya todos?

¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho para engañar a todos con tu falsa independencia política para luego repartir el botín electoral entre los politiqueros de tu rosca; o, que te has dedicado a polarizar a la ciudad con el viejo truco comunista del odio de clases; o que has despreciado la calidad de los recursos humanos antioqueños para entregar el manejo de Medellín a compinches tuyos que ni siquiera la conocen: o que despilfarras el dinero de los contribuyentes para posicionar tu imagen y perseguir mediáticamente a tus opositores?

¡Oh, qué tiempos! ¡Qué costumbres! Todos, autoridades y ciudadanos, saben esto y, sin embargo, “Pinturita”, continúas en tu cargo. ¿Qué digo continúas? Hasta te atreves a seguir mintiendo sobre imaginarios acuerdos con tus víctimas, los subcontratistas de Hidroituango, mientras tus esbirros espían nuestros movimientos y nos atacan por las redes con el presupuesto de la ciudad.

¡Y nosotros, varones y mujeres fuertes, creemos satisfacer a la comunidad previniendo las consecuencias de tus perversas maquinaciones! Ha tiempo, “Pinturita”, que por mandato del pueblo soberano debiste ser despedido del cargo para el que nunca debías haber sido elegido. No faltan a la ciudadanía razones para revocar tu mandato antes de que tú y tu cuadrilla de depredadores acaben con el esfuerzo de muchas décadas. Pero faltaríamos a nuestro deber si no reclamamos una severa decisión por parte de cada medellinense.

¡Nosotros, ciudadanos de Medellín, no podemos dejar enmohecer en nuestras manos la espada que nos concede la Constitución! Ejerzamos el derecho que la Carta nos concede, o respondamos ante la sociedad y ante las futuras generaciones por nuestra inacción o falta de energía.

Has llenado la ciudad de enemigos que cumplen tus dictatoriales órdenes, mientras sigues maquinando hacer más daño, pero sin que lo adviertas, habrá, como hasta ahora, muchos ojos que miren cuanto hagas y muchos oídos que escuchen cuanto digas.

¿Olvidas, “Pinturita”, que las tinieblas de la noche no ocultan las nefandas juntas con tus caciques políticos, subalternos, contratistas, parientes y cómplices? ¿Qué todo se sabe a pesar de tus esfuerzos por ocultarlo o tergiversarlo? Cogido como estás, por todos lados, tus designios son para nosotros claros como la luz del día.

¡Oh dioses inmortales! ¿En qué ciudad vivimos que nuestros representantes en el Concejo Municipal no reaccionan? ¿Qué república tenemos en la que la Presidencia no sale a garantizar la estabilidad del suministro de energía puesto en peligro por la imprudencia del alcalde, pero sí ha entorpecido el legítimo derecho del pueblo a revocar su mandato?

No se consentirá que por un solo hombre peligre toda la ciudad y su patrimonio más preciado, EPM. ¿Negarás, acaso, que desde que llegaste al poder has instaurado una dictadura desconociendo el manejo corporativo para luego imponer una junta de bolsillo? ¿Ocultarás que irresponsablemente has puesto en peligro su solidez financiera y no has logrado ni siquiera dar estabilidad a un gerente en sus más críticas horas?

Nos has dejado en las manos de tus amigos, los vándalos, que, desde tu llegada al poder, son los dueños de la ciudad. Comerciantes honestos han visto fenecer sus negocios en los bloqueos y asonadas.

De la moral, ni hablar. Esas virtudes y tradiciones heredadas de nuestros mayores, las has sustituido por la promoción de la antinatural ideología de género, el culto a brujos y chamanes, la corrupción de los menores y el materialismo ateo y marxista.

Pero tu ambición desmedida y tus criminales intenciones serán tu perdición. Ahora pretendes destruir a quienes sólo han cumplido con su deber contractual, privándolos de la libertad de terminar su labor en Hidroituango. Para nada te importa que ello signifique un nuevo retraso en la entrega de la obra, ni un castigo financiero para EPM, ni la pérdida de centenares de empleos, ni el peligro de un apagón a nivel nacional. Tú y tus cómplices quedaréis satisfechos repartiendo la culminación de los multimillonarios contratos como si fuerais dueños del magno proyecto. ¿Te atreverás a negarlo?

Llevará cada ciudadano, escrito en la frente, su sentimiento patriótico para salvar a su ciudad y a quienes bien le han servido. Será tanto el valor y la unión de todos los buenos que al salir “Pinturita” de la Alcaldía, todo lo veréis claro, patente y castigado para siempre por la voluntad soberana del pueblo antioqueño, del cual dirían siglos después de mi paso por este mundo que “lleva el hierro entre las manos porque en el cuello le pesa”.