Artículos | Félix Alfázar González Mira

Félix Alfázar González Mira
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De El Salvador a Colombia

Se va convirtiendo la pequeña república centroamericana de El Salvador en un referente latinoamericano y mundial en materia de seguridad, inversión extranjera y rescate de la confianza en términos del aumento de los visitantes extranjeros a conocer todas sus expresiones naturales.

Recuerdo, en mis actividades como funcionario nacional, que fui invitado a un congreso de alcaldes de ese país en su capital, San Salvador, y cuál no sería mi sorpresa al notar el contraste como fue recibido el presidente de la época, Antonio Saca y como era el encuentro del presidente Álvaro Uribe Vélez en eventos similares en Colombia. Allá me encontré con abucheos, silbidos, gritos y saboteos a su gobernante y acá vivimos tiempos de contento, de recibimiento de pie con aplausos cerrados de los alcaldes, gritos de viva el presidente Uribe, desfile del mandatario como estrella de farándula internacional al querer, todos y cada uno, tomarse fotografías con su gobernante.

Claro, el presidente Antonio Saca fue reconocido, juzgado y condenado como corrupto por las autoridades judiciales de ese país.

Queriendo las gentes enderezar el rumbo, eligieron para el siguiente periodo al representante del partido de izquierda, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, el señor Mauricio Funes. Buscaron mejores políticas públicas, que en su discurso la izquierda siempre ha formulado para oídos incautos, pero en las realizaciones siempre han constituido fracasos; el aumento de las pandillas siguió su curso extorsionando todo el aparato productivo desde el trabajador informal hasta el más encopetado de los empresarios, el control territorial ejercido y creciente con sus beneficios económicos y sociales derivados de su accionar, la corrupción se acentuó, como suele suceder también con la izquierda, a tal punto que el presidente Funes fue Juzgado por esos asuntos y se encuentra exiliado en su vecina y socia Nicaragua.

Los salvadoreños, ante esa tragedia diaria que vivían allá desde el proceso de paz de principios de los años noventa, que desembocaron en las pandillas de los maras, vieron en el joven empresario Bukele, ya formado en las lides públicas como alcalde de su capital San Salvador, con resultados ciertos en todas las áreas de gobierno; una esperanza que está resultando útil en atención a los resultados visibles de su política de seguridad como eje transversal a todas las áreas socio-económicas de la nación.

Hay que estarle contando a la juventud actual y recordándole permanentemente a los colombianos más adultos que Colombia era un “Estado fallido” en el año 2002. El verdadero “estado de naturaleza” de Hobbes al estar controlado el territorio nacional en tres sectores donde la autoridad en uno era ejercida por las guerrillas, en otro por los grupos paramilitares (originados por aquellas ante la impotencia del Estado para combatirlas) y la institucionalidad en el resto. Casi que en el 2% del territorio, el país urbano, estaba la autoridad y la fuerza del Estado. No podíamos salir de las ciudades y 300 alcaldes despachábamos desde las capitales. El 98% del territorio geográfico era controlado por esos grupos terroristas. El país nacional, más no el político que se sumó después, eligió por mayorías contundentes a Álvaro Uribe. En 8 años de gobierno mejoró todos los indicadores del cuerpo de la nación. Al encontrarlos en rojo los entregó en verde y a Colombia como la estrella que brillaba en el firmamento latinoamericano.

Siendo traicionado en todo por el ser más miserable que ha dado el mundo, Juan Manuel Santos, empieza a erosionarse su obra de gobierno, a desinstitucionalizar el país comprándolas con favores y dinero. El Congreso, las cortes, la gran prensa fueron cortejadas hacia la toma de decisiones favorables al régimen para permitirle realizar el negocio ($$) con las FARC y dejar, hasta hoy, la corrupción desaforada en su gobierno durmiendo tranquilamente en la inaplicación de las normas. Hay que recordar que su reelección fue financiada por Odebrech (que tiene varios muertos y presos entre nosotros y presidentes del continente enjuiciados y en la cárcel). Ocho años, dos periodos que le quitaron el impulso que el país traía. Y preparando el terreno para que el Estado actual de cosas se presentara precedido por un periodo insípido de gobierno que queriendo quedar bien con todo el mundo quedó mal con todos, hasta con la historia de la República. Iván Duque y su contraste de buena gerencia pública y desastre político evidente.

Movidos por el discurso del cambio, por el cansancio agotador de los de siempre, por las ansias juveniles por lo nuevo, por las infamias contra Uribe Vélez, por la distorsión de los brillantes resultados de su gobierno, por el cansancio de la asqueante corrupción, por los estragos de la primera línea y muchos etcéteras; el país eligió a Gustavo Petro como presidente llegando a convertirse en el primero de claro corte izquierdista en la historia republicana.

El inteligente pueblo de El Salvador escogió el camino de la seguridad como su salvación y el pueblo colombiano escogió el abismo como su destrucción. Ahí están sus políticas y sus resultados.

El 8 de marzo, Día de la mujer, la primera línea vandalizó la Plaza de Cisneros, los edificios referentes de la Plaza de la Luz y la emblemática Plaza Botero, en Medellín. En El Salvador estarían detenidas y acá se pediría su excarcelación.

Paradójico que allá sí hay “Paz Total” y acá “incertidumbre total”.

Algo va ¡de Bukele a Petro!

O de El Salvador a Colombia

Antioquia y la recentralización

Decía Alfonso López Pumarejo en los años 30 que el país parecía “andar a la penúltima moda” y no se equivocaba para aquella época como para esta.

Es claro que los países que tienen en su estructura constitucional los modelos autonomistas y federalistas son los más prósperos y desarrollados del mundo. Son pocos en el concierto de las naciones y contribuyen a generar mayor riqueza en términos del PIB mundial y a su interior son los de mayor ingreso per cápita para beneficio de sus habitantes y territorios.

Demostrado está, entonces, que estos sistemas de arreglo de los gobiernos son la moda cierta para avanzar en el desarrollo, la creación de riqueza y bienestar de las gentes. Que sus ciudadanos y en sus territorios sean los dueños de las decisiones que competen a su entorno en varias de las materias requeridas para el buen gobierno: sus recursos fiscales, servicios como salud, educación, asuntos como el desarrollo agrario y la intervención del territorio, puertos, vías departamentales y vecinales, etcétera.

La llamada Constitución del 91 establece claramente en su artículo primero que Colombia es un Estado social de derecho organizado en forma de república unitaria, descentralizada y “con autonomía de sus entidades territoriales”. Resaltado en el discurso de posesión del presidente Petro en el sentido de que haría cumplir este mandamiento constitucional. Goethe decía que una cosa era la intención y otra muy distinta era ejecutarla al señalar que la tarea entre la una y la otra era mucho más ardua. Pues parece que esta consigna del filósofo alemán se cumple perfectamente en este gobierno y para el departamento de Antioquia. Es paradójico que un país cuya  Constitución establece ser descentralizado y con autonomía de sus entidades territoriales le esté sucediendo precisamente lo contrario. Cada día más centralizado en sus recursos fiscales, obligaciones, competencias y funciones cuyas decisiones se toman desde La Centralidad (como la llamamos en La Corporación Colombia Autonómica). El 84 % del recaudo fiscal lo hace la nación, el 12 % los municipios y el 4 % los departamentos. Las políticas públicas sobre los territorios más alejados se diseñan, ejecutan y aplican desde la nación. De razón vemos a gobernadores y alcaldes con sus agendas mayormente ocupadas en la ciudad capital, Bogotá, vuelos ocupados por funcionarios regionales y locales rumbo a La Centralidad que maneja los recursos y las grandes decisiones.

Algunas acciones que en materia de minería y en desarrollo de la misma  Constitución, se habían delegado a algunos departamentos como Boyacá, Cesar, La Guajira, Bolívar, Norte de Santander y Caldas ya fueron recogidas nuevamente por las autoridades nacionales.

Antioquia es el único departamento formado en la minería, su Escuela de Minas con más de 140 años es icónica en América Latina, sus tierras arrugadas son pródigas en minerales necesarios para la transición energética, somos el principal productor y mayor exportador de oro de Colombia, la delegación minera ha sido responsable en su ejercicio como está establecido por los impactos en sus subregiones donde se explora y explotan minerales.

Todo ello y mucho más no ha sido óbice para que La Centralidad esté recentralizando más funciones que deben ser ejercidas por las comunidades regionales, en contravía de lo establecido por la Constitución.

Lo del cobre y el oro en Jericó se definió desde Bogotá. Deben ser sus ciudadanos y los de su entorno regional y bien informados los que tomen las decisiones sobre esos asuntos vitales para su desarrollo y bienestar. Las capacidades institucionales del departamento con articulación de las entidades nacionales deben ser responsables de los proyectos estratégicos y de interés nacional, Pine, cuyo impacto toca a cuatro subregiones de nuestro departamento a saber Suroeste, Occidente, Nordeste y Bajo Cauca. No, pero es la Agencia Nacional de Minería la que reasume en su totalidad, desde La Centralidad (Bogotá), todo lo atinente a estos proyectos ubicados en nuestro territorio.

Otra perla recentralista: el Ministerio de Ambiente ambienta un proyecto de resolución donde declara una Área Especial de Reserva sobre 92 mil hectáreas en la región del Suroeste donde no se podría adelantar nada productivo; metiéndose abruptamente en la Autonomía de las Corporaciones Autónomas Regionales al señalarles los estudios y pasos a adelantar en el entendido de que ello puede durar varios años. ¡Ojo con el Suroeste!

La Constitución del 91, el presidente Petro ha señalado que es legado del M-19, interpretó el grito de las regiones hacia su Autonomía, pero los encargados de aplicarla siguen, como ahora 90 años, a la penúltima moda del desarrollo del mundo.

Alternativa contra el hambre

En el Hay Festival que acaba de acontecer en Medellín se presentó una buena entrevista con un periodista de la BBC de Londres que contaba en su libro, no traducido aún al español, las experiencias conocidas en todos los continentes y muchos países sobre la diversidad de alimentos para los humanos y el riesgo corrido por la desaparición de algunos.

Señalaba que la “revolución verde”, la que introdujo fertilizantes de síntesis química, pesticidas de origen químico, insumos agroindustriales fabricados por multinacionales; había uniformizado la alimentación en el mundo ocasionando ciertamente la pérdida de la biodiversidad en la alimentación creciente de los habitantes de la tierra.

Es habitual que el consumo de nuestra proteína animal se reduzca a cuatro géneros de ese reino cómo son los bovinos, porcinos, pescados y aves. Descartamos, por desconocimiento o por cultura, otras ofertas de la naturaleza como el búfalo, cordero, conejo, pato, pavo, avestruz, el cuy y tantas otras que podrían resultar más económicas en su levante y producción ante los precios inalcanzables que están adquiriendo aquellas. Estas, al ser más rústicas, no necesitarían ni demandarían granos importados ni concentrados elaborados de manera industrial con todo lo que comportan el precio del dólar, la crisis mundial de fertilizantes y granos. En las fincas con sus pasturas naturales, agua abundante y forrajes es perfectamente posible establecer programas de producción que estén en armonía permanente con la diversidad y el ambiente natural. Se demora más en el tiempo su levante para ofrecerla en el mercado o para su consumo, pero justifica por sus bajos costos de producción comparados con los que se levantan con el grano importado. Solamente se necesita regresar y recuperar las prácticas ancestrales anteriores a la aparición de la agroindustria, donde en el campo había todo tipo de forrajes comestibles y con altos contenidos de proteína. Había abundancia con costos efectivamente bajos.

Recuerdo de pequeño en la finca familiar que los campesinos reproducían tórtolas y palomas supliendo su necesidad de proteína animal preparándolas en forma de albóndigas.

Podría ser oportuno pensar en programas agrarios urbanos que aprovechen especies menores para que las gentes puedan suplir sus carencias de proteína de buena calidad ante los precios inaccesibles de los animales de especies mayores.

Lo mismo sucede con los alimentos de origen vegetal que su consumo se agota con el arroz, trigo, maíz, cebada, frijol, papa, yuca y otras pocas especies ante la urbanización del mundo, todos demandando tecnologías de la “revolución verde” que comporta la aplicación de agroquímicos importados, abandonando la otrora diversidad que nos prodiga la naturaleza tropical.

Productos como el gandul, chachafruto, cidra, frijoles petaco, cachetón y vida (y miles de especies más) con buenos contenidos de proteína, pululaban en nuestros campos de manera silvestre dando cuenta de la buena y abundante alimentación de nuestras abundantes y numerosas familias, acompañados los platos de la aguapanela y el aguacate de solares y huertas.

Ahora que empiezan las campañas hacia la definición de los poderes locales y regionales, y dada la preocupación que debe asistir a quienes aspiran a esas posiciones, sobre el hambre que padecen más de la mitad de los colombianos manifestado en los discursos presidenciales, es hora de pasar de este a los hechos ciertos de las soluciones concretas de esa inhumana circunstancia. Si verdaderamente nos preocupa la hambruna y la carencia de proteína animal de buena calidad de nuestras gentes, se hace urgente plantear estos temas como proyecto de vida en el entendido de que no es con subsidios monetarios que vamos a abordar las soluciones a esta problemática.

De "Josema" Villa al "Negro" Gaviria

Ahora que se está promoviendo la vida y obra del ingeniero de los puentes sobre el río Cauca, mediante el conocimiento del libro “José María Villa Villa, memorias de un genio”, escrito por su tataranieto el arquitecto Juan Francisco Villa, en estrecha colaboración del sopetranero Adrián Vahos; es legítimo establecer un paralelo entre las revoluciones viales de finales del siglo XIX y la que estamos viviendo a principios de este siglo XXI y sus protagonistas centrales.

Dejamos establecido que son diversas y distintas las personas e instituciones que participan de estas epopeyas.

El ingeniero de Sopetrán con la construcción de los puentes de La Pintada, Puente Iglesias, Bolombolo, Santa Fe de Antioquia , Pescadero y Cáceres desató dinámicas económicas y sociales en todas las áreas geográficas alrededor de esas infraestructuras en el departamento de Antioquia.

Su obra cumbre, el puente colgante entre los municipios de Olaya y Santa Fe de Antioquia, nuestro puente histórico, generó en su época todo un avance transformador de las economías, movimientos, dinámicas y todo aquello que tiene que ver con la cultura y las costumbres de las gentes que habitaban la región occidental del departamento. El reemplazo de la barca cautiva, de los navíos hechizos, de las canoas de madera y de las balsas de guadua por esta monumental estructura de cables copiada de la del puente Broonklin de Nueva York sobre el East River, donde él se desempeñó como ayudante, catapultó la región hacia otros estadios de desarrollo.

El doctor Luis Fernando Múnera López, de la academia de historia de Antioquia , en su libro sobre el puente de Occidente y el desarrollo de Antioquia, señala que “el puente de Occidente no era importante solamente por su magnitud como obra de ingeniería. Lo era como un eslabón necesario en el proyecto de comunicación del territorio antioqueño con el mar Caribe. Empresarios y mandatarios que abrigaban esa idea se propusieron hacerla realidad y para ello concibieron, estudiaron y emprendieron diferentes alternativas del camino de Occidente cómo se le llamaba en aquella época”.

El presidente Carlos E. Restrepo, hacia 1910, le ofreció que fuera su ministro de obras públicas y el ingeniero, ya habiendo culminado sus obras, prefirió quedarse en la tierra formando alumnos que las continuaran y siguieran domando esta geografía arrugada con sus dos cordilleras y sus dos ríos.

Uno de los más sobresalientes alumnos del maestro fue el ingeniero de Buriticá Juan de Dios Higuita, Superintendente del Ferrocarril de Antioquia siendo el primero en restaurar y repotenciar el puente histórico en 1955, diseñó y dirigió la construcción del puente del Paso Real (Puente Amarillo) en la comunicación hacia Urabá.

El ingeniero civil y de minas Guillermo Gaviria Echeverri, de Frontino, fue protagonista de la nueva gesta en conectividad que estamos viviendo en la región. Oportuno recordar acá que el proyecto de la comunicación terrestre con Urabá, el poder central lo tenía pensado por el bajo Cauca, de Tarazá al golfo; recibiendo del “Negro” Gaviria todo un torrente de argumentaciones técnicas, sociales y económicas que permitieron que la decisión fuese reversada y volviera a hacerse por la región occidental. Testimonio de mi profesor Luis Norberto Vélez (Corantioquia y Cormagdalena) que hizo parte de la consultoría.

Le escuchaba a sus hijos, los gobernadores, la historia de sus viajes por “La trocha” hacia la tierra natal, como su papá les mostraba con cálculo visionario, en qué sectores de las cordilleras central y occidental debería construirse túneles para aplanar las pendientes y hacer más raudo el trayecto hacia Occidente y el mar Caribe.

El Fernando Gómez Martínez en la cordillera central, lo empezó a tararear Guillermo Gaviria Correa siendo gerente de proyectos especiales de la primera gobernación popular y dejarlo estructurado y financiado como director de Invías en el ministerio del doctor Juan Gómez Martínez, empezando a rumbar las máquinas por el doctor Álvaro Uribe en la segunda gobernación popular. En las presidencias de este se da un vuelco reformista a los asuntos de obras públicas creando la Agencia Nacional de Infraestructura como entidad especializada en las obras públicas nacionales, originando “Las Autopistas de la Montaña” bajo la mente visionaria del ministro Andrés Uriel Gallego. Recursos nacionales, del departamento y del Área Metropolitana posibilitaron la financiación total.

El Guillermo Gaviria Echeverri, ubicado en El Toyo sobre la cordillera Occidental (recuerdo acá que el nombre fue primeramente sugerido por mí en septiembre de 2014 ante el fallecimiento del doctor Guillermo. Columna en El Occidental de esa fecha), fue alentado por muchas personas y varias instituciones y dada la coincidencia política que Aníbal Gaviria Correa fungió como alcalde de Medellín; posibilitó que el túnel más largo de América se hiciera realidad por la participación financiera, definitiva y necesaria del municipio. A pesar de no estar en su área geográfica Medellín se beneficiará altamente de esta monumental obra.

Hemos sostenido que de la región occidental es donde más periodos de gobernaciones han liderado el departamento con los doctores Juan Gómez, Guillermo y Aníbal Gaviria con sus dos mandatos y Luis Pérez lo que se ha constituido en garantía del avance, continuidad y materialización de estas prodigiosas obras.

Los astros se deben alinear para que nuestro gobernador pase a la historia como el inaugurador de los dos túneles. El Fernando Gómez Martínez lo hizo en su primera gobernación y el Guillermo Gaviria Echeverri que lo haga en este segundo mandato.

El presidente Virgilio Barco, fui testigo de ello, le ofreció a finales de los años 80 la gerencia del Metro de Medellín al doctor Guillermo Gaviria. Se repite la historia del maestro José María Villa al no aceptar esa responsabilidad y dedicarse al periodismo informativo y de opinión desde El Mundo y a preparar y formar a sus hijos para estas responsabilidades superiores.

Pues bien, hay que seguir “impulsando y materializando este tipo de obras en el departamento de Antioquia, aquella tierra que en palabras del gobernador Francisco Silvestre en 1783” agreste y montañosa, siempre condenada a la asfixia, a estar atrapada, hoy se ha transformado en una Antioquia plana constituyéndose ciertamente en la mejor esquina de América.

Pragmatismo y desarrollo agrícola

Se repite en los ciclos de la historia de Colombia el tema de la Reforma Agraria. Experiencias van y vienen desde la conformación de la república hasta nuestros días. Con excepción de la ley 200 de tierras del gobierno de López Pumarejo, ninguna es digna de repetir por sus pobres resultados.

El desplazamiento campesino a las ciudades ocasionado por la violencia liberal-conservadora de las décadas del 40 y 50 representó un acaparamiento de la tierra por parte de los llamados gamonales locales.

La creación del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, Incora, en los años 60 generó expectativas en las comunidades campesinas donde el Estado se convirtió en el gran comprador de esos bienes inmuebles rurales. En muchos casos, grandes haciendas productivas, al parcelarlas y entregárselas a campesinos frenaron su ciclo productivo generando ruina en las regiones que pretendían alentar en su desarrollo. En otros eventos, grandes extensiones de tierras productivas quedaron divididas en manos de familias campesinas que se asentaban en un rancho de zinc en medio de precarias matas de plátano y yuca. Significó la pobreza bastante bien distribuida cuando se pretendía era lo contrario, distribuir equitativamente la riqueza.

En la década de los 90 y principios del 2000 se presentó otro desplazamiento de población rural hacia las ciudades producto del avance de las guerrillas en la ocupación del territorio rural y la respuesta paramilitar para competirle por tierras, bienes, poder político y económico a aquellas; generando otra ocupación de los territorios por nuevos dueños que a fuego, amenazas y ayudas veladas de alguna institucionalidad se convertían en propietarios. La ley de víctimas es la respuesta a estos episodios.

Muchos tememos que el ciclo de la “incorización” lo volvamos a repetir en esta década cuando el Estado pretende nuevamente ser el gran dinamizador del intercambio de bienes rurales, al adquirir fincas y haciendas productivas a unos precios razonables del mercado de tierras y no tener recursos e institucionalidad suficientes para hacerlas ciertamente productivas. Se corre el riesgo de convertirlas en improductivas adornadas con covachas habitadas por campesinos ansiosos de prosperidad pero impotentes de hacerlo en atención a que el esfuerzo económico se destinó a la adquisición del predio.

Un medio de comunicación resaltó el encuentro del presidente Petro con el delegado de Corea de Sur en la posesión del presidente del Brasil de la siguiente forma.

” En la reunión, que también contó con la presencia del canciller Álvaro Leyva y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, Petro resaltó la capacidad histórica que ha tenido ese país para tecnificar el campo y adelantar sus propias iniciativas agrarias. Con base en ese reconocimiento, se acordó un impulso a la ejecución de este proyecto que también abarcará la compra de tierras a organizaciones como Fedegán”. Resaltado mío.

Pues bien, tratemos de diseñar entre nosotros nuestras propias iniciativas agrarias acudiendo a nuestra cultura, costumbres, tradiciones y experiencias buenas, regulares y desastrosas.

La aparcería, el arrendamiento temporal, el descuaje del rastrojo (dicen para “civilizar” la tierra), el ganado al partir o a medias, el canon mensual por cabeza de ganado, el préstamo de uso de un porcentaje de la hacienda, la concurrencia de esfuerzos de diferente naturaleza hacia el predio (experiencia ancestral en la ladera colombiana en la producción de caña panelera con los “cosecheros”), arreglos cooperativos exitosos, uniones de pequeños inversionistas para utilizar conjuntamente el medio de producción o bienes de capital hacia las economías de escala; en fin en otras latitudes de Colombia hay diversos tipos de relación entre las gentes y la tierra.

Los resguardos indígenas con las etnias y la ley 70 con las comunidades negras poseen millones de hectáreas y no tienen, necesariamente, una relación de producción empresarial o de oferta de bienes agrícolas a los mercados. La Ley 70 de 1993 reconoce la propiedad colectiva de la tierra de las comunidades afrocolombianas que históricamente han habitado en un territorio. El espíritu de esta se basa en un principio fundamental de la cultura negra y es el de la propiedad colectiva de la tierra.

Cada región de la patria tiene su singular historia en el desarrollo agrario. Aprovechar todas esas variopintas y diversas experiencias para alentar ciertamente el desarrollo del campo es el mejor cumplimiento al primer punto del acuerdo con las FARC. No necesariamente comprando tierras para una población rural crecientemente disminuida se logra el objetivo. Colombia es ya un país urbano y esfuerzos ingentes habrá que hacer para retornarlos a la ruralidad con resultados inciertos.

¿Por qué no pensar entonces en figuras nuestras que involucren todo ese conocimiento ancestral para hacer desarrollo agrario dónde todos ganen? Por supuesto que la compra directa de tierras en algunas regiones puede consultar las realidades socioeconómicas y culturales de las mismas, como el arrendamiento o leasing agrario con opción de compra puede consultar esas realidades en otras.

Un proyecto productivo bien planificado de bienes con destino a la exportación es garantía y tranquilidad para el propietario que arrienda su tierra por un tiempo. Los 20 millones para adquirir el predio es capital suficiente por hectárea para sacar adelante el emprendimiento que generará excedentes hacia la compra futura del predio. Igualmente, con productos para el mercado interno que aseguren la alimentación de los colombianos.

Se me dirá que ello es para sociedades premodernas, que es un planteamiento de derecha. La academia señalará que es regresar al feudalismo con un planteamiento atrasado, los teóricos marxistas no les gusta porque no alienta el desarrollo de las fuerzas productivas en el campo cada vez más deshabitado. Todo ello es ideologización de propuestas que consultan todo un acumulado histórico, de costumbres, culturas y prácticas ancestrales que han conformado históricamente el campo colombiano.

Volveremos sobre el tema.

Descentralización y autonomía

La frase permanentemente vieja y fresca, como las fuentes de agua, de hacer las cosas siempre de la misma manera no se obtienen resultados diferentes, se aplica a la arquitectura fiscal de nuestra organización estatal.

Los 34 años de la elección popular de alcaldes y los 30 de la de gobernadores nos ha traído experiencias necesarias de renovar y valorar; y otras de revisar y transformar en la interpretación de los nuevos acontecimientos que demandan los tiempos modernos.

La Constitución Nacional en su artículo primero señala que Colombia es un Estado unitario, descentralizado y con autonomía de sus entidades territoriales. Estas son departamentos, municipios, distritos y resguardos indígenas. Pues bien, estas tres categorías se vienen cumpliendo de manera desigual. En teoría podemos decir que lo del Estado unitario está funcionando bien; en la realidad lo de descentralizado ya cumplió su ciclo transicional; y la realidad profunda que se siente y palpita en cada centímetro de la geografía nacional es que la autonomía territorial no existe ni se ha desarrollado en la Colombia citadina ni en el territorio profundo de sus departamentos y municipios.

El presidente de la República señaló en su discurso de posesión que hará que se cumpla ese artículo primero de nuestra constitución.

En esa dirección la Comisión de Ordenamiento Territorial (COT) del Senado de la República y la Corporación Colombia Autonómica realizamos un evento el próximo jueves 3 de noviembre en la Universidad Pontificia Bolivariana, UPB, en el que debatimos ese tema tan importante y pertinente para el desarrollo del país. La COT con una sesión descentralizada y la Corporación con un aporte académico que comprende desde la profundización del concepto constitucional de la autonomía pasando por clarificación de conceptos de descentralización y federalismo, clarificando sobre el agotamiento de la descentralización, avanzando sobre la necesidad de un nuevo ordenamiento territorial en Colombia y concluyendo sobre el caso exitoso de autonomía del país vasco en España.

Gracias al senador Guido Echeverri Piedrahita exgobernador de nuestro hermano departamento de Caldas y conocedor como el que más de las angustias regionales, por carencia de recursos para atender las necesidades crecientes de los ciudadanos; esta sesión descentralizada del Congreso de Colombia se llevó a cabo en nuestra ciudad.

Esperamos que podamos avanzar en desarrollos legales que permitan a las entidades territoriales desarrollar su verdadera autonomía en la seguridad de que esa es la vía hacia el empleo, el ingreso y el bienestar como lo demuestran los países que adoptan este tipo de políticas.

Volveremos sobre esta temática.

Autonomía territorial

Hoy 11 de noviembre acabo de asistir a una sesión descentralizada de la Asamblea Departamental de Antioquia en el municipio de Ebéjico, que es ciertamente caro a mis afectos, pues fui su alcalde por decreto como funcionario departamental en la década de los 80.

Reconocimiento a la duma y a los funcionarios departamentales por salir a los territorios y escuchar a la Antioquia de las regiones en sus angustias, problemas cotidianos y aspiraciones justas.

Es reiterada nuevamente la apatía y desinterés de los alcaldes y los líderes de Occidente para participar en eventos que propician el desarrollo regional. 4 de 19, Abriaquí, Peque, Sabanalarga y Santa Fe de Antioquia estuvieron atentos manifestando inquietudes locales y regionales.

Ese ejercicio, que valoramos altamente, me llevó a recordar los pasados cuando era la línea de gobierno vertical: presidente nombraba gobernadores y este nombraba alcaldes. Es tal el grado de recentralización al que hemos llegado que nos encontramos que la mayoría de las soluciones a las peticiones de los funcionarios municipales, con autonomía política porque son legítimos voceros de sus comunidades quienes los eligieron, están en manos de recursos “estatales” que tiene y maneja el gobierno nacional, la centralidad. Que la salud, que la educación, que las vías secundarias y terciarias, que el sector agrario, que los desastres del invierno, etc., son los elementos transversales a las comunidades regionales.

Escuchando y observando el evento recordaba que el presidente de la asamblea departamental, diputado José Luis Noreña me señalaba algún día con dejo de desesperanza, que el poder político-gerencial de la duma era definitivamente muy precario y que estos ejercicios de sesión descentralizada eran buenos para desatar nudos administrativos, remover obstáculos y reencontrarse funcionarios de los dos niveles de gobierno.

¡Pues bien! También pensaba que este ejercicio fabuloso podría serlo de una gran gerencia pública, comunitaria y participativa donde las autoridades territoriales se vean para repasar avance de proyectos, planificación de otros, proyección futura de construcción de soluciones crecientes de las comunidades que representan, adelantos visionarios de prospectiva hacia escenarios futuros de superior desarrollo; en fin, que de ser encuentros de plañideras se convirtieran en el foro donde todos ponen, armonizando ciertamente el departamento y los municipios en el cumplimiento de sus responsabilidades públicas.

En La Corporación Colombia Autonómica propendemos por ello: total e integral autonomía de las entidades territoriales como lo ordena la Constitución Nacional en su artículo primero. Donde la arquitectura tributaria del país no esté en absoluta mayoría en cabeza de la nación, sino equilibradamente también en municipios y departamentos. Fortalecer fiscalmente a estos es lo que demandan los tiempos contemporáneos. “Para la OCDE la lucha contra la corrupción es profundizar la autonomía territorial, generar capacidades institucionales en las entidades territoriales para llevar a cabo la contratación y ejecución de los proyectos”.